miércoles, 8 de octubre de 2014

ASTORGA

21. ASTORGA

Astorga a la caida de la tarde. La ciudad romana. La ciudad medieval. La Catedral. Otras iglesias. La celda de las Emparedadas. Edad Moderna. El Ayuntamiento. La Plaza Mayor. Guerra de la Independencia. Últimos tiempos. El Palacio Episcopal. Museo de los Caminos


La tarde está muy avanzada cuando el viajero sale del hostal, mientras Teresa duerme una merecida siesta. Se acerca hasta el centro de la ciudad desde los alrededores del pequeño río Jerga, afluente del Tuerto. Cruza la carretera de Madrid y sube por las empinadas cuestas de la Corredera Alta, cerca de la iglesia de San Andrés, hasta la Puerta del Sol, y sigue, de nuevo, el itinerario de los peregrinos del Camino de Santiago, por el hospital de las Cinco Llagas y el convento de San Francisco, hasta la plaza de San Bartolomé.


Mosaicos romanos


Junto al convento de San Francisco está la Casa del mosaico del oso y los pájaros, restos arqueológicos de la época romana. Puede verse, a través de una cubierta, parte del atrio de una casa romana, a la que pertenecían estos mosaicos. En la plaza de San Bartolomé está la Ergastula, que fue cárcel de esclavos y ahora es un Museo municipal, en el que se expo­nen piezas romanas halladas en la localidad. En esta zona estuvo el Foro romano y un templo en honor del emperador Augusto, el "Aedes Augusti", que aún se conserva en la calle de Gabriel Franco, muy cerca de la plaza del Ayuntamiento. Otros monumentos romanos, en zonas diversas de la ciudad, son las Termas mayores, las Termas menores, el Foso campamental, la Cloaca y la Puerta Romana, en la muralla, cerca de la Cate­dral.


Astorga fue un enclave importante de los astures, en la época prerromana. Su nombre antiguo de Asturica, lo testi­fi­ca. En la época romana se llamó Asturica Augusta, en honor de Augusto, que llegó a ella para combatir a los astures y a los cántabros. Después fue el centro político y administrativo de la zona aurífera de Las Médulas, y cruce de comunicacio­nes entre la "Vía Trajana" (Burdeos-Astorga) y la "Vía de la Plata" (Mérida-Astorga). En el siglo II se reconstruyeron las murallas, de las que queda aún en pie la Puerta Romana. El fin de las explotacio­nes mineras en el siglo III supuso la deca­dencia para la ciudad, aunque desde esta época es sede episco­pal. Santo Toribio fue uno de los primeros obispos y uno de los que más combatió las herejías de Prisciliano y Maniqueo, que tuvieron muchos seguido­res en la zona, durante los siglos IV y V.  

Los suevos ocuparon el territorio, camino de Gali­cia, en el año 410, y la ciudad sufrió el asedio y saqueo de los visigodos de Teodorico en el año 459, después de la bata­lla del Órbigo, y de Leovigildo en el año 569, aunque esta vez permaneció en poder de los suevos durante mucho tiempo. Los árabes destruyeron la ciudad en el año 714. Con la repoblación cristiana Astorga recupera su estabilidad como ciudad y llega a ser capital del Reino de León con los reyes García I y Bermudo II, y sede del sepulcro de Alfonso III el Magno. Almanzor saquea de nuevo la ciudad en el año 987.

Durante el resto de la Edad Media el resurgimiento ciudadano se produce auspiciado por las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Los comerciantes francos y judíos se asientan en la "Rúa de las Tiendas", actual calle de San Francisco, especialmente en el reinado de Alfonso VI. A media­dos del siglo XI se reconstruyen de nuevo las murallas y se levantan de nueva planta hospitales para los peregrinos, como los de San Esteban, San Feliz y Las Cinco Llagas, e iglesias, como las de San Francisco y San Bartolomé. Los siglos XIV y XV son de nueva decadencia para la ciudad, azotada por la peste, y esquilmada por las excesivas cargas tributarias y por la guerra entre Pedro I el Cruel y su hermanastro Enrique II de Trastámara.

