sábado, 28 de junio de 2014

EL QUESO DE VILLALÓN


El queso junto con el pan fue en tiempos pasados el alimento básico de los pastores de Tierra de Campos. Hoy ocupa también un lugar esencial en la gastronomía de esta tierra.

Sobresale de forma especial en la zona el Queso de Villalón, un queso fresco conocido como "Pata de Mulo". Tiene un sabor excelente, de carácter ligeramente ácido y un olor que delata su origen ovino.

Este tipo de queso se puede encontrar en la actualidad también curado y semicurado; originariamente era el producto de la maduración de aquellos quesos que no se habían podido vender frescos. Eran quesos que se moldeaban a mano, con una tela o gasa, haciéndolos rodar sobre una mesa hasta obtener su forma tubular.


El queso de Villalón se elabora con leche de oveja, y se suele cuajar, tan pronto se ha ordeñado. En algunas ocasiones se mezcla leche de oveja y vaca y otras veces se hace solo de vaca. Se presenta a los consumidores en forma de cilíndros (la denominación “pata de mulo” proviene de su forma de presentación). Es un queso que carece de corteza, que tiene su pasta blanda y compacta. Su textura y elaboración le hacen similar al queso fresco de Burgos.

Aunque algunas veces este queso puede usarse como aperitivo, es tradicional emplearlo como ingrediente de ensaladas, en la elaboración de postres, solo o acompañado de membrillo o mermeladas.

MUSEO DEL QUESO  en VILLALÓN

También podemos visitar en esta localidad el Museo del Queso, donde se puede contemplar como tradicionalmente se elaboraba el queso en las casas de los ganaderos, los útiles que se empleaban y su venta en el famoso mercado que se celebraba los sábados y al que acudía gente de toda la comarca.





El Museo del Queso de Villalón abrió sus puertas para mostrarnos la sabiduría de una villa que desde los tiempos medievales destacó en la comarca por sus ferias y mercados
La antigua escuela donde antaño se aprendían lecciones sobre la producción del queso nos muestra hoy los secretos de una tradición inolvidable, para conservarla y transmitirla, porque pertenece a todos los habitantes de las localidades de Tierra de Campos.
A la gran nave central de la antigua escuela se le suma hoy un edificio anexo con nuevas salas que crean un recorrido lineal alrededor de una plaza, donde Villalón puede celebrar encuentros con su entorno a la vez que degustar su buen queso fresco.



En homenaje a las mujeres que elaboraron el queso en Villalón se ha colocado en la plaza mayor del pueblo, junto al rollo, una escultura que mide 1,85 metros, realizada en bronce por el escultor vallisoletano Jesús Trapote. La escultura representa una figura femenina de mediana edad, con una cesta en el brazo en la que transporta los quesos. En la base lleva un texto alegórico. Se inauguró en mayo de 1998.



jueves, 26 de junio de 2014

13. TIERRA DE CAMPOS


    Salida de Medina de Rioseco. Carretera de León. Desvío a Villalón de Campos. Los árboles en Tierra de Campos.  Berrueces. Hacia Moral de la Reina. La Plaza de Moral. Un bar-club cultural. Camino a Cuenca de Campos. La Plaza Mayor de Cuenca de Campos. Un poco de historia. Iglesias  parroquiales. San Bernardino de Sena. Hacia Villalón de Campos. Historia e iglesias de Villalón. El "rollo". Por  las calles de Villalón.


El caminante sale de Medina de Rioseco por donde están unos "silos" para almacenar el trigo de Tierra de Cam­pos. La carretera de León está muy concurrida de tráfico a esta hora de la mañana en ambos sentidos. Deja atrás las últi­mas casas y observa en una tapia las flechas amarillas que le indican el camino por el trazado del antiguo ferrocarril a Villalón. Sabe que está en mal estado y que han de­saparecido los puentes, por lo que decide continuar por la carretera de León.


