jueves, 12 de junio de 2014

11. MONTES TOROZOS


Salida de Valladolid. Zaratán. Hacia Wamba. Ciguñuela. El Aeropuerto de Valladolid. Villanubla. Wamba. Los re­yes visigo­dos. El Monasterio de Santa María de Wamba. Peña­flor de Horni­ja. El Monas­terio de la Santa Espina. Castromon­te. La Mudarra. Val­verde de Campos. Llegada a Me­dina de Rioseco.


El viajero, desde la Estación de autobuses, se acerca al Paseo de Zorrilla, donde desayuna, en una cafetería, unos bollos típicos de la ciudad, que no ha visto en ningún otro sitio. Busca una iglesia, en el mismo Paseo, para sellar la credencial del Camino de Santiago. Encuentra una enseguida, y continúa por el Puente García Morato hacia la carrete­ra de León, cruzando el río Pisuerga. A primera hora de la mañana unos piraguistas recorren tranquilamente el río hacia el Puente Colgante, más al sur del puente por donde ha pasado el pe­regrino.








Rio Pisuerga


Después de cruzar el río se entra en el Barrio de la Huerta del Rey, que fue en otro tiempo zona de recreo de la corte de Felipe III. Nuevos edificios ocupan ahora este lugar, a ambos lados de la carretera, hasta la avenida de Salamanca. Más adelante se llega a una rotonda, donde terminan las casas. Unos carteles indican la Feria de Muestras en un desvío hacia la derecha. En un altozano próximo se ve el Barrio Girón, con vivien­das más humildes, ya en el extremo noroeste de la ciu­dad. Ha­cia el sur hay una zona deportiva en la que destaca el Estadio Zorri­lla, campo de juego del Real Valladolid.


Los bordes de la carretera aún están urbanizados, y tienen paseos peatonales a cada lado de las dos calzadas. An­tes de llegar a la autovía de circunvalación se pasa otra ro­tonda con un desvío a la derecha que indica dirección a León. Otra carretera, hacia el frente, se dirige a Zaratán, cruzando por debajo de la autovía. Nada más pasar la au­to­vía se llega a las primeras casas del pueblo. Unos talle­res mecá­nicos están al borde de la ca­rretera.


Zaratán es una pequeña villa que perteneció a los Templarios en la época medieval y tuvo un recinto amurallado que no se conserva. Pedro I el Cruel estuvo en el pueblo an­tes de la batalla de Montiel, donde perdió la vida y la co­rona a manos de su hermano Enrique de Trastámara. En tiempos de los Reyes Católicos floreció económicamente la "aljama" judía de Zaratán. Los comuneros pasaron por aquí con un ejér­cito de siete mil hombres camino de Torrelobatón, villa del Almirante Enríquez, que apoyaba al Emperador.


Entra en Zaratán por donde estaban las "eras" de este pueblo agrícola y ganadero, cuya pequeña indus­tria pana­dera abasteció durante muchos años a la capital. Hace uno de los días más calurosos del verano, y recorre sus calles estre­chas y mal empedradas buscando un bar donde saciar la sed. Encuentra uno junto a la plaza en la que hay una fuente y va­rios coches aparcados. Frente al bar está el Ayuntamiento de la localidad. Zaratán tiene alcalde ordinario desde la época de Carlos IV, en 1789. Anteriormente dependía de la abadesa del Monasterio de las Huelgas, de Valladolid, con el que tu­vieron los vecinos innumerables pleitos durante toda la Edad Moderna.





Iglesia de Zaratán


La iglesia parroquial, en la zona más alta del pueblo, está dedicada a San Pedro Apóstol. Cuando llega a sus proximidades observa que tiene una fachada de mampostería y piedra de sillería, con un arco truncado en la puerta princi­pal. En el interior se pueden ver bóvedas góticas y motivos ornamentales de transición al estilo renacentista. Junto a la iglesia hay un claustro con columnas de aspecto dórico, aunque de moderna construcción. En el pueblo hay también una ermita a Santa María de la Cruz, que fue edificada por los Templarios.


Desde las últimas casas de Zaratán, por la carretera de Wamba, el viajero recorre las estribaciones de los Montes Torozos y los altos páramos calizos que los rodean por el lado sur. Durante la Edad Media este espacio geográfico constituyó una ruta muy transitada desde las tierras de León a la zona norte de la Sierra de Guadarrama. La calzada romana que llega­ba a Simancas desde Segovia continuaba por el término munici­pal de Wamba hacia el norte.