            
Torre de la Catedral

La actual Catedral, que se empieza a construir en 1471, es de estilo gótico tardío, con algunas partes renacen­tistas y barrocas. El Claustro, anejo al edificio de la Cate­dral, es de estilo neoclásico, construido durante el siglo XVII. La fachada principal tiene dos torres y un cuerpo cen­tral en el que se abre una puerta con ornamentación barroca. En el pináculo externo de uno de los tres absides, se ve la típica estatua de "Pedro Mato", el célebre maragato que parti­cipó en la batalla de Clavijo y dejó parte de su fortuna a la Catedral. Junto al Claustro está la Sacristía, el Archivo Diocesano, el Museo Catedralicio y el antiguo hospital de peregrinos de San Juan.

El interior de la Catedral tiene tres naves, encabe­zadas cada una de ellas por un ábside poligonal, y capillas laterales. Hay que destacar en el interior el Retablo Mayor, realizado por Gaspar Becerra, el Coro y las capillas de San Jerónimo y la Purísima Concep­ción. La Catedral astorgana ha estado mucho tiempo cerrada por las obras de restauración, aunque ha sido abierta recientemen­te y ha sido una de las sedes de la exposición de "Las Edades del Hombre" en Castilla-León.
  
Además de las iglesias anteriormente citadas de San Francisco y San Bartolomé, las más antiguas de la ciudad, en Astorga hay otras iglesias dignas de ser visitadas: Santa Marta, muy cerca de la Catedral, en honor de la patrona astor­gana, mártir de la época romana; San Andrés, en el arrabal medieval, extramuros de la ciudad; Santa Colomba, junto a la Puerta del Rey, en la zona norte de la muralla; el santuario de Fátima, en la plaza de San Julián, cerca de la Plaza Mayor; el convento del "Sancti Spiritus", en las inmediaciones de la Catedral; el convento de Santa Clara, en las afueras de la ciudad, junto al río Jerga y el parque de la Era Gudina; y la capilla del Seminario, cerca del lado sur de las murallas.


Celda de las Emparedadas

Entre la iglesia de Santa Marta y la capilla románi­ca de San Esteban, está la Celda de las Emparedadas, de la que se ve únicamente una pequeña ventana enrejada. En ella se encerraban a las mujeres de "mala vida", que querían arrepen­tirse y hacer oración y penitencia hasta su muerte, sin ningu­na salida posible al exterior. Solamente la pequeña ventana permitía la respiración y el paso de alguna comida de la caridad de los habitantes de la ciudad y de los peregrinos de Santiago. En la ventana se conserva la inscripción en latín: "Acuérdate de mi juicio, porque así será el tuyo. Yo ayer, tu hoy"

En la Edad Moderna se agudizan las disputas entre el poder eclesiástico, personificado en el Obispo, y el poder civil del Marquesado de Astorga, concedido por Enrique IV a Alvaro Pérez Osorio. El excesivo número de hidalgos y de eclesiásticos mantenidos con los impuestos a comerciantes y artesanos  produce una nueva decadencia económica. El Cabildo Catedralicio era propietario de amplios terrenos rústicos y numerosas fincas urbanas hasta la desamortización de Mendizá­bal. En el siglo XVII se produce una larga bonanza económica. De esta época es la construcción del Ayuntamiento, una de las obras del barroco civil leonés más interesantes.

Salimos a cenar por los barrios antiguos de la ciudad, próximos a la Plaza Mayor. Está anocheciendo cuando el reloj del Ayuntamiento da la hora, a martillazos sobre la campa­na de la espadaña central, con el movimiento de las conocidas figuras de plomo de los dos maragatos (Colasa y Juan Zancuda) realizados por el relojero Bartolomé Fernández. La fachada del Ayuntamiento emula a la Catedral, con sus dos torres laterales. En el Ayuntamiento se guarda una réplica del "pendón" de la batalla de Clavijo, que se saca en las celebra­ciones ciudadanas.


Colasa y Juan Zancuda en la fachada del Ayuntamiento

La Plaza Mayor, en las primeras horas de la noche, está muy concurrida. Estamos sentados frente a los soportales, cerca del célebre "cantón", acera pronunciada donde se reúnen los astorganos, los domingos, a la salida de misa, para con­tarse todos los asuntos de la semana. El "cantón" fue el auténtico mentidero de la ciudad durante mucho tiempo.

