lunes, 26 de mayo de 2014

8. DE COCA A ALCAZARÉN



Ayuntamiento de Coca. El Castillo. Visita al interior. Salida de Coca. Senda Ecológica. Cruce del río Voltoya. El río Eresma. Camino de Villeguillo. El último pueblo de Segovia. Llano de Olmedo. Aguasal. Olmedo. Visita de la ciu­dad. Un café en Olmedo. Camino de Alcazarén.


El viajero llega a Coca, y vuelve a la Plaza Mayor buscando la iglesia parroquial. Pretende encontrar al cura párroco para que le selle la credencial del Camino de Santiago. La iglesia está cerrada y también la casa del párroco. Decide pasar al Ayuntamiento y buscar al Secretario. Sube al primer piso y pregunta por él. Cuando se lo presentan, le co­menta su deseo de la certificación de paso por la localidad de Coca, por parte de la autoridad municipal, ya que no ha podido encontrar al párroco. El Secretario le sella la credencial y le comenta algunas anécdotas de otros peregrinos anteriores y de ciudadanos de Coca que han hecho el Camino de Santia­go.


Desde el Ayuntamiento se dirige al Castillo. Antes de salir de Coca quiere ver su interior, que no pudo visitar la vez anterior por lo avanzado de la hora. La puerta de acce­so tiene dos bloques prismáticos rodeándola. Era la forma tí­pica de acceso de las fortalezas del siglo XV. Dentro del pri­mer recinto amurallado gira hacia la derecha, doblando la alta Torre del Homenaje, y busca el recinto interior. Era habi­tual en estos castillos que las puertas  de ambos recintos no coin­cidieran para una mejor defensa. Si algún atacante lograba penetrar en el primer recinto estaba expuesto a un fuego cru­zado mientras llegaba a la segunda puerta.

        
    Castillo de Coca



El viajero recorre las almenas del primer recinto amurallado antes de entrar en el Patio de Armas. Desde las diversas esquinas observa el paisaje que rodea al Castillo, y las casas de la ciudad desde la atalaya del nordeste. Entra en el restaurado Patio de Armas, que alberga en sus habitaciones y salas contiguas la Escuela de Capacitación Agrícola de la zo­na. En pequeños grupos se recorren las diversas dependencias interio­res que pue­den visitarse. La Capilla tiene algunas ta­llas policromadas de la Virgen y el Niño, y dos tablas pictó­ricas del siglo XVI sobre la Crucifixión y la Anunciación. Des­de la Capilla se sube por una escalera de caracol a la Sala de Armas, donde hay distintas armaduras rodeadas de una deco­ración geométrica, en mosaicos de colores rojo azul y blanco.


Continuando por la escalera de caracol, dentro de la To­rre del Homenaje, se llega a la Sala-Museo, que tiene restos arqueoló­gicos celtibéricos y romanos, alrededor del escudo de los Fon­seca. Desde lo alto de la Torre del Homenaje puede ver­se todo el paisaje urbano y el conjunto arbóreo que rodea la ciu­dad. Ro­deando por la muralla el Patio de Armas se pasa a la Torre de la Muralla y la Torre de los Peces, en la que se en­cuentra la sala del mismo nombre, con paredes recubiertas de estuco deco­radas con peces geométricos en colores rojo y azul.



En la To­rre de Pedro Mata, de altura intermedia, puede verse la Sala de los Jarros, con pinturas florales. El Castillo de Coca tie­ne un conjunto de pinturas mudéjares de los mejores de España. Por la Galería norte se baja de nuevo al Patio de Ar­mas. El Castillo de los Fonseca pasó a la Casa de Alba y en 1928 se declaró Monumento Artístico Nacional. En 1954 se res­tauró, a la vez que se cedía al Ministerio de Agricultura  para Escuela de Capacitación Agrícola.

        
Vista aerea de Coca

El viajero después de salir del Castillo, se dirige hacia el norte de la ciudad por la avenida de la Constitución, dejando a la derecha la torre mudéjar de San Nicolás y el ce­menterio. Por una suave bajada se llega hasta el río Voltoya, que se cruza por un puente en el camino. Aparecen las primeras flechas amarillas coincidentes con las indicaciones de la "Se­nda de la Naturaleza", con carteles descriptivos de las dis­tintas especies arbóreas de la zona. Junto a la "Senda de la Naturaleza" está el yacimiento arqueológico de "Los Cinco Ca­ños" y la necrópolis romana de "El Cantosal".

