domingo, 18 de mayo de 2014

7. SANTA MARÍA DE NIEVA A COCA

7. DE SANTA MARIA DE NIEVA A COCA.

El café España. Salida de Santa María de Nieva. Nieva. Fiesta del Corpus. Salida de Nieva. Camino de Nava de la Asunción. Tierra de Pinares. Nava de la Asunción. Un café en Nava de la Asunción. La carretera de Navas de Oro. El río Eresma. Hacia Coca. Entrada en Coca. Historia de Coca. Iglesia. Monumento a Teodosio. Ayuntamiento. Castillo.


El viajero está en la porticada Plaza Ma­yor de Santa María, frente a la iglesia del Monasterio. En la Plaza Mayor está el Ayuntamiento y el café España. Es un anti­guo café de principios de siglo, con lámparas, veladores, di­vanes de color rojo, y grandes espejos. En el café España, en otro tiempo, se ofrecían espectáculos de "varietes", y era el cen­tro de las tertulias de la villa. Antes de salir de Santa Ma­ría de Nieva desayuna abundantemente en el café España. En el café hay algunos vecinos de la localidad hablando con el cama­rero. Uno de ellos es el vivo retrato de un tío del viaje­ro, en la voz y en los ademanes.

Después de tomar café va a la casa del párroco, que vive junto a la Plaza Mayor, en la carretera de Nieva. El pá­rroco es un hombre de mediana edad que le recibe afablemente. Le pide que le selle la credencial del Camino de Santiago, lo hace, y le desea "Buen Camino" antes de marcharse. La ma­ñana está fresca to­davía. Casi no hay nadie por las calles, porque es día festi­vo. Sale de Santa María la Real de Nieva por un camino para­lelo a la ca­rretera, entre unas naves indus­tria­les.

Nieva está a dos kilómetros de Santa María. En el camino entre ambas localidades encuentra algunas granjas ga­naderas, con olores a estiércol, similares a los del día ante­rior. Entra en el pueblo de Nieva, que parece estar dormido toda­vía. Unos grandes carteles en la Plaza del Ayuntamiento anun­cian la fiesta del "Corpus Cristi". Junto a los carteles un coche de la Guardia Civil espera el comienzo de la proce­sión. La iglesia, que está junto a la Plaza, es de ladrillo por la parte exterior, tiene una portada renacentista y unos capiteles románicos, a pesar de que fue construida en el siglo XVI. Esta dedicada a San Este­ban.

Continúa andando hasta la salida del pueblo y cruza la carrete­ra de Nava de la Asunción, que empieza a estar concu­rrida de coches a esta hora. Por un ancho camino de tierra, se dirige hacia unos pinares próximos a Nieva, siguiendo las fle­chas amarillas. Pasa el arroyo Balisa por un pequeño puen­te y se interna en los pinares. La mañana continúa estando fresca a la sombra de los pinos. Las flechas amarillas desapa­recen y de cuando en cuando sigue habiendo trozos de plástico, del mismo color, colgados de las ramas de los árboles.



Por el pinar de Nieva

El camino va prácticamente en línea recta entre la carretera de Nava de la Asunción y la vía de ferrocarril de Segovia a Medina del Campo, durante diez kilómetros. Estamos en la Tierra de Pinares segoviana, que continuará en la zona sur de la provincia de Valladolid. Hay zonas con "pino silves­tre", "pino negral" y "pino piñonero", asentados sobre tierras arenosas y silíceas. La mayor utilidad de los pinares es la obtención de resina, generalmente por el "Método de Hugues", usado en la zona desde la segunda mitad del siglo XIX. Este método permite también la explotación de la madera por desti­lación de la resina con vapor de agua.


Nava de la Asunción

Al salir del pinar hay al­gunos cultivos de regadío, en las proximidades de Nava de la Asun­ción. Hay que tener cui­dado para no mojarse con los aspersores, que empapan parcial­mente el camino. Nava de la Asunción es uno de los pueblos de la Tierra de Pinares segoviana más industriosos. El nombre de Nava le viene del significado más corriente de esta palabra "llanura alta", terreno muy habitual en la meseta castellano-leonesa. En otro tiempo se llamó Nava de Coca, cuando aparecen en el siglo XIII las primeras referencias documentales. Perte­neció a la Comunidad de Villa y Tierra de Coca hasta el año 1773, en que el rey Carlos III le concedió el título de villa y la exención de la jurisdicción civil y criminal de Coca.