En el primer cruce ve las indicaciones de Villalpando, a la izquierda, y Tamariz, a la derecha, y con­tinúa al frente, hacia Berrueces, que está a cinco o seis ki­lómetros. El calor empieza a ser sofocante y todavía no es mediodía. Algunas personas le dirán más adelante que es uno de los vera­nos más calurosos en Tierra de Campos. Se ha llegado hasta cuarenta grados, lo que no ocurría desde hacía treinta años. A unos tres kilómetros de Medina de Rioseco se des­vía por la carretera de Villalón. Está menos con­cu­rrida de veh­ículos. De vez en cuando pasa un coche, y si van ni­ños, saludan al cami­nante, desde las abiertas ventanillas.


Hay muy pocos árboles en Tierra de Campos. Casi to­dos los via­jeros españoles y extranjeros que han pasado por la zona lo han con­siderado así. Antonio Ponz, jesuíta, admirador del arte y ca­minante impenitente por todas las regiones espa­ñolas, en su "Viaje de España", ya sugería en el siglo XVIII la necesi­dad de plantar árboles en estas tierras. Las ven­ta­jas, para Ponz, eran innumerables, frente a los habituales prejuicios de los agricultores en relación a la competencia entre el árbol y las cosechas de cereales. Sin embargo han prevalecido las opi­niones de los habitantes del territorio  y no hay casi árboles en Tierra de Campos. El viajero divisa quizá los últimos en muchos kilómetros, junto a un pequeño arroyo llamado Aguadillos.


Cuatro kilómetros más adelante se llega al cruce de Berrueces, que está en la carretera de León. Desde donde pasa el caminante no hay más de dos kilómetros en linea recta. En Berrueces han aparecido restos de mosaicos y piedras funera­rias de la época romana. Durante la Edad Media esta villa per­teneció a los Almirantes de Castilla, como Medina de Rioseco. Tiene una iglesia dedicada a San Pedro Apóstol, de origen ro­mánico, con arreglos posteriores de los siglos XVI y XVIII. Actualmente se encuentra en muy mal estado de conservación, y ha sido necesario atender al culto religioso en las antiguas escuelas. En una de las casas de la localidad aún se conserva el escudo de la Inquisición. En Berrueces pueden verse los típicos palomares redondos de toda la Tierra de Campos.





Desde el cruce de Berrueces hasta Moral de la Reina hay otros cuatro kilómetros de camino árido, con subidas y bajadas del terreno. En algunas ocasiones, pocas, un pequeño matorral da una ligera sombra, que permite hacer un descanso en la dura caminata. El agua de la cantimplora se está casi acabando cuando se divisan las primeras casas de Moral de la Reina, junto al último tobogán de la carretera. A la entrada del pueblo se cruza el Arroyo Madre, en cuya ribera vuelve a haber algunos árboles.


Moral de la Reina, que otrora se llamó Moral de la Paz, es un pueblo pequeño, que tiene una amplia plaza, en la que están jugando unos niños con unas bicicletas, a pesar del calor de las primeras horas de la tarde. En la plaza hay un bar, que también es centro cultural, cuando es necesario. En la barra atiende una señora con buena disposición para contar­le las características de su pueblo. Tiene una iglesia parro­quial, del siglo XV, dedicada a Santa María, con un retablo barroco, del siglo XVIII, en el que destaca la Asunción de Nuestra Señora. En el pueblo también hay unas ruinas de la antigua iglesia de San Juan, con una torre mudéjar, y algunos palomares.


Siguiendo las calles orientadas hacia el oeste de la localidad, el caminante sale de Moral de la Reina, para tomar un ancho camino de tierra, construido hace unos años, cuando se realizó la concentración parcelaria. Sigue este ca­mino durante ocho kilómetros hasta Cuenca de Cam­pos. El camino discurre paralelamente a la carretera de Villa­lón y pueden verse los vehículos que pasan por ella. Dos horas más tarde, que se hacen eternas bajo el sol, aparecen las pri­meras casas de Cuenca de Campos, en una pequeña depresión del terre­no que se parece a la parte cóncava de un cuenco de poca pro­fundidad.