                                                    Puente sobre el río Voltoya

Desde "El Cantosal" se puede observar la ultima vis­ta de la ciudad, en el mismo lugar en que la divisaron los ejércitos franceses, en 1808, antes de entrar en ella. Se con­tinúa caminando por un sendero que va paralelo al cañón del río Eresma, sin bajar a las proximidades del río, dejándolo continuamente a la derecha. El camino discurre por el pinar, con indicaciones amarillas, de cuando en cuando, y se dirige a Villeguillo, el último pueblo de la provincia de Segovia en el Camino de Santiago.


Villeguillo es un pueblo pequeño, de casas bajas, casi siempre de un solo piso. El viajero busca un bar, que encuentra cerca de la plaza del Ayuntamiento. Unos hombres están sentados y juegan una partida de cartas. Al salir del bar, siguiendo las flechas amarillas, se pasa junto a la igle­sia parroquial, dedicada a San Pedro, con una portada renacen­tista, y por el antiguo "posito" o almacén de grano, construi­do en 1790. el viajero pregunta por la carretera de Olmedo, que sale  hacia la izquierda unos cien metros más adelante. Ya tiene decidido no seguir hasta Alcazarén por la "Cañada de los Gallegos", que utilizaban los segadores de Galicia, que venían en verano a Castilla para las labores del campo. Seguirá por la carretera hasta la ciudad vallisoletana del "Caballero", inmortalizada por Lope de Vega.


Camino en el Pinar

El caminante sale de Villeguillo siguiendo las fle­chas, en la carretera de Llano de Olmedo. Un kilómetro más adelante aparecen las indicaciones de que se pasa a la provin­cia de Valladolid y se deja atrás la provincia de Segovia. Se entra en el antiguo "Alfoz" de Olmedo, un conjunto de pequeños núcleos urbanos, rodeados de terrenos agrícolas, que formaron una unidad económica y religiosa en el momento de la repobla­ción cristiana de la zona en la Edad Media: Aguasal, Almenara de Adaja, Bocigas, Fuente Olmedo, Llano de Olmedo y La Zarza. La carretera que va a Olmedo pasa por Llano de Olmedo y Agua­sal.    


                                             Laguna de Aguasal           

Llano de Olmedo es una pequeña localidad con una iglesia parroquial dedicada a San Pedro, como la de Villegui­llo. Es una construcción del siglo XVIII con una sola nave cubierta con una bóveda de cañón. Tiene un retablo barroco en su interior y una torre en la parte trasera del templo. Agua­sal es otra pequeña aldea casi abandonada, en el lugar donde estaba una antigua laguna formada por las aguas que descienden de los cerros que rodean la zona. Desde Aguasal se ve, a lo lejos, el "Cerro de la Cuesta", por donde pasa la "Cañada de los Gallegos", que era el camino directo a Alcazarén. La igle­sia de Aguasal, también dedicada a San Pedro, fue construida en el siglo XVI. Tiene una nave con cubierta plana y una cúpu­la sobre la capilla mayor. La torre está situada junto a la cabecera de la iglesia, y la entrada al templo, junto a la torre, tiene un pórtico con tres arcos. 


El viajero, después de un breve descanso para comer un pequeño bocadillo, se dirige hacia Olmedo, la capital de la zona. Según se aproxima a la ciudad observa las torres del "silo", de la fábrica de harinas y de la azucarera. Estas dos últimas, con una fábrica de disolventes químicos extraídos de la resina de los pinares, y la explotación de la madera cons­tituyen los elementos más significativos del sector industrial de la localidad. El sector agrícola, con cultivos de cereales, remolacha y hortalizas, sigue ocupando a la mayor parte de la población activa, junto a un incipiente sector servicios for­mado por el comercio minorista y mayorista, el transporte, y las entidades de seguros, financieras y de turismo.


Vista panorámica de Olmedo


Desde el segundo milenio antes de nuestra era ha estado poblada la zona. Fue tierra de arévacos y vacceos. En las proximidades de la actual Olmedo existió una villa romana durante el siglo III. La repoblación cristiana durante la épo­ca de Alfonso VI estructuró la ciudad medieval en 1085. En sus cercanías tuvieron lugar dos batallas con el nombre de la lo­calidad. La primera fue en tiempos de Juan II, en 1445. Don Alvaro de Luna luchó contra los Infantes de Aragón, que cita Jorge Manrique en las "Coplas a la muerte de su padre", y con­tra buena parte de la nobleza castellana que no aprobaba su excesivo poder. La segunda ocurrió en 1467, durante el reinado de Enrique IV, entre los partidarios del Rey y los de su her­mano Alfonso, que aspiraba a ser su sucesor.


