miércoles, 4 de junio de 2014


10. VALLADOLID

Desde Simancas a Valladolid. El Paseo Zorri­lla. Las plazas de toros. La Estación de ferrocarril. Barrios de la ciudad. El Campo Grande. La Plaza de Zorrilla. La calle de Santiago. La Plaza Ma­yor. Por el centro de la ciudad: Universidad. Plaza Circular. Plaza de España. La Casa de Cervantes. Vuelta a Madrid.


Desde Simancas a Valladolid el viajero sube a un autobús que hace la ruta de ida y vuelta entre ambas poblaciones. La carretera bordea el río Pisuerga y entra en Valladolid por el llamado Camino Viejo de Simancas, que era la entrada habitual antes de la construcción de la autovía de Tordesi­ll­as. Por el  Camino Viejo de Simancas se llega al Paseo Zo­rri­lla, cerca del  barrio de La Rubia, y se abandona el río Pi­suerga, que se desvía ligeramente hacia el norte. Cuando se pasa por las proximidades del Puente de la División Azul, cer­ca del barrio de la Farola, de reminiscencias ferroviarias, el tráfico se hace más intenso. El barrio de la Farola está junto a la antigua estación del ferocarril de Ariza, que sale de la ciudad por la factoría Fasa-Renault, situada al sudeste del núcleo urbano. Ello permitía el traslado a Cataluña de manera directa de buena parte de la producción de automóviles de la empresa. Este ferrocarril ya no está en funcionamiento porque no era muy rentable en los últimos años.


El Paseo Zorrilla se desvía del barrio de la Farola hacia el centro de la ciudad. Es una vía de conexión del cen­tro con los barrios populosos del sur y con la zona indus­tr­ial del Polígono de Argales. El Paseo Zorrilla es también, según se acerca al centro, una zona peatonal y comercial, y un lugar de encuentro de los vallisoletanos en las cafeterías y en las terrazas de sus grandes aceras, cuando llega el buen tiempo. El Paseo Zorrilla cruza el Paseo del Puente Colgante, que va a la Estación de ferrocarril del Norte. En esta zona está la nueva plaza de toros.




La Plaza de Toros se inauguró en 1890. Lagartijo, Espartero y Guerrita torearon en este coso. San Pedro Regala­do, cuya fiesta se celebra el día 13 de mayo, es el patrón de los toreros y el patrón de la ciudad de Valladolid. Se cuenta que este santo amansó, paró, y mandó de nuevo hacia los tori­les a un toro que se había escapado de la plaza. Valladolid tuvo otra plaza de toros, de forma octogonal, que actualmente tiene el aspecto en su interior de un Coral de Comedias. Donde antes hubo palcos ahora hay corredores de viviendas. La zona del ruedo es un patio ajardinado. Se construyó en 1833 y estu­vo en funcionamiento hasta el año 1891. Desde esta fecha hasta hace unos años ha sido cuartel de la Guardia Civil.


El Paseo Zorrilla se curva hacia el antiguo Campo de Marte, que hoy es el Parque del Campo Grande. El viajero quie­re visitar la Estación de ferrocarril y sacar un billete para Madrid en el último tren. Se desvía por el Paseo del Puente Colgante y la calle de Recondo. La Estación del Norte se inau­guró en 1895, aunque el tren llegó a Valladolid antes, en 1856. Desde finales del siglo XIX, y hasta 1933, los tran­vías llegaban hasta la Estación del ferrocarril. Un vistoso reloj da las horas en el frontispicio de entrada a las depen­dencias interiores de la Estación, a las vías de paso de los trenes y a una moderna cafetería.





Al otro lado de la Estación están los barrios de Delicias y San Isidro, de fuerte sabor ferroviario. El ferro­carril supuso para Valladolid su actual desarrollo industrial. El barrio de Delicias fue creciendo según lo hacía el ferroca­rril. La vía férrea produjo en muchos casos la separación de dos zonas en la ciudad, con difícil comunicación, una barrera a veces infranqueable y peligrosa de cruzar, tal como ocurría en los barrios situados más al norte, como la Pilarica, Belén o Pajarillos Altos, donde todavía hay pasos al mismo nivel que las vías, con gran peligrosidad para automóviles, peatones y ciclistas.


El viajero vuelve hacia el centro, por la Plaza de Colón, para entrar en el Parque Central de Valladolid, el Cam­po Grande. En la Plaza de Colón está el monumento al céle­bre navegante. Colón vivió sus últimos años en Valladolid, y esta ciudad no tenía ningún monumento en su memoria hasta 1905. La actual escultura fue realizada por Antonio Susillo para el puerto de La Habana antes de su inde­pendencia, pero los avata­res de la guerra colonial impidieron que fuera a parar a su inicial destino, y después de muchas dificultades se quedó en Valladolid.




