José María de Santocildes fue el defensor de mayor relevancia de Astorga en los diversos sitios que sufrió la ciudad por el ejército francés en la Guerra de la Independencia. Había
nacido en 1771 en Barcelona. Era hijo de Félix Alonso de Santocildes y de María
Eufemia de la Piage. Su
padre era Sargento Mayor de infantería,
y por ello su vocación militar se había desarrollado por herencia directa en el
seno de la familia.
El General Santocildes
En 1808 había participado en la batalla de
Rioseco y en Espinosa de los Monteros. El Marqués de la Romana
lo ascendió a Coronel por su valentía en los enfrentamientos de Lugo donde
resultó herido en un brazo. En enero de 1809 había intentado defender Astorga
frente a los contingentes armados del mismo Napoleón.
La toma de Astorga era una exigencia directa del Emperador. Las tropas francesas tomaron posiciones en Benavente, León,
Santocildes se víó acorralado y tenía la certeza de que debía resistir sin ayuda exterior, con unas fuerzas muy inferiores, contra un
ejercito experimentado y con una reputación tal que había conquistado grandes ciudades
del centro de Europa, en muchos casos sin disparar un solo tiro.
El general inglés Sir John Moore había abandonado la ciudad de
Astorga horas antes desestimando la propuesta del ejercito español de aunar
esfuerzos y plantar cara al Emperador acantonándose en una ciudad bien
aprovisionada. Ello produjo a las puertas de Astorga una batalla desigual, para
ganar tiempo. Cuando llegó Napoleón con
40.000 soldados, en Astorga solo quedaban 70 personas.
Ejercito Francés
Seis meses
más tarde los soldados franceses, de regreso de Galicia, entraron de nuevo en
Astorga sometiéndola por segunda vez al más horrible saqueo de casas y templos.
El 26 de julio de 1809 la abandonaron, pero no tardarían en volver. Según Santocildes:
“Aquellos soldados que presumían de illustrados
quemaron el archivo y la biblioteca episcopal, destruyendo 1600 pergaminos
originales de los siglos XII y XIII, multitud de documentos reales, testamentos,…”
Los
soldados franceses volvieron el 9 de octubre en un ataque fracasado para rendir
la ciudad de Astorga, de la que salieron unos mil infantes que desalojaron el 25 de
enero de 1810 a
la caballería francesa que con 780 hombres estaba en Puente Órbigo.
Desde La Bañeza sitiaron de nuevo
Astorga en febrero de aquel año, sin que sus moradores se rindieran; desde el
21 de marzo retomaron el cerco para asegurarse plazas fuertes en León antes de
emprender la invasión de Portugal, que duraría hasta la honrosa capitulación de
los sitiados el 23 de abril después de una prolongada y brava resistencia.
Santocildes ataca Astorga
En junio de 1811 Santocildes ocupó de nuevo Astorga evacuada
por los franceses. La columna de tres mil soldados gabachos que desde La Bañeza había partido en
exploración del camino a Ponferrada fue derrotada el día 23 en las orillas del río
Tuerto, en Cogorceros. En julio se libran pequeños combates, casi siempre
favorables a las armas españolas. En agosto la vanguardia española del
VI Ejército se hallaba otra vez en en La Bañeza y
en Puente Órbigo.
Los españoles controlaron el bastión maragato hasta junio de
1812, impidiendo que las tropas francesas pudieran reforzar a su ejército que
combatía en los Arapiles salmantinos, contribuyendo así a que perdieran tan
importante batalla, inicio de su declive militar en España y en Europa.
Santocildes colaboró posteriormente con el ejército hispano-británico
en diversas acciones y a finales de 1812 una enfermedad estuvo a punto de costarle
la vida y tuvo que ser evacuado a Asturias para su curación. En 1813 se le
otorgó el mando interino del Ejército de Reserva que habría de constituirse en
Galicia con 2000 hombres. Cinco meses más tarde había conseguido aumentarlo a
12000 hombres, lo que da una idea de la capacidad organizativa de este militar.
Por la Constitución de Cádiz
Al final la Guerra
(1814) es nombrado Jefe del Estado Mayor y General del Ejército, empleo que
mantuvo hasta enero de 1828. Se le concedieron numerosas distinciones y
condecoraciones militares. Pasó por distintos destinos, entre los que destacan:
Capitán General de Extremadura, Inspector general de infantería, Capitán
General de Valencia y Murcia y Capitán General de Cataluña.
Aunque fueron muchos los honores que le fueron otorgados también sufrió las vicisitudes
de una época en que las causas políticas, en numerosas ocasiones, fueron
extremadamente injustas con los que lucharon por la independencia del país. Santocildes en 1820 fue deportado por el
Gobierno a la isla de Mallorca. No fue rehabilitado hasta 1825.
El General Castaños propuso el ascenso de Santocildes a Mariscal de Campo afirmando
que era un hombre modesto y humilde, además de un gran patriota. Santocildes era
reservado y no alardeaba de sus méritos, por lo que tuvo que pedir su ascenso
su superior jerárquico. Castaños afirma en la carta:
“…Pero Santocildes tan
buen militar como poco ambicioso nada ha presentado sobre esto, ni aun me ha
insinuado sus justos deseos de ser ahora promovido a Mariscal de Campo por los
felices sucesos que ha tenido el Ejército bajo su mando”.
Falleció
en su Barcelona natal en 1835 y sus restos reposan en la catedral de Astorga. Santocildes fue el prototipo de militar
español, abnegado, ilustrado y profesional hasta sus últimas consecuencias, pero
sus cualidades humanas fueron incluso más allá de estas virtudes castrenses.
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