La
herrería de Compludo es un ejemplo de industria medieval popular. Contiene un
ingenioso y rudimentario sistema de aprovechamiento hidráulico para realizar
las actividades de forja. El edificio de la herrería es de mampostería de
pizarra, y se restauró en los años noventa. Ha sido declarada Bien de Interés
Cultural en junio de 1968.
La herrería de Compludo
Para
acceder a ella debemos recorrer cinco kilómetros, en pendiente, cuesta abajo, desde
el pueblo del Acebo. La herrería medieval se encuentra, poco antes de llegar al
pueblo de Compludo, tomando un desvío a la derecha, después de caminar unos
minutos a pie por un sendero junto a un arroyo, entre una frondosa vegetación.
Todo
está perfectamente señalizado. Las panorámicas de los profundos valles son
grandiosas. En el pueblo de Compludo merece la pena visitar la iglesia
parroquial, un edificio del siglo XVI con un interesante retablo.
Poco
antes del indicador a la
Herrería , una pista de tierra, a la izquierda, nos lleva a
Carracedo de Compludo, otro pueblo abandonado con un entorno natural que causa
gran impresión.
Ya
en Compludo, a unos metros de la iglesia, a la izquierda, se puede llegar, por otra
pista de tierra, a Palacios de Compludo, un enclave natural de primer orden.
La
construcción de la Herrería se asociaba a la fundación por San Fructuoso del Monasterio
de Compludo durante el siglo VII. Los últimos estudios sitúan sin embargo el
nacimiento de la Herrería ,
en el siglo XIX, desechando las anteriores teorías.
En
el año 1.968 se elaboró un estudio sobre los posibles antecedentes de la misma.
En relación a la rueda motriz se la califica como la forma de aprovechamiento
de agua más primitiva y rudimentaria que se conoce a través de la historia,
empleada para industrias antiguas. Sobre el sistema hidráulico para la
inyección de aire en el hogar, es coincidente con el que se utiliza en las
"forjas catalanas", procedimiento introducido en España por los
romanos.
Un
sistema de canalización del agua, regulado por compuertas, lubrica el mecanismo
impulsor y con su fuerza provoca una corriente de aire que por “efecto venturi”
aviva el fuego de la fragua y mueve el martillo.
Unas
aspas impulsadas por el agua, giran alrededor de un eje de levas junto a una
gran viga de nogal, dentada en su extremo. La viga hace de palanca para el
largo martillo pilón, que golpea sobre un yunque donde se trabaja el material,
todo ello a la velocidad deseada, según la regulación del caudal de agua.
Eje de levas
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