viernes, 11 de diciembre de 2015

EL CABO Y EL FARO DE FINISTERRE

Los romanos consideraban que éste era el punto más occidental del mundo conocido (Europa). El origen de la localidad de Finisterre se pierde en el principio de la Historia, pero se la menciona en documentos que datan del siglo I, donde se habla de cómo el sol se precipitaba en el mar mientras una llamarada salía de las aguas.

Se creyó que el sol se apagaba, y que más allá no había nada (non plus ultra), excepto monstruos y oscuridad; allí los romanos encontraron el Ara Solis, un altar donde los antiguos pobladores adoraban al sol.


Cabo Finisterre es actualmente el destino de muchos peregrinos del Camino de Santiago. Está a una distancia de 90 km de Santiago de Compostela. El Camino de Santiago a Finisterre  es también conocido como Prolongación Jacobea al Camino a Santiago. Este camino histórico ya está descrito en las crónicas del siglo XII.

Algunos caminantes a Santiago no se resisten a la tentación de visitar el "Campo de las Estrellas" dirigiéndose hacia Finisterre (Fisterra). Este fue un lugar de magia y de ritos ancestrales, de fusión de lo divino y lo pagano, que alcanzó en este "Final de la Tierra" una magnitud que llegó a ser perceptible por los sentidos.

El faro fue construido en 1853. La torre, de piedra, tiene una base octogonal, que termina en una repisa sobre la que descansa un balcón. Arriba hay una cúpula con una linterna poligonal. La torre mide 17 metros y la luz del faro, por su situación a 143 metros sobre el nivel del mar, llega a más de 30 millas náuticas.


El faro de Finisterre es el lugar más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago. Podría decirse que Finisterre marca el confín d e la “Costa da Morte”, y que a partir de aquí empiezan las “Rías Baixas”.

Esta costa fue el escenario de grandes naufragios, como el de 1870 cuando un barco con 482 personas se hundió. Fue el caso más triste de esta “Costa da Morte”.

Desde la localidad de “Fisterra” es muy sencillo llegar hasta el faro: hay que seguir una carretera interior, paralelamente al mar, hacia el sur, durante unos dos kilómetros (podemos ir siguiendo a los peregrinos que se encaminan hacia allí). No es imprescindible ir en coche desde el pueblo, es incluso más recomendable dar un paseo para poder disfrutar de los espectaculares paisajes. 

Después de pasar mil tenderetes que venden recuerdos del faro, del Camino de Santiago y de Galicia, en general, unos metros antes de llegar al faro nos encontramos con el singular edificio llamado “El Semáforo”, construido en 1879, que es un pequeño hotel de turismo rural. No hemos tenido ocasión de alojarnos allí, a pesar de lo encantador que tiene que ser dormir tan cerca del mar, y con esas espectaculares vistas.

Desde el faro y mirando hacia el oeste podemos observar la “Pedra do Centulo”, enorme roca, casi un islote, cerca de la cual se hundieron muchos buques. 


Según la tradición, en el llamado “finis terrae”  se  realizaban ciertos ritos para llegar a la purificación espiritual: se quemaban las ropas para deshacerse de todo lo material que nos lastraría en el comienzo de una nueva vida. Es costumbre hacerlo al lado de una bota de bronce situada detrás del faro; y ver la puesta de sol como símbolo de la resurrección del alma.

Junto al Faro, en las rocas que asoman al mar, se pueden observar indicios de pequeñas hogueras con restos de ropa y calzado carbonizados. Incluso, si vais al atardecer, es muy probable que coincidáis con algún peregrino que se encuentre en ese mismo momento reduciendo a cenizas sus pertenencias.

El rito se realiza  como símbolo de la renovación interior que todo peregrino sufre en el Camino de Santiago. Se quema lo viejo para dar entrada a lo nuevo. Finisterre es un lugar de finales, pero también de comienzos.

viernes, 6 de noviembre de 2015

DE CORCUBIÓN A FISTERRA


La salida de Corcubión se realiza junto a la iglesia de San Marcos.  Tomamos las escaleras de la derecha y por la calle de las Mercedes vamos hacia el campo del Rollo, que tiene un parque infantil. En este punto ascendemos por una calzada, siguiendo un riachuelo que fluye entre las rocas y que nos gratifica con unas bonitas vistas de Corcubión y Cee.

La ruta asciende una loma y hay que emplearse a fondo para superar la corta pero exigente rampa que sube hasta el campo de San Roque, donde se encuentra un albergue, y la aldea de Vilar. Más adelante, tras cruzar la carretera, tomamos un camino que desciende nuevamente hasta la AC-445.

Caminando casi siempre por el arcén pasamos Amarela y después Estorde. A la entrada de Sardiñeiro dejamos un trecho la carretera para regresar después a ella, y la abandonamos a la altura de la rúa Nova. En Sardiñeiro se acaba volviendo a recuperar las vistas del mar.



Sardiñeiro tiene una playa en un entorno urbanizado, con un paseo marítimo reciente, construido en madera, y con un pequeño y cuidado parque. La playa tiene forma de concha, con base de arena de color blanco. Hay servicio de vigilancia de la Cruz Roja durante el verano, y presencia de Policía que patrulla la playa.

Nos despedimos de esta localidad por un agradable tramo, que fue Camino Real. Finaliza este tramo en un mirador sobre Fisterra y el Cabo de Finisterre. Tras cruzar de nuevo la carretera descendemos súbitamente para rodear la cala del Talón. Otro breve tramo de carretera conduce hasta Calcoba, donde brota el extenso arenal de Langosteira.

En Calcoba muchos peregrinos deciden recorrer este camino a pie de playa, un recorrido más auténtico, aunque el camino oficial avanza tras las dunas. Recorrer la playa de la Langosteira se convierte en un último trámite suave y agradable. En verano es sumamente difícil evitar la tentación de tenderse en la playa, tomar el sol y jugar con otros compañeros peregrinos...

La playa de Langosteira,  de casi 3 km. de longitud, es la playa más turística del municipio de Finisterre, y sin duda la más visitada de la Costa de la Muerte. Cuenta con multitud de servicios: paseo marítimo, accesos para minusválidos, y una riqueza marisquera y natural de gran importancia “el longueirón”. 


En su honor se celebra “La Fiesta del Longueirón”, con casi veinte años de historia. Esta fiesta gastronómica, que se ha colocado entre las más importantes de Galicia, sirve para hacer propaganda de la joya culinaria del municipio, este molusco parecido a la navaja y que se recoge en las playas del fin del mundo.  Se celebra la fiesta el primer fin de semana del mes de agosto.