El Campo Grande se diseñó en la época de Carlos III. En tiempos anteriores se llamó Campo de la Verdad, porque en el se celebraban justas y torneos, y también hubo patíbulos y hogueras, con el fin de que la Inquisición sofocara el casi siempre oculto peligro del luteranismo y la Reforma religiosa. Hoy es un jardín que aún recuerda su pasado romántico, lugar de entrada a la ciudad desde las próximas estaciones de ferro­carril o de autobuses, y sitio de recepciones y paseos de los vallisoletanos. José Zorrilla lo describió como:

"una explana­da áspera y escueta abierta a todos los vientos y encerrada entre fachadas y tapiales de iglesias y conventos."


En la época de Zorrilla pasaba por uno de los extre­mos del Campo Grande la carretera de Madrid. El alcalde Miguel Iscar, en 1880, y sus continuadores ajardinaron el Parque, no sin la oposición de algunos estamentos ciudadanos, y lo cerra­ron con la verja actual. En 1894 se construyó la Plaza de Zo­rrilla en uno de los extremos del Campo Grande, donde con­flu­yen el Paseo del mismo nombre y la "Acera de Recoletos", que viene desde la Plaza de Colón. En esta zona estaba el antiguo convento de recoletos de San Agustín. El último traza­do es de 1954 y presenta edificios de arquitectura modernista y nove­centista, y es un agradable paseo en los días soleados del invierno y la primavera por su orientación al sudoeste.


Al final del paseo Zorrilla está la plaza del mismo nombre. Junto a ella se yergue el edificio de la Academia de Caballería, diseñado por el Comandante de Ingenieros Adolfo Pierrod. La Plaza de Zorrilla es amplia y está abierta al Cam­po Grande, a la calle de Santiago y a los barrios antiguos de la ciudad. El viajero dirige su mirada, de nuevo, a la Acade­mia de Caballería y a la calle de San Ildefonso, que va hacia el Pisuerga, desde la esquina del edificio de la antigua Caja Postal, antes de entrar en la peatonal calle de Santiago, y abandonar la plaza del dramaturgo vallisoletano, céntrico nú­cleo comercial y financiero de la ciudad.




La calle de Santiago puede constituir un resumen de la historia de Valladolid. En el siglo XII existía una ermita dedicada al Apóstol, extramuros del primer recinto amurallado. En el año 1260 se construyó  el convento de San Francisco muy cerca de la Plaza Nueva del Mercado, que hoy es la Plaza Ma­yor. En 1321 se concluyó el cerramiento de la segunda cerca,  que abarcaba por la zona sur de la ciudad las edificaciones entre la Plaza Mayor y el Campo Grande. Con ello toda la calle de Santiago quedó dentro de la cerca ciudadana. En el año 1506 se construyó el convento de las Religiosas Comendadoras de Santiago, que ocuparon posteriormente las Dominicas France­sas, situado en el medio de la calle. Un poco más adelante está la iglesia de Santiago, en el lugar de la ermita inicial, que tiene alguno de sus retablos esculpidos por Berruguete. 


La calle de Santiago fue zona de asentamiento de artesanos cofreros y ebanistas, hasta el incendio de 1713, y posteriormente lugar de comercios de calidad, de fondas y hos­pederías, de cafés y grandes almacenes, y también la sede ini­cial del Diario Regional y del rotativo Libertad. Hoy, trans­formada en calle peatonal, es el paso obligado al centro anti­guo para un turismo en creciente aumento, que visita la zona monumental. En la calle de Santiago se asientan actual­mente despachos de notarios, médicos, abogados, y gestores adminis­trativos.




El Viajero, por la calle de Santiago, llega a La Pla­za Mayor, que fue reconstruida después del incendio de 1561. An­teriormente fue la primitiva Plaza del Mercado. En sus pro­xi­midades, en la antigua plaza del Ochavo, que estaba unida a la Plaza Mayor, fue ajusticiado el Condestable Don Alvaro de Lu­na, valido de Juan II, en 1453. Varias calles de pequeña lon­gitud confluyen en la Plaza Mayor: Lencería, Jesús, Pasión, Ferrari y Manzana. En esta última calle estuvo uno de los pri­meros hoteles de la ciudad, el Gran Hotel Imperial. En la Pla­za Mayor está el Ayuntamiento y el monumento al Conde Ansúrez, el primer artífice de la ciudad. La Plaza Mayor es otra zona de encuentro de los ciudadanos, a la caída de la tarde, en las terrazas de sus cafés, y en los bancos municipa­les.


El viajero continúa paseando por las calles y plazas del centro de la ciudad: la calle del Peso, la plaza de Po­nien­te, la plaza de los Leones de Castilla, las calles de San Be­nito, San Ignacio y San Quirce. Llega a la Plaza de San Pa­blo y se queda mirando largo reto la fachada de la iglesia del Santo. El convento fue fundado por la reina Doña Violante, esposa de Alfonso X el Sabio, y erigido posteriormente por Doña María de Molina y por el cardenal Torquemada. La iglesia es de estilo gótico, con tallas de Gregorio Fernández, y fue terminada en el siglo XV, siendo una de las más monumentales de las postri­merías de este estilo en Castilla.




Junto a San Pablo está el Colegio de San Gregorio, que tiene otra magnífica fachada con aspecto de retablo. El patio central de San Gregorio es de estilo plateresco y tiene artificiosas decoraciones en yeso de gran suntuosidad. El Co­legio de San Gregorio alberga actualmente al Museo Nacional de Escultura, con numerosas obras de Berruguete, Juan de Juni, Siloee y Gregorio Fernández.