El caminante pasa por el cruce de Ciguñuela una hora después de haber salido de Zaratán. El pueblo está situado a dos kilómetros de la carretera de Wamba. Ciguñuela está en el centro de una hondonada, entre los campos de cereal, de los que solamente sobresale en el horizonte la torre de la igl­e­sia, dedicada a San Ginés. Es un templo reedificado en 1754, sobre otro anterior del siglo XVI. La iglesia tiene en su in­te­rior una sola nave con crucero y conserva un cruci­fijo de ma­dera policromada del siglo XV.


Torre de Ciguñuela

La gran altura de la torre, que permitía divisar toda la ex­tensión de los Montes Torozos, sir­vió para enviar señales con hogueras entre los castillos de Simancas, Villanubla y Peña­flor de Hornija. Por Ciguñuela pasaba una cañada de la Mesta, que unía la provincia de León y la de Segovia. Todavía se ven ovejas por esta zona, y pocas ci­gue­ñas, a pesar del nombre del pueblo, según los más viejos del lugar.

La carretera de León, desde Zaratán, inicia una cre­ciente subida hasta la alta paramera de Villanubla. Allí esta el Aeropuerto de Valladolid. La pista de aterrizaje cruza la antigua carretera de Medina de Rioseco, por lo que el Aero­pue­rto tiene que rodearse por la derecha o por el núcleo urba­no de Villanubla, en la carretera de Wamba. Junto al desvío de Villanubla sale otra carretera a Fuensaldaña, donde ac­tual­men­te se encuentran las Cortes de Castilla y León.


Aeropuerto de Villanubla
En Villanubla hay una Base militar y un Observatorio Meteorológico, que mide las características climáticas de la zona. Desde las mismas instalaciones del Aeropuerto se miden temperaturas, humedades relativas y velocidades del viento, entre otras variables físicas. Villanubla es un pueblo blanco, que en otro tiempo se llamó Fuentes Claras. Su nombre actual hace honor a los días nubosos del invierno sobre el páramo va­llisoletano.


Por la localidad pasa el arroyo Hontenija, en el que sie­mpre ha habido molinos de cereales, muy conocidos en la comar­ca. Aquí nació el cardenal primado de Toledo Marcelo Gon­zález. Todavía se conserva la antigua Casa de la Inquisición, de la que se cuenta, que el zaguán estaba empedrado con huesos huma­nos. Por encima de las casas del pueblo no dejan de pasar los aviones con un ruido ensordecedor. Es muy famosa en Villanubla la Cofradía del Cristo del Consuelo, que llaman "El C­ris­tín", y el baile del "paloteo", que desde hace mucho tiempo alegró todos los acontecimientos festivos del pueblo.



Wamba

El viajero se acerca a Wamba, en el corazón de los Montes Torozos, posiblemente la antigua "Gerticos", que cambió de nombre al morir el rey godo Recesvinto, en honor al nuevo rey, que debía ser oriundo de la zona. La primera constancia documental de la localidad es del año 928, en el reinado del rey leonés Fruela II. En el siglo X se construyó el Monasterio de Santa María de Wamba, y lo habitaron monjes mozárabes emi­grados de territorios del Califato cordobés. En el "Cartulario de Sahagún" se cita al abad Nuño como responsable del cenobio en el año 945.


Desde 1184 rigió el monasterio la Orden Hos­pitala­ria de San Juan, que favoreció su desarrollo cultural y artís­tico. Desde el año 1350 el lugar perteneció al Infantazgo de Valla­dolid. Durante la revuelta de las Comunidades las tropas impe­ria­les aca­mparon en las proximidades de Wamba algunos días antes de la batalla de Vi­llalar, hostigando a los bastiones comune­ros de Torrelo­batón y Fuensaldaña.


El Monasterio de Santa María, junto a la Plaza Mayor de la villa, es un conjunto arquitectónico declarado Monumento Nacional Histórico-Artístico en 1931. Es una construcción que mezcla el estilo inicial mozárabe del siglo X con el románico tardío del siglo XIII. La iglesia tiene planta de cruz latina, de tres naves, con tramos separados por pilares, arcos apunta­dos y techumbre de madera a dos aguas. El espacio mozárabe, con arcos de herradura, se conserva en la cabecera, el crucero y el muro izquierdo. En el interior se albergan nichos funera­rios de la familia de Andrés del Arroyo, beneficiario de la Inquisición, una cruz mozárabe en piedra, cálices y custodias.


Junto al claustro del monasterio y el palacio de la Orden Hospitalaria se conserva el sepulcro del rey godo Reces­vinto, en piedra caliza, y el osario humano, procedente del ritual funerario de la Orden de San Juan. Además de la iglesia de Santa María existían en la localidad varias ermitas: la del Salvador y la de Doña Urraca, ya desaparecidas, y la ermita del Humilladero y la de la Encina, todavía en buen estado.