Al pie de la playa encontramos la casa que perteneció y fue lugar de veraneo de Camilo José Cela. Muchos peregrinos del camino en Santiago atraviesan esta playa para llegar hasta el final de su peregrinación, el cabo Finisterre.

Según la tradición, los peregrinos completan realmente el camino cuando llegan al cabo y queman la ropa que utilizaron durante el trayecto, ritual que simboliza el inicio de una nueva vida. Se cree que su origen enraiza con una costumbre pagana, previa a la cristianización, que llevaba a contemplar la puesta de sol donde acababa la tierra, el “Finis Terrae” romano.

Acabada la playa de la Langosteira se llega ya a la población de Fisterra. Se accede a ella por el barrio de San Roque y se pasa junto a la cruz de Baixar, un crucero de granito del siglo XVI. En el anverso está representado Cristo crucificado y en el reverso María Inmaculada con el niño Jesús. Por la calle Santa Catalina se llega a la calle Real, donde está el albergue público y donde nos darán la Fisterrana.


Son pocos ya los metros que nos quedan hasta el albergue, que se encuentra céntrico, justo al lado del puerto, de llamativo color azul claro, el albergue de la Xunta está regentado por Begoña, la hospitalera. Hay muchos otros albergues privados también.

Tras el albergue pasaremos junto a la capilla de Nuestra Señora del Buen Suceso, iglesia barroca de 1743, situada en la plaza de “Ara Solis”. El crucero de esta iglesia muestra a Cristo crucificado y a la Virgen del Socorro.

lunes, 5 de octubre de 2015

CEE Y LA RÍA DE CORCUBIÓN


Cee se halla en el lugar donde se une la carretera de A Coruña a Fisterra con la de Cee a Tui, que recorre toda la costa occidental gallega sin apartarse del litoral, hasta A Guarda y Tui. 


La ciudad
       
La población, de 7.197 habitantes, se ocupa principalmente en la pesca, la industria, la agricultura y el comercio. Las industrias principales son la fábrica de Carburos Metálicos de Brens y la construcción de barcos de pequeño tonelaje.

La ría

A ambas orillas de la ría se van acortando distancias entre las villas de Cee y Corcubión, sobre todo después de la creación del barrio de A Seca, en terrenos ganados a la propia ría. El desarrollo demográfico lleva camino de trasformar el conjunto urbano en una pequeña ciudad.

La ría lleva el nombre de Corcubión por haber residido en esta villa desde tiempos históricos la capital de la jurisdicción, pero la mayor parte de su costa, en la orilla meridional, pertenece al municipio de Cee. Suelen designarse como límites la península de Quenxe, y O Pindo (Carnota).

Un poco de historia

Hay abundante documentación de Cee en el siglo XVI. Tenía una considerable importancia la pesca, especialmente la de cetáceos. Fue entonces cuando se construyó la iglesia, en estilo gótico tardío. La iglesia fue reconstruida después del destrozo provocado por los franceses, pero conserva algunas partes de aquella edificación primitiva.

Cultura y ocio

La villa de Cee, en claro momento de desarrollo y expansión, se ha convertido en el centro natural de la comarca, suplantando en este sentido a la histórica Corcubión. Ha sabido además conservar el encanto de las antiguas casas de piedra, de las estrechas calles de irregular trazado con hermosos y bien cuidados callejones. Sobresale, como nota típica, el hecho de mantener en pie muchos hórreos de piedra, dentro del núcleo urbano, cuando normalmente este elemento constructivo sólo se da en el ambiente rural.

Iglesia Parroquial

        
La iglesia parroquial fue reedificada en el siglo XIX, pero conserva la capilla mayor y su bóveda de arco apuntado de la primitiva construcción ojival, de supervivencia gótica, del siglo XVI. La fachada principal y las dos torres se construyeron en 1878. 

Castillo del Príncipe
   
En la parroquia de Ameixenda, emparejado con el castillo del Cardenal de Corcubión, se construyó en el siglo XVIII el castillo del Príncipe. Fue proyectado por el ingeniero Llovet y terminado por el francés Carlos Lemaur, con objeto de defender la ría, Estaba provisto de 88 hombres y 12 cañones. Perdido su valor estratégico, fue adquirido por particulares que lo convirtieron en residencia veraniega privada. El príncipe a que se refiere su nombre es el que luego sería rey de España con el nombre de Carlos IV (1788-1808).

Playa de Estorde
       

El municipio de Cee es irregular, sus límites son algo arbitrarios y no responden a una unidad geográfica definida. Pertenece a las tierras costeras del área fisterrana, aunque las altas lomas próximas lo protegen de las inclemencias provenientes de los vientos del mar abierto.

En sus alrededores está el pequeño enclave de Estorde, playa segura y tranquila, al abrigo del arco fisterrano. El clima de Cee es templado y húmedo, propio de la costa noroccidental gallega.

Corcubión

Corcubión está en la más alta de las Rías Baixas, posee las características de estas y anuncia las propias de la costa más al norte. Así, esta tierra de transición conjuga en perfecta armonía el sosiego y la calma de las Rías Baixas y la bravura y la naturaleza viva características de la Costa da Morte.

El Municipio de Corcubión es uno de los más pequeños de Galicia, en extensión, y tiene una población de unos 2000 habitantes. Está constituido por dos parroquias, San Marcos de Corcubión (zona urbana) y San Pedro de Redonda (zona rural).

Orígenes de Corcubión

Los orígenes de Corcubión son antiguos. La procedencia del nombre de la localidad indica que este territorio estuvo poblado desde época anterior a los romanos. Los restos de castros existentes, entre los que destaca el castro de Quenxe, son vestigios vivos de este pasado.

El puerto de Corcubión tenía importancia desde tiempos romanas. Los cronistas clásicos mencionan que la población pertenecía a la tribu celta de los nerios. Los romanos llegaron a Fisterra (Finis Terrae) donde se situaba el Ara Solis, y se asentaron en la zona. Numerosos de vestigios arqueológicos dan fe de la presencia romana en Corcubión.

Iglesia de San Marcos


El núcleo primitivo de Corcubión tuvo su origen más al interior de su ubicación actual. A partir del siglo XIII, cuando los piratas dejan de llegar a sus costas, la población comienza a instalarse al lado del mar y se construye la iglesia parroquial de San Marcos.

Últimos tiempos

A partir de la Edad Media comienza a conocerse bien la historia de Corcubión, cuando pasa a depender de los Condes de Trastámara. El antiguo pazo de los Condes es testigo de esta etapa. Posteriormente pasó a depender de la casa de Altamira.

