Los romanos consideraban que éste era el punto más occidental del mundo conocido (Europa). El origen de la localidad de Finisterre se pierde en el principio de la Historia, pero se la menciona en documentos que datan del siglo I, donde se habla de cómo el sol se precipitaba en el mar mientras una llamarada salía de las aguas.
Se creyó que el sol se apagaba, y que más allá no había nada (non plus ultra), excepto monstruos y oscuridad; allí los romanos encontraron el Ara Solis, un altar donde los antiguos pobladores adoraban al sol.
Cabo Finisterre es actualmente el destino de muchos peregrinos del Camino de Santiago. Está a una distancia de 90 km de Santiago de Compostela. El Camino de Santiago a Finisterre es también conocido como Prolongación Jacobea al Camino a Santiago. Este camino histórico ya está descrito en las crónicas del siglo XII.
Algunos caminantes a Santiago no se resisten a la tentación de visitar el "Campo de las Estrellas" dirigiéndose hacia Finisterre (Fisterra). Este fue un lugar de magia y de ritos ancestrales, de fusión de lo divino y lo pagano, que alcanzó en este "Final de la Tierra" una magnitud que llegó a ser perceptible por los sentidos.
El faro fue construido en 1853. La torre, de piedra, tiene una base octogonal, que termina en una repisa sobre la que descansa un balcón. Arriba hay una cúpula con una linterna poligonal. La torre mide 17 metros y la luz del faro, por su situación a 143 metros sobre el nivel del mar, llega a más de 30 millas náuticas.
El faro de Finisterre es el lugar más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago. Podría decirse que Finisterre marca el confín d e la “Costa da Morte”, y que a partir de aquí empiezan las “Rías Baixas”.
Esta costa fue el escenario de grandes naufragios, como el de 1870 cuando un barco con 482 personas se hundió. Fue el caso más triste de esta “Costa da Morte”.
Desde la localidad de “Fisterra” es muy sencillo llegar hasta el faro: hay que seguir una carretera interior, paralelamente al mar, hacia el sur, durante unos dos kilómetros (podemos ir siguiendo a los peregrinos que se encaminan hacia allí). No es imprescindible ir en coche desde el pueblo, es incluso más recomendable dar un paseo para poder disfrutar de los espectaculares paisajes.
Después de pasar mil tenderetes que venden recuerdos del faro, del Camino de Santiago y de Galicia, en general, unos metros antes de llegar al faro nos encontramos con el singular edificio llamado “El Semáforo”, construido en 1879, que es un pequeño hotel de turismo rural. No hemos tenido ocasión de alojarnos allí, a pesar de lo encantador que tiene que ser dormir tan cerca del mar, y con esas espectaculares vistas.
Desde el faro y mirando hacia el oeste podemos observar la “Pedra do Centulo”, enorme roca, casi un islote, cerca de la cual se hundieron muchos buques.
Según la tradición, en el llamado “finis terrae” se realizaban ciertos ritos para llegar a la purificación espiritual: se quemaban las ropas para deshacerse de todo lo material que nos lastraría en el comienzo de una nueva vida. Es costumbre hacerlo al lado de una bota de bronce situada detrás del faro; y ver la puesta de sol como símbolo de la resurrección del alma.
Junto al Faro, en las rocas que asoman al mar, se pueden observar indicios de pequeñas hogueras con restos de ropa y calzado carbonizados. Incluso, si vais al atardecer, es muy probable que coincidáis con algún peregrino que se encuentre en ese mismo momento reduciendo a cenizas sus pertenencias.
El rito se realiza como símbolo de la renovación interior que todo peregrino sufre en el Camino de Santiago. Se quema lo viejo para dar entrada a lo nuevo. Finisterre es un lugar de finales, pero también de comienzos.
Se creyó que el sol se apagaba, y que más allá no había nada (non plus ultra), excepto monstruos y oscuridad; allí los romanos encontraron el Ara Solis, un altar donde los antiguos pobladores adoraban al sol.
Cabo Finisterre es actualmente el destino de muchos peregrinos del Camino de Santiago. Está a una distancia de 90 km de Santiago de Compostela. El Camino de Santiago a Finisterre es también conocido como Prolongación Jacobea al Camino a Santiago. Este camino histórico ya está descrito en las crónicas del siglo XII.
Algunos caminantes a Santiago no se resisten a la tentación de visitar el "Campo de las Estrellas" dirigiéndose hacia Finisterre (Fisterra). Este fue un lugar de magia y de ritos ancestrales, de fusión de lo divino y lo pagano, que alcanzó en este "Final de la Tierra" una magnitud que llegó a ser perceptible por los sentidos.
El faro fue construido en 1853. La torre, de piedra, tiene una base octogonal, que termina en una repisa sobre la que descansa un balcón. Arriba hay una cúpula con una linterna poligonal. La torre mide 17 metros y la luz del faro, por su situación a 143 metros sobre el nivel del mar, llega a más de 30 millas náuticas.
El faro de Finisterre es el lugar más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago. Podría decirse que Finisterre marca el confín d e la “Costa da Morte”, y que a partir de aquí empiezan las “Rías Baixas”.
Esta costa fue el escenario de grandes naufragios, como el de 1870 cuando un barco con 482 personas se hundió. Fue el caso más triste de esta “Costa da Morte”.
Desde la localidad de “Fisterra” es muy sencillo llegar hasta el faro: hay que seguir una carretera interior, paralelamente al mar, hacia el sur, durante unos dos kilómetros (podemos ir siguiendo a los peregrinos que se encaminan hacia allí). No es imprescindible ir en coche desde el pueblo, es incluso más recomendable dar un paseo para poder disfrutar de los espectaculares paisajes.
Después de pasar mil tenderetes que venden recuerdos del faro, del Camino de Santiago y de Galicia, en general, unos metros antes de llegar al faro nos encontramos con el singular edificio llamado “El Semáforo”, construido en 1879, que es un pequeño hotel de turismo rural. No hemos tenido ocasión de alojarnos allí, a pesar de lo encantador que tiene que ser dormir tan cerca del mar, y con esas espectaculares vistas.
Desde el faro y mirando hacia el oeste podemos observar la “Pedra do Centulo”, enorme roca, casi un islote, cerca de la cual se hundieron muchos buques.
Según la tradición, en el llamado “finis terrae” se realizaban ciertos ritos para llegar a la purificación espiritual: se quemaban las ropas para deshacerse de todo lo material que nos lastraría en el comienzo de una nueva vida. Es costumbre hacerlo al lado de una bota de bronce situada detrás del faro; y ver la puesta de sol como símbolo de la resurrección del alma.
Junto al Faro, en las rocas que asoman al mar, se pueden observar indicios de pequeñas hogueras con restos de ropa y calzado carbonizados. Incluso, si vais al atardecer, es muy probable que coincidáis con algún peregrino que se encuentre en ese mismo momento reduciendo a cenizas sus pertenencias.
El rito se realiza como símbolo de la renovación interior que todo peregrino sufre en el Camino de Santiago. Se quema lo viejo para dar entrada a lo nuevo. Finisterre es un lugar de finales, pero también de comienzos.
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