viernes, 30 de mayo de 2014

9. ALCAZARÉN A SIMANCAS

         

Alcazarén. Un "cruceiro" en el camino. El río Eresma. El río Adaja. Valdestillas. Camino de Puente Duero. La Tierra de Pinares vallisoletana. El río Duero. El puente sobre el río. Hacia Simancas. Visita a Simancas.


El viajero se levanta temprano, y después de un ge­neroso desayuno, se dirige hacia Alcazarén, que no pudo visi­tar el día anterior. Alcazarén está a poco más de un kilómetro del hostal donde pasó la noche, por un camino de tierra en buen estado. Cuando está llegando a la ermita del Cristo del Humilladero, del siglo XVIII, y a las primeras casas de la localidad, salen a recibirle algunos perros, que no le distin­guen como familiar al entorno, y le ladran con gran ahínco. Continúa hacia la iglesia parroquial, de la que se ve la torre desde la vuelta del camino, antes de llegar al pueblo. está dedicada a Santiago, es de origen románico-mudéjar, y fue re­formada en el siglo XVII. En su interior hay imágenes y reta­blos barrocos, yeserías policromadas en las bóvedas, y unos frescos románicos del siglo XIII. En una posada de Alcazarén apresaron al célebre bandolero madrileño Luis Candelas, que huía de Madrid, perseguido por la Justicia. 

Luis Candelas
  
Al salir de Alcazarén se pasa por las ruinas de la iglesia de San Pedro, de las que se conserva parte del ábside. Se toma otro camino que atraviesa la carretera de Valladolid dos kilómetros más al norte de donde se dejó para entrar en el pueblo. Junto a la carretera hay una fábrica de resinas. Las flechas amarillas indican la continuación por el camino hacia un pinar, de agradable paso en las primeras horas de la maña­na. Algunos pájaros cantan. Un coche está aparcado fuera del camino, junto a los pinos, y un hombre lee tranquilamente a la sombra. Al final del pinar, en un cruce de caminos aparece un "cruceiro" junto a una finca llamada "Brazuelas". El "crucei­ro" fue colocado en 1980, cuando  se empezó a pasar por esta zona camino de Santiago de Compostela. En la finca hay un mu­seo etnográfico que puede visitarse a algunas horas de la ma­ñana y de la tarde.





Crucero de Brazuelas

El caminante se acerca de nuevo al río Eresma. No se ve todavía, pero se oye el ruido que produce el movimiento de sus aguas, tras los árboles y los postes metálicos de una va­lla, que separa el camino de una finca. Hay que andar dos ki­lómetros más, paralelamente al río, hasta la carretera de Ma­tapozuelos a Mojados. Al llegar a la carretera se gira a la izquierda y se cruza el río Eresma, que está próximo a su con­fluencia con el río Adaja. Un poco más allá del puente sobre el Eresma se toma un camino hacia el norte, dejando la carre­tera a la izquierda. A lo lejos se ve el pueblo de Matapozue­los en medio de la llanura castellana.   


Un kilómetro más adelante está la ermita de Siete Iglesias. El camino inicia una bajada hacia el cauce del río Adaja, que se cruza por un puente de posible origen romano, restaurado en la época renacentista. En las proximidades de la zona se han encontrado restos de la calzada romana número XXIV, correspondiente al trayecto entre Segovia y Septimanca, la actual Simancas. junto al puente sobre el Adaja el viajero se encuentra con unos ciclistas que le preguntan de donde vie­ne. Al decirles que viene desde Madrid y va hacia Santia­go de Compostela se identifican como miembros de la Asociación Ma­drileña de Amigos del Camino de Santiago que han pintado va­rios años las flechas amarillas que se va encontrando en el camino.


Cerca del río hay unos "chalets". Se continúa por un camino de arena blanca, que deja los "chalets" a la iz­quierda. Se inicia una subida y posteriormente se llega a otro pinar que está próximo al cauce del río Adaja. Siguiendo las pocas flechas amarillas  que quedan en algunas piedras que sobresa­len del suelo, por un camino que después de salir del pinar continúa paralelo al río durante cinco kilómetros, se llega a Valdestillas.