A partir del siglo XVIII se instalan industrias de salazones con capital de familias nobles y burguesas catalanas, actividad que se consolidó en el siglo siguiente. En la ría de Corcubión está documentada su presencia desde el año 1755. Para defender la ría ante ataques del exterior se construyó en el siglo XVIII el Castillo del Cardenal, fortificación que formaba pareja con el Castillo del Príncipe, en Cee.

A principios del siglo XIX el pueblo de Corcubión luchó contra la ocupación francesa. En respuesta a esta resistencia, los ejércitos franceses incendiaron y saquearon la villa. En la segunda parte del siglo XIX y principios del XX Corcubión tiene un nuevo resurgir que se refleja en la contrucción de varios edificios modernistas.


En el siglo XX, Corcubión sufrió la emigración como el resto de Galicia, principalmente a Buenos Aires. Durante la época de la República y la Guerra Civil, Corcubión, junto a la vecina villa de Cee, fue uno de los núcleos máis activos de la zona debido al movimiento obrero que se organizó en torno a la fábrica de carburos, canalizado a través de la CNT y la UGT.

En la actualidad Corcubión es cabeza de partido judicial y concentra la mayoría de los servicios administrativos del extremo occidental galego, sigue viviendo de la pesca y del marisqueo pero también de la industria, la construcción y sobre todo del sector servicios que ocupa el 70% de la población activa.     

miércoles, 23 de septiembre de 2015

DE OLVEIROA A CEE


Descendemos la calle del albergue y giramos a la derecha para salir de Olveiroa por una pista asfaltada, junto a un lavadero. A la altura del mojón 34,558, se tuerce a la izquierda para cruzar un arroyo y tomar una senda que desemboca en otra pista que se dirige al embalse do Castrelo, en el río Xallas.

Tras una curva tomamos, por la derecha, un camino que sube hacia una línea de aerogeneradores. Más adelante dejamos este camino y avanzamos por la ladera de la montaña paralelamente al río Xallas, que fluye encajonado por una tupida vegetación. Hay unas vistas espectaculares del río desde este lugar. Bajamos hasta Vao de Ripas, donde cruzamos el “rego de Hospital” por un puente de piedra. Subimos una empinada cuesta y entramos en Logoso, aldea situada en las laderas del monte Castelo. 


Entramos en el albergue de Logoso y tomamos un café y unos bocadillos. Atravesamos esta localidad y abordamos una subida al Monte Sino, que nos conduce hasta la aldea de Hospital, donde existió un antiguo hospital de peregrinos que fue destruido por las tropas napoleónicas. Allí cogemos la carretera CP-3404. A los pocos metros de la carretera hay un bar a mano izquierda, donde también pueden avituallarse los caminantes. Pasado el bar acortamos un trecho por la carretera antigua para desembocar en la rotonda donde se encuentra el mojón que bifurca los caminos a Fisterra y Muxía .

Continuamos por la izquierda, en dirección a Fisterra. El camino de la derecha conduce a Dumbría y Muxia. Pasada una antigua fábrica de carburos de Ferroatlántica, que siempre echa humo por su chimenea, dejamos la carretera por la derecha para tomar una pista  en buen estado, rodeada de un paisaje de tojos, pinos y eucaliptos. El camino va por el alto de Buxantes, pasando al pie del petroglifo de “Pedra Ancha” donde, según la tradición, habitaba el “vaker” o monstruo que devoraba a los peregrinos.
 

Esta ruta nos conduce hasta el crucero de Marco do Couto, donde como en otros célebres lugares del Camino, los peregrinos suelen dejar una piedra cogida por los alrededores. 

Continuamos por un terreno similar hasta la ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Allí hay un merendero donde podemos hacer un alto en el camino. Después recorremos el repoblado monte do Lousado por cómodas pistas hasta la ermita de San Pedro Mártir, en la parroquia de Pereiriña. Manuel Vilar cita que "la construcción puede estar relacionada con el monasterio de Santa Tasia". 


Prolongamos la caminata hasta el cruceiro da Armada, que podemos observar a mano derecha. Desde allí ya se puede ver el Cabo Fisterra bañado por el Atlántico.Tras el crucero sobreviene un empinado descenso, con vistas a la ría de Corcubión, que conduce hasta Camiños, Chans y Cee, lugares donde hay opción de finalizar la etapa gracias a la apertura de varios albergues privados.

El itinerario conduce por el Campo Sacramento y rúa Magdalena hasta el centro de Cee, donde se encuentra la iglesia de Santa María de Xunqueira, del siglo XVI y con capilla mayor de estilo gótico. Cee estuvo poblada en la antigüedad por los Nerios. Hacia el siglo XII fue una pequeña villa agrícola y en los tiempos actuales es el municipio más grande de la Costa da Morte con cerca de 8.000 habitantes.


sábado, 5 de septiembre de 2015

DE SANTA MARIÑA A OLVEIROA


Salimos de Santa Mariña y trescientos metros después del albergue dejamos la carretera general por la derecha y cogemos una pista vecinal asfaltada que sube poco a poco hasta Bo Xesús, pequeña aldea de dos casas, por donde pasó Domenico Laffi en 1673. Hasta aquí llegaron las tropas de Napoleón camino de Cee y Corcubion. De Bo Xesús el camino sigue hacia Gueima. Desde esta aldea superamos otro buen repecho hasta llegar a Vilar do Castro.

En esta zona el Camino ha sufrido una alteración debido a la propiedad de un terreno. En la actualidad ya no es posible subir al histórico Monte Aro por lo que éste se rodea por la derecha, ascendiendo su vertiente norte. En el posterior descenso, convertido en tranquilo paseo, se ve una bella panorámica de los valles del Xallas.

El Monte Aro es un punto emblemático en el Camino de Santiago a Finisterre porque domina estas tierras llanas que conforman la “Terra de Xallas”. Seguimos por el camino de la derecha y podemos ver en la lejanía el embalse de Fervenza, construido en la década de los 60 del siglo XX. Hoy es escenario de una multitudinaria fiesta veraniega.

El embalse de Fervenza es uno de los más grandes de Galicia por su extensión. Fue construído en 1966 y  abarca 1250 hectáreas, en  los concellos de Dumbría, Mazaricos, Vimianzo y Zas. La presa tiene una altura de 27 metros y una longitud de 127. El volumen de agua embalsada puede llegar hasta los 104 hectómetros cúbicos.

Su construcción cambió la vida de los habitantes de estas comarcas, anegó grandes valles y extensas áreas de cultivo.  El volumen de agua embalsado varió el clima de la comarca ligeramente, aumentando la humedad y formando grandes bancos de niebla con frecuencia. Entre el embalse y la desembocadura en el mar, en forma de cascada del río Xallas se encuentran tres presas hidroeléctricas: La de Puente Olveira, la de Castrelo y la de Santa Uxía.