El viajero entra en Cuenca de Campos, y se dirige por las calles Real y Domingo Vero a la Plaza Mayor, que está situada en el centro de la villa. La Plaza Mayor tiene la for­ma de un polígono irregular, y está rodeada de soportales. En una de las esquinas, llamada de la Soledad, orientada al me­diodía, suelen reunirse los viejos del lugar, en el invierno, porque es el sitio más soleado. Siempre fue el mentidero, don­de podía contrastarse la opinión popular. Hacia el norte de la Plaza se encuentra el Ayuntamiento, de nobles proporciones. Tiene dos plantas, y en el centro de la fachada el escudo de armas de la villa. El viajero entra en un bar muy concurrido, y deja pasar el tiempo, en la terraza, mientras va disminuyen­do ligeramente el calor de la tarde.

Cuenca de Campos tiene ascendencia vaccea y romana. En la etapa medieval recibió los primeros fueros de la reina Doña Urraca, en el año 1115, y privilegios como villa de mano de Alfonso VII. En el año 1289 se fundó un hospital llamado del Sancti Spiritus. En tiempos de Alfonso XI, el rey cercó la ciudad porque se había hecho fuerte en ella el infante Don Juan Manuel, que tenía pretensión a la corona. Durante la Gue­rra de las Comunidades la villa se mantuvo en el bando impe­rial, como Medina de Rioseco.


En la época medieval se construyó el castillo y las murallas de la villa, hoy derruidos. Su importancia en ese tiempo y en los siglos posteriores lo atestiguó la existencia de varias iglesias parroquiales, ya no existentes, como las de San Mamés, San Juan Bautista y San Pedro Apóstol. La iglesia de Santa María se construyó sobre las ruinas del antiguo cas­tillo, en estilo gótico. Destaca su alta espadaña. No puede verse su interior, con tres naves, porque no está abierta al culto. La parroquia actual es la iglesia de los Santos Justo y Pastor, de estilo mudéjar, del siglo XVI, con un interior, tam­bién de tres naves, y una techumbre con artesonados arabescos. El retablo mayor fue realizado por Pedro de Bolduque, y en la sacristía se conservan esculturas y objetos de orfebrería de las otras iglesias más antiguas.


En el siglo XV se fundó el convento de San Bernardi­no de Sena por la Señora territorial de la villa, Doña María Fernández de Velasco, y estuvo habitado por las monjas franciscanas de Santa Clara. Actualmente también se encuentra en ruinas. Solamente queda en pie la ermita de San Bernardino, patrón de la villa, que es una construcción del siglo XVII, situada a un kilómetro del pueblo hacia el noroeste. Puede verse desde la carretera de Villalón. Parece un milagro, con la sequedad habitual de Tierra de Campos, la verde pradera que rodea la ermita, y la concentración de árboles, uno de los cuales, por su gran tamaño se le conoce como la "copa de San Bernardino". Cuenca de Campos tiene actualmente unos trescientos vecinos dedicados a la agricultura y a la ganadería lanar. 


El viajero sale de Cuenca de Campos por la calle Real, que atraviesa la Plaza Mayor, y llega hasta la carretera de Villalón. Pasa por el Museo Etnográfico, que está cerrado a esta hora de la tarde y por las antiguas cercas de tierra que rodeaban la villa medieval. A la salida del pueblo está el cementerio nuevo y el pequeño santuario llamado el "Cepo de las Ánimas". Desde aquí se celebra un "Vía Crucis" durante la Semana Santa, llamado "el Calvario", hasta la ermita de San Bernardino de Sena, que se encuentra un kilómetro más al nor­te, hacia Villalón. El viajero pasa después por "la Ría", un canal que va hasta el río Sequillo, y que sirve para evitar las riadas producidas por las grandes tormentas, una de las cuales inundó dramáticamente el pueblo en 1797.




Desde la carretera de Villalón se ve la colina donde estuvo el castillo, ocupada actualmente por la iglesia de San­ta María. Junto a ella hay un pequeño edificio que se ha lla­mado "el Conjuradero". Desde este sitio, que permite ver toda la villa, los sacerdotes de Santa María conjuraban las tormen­tas, y hacían rogativas cuando no llovía lo suficiente, que era bastante habitual. En las noches de tormenta se iluminaba una cruz para que sirviera de faro de referencia para los ca­minantes que les hubiese pillado a la intemperie.