Valdestillas es un pueblo muy alargado, que se cruza por su calle principal. En Valdestillas han aparecido restos romanos de la calzada Segovia-Septimanca. citada al paso del río Adaja. Valdestillas tiene una iglesia dedicada a la Virgen del Rosario, con un ábside de piedra labrada, y una torre con­struida en época moderna. Valdestillas es un típico pueblo de la Tierra de Pinares vallisoletana, que tiene además una im­portante producción agrícola de cereales. En esta localidad se constituyó una cooperativa llamada "Vegas de Castilla", en 1959, que en sus estatutos establecía como condición para ser socio: "ajustar su vida a los principios de la moral social  católica  y  a  los  postulados  que  informan  el  nuevo  Estado". Entre los miembros de la Junta Rectora estaba el cura párroco como Consiliario eclesiástico.



Iglesia de Valdestillas

En Valdestillas se realizó una tesis doctoral en Me­dicina, entre 1902 y 1904, sobre el Paludismo en enfermos re­sidentes en la localidad por efecto del agua embalsada en unas lagunas próximas al pueblo.Por la calle principal de Val­destillas se llega al depósito de agua, a una pequeña ermita, y más adelante a la Estación del ferrocarril de Medina del Campo a Valladolid. Cerca de la Estación la carretera cruza por debajo del ferrocarril, y un poco más allá ambos pasan el río Adaja. El puente de la carretera es de origen romano, aun­que tiene el arco central reconstruido.


El camino sigue paralelo a la carretera, unas veces por la derecha y otras por la izquierda, durante nueve kilóme­tros, hasta llegar a Puente Duero. Atraviesa un pinar que tie­ne el piso muy arenoso, lo que dificulta considerablemente la mar­cha. Hace mucho calor a esta primera hora de la tarde. El pi­nar ocupa más de tres kilómetros a lo largo de la carretera. Al salir del pina­r el río Adaja se desvía ha­cia el oeste. El camino ini­cia un rápido descenso hasta llegar al cauce del río Duero y pasa por una zona de muchos "cantos rodados", que obl­igan al viajero a salir al arcén de la carretera.


Entre grandes alamedas aparecen las primeras casas de Puente Duero. Por una larga avenida se llega hasta el río. Hay varios bares a la izquierda de la calle, próximos al Due­ro, y en uno de ellos el viajero decide descansar un poco an­tes de continuar hasta Simancas. El río Duero atraviesa toda Castilla de este a oeste. en esta zona de la provincia de Va­lladolid incrementa ampliamente su caudal con la incorporación de sus afluentes Cega, Pisuerga y Adaja. Por Puente Duero el río es tranquilo, con remansos y gran arboleda en sus riberas, lo que invita al descanso a la caida de la tarde. El viajero cruza el puente medieval, de arcos apuntados, que se conserva en buen estado, sin haber sufrido grandes transformaciones en los últimos tiempos. Destacan sus altos tajamares y su anchura original, que solo permite el paso de un automóvil en un sen­ti­do, y no ha sido ampliada para adaptarse al tráfico moderno.   

Puente sobre el río Duero
  
Pasado el puente, por la ribera derecha del río, se acompaña al Duero, en su curva hacia el norte, camino de Si­mancas. Cuando el río se desvía hacia el oeste se entra en unos campos de cultivo, que se están regando a la caida de la tarde. Más adelante se entra en otro frondoso pinar. Por una pista asfaltada se llega a un restaurante, que empieza a estar concurrido a esta hora. La gente toma el fresco a la sombra de los pinos. Después se pasa por unas instalaciones deportivas. El Castillo de la villa de Simancas se recorta en la sombra que forma el horizonte. Siguiendo la carretera, un kilómetro más allá se llega al puente sobre el río Pisuerga.

El puente de Simancas es largo y estrecho. Tiene diecisiete arcos, es de origen romano y fue reconstruido en la época medieval. Ha sido restaurado y reparado en numerosas ocasiones. Hacia el norte, aguas arriba del río Pisuerga, tie­ne grandes tajamares, y hacia el sur se mezclan tajamares y contrafuertes. En el ancho río algunos piraguistas navegan por los alrededores del puente y de las primeras casas de la villa de Simancas. Al final del puente hay una terraza completamente llena de gentes.