No salimos de la carretera vecinal, aunque unas flechas nos indican el camino de Lago. Pasamos posteriormente por Campo Valado, Porteliñas y Abeleiroas. En este último lugar nos indican seguir hacia Corzón por la actual carretera o desviarnos a “A Picota”, capital del Concello, que está a 2 km, donde podemos encontrar todos los servicios que pueden precisar los caminantes.

Junto al desvío hacia el mirador de Corzón giramos a la izquierda y nos aproximamos hasta la iglesia parroquial de San Cristovo de Corzón, una sobria construcción rural con elementos que van desde el estilo arquitectónico románico hasta el neoclásico. En lugar de entrar en San Cristovo de Corzón giramos a la derecha para tomar una carretera más relevante y llegamos al puente sobre el río Xallas que divide los Concellos de Mazaricos y Dumbría.

Poco después de sobrepasar el puente el peregrino, ya sediento, localiza un  complejo con albergue y restaurante, “O Refuxio da Ponte”, con jardín y mesas exteriores, que sirve comidas y avituallamientos a lo largo de todo el día. Enfrente, al otro lado de la carretera, los caminantes disponen de mesas para comer al aire libre.

En este mismo lugar, en 1809, los labriegos gallegos intentaron sin éxito frenar el avance de las tropas francesas. Al otro lado se encuentra Ponte Olveira, donde hay una cafetería-restaurante con un albergue que dispone de un pequeño jardín donde poder acampar.

Hasta el final de la etapa quedan unos 25 minutos. Hay que seguir la carretera, ya sin pérdida, y desviarse hacia el centro de Olveiroa. A la entrada se encuentra el albergue privado Hórreo. En el centro de la localidad está el albergue  público. Este último está distribuido en varios edificios: las antiguas escuelas, casas particulares, varios hórreos, un merendero y el local de la recepción.

Olveiroa, es una aldea de hórreos centenarios que desde hace una década apostó por el Camino y por rehabilitar sus construcciones. En la actualidad es un núcleo renovado, con un patrimonio restaurado y enfocado a los peregrinos.

domingo, 12 de julio de 2015

DE NEGREIRA A SANTA MARIÑA

Volvemos al centro de Negreira por la carrera de San Mauro, pasando de nuevo bajo el arco que comunica la capilla, del siglo XVIII, con el pazo de Cotón. En su fachada se pueden ver una docena de escudos de armas pertenecientes a las familias que lo habitaron. Cruzamos el río Barcala, afluente del Tambre que cuenta con un paseo fluvial para disfrute de los vecinos de la localidad. 
En Negreiroa, una pequeña aldea que fue el núcleo original de Negreira, pasamos por la iglesia parroquial y dejamos la carretera al llegar junto a la iglesia de San Julián, construida al final del siglo XVIII, que muestra una sencilla fachada, sobre la que sobresale una torre de dos cuerpos, rematada con una linterna.

Junto a la iglesia, separado por apenas ochenta metros hay un cruceiro, levantado en el siglo XIX y coronado por la imagen de la Virgen Dolorosa, por un lado, y por Cristo crucificado por el otro. Cerca del cruceiro mismo se encuentra una mesa, sobre la que se colocan los Santos durante las procesiones.

A continuación nos da la bienvenida un tramo boscoso que asciende hacia el alto de la Cruz y que sale de nuevo a la carretera cerca de San Mamede de Zas. Pasada la aldea se abandona otra vez la carretera para atravesar un paseo encauzado por muros de piedra y rodeado de variada vegetación. 

Este itinerario nos lleva al núcleo de Camiño Real, que dejamos a mano izquierda.  Camiño Real es un lugar de la parroquia de Aro, todavía en el concello coruñés de Negreira, en la comarca de Barcala. En 2011 tenía una población de 27 habitantes, segun datos del Instituto Nacional de Estatística, 13 hombres e 14 mujeres. 

Nos tomamos un pequeño respiro antes de continuar un trecho de subida, de casi dos kilómetros y medio, con algunos toboganes al final, hasta la siguiente aldea. Llegamos asi a Rapote, en la parroquia de San Martiño de Broño. Rapote es un pequeño núcleo con un banco para el descanso y una fuente de agua potable. 

De nuevo continuamos entre prados y bosques frondosos y, en general, sobre buen firme, se afronta un leve descenso y posterior ascenso hasta llegar a “A Pena”. Pasada la iglesia parroquial de San Mamede, el caminante accede al núcleo de Piaxe y, poco después, puede observar a mano derecha un cruceiro bien conservado. 

El caminante afronta a continuación un nuevo tramo asfaltado, sobre la carretera DP-5603, que le lleva en ascenso desde Portocamiño hasta el núcleo de Cornovo, en un trayecto donde muchos viajeros no dudan en fotografiar los prados verdes que se abren por la derecha en amplia panorámica.

Tras dejar a mano izquierda el cruce que lleva hasta Gorgal y Xallas, el peregrino  se adentra por senderos de tierra hasta una pasarela que salva el “rego de Forxán”. De nuevo entre pinos y eucaliptos retorna a la carretera ya conocida, que le conduce haciendo un tobogán, hasta las inmediaciones de Vilaserío, núcleo con servicios para los peregrinos, al que se accede por un camino que discurre por la izquierda de la carretera.


Pasado el mojón 54,977 retorna de nuevo al asfalto. El caminante continua durante cerca de dos kilómetros por el margen izquierdo de la carretera DP-5603, que avanza entre prados con presencia ganadera. Tras una larga recta y un leve ascenso, un mojón y un cartel municipal desvían al caminante hacia la derecha, hacia el núcleo de Cornado, última localidad del ayuntamiento de Negreira.

A partir de este pueblo el paisaje va cambiando radicalmente debido a la concentración parcelaria. Un pequeño repecho y su posterior bajada por una pista nos permite ver alguna cabaña de vacas entre el pinar y llegar hasta la carretera DP-5604, que seguimos por la derecha durante 400 metros. La dejamos por la izquierda y al poco tiempo llegamos a las cercanías del río Barbeira, donde nos encontramos con una pista agrícola envuelta por cultivos de maíz.

Unos cuarenta o cuarenta y cinco minutos después llegamos hasta el puente sobre el río de Maroñas. Lo cruzamos y entramos en la parroquia del mismo nombre, del Concello de Mazaricos, señalizada con un rótulo de madera. A la entrada nos saludan dos hórreos típicos.

Salvado el pequeño cauce, el caminante circula ya por “As Mariñas”, aldea típica gallega con una iglesia de finales del siglo XII a la que no se acerca la ruta. En el núcleo urbano se anuncian dos casas de turismo rural, no situadas en la propia sirga peregrina.