En una de las esquinas de la Plaza de San Pablo está la Diputación Provincial, en el palacio donde nació Felipe II. Perteneció a los marqueses de Astorga y Távera, y al conde de Ribadavia. Es un edificio del siglo XV en el que destaca ar­qui­tectónicamente una ventana en ángulo en la torre central, ado­rnada por "grifos" y otros motivos platerescos.


Por la calle de las Angustias, el viajero se acerca a la iglesia de Santa María la Antigua, fundada en tiempos del conde Ansúrez, con su emblemática torre románica, que aparece en todas las representaciones turísticas de la ciudad de Va­lladolid. El interior es de estilo gótico del siglo XIII. Fre­nte a ella, en el otro extremo de la plaza, está Santa María la Mayor, conocida como la Colegiata. En la misma manza­na, dando la vuelta por la Plaza de la Universidad y la calle del cardenal Cos, tiene el acceso la Catedral. Se empezó a cons­truir en el año 1527. Varios arquitectos, y finalmente Juan de Herrera, diseñaron los planos de esta iglesia, que no llegó a terminarse. El interior es de estructura clásica con decora­ciones barrocas y alberga tallas de Juan de Juni en el Retablo Mayor, y otras esculturas de Gregorio Fernández.



La Universidad está en la plaza de su nombre. Es una construcción inicialmente del siglo XIII, con una fachada le­vantada en 1715, y decorada por discípulos aventajados de Chu­rriguera. Por la calle de la Librería se llega a la zona de los colegios universitarios, entre los que hay que considerar el Colegio Mayor de Santa Cruz, fundado en 1480 por el carde­nal Pedro González de Mendoza. Es una joya de la arquitectura civil vallisoletana del siglo XV. Su fachada conjuga armonio­sa­mente el estilo gótico y el renacentista. El patio del cole­gio es uno de las mejor proporcionados y de los más elegantes de la ciudad. La Biblioteca tiene más de veinticinco mil volú­menes y sus estanterías y artesonado, en maderas nobles, son uno de los conjuntos mejor ambientados.


Por la calle de la Merced, donde está uno de los institutos de Segunda Enseñanza más antiguos de Valladolid, y por la calle de Cervantes se llega a la Plaza de Pérez Galdós, que también se conoce como Plaza Circular. Cerca de ella, al otro lado de la vía del ferro­carril, está el barrio de San Isidro, en la salida este de la ciudad, por la carretera de Soria. San Isidro fue también patrón de Valladolid, cuando la ciudad tenía una mayor población de agricultores y ganaderos. En el barrio hay una ermita dedicada al santo donde se ha ce­lebrado una romería, el día 15 de mayo, desde hace mucho tiem­po.


Desde la Plaza Circular, por la calle de Tudela, el viajero llega a la Plaza de la Cruz Verde, y por Alonso Pes­quera cruza las calles del Salvador y Fray Luis de León. Entra en la iglesia de El Salvador, en la calle del mismo nombre y pasa junto a la Casa del Escudero Herrera, en Fray Luis de León, que tiene una de las fachadas más nobles de la ciudad. En la calle de Teresa Gil, antigua abadesa del Monasterio de las Huelgas, de gran importancia en la ciudad, estuvo el Pala­cio de las Aldabas, donde nació el rey Enrique IV en 1425. En una iglesia de la misma calle reposan los restos de Rodrigo Calderón, el valido de Felipe III, ajusticiado en Ma­drid por cortejar públicamente a la reina.     


Por estas calles se llega a la Plaza de España, la antigua plaza del Campillo, donde estuvo el célebre mercado del siglo XIX, hoy desaparecido. La Plaza de España tiene una zona central ajardinada, con aceras que permiten el paso de peatones. Una gran bola del mundo en movimiento atrae la curiosidad del viajero. Hay mucho tráfico en esta plaza que se va distribuyendo por las calles contiguas. La Plaza de España es otra de las zonas bancarias y comerciales de la ciudad.




Por la calle de Miguel Iscar, el conocido alcalde de finales del siglo XIX, el viajero abandona los barrios anti­guos de Valladolid, no sin antes visitar la Casa de Cervantes, actualmente restaurada, con grandes enredaderas en las paredes y un brocal de pozo en el jardín. Cervantes vivió en ella des­de 1603 a 1605, y escribió aquí la primera parte de "El Quijo­te" y algunas novelas ejemplares. La Corporación Municipal visita la Casa de Cervantes todos los años el día 23 de abril, aniversario de su muerte, con gran pompa y boato.




A la caída de la tarde el Campo Grande está repleto de gentes que pasean, de música en las plazoletas, de niños que corretean entre los bancos y las personas mayores. Por la Acera de Recoletos y por la Plaza de Colón el viajero sale del Campo Gra­nde, símbolo arbóreo de la ciudad y se acerca a la Estación del Norte. Un tren que viene de León le transporta, después de breve espera, de nuevo hasta Madrid.



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