Simancas estuvo poblada desde el siglo IV antes de nuestra era por los vacceos. El antiguo castro prerromano es­taba construído sobre un cerro que dominaba la ribera del río Pisuerga y la Tierra de Pinares, por el sur, y los montes To­rozos y la Tierra de Campos, por el norte. En la época romana se llamó Septimanca, y por ella pasaba la calzada de Mérida a Zaragoza, que se cruzaba con la que llegaba desde Segovia, por lo que fue un importante nudo de comunicaciones. En la época medieval fue conquistada por Alfonso III el Magno en el año 833, y pasó a ser una plaza importante en la línea defensiva del río Duero. Alfonso IV el Monje la hizo sede episcopal.



Plaza de Simancas

El viajero sube una empinada cuesta hasta el Castillo, que actualmente es el Archivo Histórico Nacional, y la iglesia de San Salvador, del siglo XII, restaurada en el XVI. La iglesia tiene en su interior tres naves con bóvedas de crucería estrellada y un retablo renacentista de Inocencio Berruguete. En la cercana Plaza Mayor observamos la fachada neoclásica de Ayuntamiento. Desde un pintoresco mirador, en la plaza, puede verse el río Pisuerga y los fértiles campos que le rodean.

Simancas debe su nombre actual a la leyenda de las siete doncellas que se cortaron las manos para no ser entregadas en tributo al emir de Córdoba, Abderraman II. Según la tradición el emir dijo:

“si mancas me las dais, mancas no las quiero.”

Un ejército de castellanos del conde Fernán González y de leoneses del rey Ramiro II derrotaron a Abderramán III  en los alrededores de Simancas en el año 939, aunque Almanzor arrasó la ciudad cuarenta y cinco años más tarde en su invasión de los reinos cristianos hasta Compostela. La repoblación definitiva la realizó Alfonso VI en el siglo XI.

Durante la guerra de las Comunidades se mantuvo a favor del Emperador Carlos V. En la Plaza Mayor se ejecutó a Francisco Maldonado y al obispo Acuña, dos importantes caudillos comuneros de la zona. El Castillo perteneció a los Enríquez, almirantes de Castilla y señores de Medina de Rioseco, que lo cedieron a los Reyes Católicos y al Emperador.  


Castillo de Simancas

A la caída de la tarde pueden recorrerse las viejas calles del casco urbano: el Olmo, los Valientes o el Minarete, y ver las casas de piedra con blasones que recuerdan el esplendoroso pasado de la localidad. Entre ellas hay numerosos restaurantes que ofrecen los platos de la cocina castellana tradicional, pastelerías y tiendas de artesanía. Las sombras de la noche van tomando poco a poco la ciudad mientras las luces de las terrazas de los bares invitan a un merecido descanso.
                    




miércoles, 28 de mayo de 2014

PARQUE TEMÁTICO DEL MUDEJAR (OLMEDO)


No pude ver el Parque Temático del Mudéjar, al pasar por Olmedo, en la etapa del “Camino de Santiago desde Madrid”, que iba de Coca a Alcazarén. En mi último viaje por estas tierras de Valladolid, disfruté de estas joyas  arquitectónicas en miniatura.


Entrada al "Parque Temático"


Está situado junto a la antigua muralla de la villa. Reúne una  colección de maquetas de monumentos de estilo mudéjar de Castilla y León: iglesias y castillos, estaciones de ferrocarril, puertas de antiguas murallas, y  un palomar de Tierra de Campos. Los materiales empleados en su construcción son: ladrillos, piedra, cal y arena. Están realizadas a escala 1:8 (ocho veces menores que la realidad).


Olmedo es una ciudad que reúne las características necesarias para la promoción de este Arte Mudéjar castellano-leonés. Ha logrado crear un ambiente de ocio y descanso, entre árboles y fuentes, que aminoran el calor veraniego. Hay zonas de paseo, juegos de agua, trenes en miniatura que recorren el parque, juegos infantiles y zonas de recreo.