En 1757 en Nava de la Asunción se establece el Ma­yorazgo de la "Casa del Caño", por el hidalgo Don Pedro de Tubía, canónigo de la Catedral de Segovia, que lleva unido el título de Vizconde de Nava. En el siglo XIX el Vizcondado pasa a la familia Gil de Biedma por enlaces matrimoniales. Jaime Gil de Biedma, el conocido poeta de los años cincuenta perte­necía a esta familia. Gil de Biedma murió en 1990 y está se­pultado en Nava de la Asunción. Entre sus poemas está el que inmortalizó el jardín de la "Casa del Caño", llamado "el jar­dín de los melancólicos".      
  
Jaime Gil de Biedma
                
Durante la Guerra de la Independencia las tropas francesas entraron en Nava de la Asunción y en casi toda la provincia de Segovia, talaron buena parte de los pinares, pa­ralizaron la economía y produjeron una disminución de la po­blación por huída de muchos de sus habitantes. Al final de la guerra fue precisa una repoblación forestal intensa. A media­dos de siglo la situación política y económica se había estabili­zado. Pascual Madoz, en su Diccionario describe la villa de Nava de la Asunción, incidiendo en su clima extremado, las casas y las calles que tiene, el terreno de cultivo, los cami­nos, la población, la producción agrícola, la incipiente indus­tria y el exiguo comercio, y hasta el presupuesto municipal.

Durante el siglo XIX las guerras coloniales tuvieron una repercusión importante en el pueblo, por el número de jó­venes combatientes, algunos de los cuales alcanzaron la muerte lejos de su tierra. Ya en el siglo XX la Guerra Civil y la Postguerra también afectaron grandemente a la localidad. El coronel Segismundo Casado, natural de Nava de la Asunción, fue Ministro de Defensa en la zona republicana, y negociador con Julián Besteiro de las condiciones de rendición de Madrid. Entre las situaciones positivas de los últimos tiempos podemos considerar la llegada del ferrocarril Segovia-Medina del Cam­po, con una estación en el pueblo, y la mayor industrializa­ción a partir de los años sesenta.





El coronel Casado

Entra en Nava de la Asunción por la zona de los Barreros, al sur de la localidad, por unas instalaciones de­portivas y un Parque Infantil. Un poco más adelante encuentran algunas naves industriales y ganaderas y el depósito de agua. Por las calles más interiores llega a la Plaza de la Consti­tución. Hay mucha gente por las ca­lles. Decide entrar en un bar para descansar un poco y to­mar una bebida fría. Es la hora del ape­ritivo, un poco antes de comer, en este día festi­vo, y ello hace que estén dema­siado llenos los bares, aunque en­cuen­tra uno donde poder sen­tarse y beber algo.




Plaza  de Nava de la Asunción

La iglesia parroquial está dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Es un edificio construido en el siglo XVIII, sobre la antigua iglesia románica, cuya torre conserva, con un campanario añadido posteriormente. Tiene un cimborrio octogo­nal, de ladrillo, encima del crucero, y una planta de cruz latina con tres naves. En el interior destaca el retablo del Altar Mayor, de 1740, obra de un escultor segoviano, Manuel Suárez. El exterior se completa con un pórtico construido en 1849, para sustituir a otro que tenía tres columnas de grani­to, que actualmente adornan la Plaza de la Constitución.


Camino de Navas de Oro                         

Las indicaciones del Camino de Santiago señalan la salida de Nava de la Asunción por la carretera de Navas de Oro, después de pasar la ermita del Santo Cristo del Humilla­dero. Navas de Oro es otro pueblo importante de la Tierra de Pinares segoviana, en la carretera de Nava de la Asunción a Cuellar. Navas de Oro estuvo partida en dos barrios, desde los primeros conflictos entre las Comunidades de Villa y Tierra de Coca y de Cuellar, en el siglo XII, hasta el año 1842, en que se unificaron. Cada barrio tenía un territorio y una iglesia distinta y pertenecía a una o a otra Comunidad de Villa y Tie­rra. El barrio del oeste era de Coca y tenía su límite terri­torial hasta el río Eresma. El barrio del este era de Cuellar y tenía su límite territorial en el río Pirón. La iglesia de Santiago, con su espadaña y su célebre retablo estaba en el barrio de Coca. La iglesia de Santa María, y su alta torre, permitía divisar una panorámica sin igual sobre la Tierra de Pinares. Estaba en el barrio de Cuellar.

