domingo, 3 de agosto de 2014

EL BURGO RANERO


Esta localidad leonesa está  vinculada al Camino de Santiago, que la atraviesa por su actual calle Mayor, núcleo originario del municipio. La primera referencia documental es de 1126, cuando aparece como "burgo de Sahagún". En este lugar se establecieron algunos burgueses -comerciantes y artesanos- que prosperaron gracias al Camino de Santiago. Esta prosperidad se puso de manifiesto en la magnífica talla románica de la Virgen que se custodiaba en la iglesia parroquial de San Pedro -ahora en el Museo Catedralicio de León-. Otra muestra de su importancia en época medieval la encontramos en que el Burgo es cuna de hombres ilustres, como Pedro del Burgo, abad de Sahagún durante 20 años en el siglo XV. El municipio fue declarado Conjunto Histórico en 1962, delimitándose la zona afectada por esta declaración en un decreto publicado por la Junta de Castilla y León en 1999.



















El origen del nombre Burgo Ranero podemos considerarlo por razonamientos históricos, lingüísticos y gramaticales. Burgo Ranero quiere decir poblado surgido al lado de charcas o lagunillas, donde croan, cantan o toman el sol las ranas de color más o menos verde o amarronado. Es lástima que con frecuencia las charcas o lagunillas duren menos que lo que cantan las ranas, porque ellas son como el tablado donde ensayan y ejecutan sus conciertos éstas. Unas y otras -lagunillas y ranas- existieron en el contorno de Sahagún. En francés, en alemán y en inglés el complemento nominal se antepone al sustantivo Burgo. La traducción literal española de la construcción francesa o alemana nos habría dado el nombre de “Rhanerburgo” o Burgo de Rhaner. Pero la historia y la tradición nos dieron El Burgo Ranero con el complemento pospuesto y adjetivado




En los parajes cercanos a El Burgo Ranero se produjo un curioso episodio narrado por el peregrino Domenico Laffi en el siglo XVII, relacionado con la muerte de un peregrino que fue devorado por los lobos. Poco a poco el camino Real nos llevó ante el albergue municipal, que lleva el nombre de Domenico Laffi, el que en el siglo XVII escribiera su personal diario “Viaggio in Ponente a San Giacomo di Galitia a Finistearre”. Eran unos tiempos en que la peregrinación ofrecía peligros constantes, andando solitarios entre bosques muy poblados.



Pero ahora corren otros tiempos y en el albergue, un edificio construido con barro de la zona, nos atienden dos amables hospitaleras voluntarias. Al atardecer llevan a los peregrinos a dar una vuelta por el pueblo y junto a la laguna a las afueras del lugar, les obsequian con la siguiente leyenda jacobea:

Se dice que hace muchos años un peregrino llegó pidiendo un lugar donde dormir, era una época en que todavía no existían los albergues municipales. Unos niños que jugaban junto a la laguna le ofrecieron su casa no sin antes recomendarle que mejor siguiera su camino hasta otro pueblo pues allí con el ruido de los animales del terreno pantanoso era difícil conciliar el sueño.

El peregrino decidió quedarse y pasó la noche en la casa de la familia del niño. Al amanecer, como es costumbre el peregrino se levantó pronto y el niño madrugó también para ofrecerle el desayuno. El peregrino a cambio le ofreció una manzana pero le advirtió que cuando la comiera tirara el corazón de la misma al lodazal de la laguna. Dicho esto se marchó, después de agradecerle su generosa hospitalidad.

Horas más tarde el niño comió la manzana y aunque no entendía el motivo de tirar los restos al agua, así lo hizo, y entonces… ¡se obró un milagro! Las aguas se volvieron limpias y los bichos que emponzoñaban el lugar llenándolo de desapacibles sonidos desaparecieron. Sólo quedaron unas ranas que con su croar nocturno deleitaban a los vecinos del lugar.

El niño aunque ya no podía alcanzar al peregrino para darle las gracias se dirigió a la iglesia para hacerlo, pues el romero no era otro que nuestro patrón Santiago y desde entonces la laguna se llama: Manzanas.


También se puede visitar la Iglesia, bajo al advocación de San Pedro, y admirar en ella un magnífico retablo del Siglo XVI, de estilo renacentista, una  cruz procesional de plata y una custodia del siglo XIX. 

Si tenéis ocasión, dad un paseo por las calles del Burgo Ranero, acordaos de la leyenda y recordad un poco de historia. Sabréis que en el año 1126 ya aparece este pueblo documentado bajo el nombre de "Burgo de Sahagún", porque aquí vinieron a establecerse algunos comerciantes procedentes de esa localidad aprovechando el empuje del Camino.

En este municipio y en el de Bercianos se rodó parte de la película “El camino”. Martín Sen, hijo de un emigrante gallego, hizo el Camino de Santiago con un amigo y su nieto en 2003 y 2004 y quedó tan impresionado que al volver a EEUU le propuso a su hijo realizar una película sobre sus vivencias. Así surgió este film donde pueden verse nuestros paisajes en todas las pantallas del mundo.

Paseamos entre sus casas de adobe y barro, contemplando las calles y la extensión de su paisaje y seguimos nuestra particular ruta después de despedirnos del Albergue Domenico Laffi.

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