Puente del Ferrocarril y Estación de Olmedo


Entre los edificios de las localidades por las que pasa este “Camino de Santiago” están representados el castillo de Coca (Segovia) y las iglesias vallisoletanas de San Andrés y San Miguel, de Olmedo, el Monumento a la Virgen de la Soterraña, de esta localidad, San Pedro de Alcazarén, las estaciones de ferrocarril de Olmedo y Villalón y la iglesia de San Tirso de Sahagún.

Dado el apreciable tamaño de las maquetas de los castillos de la Mota en Medina del Campo y de Coca, es posible entrar en ellas y acceder a las partes más altas o a las zonas más interiores, como las torres del homenaje, almenas, patios,…


Castillo de la Mota (Medina del Campo)


Estos monumentos se encuentran distanciados entre sí, dentro del Parque Temático, lo suficiente para que se pueda dar un agradable paseo entre jardines y fuentes, al ir viéndolos y fotografiandolos.





lunes, 26 de mayo de 2014

8. DE COCA A ALCAZARÉN



Ayuntamiento de Coca. El Castillo. Visita al interior. Salida de Coca. Senda Ecológica. Cruce del río Voltoya. El río Eresma. Camino de Villeguillo. El último pueblo de Segovia. Llano de Olmedo. Aguasal. Olmedo. Visita de la ciu­dad. Un café en Olmedo. Camino de Alcazarén.


El viajero llega a Coca, y vuelve a la Plaza Mayor buscando la iglesia parroquial. Pretende encontrar al cura párroco para que le selle la credencial del Camino de Santiago. La iglesia está cerrada y también la casa del párroco. Decide pasar al Ayuntamiento y buscar al Secretario. Sube al primer piso y pregunta por él. Cuando se lo presentan, le co­menta su deseo de la certificación de paso por la localidad de Coca, por parte de la autoridad municipal, ya que no ha podido encontrar al párroco. El Secretario le sella la credencial y le comenta algunas anécdotas de otros peregrinos anteriores y de ciudadanos de Coca que han hecho el Camino de Santia­go.


Desde el Ayuntamiento se dirige al Castillo. Antes de salir de Coca quiere ver su interior, que no pudo visitar la vez anterior por lo avanzado de la hora. La puerta de acce­so tiene dos bloques prismáticos rodeándola. Era la forma tí­pica de acceso de las fortalezas del siglo XV. Dentro del pri­mer recinto amurallado gira hacia la derecha, doblando la alta Torre del Homenaje, y busca el recinto interior. Era habi­tual en estos castillos que las puertas  de ambos recintos no coin­cidieran para una mejor defensa. Si algún atacante lograba penetrar en el primer recinto estaba expuesto a un fuego cru­zado mientras llegaba a la segunda puerta.

        
    Castillo de Coca



El viajero recorre las almenas del primer recinto amurallado antes de entrar en el Patio de Armas. Desde las diversas esquinas observa el paisaje que rodea al Castillo, y las casas de la ciudad desde la atalaya del nordeste. Entra en el restaurado Patio de Armas, que alberga en sus habitaciones y salas contiguas la Escuela de Capacitación Agrícola de la zo­na. En pequeños grupos se recorren las diversas dependencias interio­res que pue­den visitarse. La Capilla tiene algunas ta­llas policromadas de la Virgen y el Niño, y dos tablas pictó­ricas del siglo XVI sobre la Crucifixión y la Anunciación. Des­de la Capilla se sube por una escalera de caracol a la Sala de Armas, donde hay distintas armaduras rodeadas de una deco­ración geométrica, en mosaicos de colores rojo azul y blanco.


Continuando por la escalera de caracol, dentro de la To­rre del Homenaje, se llega a la Sala-Museo, que tiene restos arqueoló­gicos celtibéricos y romanos, alrededor del escudo de los Fon­seca. Desde lo alto de la Torre del Homenaje puede ver­se todo el paisaje urbano y el conjunto arbóreo que rodea la ciu­dad. Ro­deando por la muralla el Patio de Armas se pasa a la Torre de la Muralla y la Torre de los Peces, en la que se en­cuentra la sala del mismo nombre, con paredes recubiertas de estuco deco­radas con peces geométricos en colores rojo y azul.



