Feijoo nació el 8 de octubre de 1676 en la aldea orensana de Casdemiro (parroquia de Santa María de Melias). Fue el primer hijo de Antonio Feijoo Montenegro y María de Puga Sandoval. La familia pertenecía a la nobleza media gallega y gozaba de una desahogada economía. Su padre era hombre culto, con asombrosa facilidad poética. Su madre murió joven, al poco de su último parto en 1686.
Después de cursar los estudios básicos en Allariz, y Gramática y Filosofía en el colegio benedictino de San Esteban de Ribas del Sil, próximo a su aldea natal, en 1690, ingresó en el monasterio benedictino de San Julián de Samos, al que según los estatutos de la Orden pertenecerá toda su vida. Aunque el motivo confesado para dar ese paso es la vocación religiosa: el "superior llamamiento" al que alude en su dedicatoria del tomo III del Teatro crítico, todo hace pensar que contribuyeron mucho también las expectativas intelectuales que el monacato benedictino ofrecía a quien creía no haber otro placer en el mundo como el estudio.
Tras dos años de noviciado fue enviado a estudiar los tres cursos de Artes al colegio de San Salvador de Lérez (Pontevedra), y los tres de Teología al de San Vicente de Salamanca, de donde pasó al de San Pedro de Eslonza, cerca de León. Finalizados los estudios, regresó a Galicia en 1702, donde fue profesor de Artes en el colegio de Lérez, y luego (1708), Maestro de Teología en el de San Juan del Poyo, también en el arzobispado de Santiago.
Destinado después al colegio ovetense de San Vicente como Maestro de estudiantes, en 1709 se trasladó a Oviedo, una ciudad periférica de unos 7.000 habitantes y con escasa vida cultural a la que llegará con treinta y tres años y en la que permanecerá, salvo algunos viajes esporádicos, el resto de sus días. A pesar de que recibió diversas propuestas para residir y trabajar en Madrid, prefirió continuar viviendo lejos del bullicio cortesano en el lugar al que había sido destinado.
Oviedo añadió una nueva dimensión a su actividad docente, pues tras graduarse como licenciado y teólogo en su Universidad a instancias de sus superiores, opositó con éxito y desempeñó sucesivamente las cátedras de Santo Tomás (1710), Sagrada Escritura (1721), Vísperas de Teología (1724) y, ya oficialmente jubilado (6 de marzo de 1734) pero con permiso especial, la de Prima, la más prestigiosa en el escalafón académico, que ejerció desde 1737 hasta 1739, en que se jubiló definitivamente por motivos de salud.
Siguió no obstante vinculado a la Universidad y desempeñó el cargo de vicerrector entre 1748 y 1750. La experiencia académica modificó su ritmo vital y le dio unas posibilidades de comunicación con sus alumnos y colegas universitarios desconocidas hasta entonces. Todos los indicios apuntan a que sobre ellos ejerció la misma profunda sugestión que sobre sus amigos y lectores, y que sus clases no desmentían los planteamientos metodológicos de su escritura. Feijoo destacó por la superior comprensión y claridad de entendimiento en todas sus empresas académicas. Por acuerdo unánime del claustro se celebraron solemnemente sus honras fúnebres.
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