martes, 28 de octubre de 2014

HACIA RABANAL DEL CAMINO

22. HACIA RABANAL DEL CAMINO. LA MARAGATERÍA
                
Salida de Astorga. Valdeviejas. Ermita del "Ecce Homo". Murias de Rechivaldo. La Maragatería. Castrillo de los Polvazares. Gastronomía mara­gata. "La Esfinge maraga­ta". Hacia Santa Colomba de Somoza. Santa Cata­lina de Somoza. Kristen Jacqueline. El Ganso. Hacia Rabanal del Camino. Puente de Pañote. Entrada en Rabanal. Alber­gues. Tarde y noche en Rabanal del Camino.


Desde la estación de autobuses, el viajero cruza de nuevo Astorga casi al mediodía. Por el parque de Melgar y por la Puerta Romana sube a la plaza de Eduardo de Castro. Contem­pla otra vez la Catedral y el Palacio Episcopal, y por la calle de Leopoldo Panero se dirige hacia el paseo Blanco de Cela, en la otra parte de las murallas, en la zona sudoeste de la ciudad. Desde allí se divisa toda la campiña astorgana, la autovía Madrid-Galicia y la carretera provincial que va a Santa Colomba de Somoza y a  Rabanal del Camino.    
          
Por la Puerta del Obispo y por la calle de los Mártires se baja desde la muralla hasta la carretera de Ma­drid. Se cruza y se continúa hacia la salida de la ciudad, cerca de la "Fuente Encalada", donde se aprovisionaba de agua el vecindario antes de su conducción hasta las viviendas. Por la carretera de Santa Colomba el caminante sale de Astorga camino de la Maragatería. Un kilómetro más adelante pasa por el pueblo de Valdeviejas, que queda a la derecha de la carre­tera. Valdeviejas tiene una iglesia dedicada a San Verísimo, que en otro tiempo dió nombre al pueblo. En 1481 hubo aquí un hospital de peregrinos llamado de los Mártires.







Ermita del "Ecce Homo"



Un poco más adelante hay una pequeña ermita, llamada del "Ecce Homo", a la izquierda de la carretera. El peregrino descansa un poco en la sombra, porque ya hace demasiado calor en las primeras horas de la tarde del verano astorgano. La ermita está cerrada, aunque puede verse su interior por unos ventanales practicados en las puertas. Es de construcción medieval, pero ha sido reconstruida en los siglos XVIII y XIX. 
        
Después de la ermita de "Ecce Homo" se cruza la autovía de Galicia y el río Jerga. A poco más de otro kilóme­tro se llega a Murias de Rechivaldo, primer pueblo de la Maragatería. El camino se desvía de la carretera, que va a Castrillo de los Polvazares, y entra en el pueblo. Tiene restos de empedrado, que da idea de su importancia antigua como vía de paso de los peregrinos. Murias de Rechivaldo fue en otro tiempo un pueblo de arrieros maragatos. Tiene una iglesia en honor de San Esteban, del siglo XVIII, con un relieve de la Virgen del Pilar y una estatua de San Roque Peregrino. El viajero descansa un rato en un bar de la locali­dad, tomando un café, antes de continuar por la carretera hasta Castrillo de los Polvazares.
                       
El viajero va pensando en las peculiaridades de la Maragatería, y en las diversas versiones que han circulado sobre este enigmático pueblo. Algunos de sus estudiosos más preclaros han mantenido que el término "maragato" procede de "merigator", y éste de las características comerciales de sus gentes, que desde la Edad Media se dedicaron a la arriería y al comercio, para paliar las dificultades agrícolas de la región. El territo­rio siempre fue conocido como la "Somoza", y este es el sobrenom­bre de casi todas las localidades de la zona. "Somoza" está relacionado con "bajo el monte", al pie del monte Irago y otros montes de León. Después de la conquis­ta árabe se produjo una despoblación del territorio hasta la nueva repoblación por Alfonso I y Ordoño II con astures del norte y mozárabes del sur. Las formas y costumbres de los maragatos las fue forjando la geografía, el clima y las nece­sidades vitales de sus moradores.