En la To­rre de Pedro Mata, de altura intermedia, puede verse la Sala de los Jarros, con pinturas florales. El Castillo de Coca tie­ne un conjunto de pinturas mudéjares de los mejores de España. Por la Galería norte se baja de nuevo al Patio de Ar­mas. El Castillo de los Fonseca pasó a la Casa de Alba y en 1928 se declaró Monumento Artístico Nacional. En 1954 se res­tauró, a la vez que se cedía al Ministerio de Agricultura  para Escuela de Capacitación Agrícola.

        
Vista aerea de Coca

El viajero después de salir del Castillo, se dirige hacia el norte de la ciudad por la avenida de la Constitución, dejando a la derecha la torre mudéjar de San Nicolás y el ce­menterio. Por una suave bajada se llega hasta el río Voltoya, que se cruza por un puente en el camino. Aparecen las primeras flechas amarillas coincidentes con las indicaciones de la "Se­nda de la Naturaleza", con carteles descriptivos de las dis­tintas especies arbóreas de la zona. Junto a la "Senda de la Naturaleza" está el yacimiento arqueológico de "Los Cinco Ca­ños" y la necrópolis romana de "El Cantosal".

                                                    Puente sobre el río Voltoya

Desde "El Cantosal" se puede observar la ultima vis­ta de la ciudad, en el mismo lugar en que la divisaron los ejércitos franceses, en 1808, antes de entrar en ella. Se con­tinúa caminando por un sendero que va paralelo al cañón del río Eresma, sin bajar a las proximidades del río, dejándolo continuamente a la derecha. El camino discurre por el pinar, con indicaciones amarillas, de cuando en cuando, y se dirige a Villeguillo, el último pueblo de la provincia de Segovia en el Camino de Santiago.


Villeguillo es un pueblo pequeño, de casas bajas, casi siempre de un solo piso. El viajero busca un bar, que encuentra cerca de la plaza del Ayuntamiento. Unos hombres están sentados y juegan una partida de cartas. Al salir del bar, siguiendo las flechas amarillas, se pasa junto a la igle­sia parroquial, dedicada a San Pedro, con una portada renacen­tista, y por el antiguo "posito" o almacén de grano, construi­do en 1790. el viajero pregunta por la carretera de Olmedo, que sale  hacia la izquierda unos cien metros más adelante. Ya tiene decidido no seguir hasta Alcazarén por la "Cañada de los Gallegos", que utilizaban los segadores de Galicia, que venían en verano a Castilla para las labores del campo. Seguirá por la carretera hasta la ciudad vallisoletana del "Caballero", inmortalizada por Lope de Vega.


Camino en el Pinar

El caminante sale de Villeguillo siguiendo las fle­chas, en la carretera de Llano de Olmedo. Un kilómetro más adelante aparecen las indicaciones de que se pasa a la provin­cia de Valladolid y se deja atrás la provincia de Segovia. Se entra en el antiguo "Alfoz" de Olmedo, un conjunto de pequeños núcleos urbanos, rodeados de terrenos agrícolas, que formaron una unidad económica y religiosa en el momento de la repobla­ción cristiana de la zona en la Edad Media: Aguasal, Almenara de Adaja, Bocigas, Fuente Olmedo, Llano de Olmedo y La Zarza. La carretera que va a Olmedo pasa por Llano de Olmedo y Agua­sal.    


                                             Laguna de Aguasal           

Llano de Olmedo es una pequeña localidad con una iglesia parroquial dedicada a San Pedro, como la de Villegui­llo. Es una construcción del siglo XVIII con una sola nave cubierta con una bóveda de cañón. Tiene un retablo barroco en su interior y una torre en la parte trasera del templo. Agua­sal es otra pequeña aldea casi abandonada, en el lugar donde estaba una antigua laguna formada por las aguas que descienden de los cerros que rodean la zona. Desde Aguasal se ve, a lo lejos, el "Cerro de la Cuesta", por donde pasa la "Cañada de los Gallegos", que era el camino directo a Alcazarén. La igle­sia de Aguasal, también dedicada a San Pedro, fue construida en el siglo XVI. Tiene una nave con cubierta plana y una cúpu­la sobre la capilla mayor. La torre está situada junto a la cabecera de la iglesia, y la entrada al templo, junto a la torre, tiene un pórtico con tres arcos. 