Recor­damos los últimos acontecimientos históricos: A finales del siglo XVIII el desequilibrio social del "Antiguo Régimen" vuelve a sumir en el abandono y la decadencia a Astorga. Muchos viajeros extranjeros de la época lo citan en sus escritos. Unicamente se conoce a la ciudad por los arrie­ros maragatos que siguen transportando mercancías a Galicia y a Madrid. El siglo XIX se inicia con la resistencia frente al ejército francés. Napoleón estuvo en Astorga en la fría Noche­vieja de 1808. El general Santocildes, héroe de la ciudad, resistió el asedio de las tropas del Emperador. Por ello la ciudad de Astorga es conmemorada en el Arco de Triunfo de París.

Las guerras carlistas, a la muerte de Fernando VII, también incidieron negativamente en el desarrolo de la ciudad de Astorga. Con la Restauración, un astorgano, Pío Gullón, es Ministro de la Gobernación en el gabinete de Práxedes Mateo Sagasta. Se inicia así el periodo de "caciquismo gullonista", que tuvo positivos efectos para la ciudad: la llegada del ferroca­rril, la conducción de aguas, el teléfono,...

En 1886 un incendio destruye el antiguo Palacio Episcopal. El Obispo Juan Bautista Grau, natural de Reus, encarga al arquitecto catalán Antonio Gaudí la construcción de un nuevo Palacio Episcopal. Las obras se inician en 1889 y no se terminan hasta el año 1913, después de diversos avatares, viajes de Gaudí a Astorga y dificultades con el Cabildo Cate­dralicio, a la muerte del Obispo Grau, en 1893.

Catedral, Palacio Episcopal y Murallas

El Palacio Episcopal forma un conjunto arquitectóni­co con la Catedral, en la plaza de Eduardo de Castro, junto a la zona norte de las murallas. Es de estilo neogótico moder­nista, con planta de cruz latina. Está construido con granito del Bierzo y tiene cuatro torreones circulares, que le dan el aspecto de castillo medieval.

En el Palacio de Gaudí está el Museo de los Cami­nos, en alusión al Camino de Santiago, y a la encrucijada de rutas que siempre ha sido Astorga. En este museo se exponen piezas de arqueología prehistórica, romana y medieval, y esculturas y pinturas relacionadas con las peregrinaciones jacobeas y otros motivos sacros del Renacimiento y del Barro­co. Destaca en su interior la Sala del Provisorato, de clara estructura modernista, y la capilla, con sus arcos ojivales y sus vidrieras policroma­das.

Un paseo romántico por la ciudad de Astorga pasaría por los diversos jardines y parques: El Jardín de la Sinagoga, en la zona sur del recinto amurallado, junto a una de las juderías próxima a la plaza de San Francisco; el Paseo Blanco de Cela, por encima de la muralla; la calle y la casa de Leopoldo Panero, antigua "Rúa de la Judería", cerca del con­vento del "Sancti Spiritus" y de la Catedral. En esta "Casa de los Poetas" vivieron Leopoldo y su hermano Juan. El parque del Aljibe, junto al Archivo Diocesano, y el parque Melgar, al norte de las murallas, desde el que se puede contemplar el conjunto arquitectónico del Palacio Episcopal y la Catedral, completan este hermoso recorrido.

Astorga es también famosa por su repostería: mante­cadas, hojaldres y chocolate son tres símbolos ciudadanos. La burguesía montó pequeñas fábricas de chocolates de gran cali­dad con el dinero acumulado en la arriería a finales del siglo XIX y principios del XX. En 1950 había en Astorga más de cuarenta chocolateros. La ciudad tiene un Museo del Chocolate en la calle José María Goy, cerca de la plaza de Santocildes, organizado por la iniciativa privada del coleccionista José Luis López, desde 1994, con un muestrario insólito de utillaje de la elaboración de chocolate, carteles etiquetas y envases m­etálicos.

           

Monumento al General Santocildes

Las comunicaciones de Astorga son actualmente tan buenas, salvando las diferencias tecnológicas, como en la era romana. En 1886 se construyó la primera vía férrea y en 1898 se unió Astorga con Plasencia. La estación de ferrocarril está ligeramente alejada del centro de la ciudad, en la zona del nordeste. Se puede acceder a ella por las calles del Pozo y de las Huertas, desde la avenida de las Murallas. El transporte por carretera hace de Astorga una parada obligada en los viajes a Galicia. La nueva autovía pasa por los alrededores de la ciudad y ha acortado significativamente el tiempo de los viajes a Madrid. El viajero y Teresa deciden, al día siguiente retornar a Madrid, para continuar el Camino de Santiago en un futuro próximo.



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