Cuatro kilómetros más adelante se llega a Villalón de Campos, la tierra de los buenos quesos, por una larga ave­nida, que deja a la izquierda un pequeño parque y la carretera que viene de Mayorga. Villalón tuvo durante la Edad Media un mercado franco semanal, concedido por Fernando III el Santo, en 1294, de gran importancia para toda la comarca. La villa perteneció a los condes de Benavente por donación de Juan II, que en el año 1436 trasladó a Villalón las ferias de Medina de Rioseco. Por estas fechas empezó a competir con éxito con aque­lla localidad, e incluso la superó en actividad comercial. Todo esto se lo cuenta al viajero el cura párroco de la igle­sia de San Miguel, donde ha ido a sellar la credencial del Camino de Santiago.





El cura párroco de San Miguel es un hombre de media­na edad, que le recibe en un despacho que tiene dentro de la iglesia. Le sigue contando la decadencia de Villalón después de tomar partido por los comuneros, y las dificultades en la Guerra de la Independencia y en la desamortización de Mendizá­bal. En 1834 se creó el Partido Judicial de Villalón, por un Real Decreto de Isabel II, con jurisdicción sobre cuarenta poblaciones de Tierra de Campos. También le cuenta la historia del contrabando en 1845, cuando el Capitán General de Castilla invadió el pueblo con tres mil soldados y abofeteó al Alcalde, lo que produjo una revuelta popular. Los movimientos coopera­tivos tuvieron especial importancia en Villalón, a principios del siglo XX, creándose una Cooperativa Harinera, Panadera y de Consumo y una Caja Rural.


El cura le acompaña a ver la iglesia de San Miguel, de es­tilo gótico-mudéjar, de los siglos XIII y XIV, sin duda alguna el templo más relevante de Villalón. Destaca la arro­gancia de su torre sobre la Plaza, y en su interior el sepul­cro del ca­nónigo Diego González, realizado por Juan de Juni. La iglesia tuvo inicialmente tres naves, y en el siglo XVI se le añadió una cuarta. El sacerdote le muestra el artesonado mudéjar y el órgano barroco. Le desea un buen camino hasta Santiago de Compostela y le sugiere que visite las otras dos iglesias, San Juan Bautista y San Pedro, cada una en uno de los barrios del pueblo.




Al salir de la iglesia se acerca el célebre "Rollo" o picota, un monolito que se construyó en 1523, en el centro de la Plaza de San Miguel, por deseo de Rodrigo Alonso de Pi­mentel, primer Señor de Villalón. Es de estilo gótico flamíge­ro. En otra zona de la Plaza se ha colocado en 1998 la estatua de la "Quesera de Villalón", en bronce, de cuatrocientos kilo­gramos y casi dos metros de altura, en honor a las vendedoras de quesos del tradicional mercado.


Por la calle Real, que atraviesa la villa de sur a norte, el viajero va paseando y viendo los soportales de las típicas casas de la zona, construidas con ladrillo y tapial, para mitigar los rigores térmicos del invierno y del verano. Al llegar a la carretera de Mayorga se introduce por las ca­llejas apartadas del centro, entre pequeñas tiendas y casas de labradores y ganaderos. De lejos ve la espadaña de la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XV, que tiene un retablo del Maestro Palanquinos. Continúa hasta la iglesia de San Pedro, del siglo XVIII, con una torre de aspecto mudéjar, soportales de ladrillo y un retablo rococó con la imagen del Cristo de la Salud. Cuando vuelve a la Plaza de San Miguel, aún quedan al­gunas personas haciendo tertulia en las terrazas de los bares. Una buena cena, con el queso de la tierra, prepara al viajero para la larga etapa del día siguiente. 





martes, 24 de junio de 2014

CANAL DE CASTILLA

El  canal  de  Castilla  es una obra  de  ingeniería  hidráulica realizada entre mediados del siglo XVIII y el primer tercio del siglo XIX. Está situado en las provincias de  Burgos,  Palencia  y Valladolid  y  fue construido para facilitar el transporte del trigo de Castilla a los puertos del norte y de allí a otros mercados externos a la Península. La llegada del ferrocarril le hizo quedar pronto obsoleto para sus fines originales.