Castrillo de los Polvazares es la localidad maragata más genuína. Se encuentra en perfecto estado de conservación, con las puertas y ventanas de sus casas pintadas de color verde, en contraste con los tonos rojizos de las piedras y argamasa de las paredes. Algunas casas tienen blasones ador­nando sus fachadas, recuerdo de un pasado más señorial. En Castrillo de los Polvaza­res hay un hermoso crucero en una de las pequeñas plazas del pueblo.

La localidad es objeto de un turismo gas­tronómico típico. Gentes de los alrededores y turistas de paso por Astorga van a comer el célebre "cocido maragato", que se empieza a tomar en orden inverso de platos en relación a lo habitual en las tierras castellanas. Varios restaurantes ocupan el pueblo, al que no se puede pasar prác­ticamente con coches, que han de dejarse en los aparcamientos exteriores preparados al efecto. El viajero prefiere dejar el "cocido maragato" para otra ocasión, y busca un bar para tomar otro café, pero no lo encuentra, porque todos los locales públicos están orien­tados al servicio de comidas y no atienden a esas horas otros menes­teres. En las cercanías de Castrillo de los Polvazares hay restos arqueológicos de un castro de los anti­guos pobladores de origen celta, en un cerro llamado "La Mesa", por su forma característica.        
                  

Castrillo de los Polvazares


Concha Espina, en "La Esfinge Maragata", ha descrito el sistema de vida de la Maragatería y ha centrado la acción en Castrillo de los Polvazares, aunque no lo indica expresa­mente. "La Esfinge Maragata" describe la vida de las mujeres de esta tierra, que durante muchos siglos han vivido practica­mente solas en sus pueblos, mientras los hombres se dedicaban a la arriería, por los caminos de Castilla y de Galicia, lejos de sus casas.

El viajero sale de Castrillo de los Polvazares y toma la carretera de Santa Colomba de Somoza. Santa Colomba es el pueblo más importante de la zona, después de Astorga, y uno de los más antiguos. Se conservan documentos en su archivo parro­quial de 1444, y actas de bautismo desde 1605. Hoy Santa Colomba de Somoza es un pueblo agrícola y ganadero, con cierta riqueza forestal. Tiene una fábrica de curtidos y alguna producción artesanal de embutidos típicos de la región. Varias tiendas y algunos bares constituyen su actividad comercial.
 

Santa Catalina de Somoza


El peregrino retorna al Camino de Santiago, que va paralelo al tendido eléctrico, y al llegar a él se desvía de la carretera hacia Santa Catalina de Somoza. Durante todo el recorrido va encontrando una vegetación típica de monte bajo, con algunos olmos y robles aislados. Las tierras culti­vadas disminu­yen y el terreno ligeramente va en ascenso. Nos aproxi­mamos al célebre "Monte Irago". Santa Catalina es otro pueblo maragato característico en el que hubo un hospital de peregri­nos bajo la advocación de la Virgen de las Candelas. En la iglesia parroquial de Santa María se conserva una reli­quia de San Blas, santo patrón del lugar.

El Camino de Santiago discurre por la calle Mayor de Santa Catalina de Somoza. El caminante descansa en un pequeño bar y toma contacto con Kristen Jacqueline, peregrina belga, que viene caminando desde Saint Jean Pied de Port, en los Pirineos france­ses, cerca de Roncesvalles. Kristen sale del bar un poco antes que el viajero. Tiene prisa. El día anterior pernoctó en Hospital de Órbigo, y quiere llegar más allá de Rabanal del Camino, si es posible, aunque ya es un poco tarde.