La villa tuvo su apogeo en la época de los Reyes Católicos y los monarcas de la Casa de Austria, durante los siglos XV y XVI. En esa doble centuria se construyeron la ma­yoría de sus iglesias, conventos y casas nobiliarias. Lope de Vega in­morta­lizó la ciudad con su obra "El Caballero de Olme­do", so­bre un hecho luctuoso ocurrido en tiempos del rey Juan II. El argu­mento del célebre drama es el siguiente: Don Alonso noble ca­ba­llero natural de Olmedo va a las fiestas de Medina del Cam­po y allí se enamora de Inés y la corteja. El padre, adi­nerado labrador de Medina quiere casar a Inés y a su herma­na con Rodrigo y Fernando caballeros de Medi­na. Después de las fiestas en las que Don Alonso alancea a unos toros de­lante del Rey y del Condestable Don Alvaro de Luna, el padre accede a que pueda ca­sarse Inés con Don Alonso, pero Rodrigo y Fernando matan a Don Alonso en el camino de Olmedo. Con el conocido drama se hizo famosa la copla:


                                          "Que de noche le mataron
                                          al caballero,
                                  la gala de Medina,
                                  la flor de Olmedo."

El declive de la ciudad se produce en el siglo XVII. Durante el siglo XVIII las reformas en la agricultura, la in­dustria y el comercio que se inician en todo el pais, no acie­rtan a enderezar la decadencia de Olmedo. En la Guerra de la Inde­pendencia el ejército francés ocupó la ciudad. José Bona­parte estuvo en Olmedo en abril de 1811. Los guerrilleros ope­raron en la zona durante todo el tiempo de la ocupación fran­cesa con mayor o menor fortuna. En la primera Guerra Carlista contin­gentes del pretendiente Carlos VII entraron en Olmedo. La de­samortización y la llegada del tren a la ciudad fueron los acontecimientos más relevantes del resto del siglo XIX.

Arco e Iglesia  de San Miguel



El viajero entra en Olmedo por la carretera de Agua­sal y recorre algunas de las calles de la ciudad, después de cruzar la carretera de Adanero a Gijón, por la que tendrá que salir más tarde camino de Alcazarén. Pasa por la calle del Arco de San Martín, por el Arco de San Miguel, en la antigua muralla, y llega al barrio contiguo al ferrocarril a Medina del Campo. Vuelve sobre sus pasos por la calle de San Salva­dor, por la calle de Buena Vista, y por la plaza de San An­dr­és. Camina por el centro de la ciudad, que recorre despa­cio, viendo algunas iglesias, como las de Santa María la Mayor, San Miguel, San Andrés y San Juan Bautista, y casas nobiliarias, como la de los Condes de Bornos, los Dávilas o los Olmedillas.

Antes de salir de Olmedo toma un café en una terraza junto a la carretera. Es media tarde y numerosos hombres sen­tados en la puerta del bar miran pasar a los transeuntes como entretenimiento. Llegan autobuses que vienen de Valladolid y de León, y bajan de ellos personas que viven en Olmedo y que vuelven de hacer gestiones en la capital. A pesar de lo cómodo que se está en la terraza decide continuar hacia Alcazarén. Junto a las últimas casas de Olmedo una gran pancarta anuncia una exposición de los monumentos más importantes de Castilla y León en tamaño reducido. Es un poco tarde y tendrá que dejar la visita para otro viaje por estas tierras castellanas.

En la carretera de Valladolid hay un polígono indus­trial con diversas fábricas entre las que destacan la azucare­ra y una empresa de congelados hortícolas. Olmedo tiene más de tres mil habitantes y está en un proceso  de resurgimiento económico liderando el despegue industrial de la zona sur de la provincia de Valladolid.


Alcazarén


Hay más de seis kilómetros de Olmedo a Alcazarén, que van pesando sobre las piernas del caminante. La carretera discurre por la llanura castellana hasta cruzar el cañón del río Eresma, que la abandona por la izquierda. El viajero va cruzando algunos desvíos de la carretera hacia pequeños pue­blos antes de llegar a hostal donde la Asociación de Amigos del Camino de Santiago ha concertado alojamiento y cena para los peregrinos. Cuando llega y le asignan una habitación decide esperar la hora de la cena en una tranquila terraza viendo pasar los coches que van hacia Valladolid, o vienen de allí por la pró­xima carretera.





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