Fue concebido como una red de cuatro canales que unirían Segovia con Reinosa, pero solo se construyeron tres ramales (Norte, Sur y de Tierra de Campos). Tiene una anchura que varía entre 11 y 22 metros, y discurre a lo largo de 207 kilómetros, atravesando 38 municipios, uniendo las localidades de Alar del Rey, en Palencia, con Valladolid y Medina de Rioseco, situadas al final de los ramales Sur y de Tierra de Campos.





El canal de Castilla fue el proyecto más importante de ingeniería civil de la España Ilustrada. Pretendía servir como vía de comunicación y transporte para solucionar el problema de aislamiento que sufría la meseta castellana, por un relieve complicado y una deficiente red viaria, que hacía casi imposible el transporte de los productos agrarios de la región.

A mediados del siglo XVIII, el rey Fernando VI y su ministro, el Marqués de la Ensenada, empezaron a pensar en un plan para potenciar la economía de España. El Marqués sugirió a Fernando VI la construcción de una red de caminos y canales de transporte para Castilla, por ser entonces la principal zona productora de cereales. Antonio Ulloa, prestigioso ingeniero, presentó el Proyecto General de los Canales de Navegación y Riego para los Reinos de Castilla y León.

Las obras se comenzaron en julio de 1753 en Calahorra de Ribas, bajo la dirección de Antonio de Ulloa y de Carlos Lemaur, en el tramo conocido como Ramal de Campos. Al año de haberse iniciado se paralizaron, habiéndose construido 25 km, desde Calahorra de Ribas. En 1759, las obras se reanudan cerca de Alar del Rey, iniciándose así la construcción del Ramal del Norte, que se finalizó en 1791.





En diciembre de 1849 comenzó la explotación específica por la Compañía del Canal de Castilla. Tras un periodo de 70 años, revertiría de nuevo al Estado, que lo administró desde la Confederación Hidrográfica del Duero. La navegación comenzó a finales del siglo XVIII, y la época de mayor esplendor tuvo lugar entre los años 1850 y 1860, cuando las barcas que surcaban el Canal superaban las 350.  A partir de la apertura de la línea férrea Valladolid–Alar del Rey, con un trazado casi paralelo al Canal disminuyó su utilización como vía de transporte y comunicación.

Sin embargo los canales siguieron proporcionando otros usos derivados de la fuerza motriz, generando un desarrollo económico e industrial en las localidades por las que discurre y propiciando que se construyeran fábricas de papel, de harinas, cueros, molinos, armas e incluso pequeños astilleros.

El aprovechamiento de la fuerza motriz en las esclusas, molinos harineros y batanes, y la utilización de agua para riego agrícola han sido sus principales usos desde la segunda mitad del siglo XIX. Actualmente se plantea como regadío de las tierras anejas, habiéndose abandonado la navegación en 1959.





Otro recurso muy explotado en el presente siglo comienza a ser la promoción turística de este legado arquitectónico que es el Canal de Castilla. Está previsto iniciar la celebración de un acontecimiento cicloturista, el “Gran Premio Canal de Castilla”, que haga resurgir el pasado esplendor de la zona, a través de la promoción de sus valores patrimoniales y naturales. 

La carrera ciclista puede combinar tramos asfaltados con tramos donde se circularía por las sirgas paralelas a los canales, al estilo de los grandes "tours" europeos, como la París-Roubaix o el Tour de Flandes.


En la actualidad el Canal de Castilla conserva un gran interés histórico y cultural. En sus orillas han surgido “ecosistemas de ribera” y humedales de alto valor ecológico, con vegetación formada por carrizos y  espadañas, junto a olmos, chopos, álamos, fresnos y sauces

Entre la fauna destacan los aguiluchos laguneros y otras numerosas variedades de aves, además de mamíferos, anfibios y reptiles.