El viajero, después de un breve descanso para comer un pequeño bocadillo, se dirige hacia Olmedo, la capital de la zona. Según se aproxima a la ciudad observa las torres del "silo", de la fábrica de harinas y de la azucarera. Estas dos últimas, con una fábrica de disolventes químicos extraídos de la resina de los pinares, y la explotación de la madera cons­tituyen los elementos más significativos del sector industrial de la localidad. El sector agrícola, con cultivos de cereales, remolacha y hortalizas, sigue ocupando a la mayor parte de la población activa, junto a un incipiente sector servicios for­mado por el comercio minorista y mayorista, el transporte, y las entidades de seguros, financieras y de turismo.


Vista panorámica de Olmedo


Desde el segundo milenio antes de nuestra era ha estado poblada la zona. Fue tierra de arévacos y vacceos. En las proximidades de la actual Olmedo existió una villa romana durante el siglo III. La repoblación cristiana durante la épo­ca de Alfonso VI estructuró la ciudad medieval en 1085. En sus cercanías tuvieron lugar dos batallas con el nombre de la lo­calidad. La primera fue en tiempos de Juan II, en 1445. Don Alvaro de Luna luchó contra los Infantes de Aragón, que cita Jorge Manrique en las "Coplas a la muerte de su padre", y con­tra buena parte de la nobleza castellana que no aprobaba su excesivo poder. La segunda ocurrió en 1467, durante el reinado de Enrique IV, entre los partidarios del Rey y los de su her­mano Alfonso, que aspiraba a ser su sucesor.


La villa tuvo su apogeo en la época de los Reyes Católicos y los monarcas de la Casa de Austria, durante los siglos XV y XVI. En esa doble centuria se construyeron la ma­yoría de sus iglesias, conventos y casas nobiliarias. Lope de Vega in­morta­lizó la ciudad con su obra "El Caballero de Olme­do", so­bre un hecho luctuoso ocurrido en tiempos del rey Juan II. El argu­mento del célebre drama es el siguiente: Don Alonso noble ca­ba­llero natural de Olmedo va a las fiestas de Medina del Cam­po y allí se enamora de Inés y la corteja. El padre, adi­nerado labrador de Medina quiere casar a Inés y a su herma­na con Rodrigo y Fernando caballeros de Medi­na. Después de las fiestas en las que Don Alonso alancea a unos toros de­lante del Rey y del Condestable Don Alvaro de Luna, el padre accede a que pueda ca­sarse Inés con Don Alonso, pero Rodrigo y Fernando matan a Don Alonso en el camino de Olmedo. Con el conocido drama se hizo famosa la copla:


                                          "Que de noche le mataron
                                          al caballero,
                                  la gala de Medina,
                                  la flor de Olmedo."

El declive de la ciudad se produce en el siglo XVII. Durante el siglo XVIII las reformas en la agricultura, la in­dustria y el comercio que se inician en todo el pais, no acie­rtan a enderezar la decadencia de Olmedo. En la Guerra de la Inde­pendencia el ejército francés ocupó la ciudad. José Bona­parte estuvo en Olmedo en abril de 1811. Los guerrilleros ope­raron en la zona durante todo el tiempo de la ocupación fran­cesa con mayor o menor fortuna. En la primera Guerra Carlista contin­gentes del pretendiente Carlos VII entraron en Olmedo. La de­samortización y la llegada del tren a la ciudad fueron los acontecimientos más relevantes del resto del siglo XIX.

Arco e Iglesia  de San Miguel



El viajero entra en Olmedo por la carretera de Agua­sal y recorre algunas de las calles de la ciudad, después de cruzar la carretera de Adanero a Gijón, por la que tendrá que salir más tarde camino de Alcazarén. Pasa por la calle del Arco de San Martín, por el Arco de San Miguel, en la antigua muralla, y llega al barrio contiguo al ferrocarril a Medina del Campo. Vuelve sobre sus pasos por la calle de San Salva­dor, por la calle de Buena Vista, y por la plaza de San An­dr­és. Camina por el centro de la ciudad, que recorre despa­cio, viendo algunas iglesias, como las de Santa María la Mayor, San Miguel, San Andrés y San Juan Bautista, y casas nobiliarias, como la de los Condes de Bornos, los Dávilas o los Olmedillas.