Continuamos por una pista vecinal hasta Santa Mariña. A la altura del crucero se puede girar a la izquierda hacia el albergue Casa Pepa, con bar restaurante. El Camino sigue a la derecha en busca de la carretera AC-400. Hay que cruzarla con sumo cuidado debido al intenso tráfico rodado. Al otro lado está el bar y el albergue Santa Mariña.

jueves, 4 de junio de 2015

DE PONTE MACEIRA A NEGREIRA


El núcleo urbano de Ponte Maceira es uno de los más inmortalizados por los relatos de los peregrinos del Camino de Fisterra. Se halla dividido por el río Tambre, que sirve de separación entre los ayuntamientos de Ames y Negreira. 




El viajero pasa en su caminar junto a casas cuidadas, presididas por la que fue la más importante, con un reloj de sol en su fachada. Deja a su derecha el restaurante Ponte Maceira, rehabilitado sobre un antiguo molino, desde cuya terraza se podrá apreciar la belleza del conjunto que conforman la piedra y el agua en sus alrededores. 

A continuación atraviesa el “Ponte Vella”, el conocido puente, que antaño fue el único paso del río Tambre en bastantes kilómetros. De ahí su importancia, ya que durante la Edad Media permitía salvar el río y enfilar desde Santiago hacia la Costa da Morte.

Pasado el río Tambre, el viajero puede apreciar la belleza del poblado de época medieval, restaurado con buen gusto y apropiadas intervenciones arquitectónicas en viviendas, algunas de las cuales cuentan con escudos renacentistas. 



En el lugar se localizan la capilla de San Blas, del siglo XVIII, dos molinos de agua rehabilitados, algún pombal de planta circular, hórreos y, a mano derecha, el imponente pazo de Baladrón, de propiedad particular, construido entre 1945 y 1955, con aspecto modernista que se adapta a la armonía del lugar.

El peregrino se encamina ahora hacia la comarca de “A Barcala”, de gran producción láctea y de carne de vacuno, ubicada a dos kilómetros de Ponte Maceira. Primero por un camino asfaltado y luego por un sendero de tierra, que avanza paralelamente a la ribera del río Tambre, entre una “carballeira”, el caminante pasa por debajo del arco de “Ponte Nova”, y poco después, bajo el viaducto de la carretera AC-450, que tiene intenso tráfico.
 
Poco después, en Outeiros, el caminante debe afrontar un tramo por la carretera AC-450, que le conduce hasta Barca. En este lugar atravesará el pequeño núcleo urbano y después volverá a cruzar la carretera para afrontar, en ascenso, la llegada hasta Chancela. La diversidad de anuncios de albergues y servicios para caminantes ya desvelan la llegada a Negreira y el inminente fin de etapa. 



En lo alto se deja a mano izquierda el “Pazo da Chancela”, llamado también “Casa do Capitán”, de propiedad privada, que tiene una torre almenada del siglo XIV. Toda la finca está rodeada de una muralla de piedra.  Pocos metros después, se produce el desvío hacia la aldea de Logrosa, un lugar con castro y con albergue privado para peregrinos.

 
El Camino de Santiago, la vía milenaria, continúa de frente hasta desembocar en la avenida de Santiago de Negreira, donde se concentran la mayor parte de los servicios y alojamientos para caminantes. Para llegar al albergue público  hay que continuar aún un pequeño tramo del recorrido, ya que se encuentra a la salida del núcleo urbano.


Se sigue por esta calle y se gira hacia la izquierda para continuar por la carretera de San Mauro, pasando por debajo de uno de los arcos del “Pazo de Cotón”. Hay que cruzar un puente sobre el río Barcala y aproximarse  hasta el albergue por una carretera en ascenso.

domingo, 31 de mayo de 2015

HASTA PONTE MACEIRA



Pasado “Sarela da Baixo” puede verse el mojón kilométrico 86,722. Giramos a la derecha y retomamos la travesía por un camino que fluye bajo los eucaliptos. Este camino lo utilizaban las lecheras de Villestro para ir a vender la leche a Santiago. Manuel Vilar, en su  “Camino al fin de la Tierra” nos lo relata así:

“Llegamos a la aldea de Sarela de Abaixo. Esta era “un lugar todo de arrieiros”, tal como nos cuenta una vecina que sobrepasa los ochenta años. Esta mujer igualmente nos informa que por donde sale el camino de la aldea se llama “Camiño Francés”,…”

El bosque de eucaliptos finaliza a la altura de unos chalets unifamiliares en “Moas de Abaixo”, lugar de la parroquia de Santa María de Figueiras, que dejamos a mano izquierda. De “Moas de Abaixo” los peregrinos salen hoy por la derecha y van hacia Carballal, siguiendo el “camiño das leiteiras de Villestro”.

La delimitación del “Camiño Xacobeo”, a raíz de 1997, está en la necesidad de separarlo de la carretera y del asfalto para una mayor comodidad y seguridad del peregrino. Pero este camino es también un camino histórico, porque las mujeres de Villestro, y otras, que andaban con los cacharros de la leche sobre sus cabezas, también hicieron historia.

Avanzamos por asfalto hasta el núcleo de Carballal, perteneciente a la parroquia de Villestro. Carballal es una pequeña aldea de 110 habitantes, según el padrón de 2013. A la salida de esta población nos   aguarda un tramo de subida entre eucaliptos.

El camino es pedregoso al principio y de tierra sin compactar después. Pueden  verse  cazadores entrenando a sus perros en busca de presas. En la bajada,  sobre una pista asfaltada, junto al mojón kilométrico 82,306, entramos en el núcleo urbano de Quintáns, que tiene casas de colores y un mirador sobre el valle.

Salimos de Quintáns cambiando varias veces de dirección y llegamos por un camino recto y asfaltado hasta el puente medieval sobre el río Roxos, que las personas mayores del lugar llaman  el “puente romano”, indicándonos su antigüedad e importancia histórica. Está hecho de piedra, con tres arcos, el central de medio punto y los dos laterales adintelados. También tiene contrafuertes.

El Puente sobre el río Roxos, afluente del Sar, ha llegado hasta nuestros días en parte por el propio interés de la vecindad de Villestro, ya que estuvo a punto de desaparecer ante su previsible demolición, parece ser que porque no disponía de ancho suficiente para acoger la actual cantidad de vehículos.

El Camino de Santiago en su recorrido hasta Fisterra pasa por la parroquia de Santa María de Villestro, cruza el Puente sobre el río Roxos y comienza la subida hasta el alto del Vento. Antes del inicio de la subida hay un rincón con varias mesas para descansar a cobijo del sol.