Existe un Museo del Canal de Castilla ubicado en Villaumbrales, a  7 km de Palencia, en la margen izquierda del ramal de Campos. El Museo tiene una amplia zona verde, al pie del Canal, en donde se conservan los restos de los astilleros que permitieron la construcción y reparación de las más de 350 barcas que llegaron a surcar el Canal, a finales del siglo XIX.




El Museo se alberga en la Casa del Rey, un edificio de piedra de sillería, madera y ladrillo visto datado de finales del siglo XVIII, y con el escudo real de Carlos IV. Tiene dos plantas dedicadas a exposición museística y una planta bajo la cubierta reservada a la gestión e investigación. La planta baja alberga una gran maqueta del Canal en torno a la cual discurre una pasarela que permite "recorrer a vista de pájaro" los trazados de los tres ramales que componen la obra.

A través de elementos audiovisuales, interactivos digitales, planos, maquetas y vitrinas, el visitante podrá conocer de primera mano cómo se gestó el proyecto, cómo fue el largo y complejo período en que el canal fue construido, y cuáles han sido sus usos a lo largo del tiempo.



domingo, 22 de junio de 2014

JUAN DE JUNI

1. Biografía de Juan de Juni


Nació en 1507 en la localidad francesa de Joigny. Se cree que debió formarse el apellido "Juni" a partir de la castellanización del nombre de esta localidad francesa. A comienzos de la década de mil quinientos treinta llegó a España. Existen pocos datos conocidos anteriores a esa fecha. Su formación artística, en la faceta escultórica se presupone que se inició en su tierra natal, y que debió completarla con una estancia en Italia.

En 1533  apareció en León, trabajando en el convento de San Marcos. Después se trasladó a Medina de Rioseco para realizar un encargo escultórico del Almirante de Castilla. A finales de 1540 se instaló, en Valladolid, ciudad en la que llevará a cabo la mayor parte de su producción artística. Allí murió en 1577. Su obra fue considerada perteneciente al bajo Renacimiento español (a pesar de su procedencia francesa).

Se casó tres veces: La primera con Catalina de Montoya, con la que tuvo una hija, María. Ana de Aguirre fue su segunda esposa, con la que no tuvo hijos. Finalmente su tercera mujer fue María de Mendoza con la que tuvo dos hijos más. En León habia nacido además Isaac de Juni, escultor como su padre, e hijo natural del maestro, que tenía 38 años a la muerte del padre, y que cuidó de los hermanos pequeños.























2 Obra de Juan de Juni

Juan de Juni fue con Alonso de Berruguete y Gregorio Fernández uno de los grandes representantes de la escultura del siglo XVI en España. Frente a otras características de la obra de Berruguete, Juni expresó la fuerza vital que anima a los personajes objeto de la representación artística.

Entre las obras más relevantes de Juan de Juni se pueden citar: El Entierro del Cristo, del sepulcro del Convento de San Francisco, en Valladolid, encargado por el Obispo de Mondoñedo, Antonio de Guevara. Se encuentra actualmente en el Museo Nacional de Escultura, en el Colegio de San Gregorio, de Valladolid.

















· La Capilla funeraria de los Almirantes de Castilla, en el Monasterio de San Francisco, en Medina de Rioseco, con las esculturas de San Jerónimo y San Sebastián, que recuerdan el grupo escultórico clásico del "Laoconte"

·      La Capilla de los Benavente, para enterramientode su familia, en la iglesia de Santa María de Mediavilla, en Medina de Rioseco, en la que Juan de Juni cinceló diversas esculturas para completar el retablo inicial de Esteban Jordán.

·   El sepulcro del arcediano Gutierre de Castro, conservado en el claustro de la Catedral Vieja de Salamanca, con el grupo escultórico inicial del "Descendimiento de la Cruz", con imágines de Cristo, la Virgen María, María Magdalena, María Salomé, Santa Ana y San juan Bautista.

·        La Dolorosa, también llamada Virgen de los cuchillos, en la cofradía de la iglesia de la Virgen de las Angustias, de Valladolid, que consigue expresar el dolor contenido de la madre de Cristo, tras la muerte de su hijo. 