Antes de salir de Olmedo toma un café en una terraza junto a la carretera. Es media tarde y numerosos hombres sen­tados en la puerta del bar miran pasar a los transeuntes como entretenimiento. Llegan autobuses que vienen de Valladolid y de León, y bajan de ellos personas que viven en Olmedo y que vuelven de hacer gestiones en la capital. A pesar de lo cómodo que se está en la terraza decide continuar hacia Alcazarén. Junto a las últimas casas de Olmedo una gran pancarta anuncia una exposición de los monumentos más importantes de Castilla y León en tamaño reducido. Es un poco tarde y tendrá que dejar la visita para otro viaje por estas tierras castellanas.

En la carretera de Valladolid hay un polígono indus­trial con diversas fábricas entre las que destacan la azucare­ra y una empresa de congelados hortícolas. Olmedo tiene más de tres mil habitantes y está en un proceso  de resurgimiento económico liderando el despegue industrial de la zona sur de la provincia de Valladolid.


Alcazarén


Hay más de seis kilómetros de Olmedo a Alcazarén, que van pesando sobre las piernas del caminante. La carretera discurre por la llanura castellana hasta cruzar el cañón del río Eresma, que la abandona por la izquierda. El viajero va cruzando algunos desvíos de la carretera hacia pequeños pue­blos antes de llegar a hostal donde la Asociación de Amigos del Camino de Santiago ha concertado alojamiento y cena para los peregrinos. Cuando llega y le asignan una habitación decide esperar la hora de la cena en una tranquila terraza viendo pasar los coches que van hacia Valladolid, o vienen de allí por la pró­xima carretera.





sábado, 24 de mayo de 2014

BIBLIOGRAFÍA DE STA. MARIA DE NIEVA Y COCA

 HACIA SANTA MARÍA DE NIEVA.


 Zamarramala: monografía geográfica. Pedro Chico y Rello. Real Sociedad Geográfica. 1915.

Zamarramala: su história, su arte y su vida. Santos San Cristobal Sebastián. Segovia. 1981.

 Valseca de Boones. Teodoro García García. Ayuntamiento de  Valseca. 1992.

Breve historia del santuario de la Virgen de la "Soterraña" de Santa María la Real de Nieva. Doroteo Pérez Barahona. Imprenta Alma Castellana. Segovia. 1970.

Santa María la Real de Nieva. Carlos Sanz Ruiz. Ayuntamiento de Segovia. 1972.

El monasterio de Santa María la Real de Nieva. Antonio Sanchez Sierra. Ediciones Caja de Ahorros y Monte de Piedad. Segovia. 1983.

Referencias históricas sobre la sepultura de la Reina Blanca de Navarra en Santa María la Real de Nieva. Carmen Muñoz Gar­cía. Ediciones Castillo de Fuensaldaña. Vallado­lid. 1994.

Santa María la Real de Nieva, villa y término municipal.  Cristina Arranz Esteban. Ediciones H. de Carlos Martín.   Segovia. 1997.




Claustro de Santa maría la Real de Nieva

COCA Y ALREDEDORES.

La Nava de la Asunción: memoria fotográfica y apuntes históricos. Amador Marugán Arribas. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia. Ayuntamiento de Nava de la Asunción. Dipu­tación Provincial. Segovia. 1991.

Historia de Navas de Oro. Lorenzo García Echeverría. Edicio­nes San Luis. Valla­dolid. 2000.

Coca y sus monumentos. Guzmán Cámara Muñoz. Imprenta Vda. de    Mauro Lozano. Segovia. 1975.

Cauca en la romanización. José Luis de Frutos Cuéllar. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia. Obra cultural.  Segovia. 1981.

Coca: guía turística. Juan Francisco Blanco García y Adolfo Rodríguez Arranz y Felipe Rodríguez Martínez. Editorial  Anaya. Madrid. 1988.

El común de Coca y su tierra. María Velasco Herrero. Segovia. 1988.