Desde 1842 Navas de Oro tiene un sólo Ayuntamiento y se ha gestionado como un único pueblo, con un sólo Alcalde. En los últimos tiempos los acontecimientos más relevantes para la localidad han sido: la consecución del alumbrado público, en 1905, la construcción de los puentes sobre el río Eresma, en 1910, y la llegada del telégrafo y del teléfono, en 1935 y 1948, respectivamente, todos ellos en relación al progreso tecnológico y sus influencias positivas sobre la población. Los retos futuros más difíciles de abordar son los problemas medioambientales del pinar y la despoblación progresiva de la localidad.








Navas de Oro

El camino no llega a Navas de Oro. Se desvía por el pinar, acercándose hacia el cañón del río Eresma, que discurre casi paralelamente a la carretera de Navas de Oro a Coca. Por la margen izquierda del río, cinco kilómetros más adelante se llega a la antigua villa de Coca. El viajero va di­rectamente de Nava de la Asunción a Coca por la carretera en­tre estas dos localidades porque la distancia es algo más cor­ta. Nada más salir de Nava de la Asunción pasa el ferrocarril a Medina del Campo. La carretera cruza por encima de la vía férrea y el caminante se desvía por un camino paralelo a la carretera que se interna en el pinar. Vuelve a cruzar el arr­oyo Balisa y tres kilómetros más adelante llega hasta las primeras casas de Coca. 


Entra en la ciudad por el Paseo del Emperador Teo­dósio, que es una vía semiurbana de más de un kilómetro de longitud. La ciudad ha crecido desmesuradamente por el sur en los últimos años, con casas de una planta muy alejadas del tradicional centro urbano. Después de descansar un poco a la sombra de unos frondosos árboles llega a las murallas medie­vales y a la Puerta de la Villa, que da paso a la ciudad me­dieval. El imponente castillo de ladrillo mudéjar queda a la izquierda del recinto amurallado.

Coca es una de las ciudades más antiguas de España. Restos arqueológicos encontrados se remontan a la Edad del Bronce, unos dos mil años antes de nuestra era. Fue una plaza fuerte de los vacceos, pueblo que ocupó las llanuras de la alta meseta castellana antes de la dominación romana. Fue des­truida por el cónsul romano Licinio Lúculo en el año 151 a.C. La ciudad apoyó a Sertorio contra los ejércitos romanos y por ella pasaron los generales Escipión Emiliano y Cneo Pompeyo en las guerras celtibéricas previas a la definitiva conquista de toda la península ibérica. En la época imperial fue un munici­pio de gran prosperidad económica, amparado en el Edicto de Latinidad de Vespasiano del año 70 d.C., hasta el siglo III. En el siglo IV nació en ella el futuro emperador Teodosio el Grande, que repartió el Imperio entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, poco antes de las invasiones bárba­ras. Restos de la época romana pueden verse en el Museo Ar­que­ológico Municipal, especialmente monedas e inscripciones sobre piedra. También se han encontrado algunas esculturas zoomórfi­cas prerromanas de granito.




Murallas medievales de Coca

De las épocas visigoda y árabe quedan menos restos arqueológicos. Abderamán III y Alfonso I de Asturias guerrea­ron por esta zona y la ciudad de Coca fue alternando su perte­nencia a los árabes y a los cristianos. Almanzor la conquistó de nuevo y pasó definitivamente al campo cristiano en tiempos de Alfonso VI. La Comunidad de Villa y Tierra de Coca se fundó en 1157. En el siglo XII hay en la ciudad una abundante pobla­ción de castellanos, venidos del norte, judíos y moriscos. En 1230 se obtiene el Fuero Real. En la guerra entre Pedro I y Enrique II de Trastámara, Coca tomó partido por Enrique II y perteneció posteriormente a Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, que la cedió en intercambio de posesiones a Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla. Alonso de Fonseca inició la construcción del famoso castillo en 1453, en tiempos de Juan II. Enrique IV concedió a Coca el mercado franco, que se cele­braba fuera del recinto amurallado de la ciudad. 

Coca fue un lugar estratégico en la guerra por la sucesión entre Enrique IV y su hermano Alfonso. Ambos conten­dientes se reunieron en Coca antes de la batalla de Olmedo para intentar evitar la guerra. La muerte de Alfonso facilitó  que la corona recayese en Isabel la Católica. El arzobispo Alonso de Fonseca murió en 1473 y muchos de los caballeros de Coca participaron en las guerras de Granada con los Reyes Ca­tólicos. La ciudad permaneció en el bando del emperador Carlos durante la revuelta de las Comunidades. La disminución de po­blación y la decadencia económica llegó a Coca en los siglos XVII y XVIII. En 1803 se pretendió establecer en Coca una fá­brica de vidrio similar a la de La Granja de San Ildefonso, pero no llegó a hacerse.