Sin interrupción y casi sin esfuerzo alcanzamos el “Alto do Vento”, donde hay un bar-restaurante, junto a una urbanización llamada “El Bosque Animado”. En este punto abandonamos el concello de Santiago para entrar en el de Ames.

Continuando por una carretera recta llegamos a la aldea de Ventosa,  el primer núcleo urbano de la parroquia de Covas, al que llegamos enseguida por el arcén de la carretera AC-453. Dejamos esta carretera para atravesar parte de la población de Ventosa, y regresamos a la carretera más adelante, a la altura de Lombao.

El ayuntamiento de Ames tiene una superficie de 80,9 km cuadrados. Está situado al oeste de Galicia, en el sur de la provincia de La Coruña,  al suroeste de Santiago de Compostela y al este de Negreira y “A Baña”. En este ayuntamiento se encuentra la aldea de Ventosa y el “Alto do Vento”, que tiene  376 metros de altura sobre el nivel del mar.

A pesar de su carácter de tierra interior tiene condiciones climáticas propias de la zona litoral y su clima apacible pertenece al dominio oceánico húmedo con temperaturas medias en torno a los 14 grados. Las precipitaciones disminuyen en el período que va de mayo a septiembre.

En Lombao está el albergue Casa Riamonte, en el desvío a Ameixenda. Siguiendo la carretera AC-453 dejamos a ambos lados los desvíos a Bertamirans, Ameixenda y Castelo, y a continuación bajamos hasta “Augapesada”. El itinerario nos obliga a dejar la carretera para pasar junto al puente sobre el “rego dos Pasos”, un pequeño riachuelo que nace entre los montes de Tapia y Amigenda.

Resulta difícil distinguir la pequeña y dispersa localidad de “o “Augapesada”, de no ser por el pequeño puente que encontramos sobre  el “rego dos Pasos”. Éste puente está construido con grandes losas, que se levantan desde hace mucho tiempo sobre el intermitente “arroyo dos Pasos”.

Este fue el antiguo paso obligado de los peregrinos sobre el pequeño afluente del Sar, hasta que la construcción de la carretera AC-453 relegó este puente a un mero elemento decorativo. Una vez superado el pequeño arroyo, nos enfrentaremos a la subida al alto del Mar de Ovellas, al que ascendemos por un camino rehabilitado, a la sombra de un bosque autóctono.



El alto del Mar de Ovellas, de 215 metros de desnivel, es la dificultad más relevante del Camino de Santiago a Finisterre. Nada más comenzar el camino hay un banco de piedra, que permite ajustarse la mochila y beber un poco antes de iniciar la subida. Vamos rodeados por un robledal y sentimos la dureza de las primeras rampas.

El primer kilómetro y medio subimos por camino y a la altura de un depósito de agua salimos a la carretera, lo que ayuda a suavizar la dureza de la subida.  Aún hemos de recorrer ochocientos metros antes de coronar “ el alto do Mar de Ovellas”.

Desde lo alto el caminante apreciará una buena panorámica del valle de “A Maía”. Recobradas las fuerzas se inicia el descenso por la misma carretera. De forma rápida se atraviesa varios núcleos de población, como Carballo, donde se ubica una cruz en recuerdo de un hombre de Fisterra fallecido en el lugar, o Trasmonte, donde el viajero hallará un buen bar para hacer un alto.

En este punto se recomienda tomar un desvío señalizado que conduce a la iglesia de Santa María y a un cruceiro cercano. Este templo es de mediados del siglo XVIII y tiene en su fachada una torre-campanario de estilo barroco con una pequeña cúpula.

La ruta continúa rodeada en ocasiones de castaños, por los lugares de Reino, donde, desviado a 80 metros del itinerario, el caminante podrá localizar el Mesón O Pozo, y tomar una buena comida, o Burgueiros, para proseguir el descenso hasta el idílico paraje natural de Ponte Maceira, un monumental puente romano.



El camino asfaltado nos lleva hasta el río Tambre, que separa en dos el núcleo urbano de Ponte Maceira y sirve de división entre los Concellos de Ames y Negreira. A este lado del río la terraza de un bar brinda una excelente panorámica del magnífico puente de origen medieval, de finales del siglo XIV.  Se vino abajo en varias ocasiones por las embestidas del río Tambre.

Al otro lado del puente se encuentra la capilla del Carmen o de San Blas. Es del siglo XVIII y a mediados del siglo XX se le adosó el ábside semicircular. A su derecha queda el pazo de Baladrón, construido también entre 1945 y 1955.

sábado, 23 de mayo de 2015

SALIENDO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA



Desde Compostela el peregrino prosigue su marcha hacia el Océano Atlántico con la intención de completar su viaje y encontrar nuevas tierras. La primera jornada se adentra en el ambiente rural de la Galicia profunda, donde los bosques de robles y eucaliptos alternan con campos abiertos.

El camino a Finisterre  sale desde la Plaza del Obradoiro, a los pies de la Catedral, por la calle de las Huertas, entre el Hostal de los Reyes Católicos y el palacio de Raxoi. Descendemos rectos por esta calle la cuesta que nos lleva junto a la iglesia de San Frucutoso, conocida también como iglesia de las “Angustias de Abaixo” o de la Real Angustia.

 

Este templo es de estilo churrigueresco y fue proyectado por Lucas Ferro Caaveiro en el siglo XVIII. En su construcción, de planta central, sobresale la grandiosa cúpula con forma de media naranja. La fachada está concebida para ser contemplada desde la Plaza del Obradoiro, por lo que la decoración se concentra en la cornisa superior.

Allí se sitúan las imágenes de las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, que la retranca popular las ha identificado con las cuatro sotas de la baraja española. Completa la fachada un campanario adornado con volutas y pináculos y una hornacina con la imagen de la Virgen de las Angustias.

Domenico Laffi salió de Santiago de Compostela por la antigua “Porta de Faxeira”, según cuenta en su "Viaggio in Ponente a San Giacomo di Galitia a Finistearre", para después desviarse  “hacia poniente”, por el camino de Noia y Muros.



 
La calle de las Huertas se prolonga en la “rúa Campo das Hortas”. Tras un paso de peatones continuamos de frente por la “rúa do Cruceiro do Galo”, que pasa a denominarse Poza de Bar y más adelante San Lorenzo. Ésta calle nos lleva hasta la “carballeira” del mismo nombre, una antiquísima fronda de robles donde está situado el convento franciscano de San Lorenzo de Trasouto.