Historia de Coca: estudios y documentos. Felipe Rodríguez Martínez. Gráficas Naya. Guadalajara. 1998.

Entrada al Castillo de Coca



jueves, 22 de mayo de 2014

TEODOSIO EL GRANDE









Busto del Emperador Teodosio

Flavio Teodosio, emperador romano que impuso el catolicismo como religión oficial y dividió el Imperio entre Oriente y Occidente, nació en Cauca, Hispania, en el año 347 d.C.
  
Adquirió experiencia militar combatiendo en Gran Bretaña bajo el mando de su padre, Teodosio el Viejo; luego él mismo fue comandante militar  de Mesia (actual Serbia) en el año 374, defendiendo eficazmente aquella provincia fronteriza frente a los sármatas. 




Coca y alrededores

Se retiró a sus dominios familiares en la actual Coca (Segovia) tras la ejecución de su padre por mandato del Emperador Valentiniano I. En el año 378, le llamó el emperador Graciano para encargarle la defensa de Mesia frente a la invasión de los godos.

En el año 379 fue nombrado “Augusto” con potestad en Oriente, comenzando su regencia sobre aquella parte del Imperio. Venció a los visigodos y pactó con su rey Atanarico la instalación de este pueblo germánico en Mesia como aliados del Imperio.

Transmitió el título de “Augusto” a su hijo Arcadio, con lo que estableció una nueva dinastía imperial, que regiría  en Oriente. En Occidente Graciano fue destronado por Máximo; pero su poder fue disputado por el hermano de Graciano, Valentiniano II.

Teodosio reconoció inicialmente la autoridad de Máximo, pero se alió posteriormente con Valentiniano. Emparentó después con la familia imperial de Occidente, al casarse con Gala (hermana de Valentiniano y de Graciano) en el año 387. Al año siguiente venció a Máximo en la batalla de Poetovio, y extendió su autoridad a todo el Imperio.

Teodosio era cristiano, y fiel a la doctrina de Atanasio, adoptada como línea ortodoxa desde el Concilio de Nicea del año 325. Adoptó el cristianismo como religión del Imperio. prohibiendo el arrianismo (doctrina de los seguidores de Arrio, muy extendida en Oriente).En el Edicto de Tesalónica (año 390) se prohibió el arrianismo.

Su actitud inicial fue más conciliadora con los paganos, manteniendo un equilibrio en su administración entre cristianos y paganos, resistiendo a los intentos del clero cristiano por imponer su supremacía.


San Ambrosio

Fue excomulgado por el arzobispo de Milán, San Ambrosio, por la represión de la revuelta de Tesalónica, en la que murieron unas 7.000 personas (año 390). Teodosio hizo penitencia pública para obtener el perdón y, desde entonces, fue un instrumento político de la intolerancia religiosa.

Prohibió los cultos paganos en Roma (año 391), medida que luego extendió a todo el Imperio (año 392). El descontento creado por la persecución del paganismo provocó la revuelta del usurpador Eugenio, que se adueñó de las Galias, Italia y África.

Teodosio estaba en Constantinopla absorbido por los problemas de la frontera oriental, en donde acababa de negociar el reparto de Armenia y la paz con los persas. Cuando pudo regresar a Italia, se enfrentó a Eugenio y le venció en la batalla del Frigido. Restableció así la unidad del Imperio, proclamándose oficialmente emperador de Oriente y de Occidente (año 394).

Las diferencias culturales, económicas y políticas entre los territorios occidentales (controlados desde Roma) y los territorios orientales (controlados desde Constantinopla) eran ya demasiado grandes para que resultara viable la unidad del Imperio.

Murió al año siguiente (año 395) y dejó el Imperio dividido entre sus dos hijos: Arcadio en Oriente y Honorio en Occidente, éste bajo la tutela del general Estilicón, por su minoría de edad.

La división fue irreversible y se produjo porque el Imperio Romano de Occidente sucumbió después de ochenta años de crisis, a la penetración de los bárbaros. En Oriente se consolidó el Imperio Bizantino, con capital en Constantinopla, hasta la caída de la ciudad en 1453.





Imperio romano en el siglo IV