Nació
en Santander en 1869. Hija de Víctor Rodríguez Espina
y Ascensión García Tagle. A los trece años comenzó a escribir versos, y
en 1888 publicó por primera vez, en El Atlántico, unos versos bajo el nombre de
Ana Coe Snichp. En sus colaboraciones con otras publicaciones llegó a usar
cinco seudónimos distintos.
En 1891 falleció su madre y al año siguiente se
trasladó a vivir a Ujo, Asturias, donde su padre trabajó como contable en las
minas. Dos años después se casó con Ramón de la Serna en Mazcuerras,
Santander, y se fueron a Chile. En 1894 nació su primer hijo, Ramón, y en 1896,
Víctor. En 1898 vuelven a España. En 1903 nace su única hija, Josefina.
Casa donde vivió la escritora
Casa donde vivió la escritora
Escribió un estudio sobre las “Mujeres del Quijote” en 1903 y un libro de poemas: “Mis flores”,en 1904. Se trasladó a Cabezón de
En 1920 falleció su padre. En 1924 recibió el
Premio de la Real
Academia Española por “Tierras del Aquilón”, y el nombramiento
como hija predilecta de Santander. Pudo haber sido candidata a la Real Academia Española
en 1928. Al año siguiente es invitada por el Middlebury College a hablar de su
nueva novela, “La virgen prudente”. Ese mismo año, y el siguiente fue
propuesta para el Premio Nobel
En 1938 es nombrada miembro de honor de la Academia de Artes y
Letras de Nueva York y comienza una incipiente ceguera. Es operada y recupera
la vista, pero en 1940 se queda definitivamente ciega. Se intentó otra vez, en
1941, su admisión en la Real
Academia Española pero sin éxito. En 1950 recibió la Medalla del Trabajo. Murió en Madrid en 1955.
Hay que añadir a esta situación la emigración maragata durante las dos primeras décadas del siglo XX, a América: Argentina, Cuba, México, Puerto Rico y Brasil. En 1912 Concha Espina se encontró en
El aspecto de los pueblos de la comarca hace un siglo, sin luz eléctrica ni agua corriente, con calles y caminos embarrados en invierno y polvorientos en verano, sin carreteras, constituía la situación habitual en muchos pueblos de
Ante este panorama la novelista santanderina escribe “una mordaza de melancolía atenazó a los viajeros a la salida de Astorga, hasta Boisán donde la naturaleza se engalana con raros alardes de hermosura para subir al Teleno”. Esta descripción, hay que reconocer que tal vez un poco exagerada, escribe: “
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