Desde Santa Catalina hasta El Ganso la carretera se estrecha y continúa en suave ascenso. Empiezan a verse casas con cubiertas de paja de centeno, similares a las "pallozas" gallegas. Se supone que son restos antiguos de la forma de construcción celta, que ha quedado en esta zona del Bierzo y de Galicia. En El Ganso también hubo un hospital de peregrinos y un monas­terio regido por monjas cluniacenses. La iglesia parroquial está dedicada a Santiago. En ella hay una talla del santo, del siglo XVI, con hábito de peregrino. La iglesia está al final del pueblo junto a la carretera. Al pasar por allí veo de nuevo a Kristen Jacqueline, que está sentada al lado de la iglesia comiendo unos frutos secos y bebiendo un poco de agua. Me ofrece un poco de su comida y continuamos andando hacia Rabanal del Camino.

El camino sigue ascendiendo y resulta dificil seguir el ritmo de Kristen Jacqueline, que anda cada vez más deprisa. Me voy quedando rezagado y finalmente la dejo seguir y conti­nuo andando más despacio. A dos kilómetros de El Ganso aparece un bosquecillo de pinos al borde de la carretera. En lontonan­za, hacia la izquierda, se ve la cumbre nevada del monte Teleno, de más de dos mil metros de altura. Un poco más ade­lante hay un desvío de la carretera hacia Rabanal el Viejo. En esta zona se encuentra una mina de oro romana abandonada, llamada "La Fucarona". Esta explotación minera permitía la extracción del precioso metal por lavados sucesivos del mine­ral de hierro al que va asociado.

Cerca del desvío a Rabanal el Viejo hay un arroyo y un puente para poderlo pasar, que se llama Puente de Pañote. Después del puente la subida es más pronunciada, entre bosques  de encinas y robles. A la izquierda de la carretera hay un magnífico ejemplar de roble llamado "el Roble del Peregrino", sin duda centenario. Un poco más allá se llega a la ermita del Cristo de la Vera Cruz, junto a las primeras casas de Rabanal del Camino, en donde entra la carretera de Santa Colomba de Somoza.

El viajero entra en Rabanal por la carretera, dejan­do a la derecha la "sirga de los peregrinos", y continua hasta la plaza, en la que hay un albergue privado, que ofrece alo­jamiento por el módico precio de quinientas pesetas. El viaje­ro decide quedarse dado lo avanzado de la hora, y después de acondicionarse un poco se dispone a pasear y conocer el pue­blo. Busca una tienda para comprar provisiones para la etapa del día siguiente por los Montes de León.
                                       




Monte Teleno



Rabanal del Camino era el final de la novena etapa del "Codex Calistinus" de Aymeric Picaud. Fue una importante avanzada de los caballe­ros templa­rios, que desde su castillo de Ponferrada protegían a los caminantes a Santiago, en esta inhóspita zona, próxima al monte Irago. En Rabanal hizo estan­cia Felipe II en la famosa "Casa de las Cuatro Esquinas" cuando peregrinó a Com­postela. Casi todo el pueblo se articula alrededor de la su calle Mayor, que fue el camino de los peregrinos. En ella está la ermita de San José, del siglo XVIII con imágenes de Santa Bárbara, San José y Santiago, y el hospital de San Gregorio. El albergue "Gaucelmo" y la iglesia parroquial de Santa María están en la parte alta del pueblo, en una plaza recoleta. La iglesia de Santa María, de estilo románico leonés, del siglo XII, es una de las pocas que se conserva en tan buen estado. La basílica de los templarios debió estar adosada a esta iglesia.

Rabanal del Camino


El peregrino va cenar a un bar llamado del "Camino de Santiago, donde se puede tomar la típica "sopa del peregri­no", de gran remedio para la fatiga y los fríos de la zona. Es preciso alimentarse bien para soportar la dura etapa del día siguiente. Al salir del bar ya es de noche en Rabanal del Camino. El caminante se acerca de nuevo a la carretera y a la plaza del pueblo, donde está su albergue. Conversa un poco con algunos otros peregrinos y se acuesta hacia la medianoche.     








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