El embalse de Belesar es un pantano artificial creado en 1963 en el río Miño, Es el más grande de este río. Está situado entre los municipios de Taboada, Chantada, Saviñao, Paradela, Páramo, Guntin y Puertomarín. Tiene una capacidad de 655 hm³, ocupa una superficie de 1910 hectáreas y presenta una cola de 50 km.
La construcción del embalse supuso anegar casi 5000 hectáreas de terreno fertil, y la desaparición bajo las aguas del pueblo de Puertomarín, que se reedificó de nuevo cerca de su antigua ubicación.
El embalse pretendía dinamizar la pobre industria Gallega y regular el caudal del Miño, que en años lluviosos se desbordaba desde Orense hasta Tui.
La construcción del embalse terminó con tímidas protestas en 1963. Hoy seguramente no se hubiese construido por una mayor oposición popular. En el año 2011, con motivo de la construcción de una nueva central y dos turbinas, se hicieron obras de reparación en la presa y se redujo el caudal por debajo de la cota de explotación. Por ello se vieron estructuras, tierras y pueblos que no se veían desde hacía 48 años.
Portomarín, el pueblo que se tragó el Río Miño
Portomarin es uno de los lugares más recordados y fotografiados por los peregrinos del Camino de Santiago. El embalse de Belesar sepultó al pueblo primitivo en el año 1963. El nuevo municipio se construyó sobre el monte de O Cristo y los vecinos trasladaron parte de su patrimonio arquitectónico "piedra a piedra" hasta el nuevo emplazamiento.
La construcción del nuevo asentamiento
El pueblo en el que hoy viven los vecinos de Portomarín es relativamente nuevo, apenas alcanza los 50 años. El primitivo fue engullido por las aguas del Miño para posibilitar la construcción del embalse. En el año 1946 el municipio original fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. La iglesia románica de San Juan, símbolo y seña de su identidad, había sido declarada Monumento Nacional en el 1931. La llegada del general Franco y el presidente de Fenosa, Pedro Barrié de la Maza, fijaron la fecha de muerte del histórico Portomarín en beneficio del negocio de la electricidad.
A los vecinos de Portomarín les dieron la opción de trasladarse a una casa en el nuevo pueblo, construido sobre el Monte de O Cristo o dinero para irse a otro lugar. Muchos vecinos no quisieron vivir con el recuerdo del trabajo de una vida que sepultaría el agua y se marcharon. La población descendió considerablemente en esos años.
El resurgir del pueblo antiguo
Los responsables de la construcción inauguraron el pantano y la nueva villa de Portomarín en 1963 dejando tras de sí viviendas, huertas, campos, viñas, canales y siglos y siglos de historia que quedaron anegados por el agua.
Portomarín resurge, a veces de las aguas coincidiendo con el final del verano y el descenso del caudal del río. Un descubrimiento para los peregrinos del Camino de Santiago que durante el otoño atraviesan el puente sobre embalse.
La construcción del segundo embalse hidroeléctrico más grande de Europa terminó con la vieja villa jacobea, aunque sus vecinos, ávidos por rescatar parte de su historia, trasladaron piedra a piedra parte de su patrimonio. "Numeraron cada una de las piedras de la iglesia románica de San Juan y volvieron a levantarla en el centro del nuevo pueblo, al lado del Ayuntamiento.
"Un trabajo durísimo", explican los vecinos de Portomarín. Al nuevo asentamiento trasladaron además la iglesia de San Pedro, un arco del puente romano que hoy preside la entrada de la villa y construcciones como el Pazo Conde da Maza o el de Berbeteros.
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