El antiguo monasterio medieval del siglo XIII se inició cuando Martín Arias, obispo de Zamora fundó una ermita dedicada a San Lorenzo que después se convirtió en un modesto convento de la orden franciscana rodeado de espesos robledales.  Aquí se celebró el Capítulo de la Orden Franciscana en 1473.

Actualmente el convento se ha transformado en un “pazo” que cuenta con jardines exteriores que destacan más por su riqueza y variedad botánica que por su trazado. Merece la pena su especial e insólito claustro. Es un espacio de planta casi cuadrada rodeado por una galería abierta en el piso inferior y acristalada en el piso superior.

El paseo perimetral encierra otro jardín interior, con bojes tallados formando dibujos que, con el transcurrir de los años, se han convertido en extraños jeroglíficos cuyo significado es difícil de desentrañar.

En este paraje, pasado el robledal de San Lorenzo, encontramos el primer mojón jacobeo que nos indica las distancias hasta Fisterra y Muxía. Uno de los paseos del robledal llega a la “rua Costa do Cano” y   desciende hasta el “Ponte Sarela” sobre el río del mismo nombre.

El río Sarela discurre por los alrededores de Santiago, de norte a sur, hasta su desembocadura en el Sar, citado por Rosalía de Castro en su libro de poemas: “En las Orillas del Sar”:

 

A través del follaje perenne
Que oír deja rumores extraños,
Y entre un mar de ondulante verdura,
Amorosa mansión de los pájaros,
Desde mis ventanas veo
El templo que quise tanto.

El templo que tanto quise...
Pues no sé decir ya si le quiero,
Que en el rudo vaivén que sin tregua
Se agitan mis pensamientos,
Dudo si el rencor adusto
Vive unido al amor en mi pecho.   (Poema de Rosalia)

Estas zonas del Sarela, antes de perderse en el Sar, eran la huerta de Compostela.

Pasado el río Sarela están las antiguas fábricas de curtidos del barrio de “O Carme de Abaixo”. Aunque la mayoría de ellas están hoy en ruinas, todavía conservan, inequívocas, las huellas de su pasado como industrias artesanales, que tuvieron su esplendor durante el siglo XIX y hasta la mitad del XX.

Al lado de la antigua fábrica de “O Carme de Abaixo” estaba el convento de las Oblatas. Estas monjas también llamadas “arrepentidas”, tradicionalmente acogían a las mujeres de vida “licenciosa” de la ciudad.  Ahora es un hotel de alto nivel: AC Palacio del Carmen.


Una senda arbolada  nos aproxima hasta la pista que conduce a “Sarela da Baixo”, donde, si el día está despejado, veremos por última vez la catedral compostelana. A partir de aquí el camino se adentra en un bosque de eucaliptos.


domingo, 17 de mayo de 2015

CAMINO DE SANTIAGO A FISTERRA

Santiago de Compostela fue la meta espiritual de las peregrinaciones cristianas durante la Edad Media, pero desde época prehistórica y posteriormente celtas y romanos caminaron hasta la “Costa da Morte”, el “fin de la Tierra” antes del descubrimiento de América.


Siempre tuvo una carga de misticismo el viaje hacia el oeste, el llamado "camino de las estrellas”, que en las noches claras siguiendo la orientación de la Vía Láctea se realizaba hacia el final de la Península Ibérica.

Allí era legendario aguardar la hora del ocaso y ver esconderse el sol en la inmensidad del océano. No son pocos los relatos que a lo largo de los siglos nos han escrito los viajeros que llegaron a estas costas: el húngaro Jorge Grisaphan en 1355, el checo León de Rosmithal a mediados del siglo XV, el alemán Erich Lassota hacia 1584, y el clérigo boloñés Doménico Laffi en el XVII.

Se han encontrado vestigios y documentos históricos que aportan datos sobre los antiguos hospitales de peregrinos que jalonaban la ruta de Compostela a Finisterre: los de la propia aldea de Hospital, en Dumbría, y los de Cee, Corcubión y Finisterre.

En el libro III del Codex Calixtinus, de mediados del siglo XII, se trata la traslación del cuerpo del Apóstol desde Jerusalén a Galicia, y aparece citada la ciudad de Dugium - la actual Duio del municipio fisterrano - donde los discípulos piden permiso al prefecto para enterrar el cuerpo de Santiago.

En el renacimiento del Camino, a mediados del siglo XX, Luciano Huidobro describe en el tomo III de su consultada obra Las Peregrinaciones Jacobeas todo el viaje desde Santiago hasta Finisterre. En el año 2010, en “El Camino al Fin de la Tierra” de Manuel Vilar Álvarez, se describe el recorrido histórico  desde Santiago hasta “Fisterra” y “Muxía”.



Realizaremos este Camino de Compostela a Finisterre, tras el ya largo Camino de Madrid a Santiago, descrito y comentado desde el principio de este BLOG.

jueves, 14 de mayo de 2015

AÑOS SANTOS COMPOSTELANOS




Son años santos compostelanos los que el día de Santiago (25 de julio) es domingo. En ellos se puede conseguir la indulgencia plenaria. Con una cadencia de 6, 5, 6 y 11 años, el día 25 de julio, fiesta del apóstol,  cae en domingo. Esto sucede 14 veces cada siglo.

Los denominados “años santos compostelanos”, o “años jacobeos” son generadores de cientos de peregrinaciones que han conducido a caminantes de todos los rincones del mundo hasta la tumba del apóstol Santiago. El último fue el año 2010 y el próximo año santo será el 2021.


El año jacobeo se inaugura con la ceremonia de apertura de la “Puerta Santa” la tarde del día 31 de diciembre antes del fin de año. Se realiza un ritual en el que el arzobispo de Santiago golpea con un martillo de plata tres veces desde el exterior el muro que tapa la entrada posterior de la Catedral ubicada en la plaza de Quintana.

Este acceso permanece abierto durante los 12 meses del “año santo”, y vuelve a cerrarse el último día del año, hasta el siguiente “año jacobeo”. La “Puerta Santa” está habitualmente cerrada con una reja, y dedicada a san Paio, cuyo monasterio está justo enfrente.

Esta puerta fue una de las siete puertas menores de la catedral de Santiago. Sobre ella se puede ver la figura del apóstol Santiago junto a sus discípulos Teodoro y Atanasio. A ambos lados de la puerta están situadas 24 estatuas sedentes de apóstoles, patriarcas y profetas.

También se conoce esta puerta con el nombre de “pórtico del Perdón” o “puerta de los veintisiete sabios”. Sin embargo, la puerta que hoy en día utilizan los caminantes no es el acceso santo original, que estaba orientado hacia el este, y simbolizaba el final de la peregrinación y la entrada redentora a una vida nueva. 