  
Una de las facetas de Juni, poco conocida, es su versatilidad a la hora de emplear diferentes materiales como base de sus creaciones escultóricas: madera, piedra (San Marcos de León) e, incluso, barro cocido (iglesia de San Francisco de Medina de Rioseco), que  serán empleados en función de las necesidades que aparezcan a lo largo del desarrollo de la obra.









viernes, 20 de junio de 2014

ALMIRANTES DE CASTILLA

LOS ALMIRANTES DE CASTILLA

1. ORIGEN

Se remonta la institución a la conquista de Sevilla por Fernando III el Santo. La Corona de Castilla controlaba vastos territorios que se hanbían abierto a un mar nuevo desde la costa de Murcia. Al otro lado del Estrecho estaba el enemigo musulmán, y se hacía preciso contar con una Marina de Guerra propia.




Alfonso X, el Sabio materializó a través de diversas acciones legislativas la creación de la Marina Real y de la institución que habría de regirla, el Almirantazgo. En 1265 Alfonso X promulgó las "SIete Partidas", donde recogía, tras la estabilización del oficio de almirante, la regulación de sus funciones militares y jurisdiccionales.

2. EVOLUCIÓN

En los últimos años del siglo XIV, durante la minoría de edad de Enrique III, la institución inició un camino que la alejó cada vez más de los escenarios bélicos para centrarse en las intrigas políticas. Diego Hurtado de Mendoza accedió al cargo en unas circunstancias de luchas y desacuerdos en la Corte.

Muerto Hurtado de Mendoza en 1404, el cargo recae en otro linaje nobiliario, los Enríquez. Alonso Enríquez, es nombrado Almirante de Castilla por Enrique III en 1405. Este hecho marca el arranque de un periodo de tres siglos en los que la dignidad del Almirantazgo permanece en la familia de los Enríquez consumando de facto la patrimonialización del cargo.

A lo largo del siglo XV Castilla se debilita en luchas internas y el Almirantazgo languidece en un alejamiento de la actividad bélica a favor de la actividad habitual de los nobles. Los Enríquez son los señores de Medina de Rioseco desde 1453, y ello hace que esta ciudad vallisoletana sea considerada la “ciudad de los Almirantes”.





Tres miembros de la familia ocupan el cargo durante el periodo entre 1405 y 1490, Alonso Enríquez, su hijo Fadrique Enríquez y su nieto llamado también Alonso Enríquez. Durante este tiempo dos reyes gobiernan en Castilla: Juan II y Enrique IV. Los Enríquez son pieza fundamental en las luchas políticas por el control del Reino, mayoritariamente en apoyo de la monarquía.

Medina de Rioseco, la “ciudad de los Almirantes” asume una vocación comercial que se consolida con el paso del tiempo. En la época de Fadrique Enríquez se le concede, por Juan II, el privilegio de una feria anual. Enrique IV concede a la villa una segunda feria y en 1465 le otorga un jueves semanal franco de impuestos.

Fadrique toma partido  posteriormente por el infante Alfonso, hermano de la futura reina Isabel I de Castilla, y tras su muerte en Cardeñosa (Ávila) en 1468, por la propia Isabel con el Arzobispo de Toledo, Carrillo. En 1473 muere Fadrique en Simancas y deja el Almirantazgo y el mayorazgo de Medina de Rioseco a su hijo primogénito Alonso Enríquez II.

3. ULTIMOS ALMIRANTES

Alonso Enríquez II, tercer almirante de la familia, continuó con la celebración de las dos ferias anuales en Medina de Rioseco durante el reinado de los Reyes Católicos hasta 1477. Murió en 1485. 


Fadrique II Enríquez de Cabrera, cuarto almirante, inició la construcción del Palacio de los Almirantes y de la iglesia de San Francisco, fundó el convento de Santa Clara y durante su señorío se construyó la iglesia de Santa María de Mediavilla, en Medina de Rioseco.



Fernando Enríquez de Velasco (muerto en 1542) fue hijo de Alonso Enríquez II. y quinto almirante de Castilla, al morir su hermano Fadrique Enríquez de Velasco sin descendencia. Por los servicios prestados a la corona durante la Guerra de las Comunidades, el emperador Carlos le concedió el título de Duque de Medina de Rioseco.