Por las últimas callejas del pueblo, que ha perdido toda su grandeza antigua, unas mujeres enluta­das cosen en si­lencio a la puerta de sus casas. En un bar se dan cita algunos hombres del lugar en la interminable partida de cartas de la tarde. Por la Ronda de Don Victorino toma la carretera de Peñaflor de Hornija, pasando por la ermita de Nuestra Señora de la Encina, que una leyenda popular asocia a la aparición de la Virgen a un pastor wambeño del siglo XVII.


Peñaflor de Hornija

Hasta Peñaflor de Hornija hay nueve kilómetros, que le van pesando al caminante a esta hora de la tarde, con un sol que todavía calienta sobre su cabeza. Las casas de Peña­flor están colgadas sobre el valle del río Hornija, y sobre ellas la iglesia parroquial dedicada a Santa María. Peñaflor es una pequeña localidad torozana agrícola y ganadera. La Con­centración Parcelaria modernizó y amplió las unidades agrarias de Peñaflor de Hornija desde 1954. Una Orden ministerial de ese año 1 estableció los coeficientes de compensación de las tierras de cereal, huerta y erial de la localidad. Desde en­tonces hay más tractores en sus caminos y en sus tierras, ade­más de rebaños de ovejas y de mulos de labor.


El viajero iba a visitar el Monasterio de la Santa Espina, pero está la tarde avanzada y quiere llegar hasta Me­dina de Rioseco antes del anochecer. El Monasterio de Santa María de la Espina está situado junto al río Bajoz, unos kiló­me­tros al oeste de Peñaflor de Hornija, en un verde valle, que contrasta con los campos secos de la meseta castellana. El Monasterio se fundó en 1147 por Doña Sancha, hermana de Alfon­so VII, y fue ocupado por monjes cistercienses. En el año 1559 Felipe II conoció aquí a su hermanastro Don Juan de Austria, que había pasado su infancia en Villagarcía de Campos, locali­dad próxima, con la familia Quijada, mayordomos del Emperador. La iglesia inicial es del siglo XII, rehecha en los siglos XV y XVI. El Monasterio fue abandonado después de la desamor­tiza­ción de Mendizabal y ha sido restaurado en 1960.


Al salir de Peñaflor por el lado norte del pueblo se cruza el río Hornija y se continúa siguiendo las flechas ama­rillas por un camino que conduce a Castromonte a través del Mon­te de San Lorenzo. Castromonte es una localidad de unos qui­nientos habitantes, que fue un castro romano y una villa for­tificada en la Edad Media. Tiene una iglesia dedicada a la Purísima Concepción, de tres naves con bóvedas de crucería. La torre, construida en el siglo XVI, tiene una cúpula barroca. En el interior hay un Retablo Mayor con una imagen del Calva­rio y otra de la Concepción. En el pueblo hubo fábricas de cestería y telares de lienzo. Pablo Rodríguez, apodado "Blas Pajarero", natural de la localidad publicó un libro sobre la comarca, llamado "Retazos de Torozos", en el que describe la vida y costumbres de estas tierras.


Monasterio de la Santa Espina

Cerca de Castromonte, en la carretera de Valladolid a Medina de Rioseco está La Mudarra. En este pueblo hay un centro penitenciario y una central eléctrica de alta tensión. Torretas y cables llenan el horizonte, y cuando se pasa por debajo de ellos se llegan a sentir los enormes campos magnéti­cos que se generan al paso de la corriente eléctrica. Se cuen­ta que La Mudarra la fundaron los gallegos que venían a segar a Castilla y que fue un arrabal alejado de Medina de Rioseco.


Buscando la carretera de Valverde el via­je­ro sale de Castromonte. Valverde está en el princi­pio de la Tierra de Campos, comarca que ocupa par­te de las provincias de León, Zamo­ra, Palencia y Vallado­lid. Es un pueblo pequeño, con palo­mares y campos de trigo, al que impide crecer la proximi­dad de Medi­na de Rio­seco. Llega a la plaza, donde está la iglesia, cons­truida en una mezcla de diversos estilos. Tiene una espa­daña con una sola campana.


De Valverde de Campos se sale por la misma carretera que se ha entrado, y puede seguirse el trazado del antiguo ferrocarril de Valladolid a Villalón de Campos, al que se lla­mó "El tren burra", quizá por su poca velocidad. Ahora está desmante­la­do y solamente queda en el recuerdo de algunas gen­tes y en su antiguo camino sin vías. Se pasa por la ladera del cerro Mirabel y del cerro Caballeros, las últimas estribacio­nes, por el norte, de los Montes Torozos, y llega a Medi­na de Rioseco cuando las primeras sombras de la noche hacen su apa­rición sobre la ciudad.




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