Cuando se edificó la capilla del Salvador, la “Puerta Santa” perdió su función al desviarse varios grados a la derecha. A través de la puerta actual, que data del año 2004 se puede acceder a un pequeño patio. En él se encuentra la construcción original por la que se entra a la girola del ábside de la catedral, muy cerca del sepulcro del Apóstol.

La “Indulgencia plenaria”, asociada a los  “años santos compostelanos”, también puede obtenerse en la Iglesia de Santiago, en Villafranca del Bierzo, desde el siglo XVII. Villafranca del Bierzo es una de las localidades con mayor acervo jacobeo.

Los peregrinos a Santiago que estén enfermos o que hayan sufrido un accidente grave durante su travesía pueden obtener esta indulgencia en la propia iglesia berciana. Para ello, los caminantes deberán atravesar la puerta del Perdón de este templo, que tan solo se abre durante los años santos.

El romero deberá haber recorrido más de 100 kilómetros y acreditar su imposibilidad de continuar el camino hasta la capital gallega.

Actualmente existen cinco lugares en el mundo con esta capacidad jubilar, tres de ellos están en España: Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana y Caravaca de la Cruz. Fuera de España:  Jerusalén y Roma, donde la indulgencia plenaria se otorga cada 25 años.

domingo, 10 de mayo de 2015

LA CATEDRAL DE SANTIAGO

INTRODUCCIÓN

El antecedente más remoto de la Catedral, según la tradición jacobea, fue un pequeño mausoleo romano del siglo I en el que se dio sepultura a los restos del Apóstol Santiago después de su decapitación en Palestina (año 44 d.C) y tras su traslado por mar hasta las costas del “finis terrae”. La cámara subterránea y la necrópolis que la rodeaba fueron atendidos por una pequeña comunidad cristiana local, que debió disminuir hacia el siglo VIII.

En el año 813 se produjo el descubrimiento de las reliquias del Apóstol bajo la maleza del Monte Libredón. Las encontró un ermitaño que vio allí signos celestiales. Avisado por el obispo de Iria Flavia, el rey astur Alfonso II mandó a levantar una primera capilla de piedra y barro junto al antiguo mausoleo. Este templo se convirtió en sede episcopal con poder sobre los territorios próximos. A su alrededor, buscando su protección, comenzaron a establecerse los primeros pobladores y grupos monacales de benedictinos encargados de la custodia de las reliquias. Eran los primeros pasos de la futura ciudad de Santiago de Compostela.




La primera iglesia se quedó pequeña para acoger a los fieles, por lo que entre el año 872 y el 899 Alfonso III El Grande hizo construir un templo mayor en estilo visigótico. Esta segunda iglesia fue destruida por el ataque de Almanzor en 997. El obispo San Pedro de Mezonzo la reconstruyó en 1003, en un estilo prerrománico. Este tercer templo estaba aún en pie cuando el auge de las peregrinaciones y las riquezas de Santiago permitieron comenzar a construir en 1075 la catedral románica que hoy se conserva, cuarto edificio sagrado sobre el antiguo sepulcro.

LA CATEDRAL ROMÁNICA

El rey leonés Alfonso VI y especialmente el primer arzobispo de la ciudad, Diego Gelmírez, impulsaron de tal manera la Catedral, la vida urbana y las peregrinaciones, que puede hablarse del siglo XII como el de mayor esplendor de la historia compostelana. Esta vez no se conformaron con un santuario que albergase las reliquias, sino que diseñaron una gran catedral de peregrinación siguiendo el estilo que se extendía por el Camino de Santiago. Por ella desfilarían los mejores constructores del Románico hasta llegar al Maestro Mateo, autor de los últimos tramos de las naves, las torres defensivas del oeste, la cripta y, sobre todo, del Pórtico de la Gloria, un conjunto escultórico sin igual en Europa que aun hoy preside la entrada oeste.


Cuando fue consagrada en el año 1211, la Catedral ya gozaba del privilegio de  absolución plenaria, otorgado en 1181 por el Papa Alejandro III a todo el que visitase el templo en un Año Santo Jubilar. También concedía a los fieles un valioso documento que acreditaba haber recorrido el Camino de Santiago y aseguraba el derecho de asilo en la ciudad. Convertida en meta de salvación de la Cristiandad, la catedral evolucionó con tal vitalidad que fue capaz de impulsar la construcción de calzadas, hospitales, albergues, mercados y burgos enteros a cientos de kilómetros de distancia, en las rutas que transitaban los peregrinos para alcanzarla.

Con el tiempo se irían añadiendo a la planta románica elementos góticos, renacentistas y especialmente barrocos, gracias al incesante flujo de dinero del arzobispado y de los mecenas, que encontraban en las capillas lugar de oración y eterno descanso. Mientras la estructura de las naves se conservó prácticamente intacta, el número y espacio de las capillas fue adecuándose a las necesidades del culto. En el convulso siglo XIV la basílica adquiriría trazas de fortaleza, con torres defensivas como la actual Torre del Reloj. Con el Renacimiento, impulsado por el arzobispo Alfonso III de Fonseca, se levantó el claustro definitivo, que sustituyó al claustro románico y modificó todo el lado sur y sureste del templo. Fue época de reformas internas y adición de retablos, púlpitos y esculturas para mayor gloria del culto al Apóstol.

EL BARROCO

La mayor revolución estética llegaría al templo en tiempos del Barroco, que comenzó en 1660 por transformar el altar mayor y la cúpula; para luego dar forma a los órganos, trazar el lienzo de la Puerta Santa, embellecer la Torre del Reloj y alcanzar su mayor esplendor con la culminación, en 1750, de la estampa más icónica de la catedral: su magnífica fachada del Obradoiro.


Fue también obra de los maestros barrocos de la Catedral –Vega y Verdugo, Domingo de Andrade, Fernando Casas y Novoa- el trazado definitivo de las plazas monumentales que rodean al templo y de muchos de los edificios colindantes. Bien puede decirse que el Barroco saltó de la catedral a las plazas, a los monasterios y a las casas nobles, para convertir a Compostela en la urbe barroca por excelencia de España.

Tras dos mil años de historia como centro espiritual, y casi mil de su actual edificio, la Catedral se muestra hoy como un conjunto heterogéneo de espacios y elementos estéticos que dejan ver en la piedra la extraordinaria historia compostelana. En su larga existencia el templo ha sido escenario de toda clase de episodios sacros y mundanos, que van desde la coronación de los reyes de Galicia en la Edad Media hasta el acuartelamiento de los soldados franceses durante la Guerra de Independencia, y sobre todo las incesantes peregrinaciones hacia la tumba del Apóstol.