La Guerra de la Independencia tuvo unas consecuen­cias nefastas para la ciudad. El ejército francés al mando del general Milhaud invadió la localidad y tomó posesión del Cas­tillo. La noche del 2 de diciembre de 1808 saquearon casas particulares, el Hospital y la Iglesia, y destruyeron el Ar­chivo Municipal. Posteriormente hubo revueltas populares con­tra el ejército de Napoleón. El guerrillero Juan Martín "El Empecinado" se hizo fuerte en los pinares de Coca y hostigó continuamente a los ejércitos franceses.

Constitucionalistas y realistas, durante el reinado de Fernando VII contendieron acaloradamente en la villa de Coca. El "Cura Merino", antiguo guerrillero como "El Empecina­do" realizó posteriormente incursiones a favor de los realis­tas y tomó partido por la causa carlista. En una ocasión entró en Coca y se llevó prisionero al Alcalde y a dos guardias de campo. En 1837 quedó suprimida la Comunidad de Villa y Tierra de Coca, y en 1861 se fundó la Resinera Segoviana, una de las mejores fábricas de este género en España. En 1876 se consti­tuyó el nuevo Ayuntamiento de la localidad, y en 1884 se inau­guró el ferrocarril, entrando en Coca la primera locomotora en dirección a Nava de la Asunción y Segovia.

El viajero entra en la ciudad antigua por la Puerta de la Villa, de estilo mudéjar, por donde pasan los encierros de reses bravas en las fiestas de la localidad. Antes de entrar ve la Cruz de Settién, de piedra de Carde­ñosa, en el cruce de las carreteras de Santiuste, Na­vas de Oro y Nava de la Asunción. Fue mandada colocar aquí por la familia de Antonio de Settién en 1620. Por la calle de Fal­con Ruiz se llega a la Plaza Mayor, donde están la iglesia de Santa María la Mayor y el Ayuntamiento. Junto a la iglesia hay una fuente y un monumento de estructura moderna dedicado al emperador Teodosio el Grande.



Torre de la iglesia de San Nicolás

La iglesia de Santa María la Mayor es la única que tiene culto actualmente. En otro tiempo hubo más iglesias en funcionamiento: San Adrián, San Nicolás, San Juan y San Justo. El exterior de la iglesia es una estructura maciza, construida en ladrillo, con contrafuertes de piedra. Tiene una torre ane­xa al cuerpo de la iglesia, inicialmente prismática con base cuadrada y finalmente prismática con base octogonal, con un reloj y un campanario. Fue construida a principios del siglo XVI. El interior tiene planta de cruz latina, con un pequeño crucero y bóvedas de crucería góticas con abundantes nervacio­nes. Entre su imaginería destaca un Cristo de San Nicolás, procedente de la iglesia del mismo nombre, el retablo  de la capilla de Cádiz, y el Calvario, de un discípulo de Berrugue­te. Las esculturas de mayor importancia artística son las de los sepulcros de la familia Fonseca, en marmol de Carrara, realizados por Doménico Fancelli y Bartolomé Ordóñez. Entre ellas pueden citarse las de Fernando de Fonseca y su mujer Teresa de Ayala, y la del arzobispo de Sevilla Alonso de Fon­seca.





Ayuntamiento de Coca

El viajero caminante deambula por las calles de la ciudad medieval: Canongías, Valdenebro, Escuderos, Sombrere­ros, Alameda, San Juan,... entre casas blasonadas, hasta la plaza de San Adrián, donde estaba la iglesia del mismo nombre. En la calle Joaquina Ruiz todavía se levanta el antiguo Hospi­tal de la Merced, construido en 1442. En la Plaza Mayor desta­ca el edificio del Ayuntamiento, en ladrillo, con soportes y zócalo en piedra, porticado y de aspecto modernista. Fue cons­truido en 1930. Sale a la zona de las murallas y continúa por la parte moderna, con manzanas de casas cuadradas y rec­tan­gulares, con calles que alternan sus nombres entre el pasa­do franquista y la nueva etapa constitucional. El Instituto de Enseñanza Secundaria se sigue llamando Francisco Franco.

Llega a los alrededores del Castillo, que no puede visitar por lo avanzado de la hora. Rodea el foso y observa detenidamente las almenas estriadas de los dos recintos defen­sivos y la suntuosa Torre del Homenaje. En cada una de las otras esquinas hay torres de distinta altura. Se acerca a la puerta de acceso al Castillo, próxima a la Torre del Homenaje y vuelve hacia el centro de la ciudad para tomar un autobús que le conduce a Segovia y posteriormente a Madrid.















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