lunes, 24 de noviembre de 2014

PONFERRADA

25. PONFERRADA

Hacia la estación de autobuses. La zona nueva de la ciudad.­ Vuelta al albergue. El Castillo de los Templa­rios. La Orden del Temple. "El Señor de Bembibre". La plaza de la Encina. Historia de Ponferrada. Política y televi­sión. La basílica de la Virgen de la Encina. La calle del Reloj. Calles de la ciudad antigua. La plaza del Ayuntamien­to. Otras cosas de la ciudad antigua y de la ciudad moderna. El albergue de p­ere­gri­nos.


El peregrino ha entrado en Ponferrada buscando el albergue del Camino de Santiago, y ha dejado su mochila y concertado alojamiento. Está muy cansado. Ha sido la etapa más dura hasta el momento. Después se dirige a la estación de autobuses, que está en la otra zona de la ciudad. Debe cruzar el río Sil y caminar hacia la carretera de La Coruña, pasando por todo el ensanche de la ciudad.


Desde la plaza de la Encina, donde está la basílica de la Virgen del mismo nombre, el viajero rodea el Castillo de los Templarios y pasa por la calle Gil y Carrasco, el célebre escritor romántico, natural de Villafranca del Bierzo, que vivió en Ponferrada durante toda su juventud. Vuelve a pasar por la igle­sia de San Andrés, que ya viera a su entrada en la ciudad, y por la avenida del Castillo se dirige a cruzar el río Sil por el puente de Ojeda, llegando hasta la plaza de Luis del Olmo, el locutor berciano afincado en Madrid. En esta plaza hay una hermosa fuente. Pregunta a unos transeúntes por la estación de autobuses y le indican que debe continuar hasta la salida de la ciudad, por la avenida que sale de la plaza, ligeramente desviada a la derecha.

                                                               Plaza de la Encina

El caminante sigue por la avenida Pérez Colino, pasa por la iglesia de San Pedro y llega a la plaza de Julio Lazúr­tegui, el ingeniero de la reconstrucción industrial, en el centro de la zona nueva de la ciudad. Por allí cruzan las avenidas de España y de La Puebla. Pregunta de nuevo y le indican que vaya por la avenida del General Gómez Núñez, hasta la avenida de la Libertad. Por esa zona encontrará la estación de autobuses. Desde la plaza de Lazúrtegui sale también la avenida del Camino de Santiago, que siguen los peregrinos hacia el corre­dor industrial de Cuatro Vientos, cuando no pasan por Colum­brianos y Fuentes Nuevas, localidades próximas a Ponferrada, situadas en el antiguo trazado del Camino.


Cuando entra en la estación de autobuses Teresa está ya esperándole. Ha llegado hace un buen rato. Son más de las cinco de la tarde y vuelven por las calles recorridas ante­riormente hacia el albergue. Van más despacio que antes, aunque el viajero conoce bien el camino de vuelta, porque el cansancio acumulado en los Montes de León va haciendo efecto. Al entrar en el albergue se asean y acondicionan en dos lite­ras, uno encima del otro, y salen a recorrer la ciudad. Se dirigen primero al Castillo de los Templarios para visitarlo, porque más tarde lo cierran al público.


Entran en el Castillo por la fachada sur, que es la más vistosa, con su puente levadizo y las torres de la Puerta, conservadas en perfecto estado. A cada uno de los lados de la entrada están las torres de Cabrera y Moclín, construidas en el siglo XV por Alvaro Núñez de Osorio, conde de Trastámara, después de la disolución de la Orden del Temple. Detrás de la torre de los Caracoles se pasa al recinto central, el patio de armas. En la zona norte está el Castillo Viejo, con dos torres del Homenaje, una en cada extremo de la construcción. La torre del Homenaje vieja se construyó en 1340 por Pedro Fernández de Castro y la torre del Homenaje nueva es de la época de los Reyes Católicos. En la fachada este están las antiguas zonas palacie­gas, la torre del Malvecino y la Ronda de las Almenas, sobre la calle Gil y Carrasco y la iglesia de San Andrés.

                                                          Castillo de los Templarios
                   
La Orden del Temple nació en Jerusalén en 1118, durante la Primera Cruzada, para defender a los peregrinos a Tierra Santa. El rey Balduíno II les cedió su palacio, consi­derado herencia del Templo de Salomón, de donde deriva el nombre de la Orden. Eran caballeros que seguían la regla monacal de San Bernardo de Claraval, de gran rigidez y auste­ridad. Se extendie­ron por Siria, Asia Menor, y posteriormente por los reinos cristianos de Europa. A España llegaron en 1128, instalándose en Cataluña y en Zamora. En Ponferrada estuvieron asentados durante más de cien años, desde la dona­ción de la ciudad a la Orden, en 1178, por Fernando II, hasta la disolución oficial en 1312. Fernando IV confis­có los bienes del Temple, entre los que estaba el castillo de Ponferrada, que pasó a pertenecer a la Corona de Castilla.


Enrique Gil y Carrasco escribió "El Señor de Bembi­bre", una novela medieval ambientada en Ponferrada, Cacabelos, Carracedo, y otras localidades del Bierzo. En esta novela Rodrigo Yáñez, último maestre de la Orden del Temple tiene su residencia en el castillo de Ponferrada. La novela describe la abolición de la Orden por el papa Clemente V, a instancias del rey de Francia, Felipe el Hermoso, y los últimos avatares de los caballeros templarios en Castilla y León.

                                                              Enrique Gil y Carrasco

Después de visitar el Castillo y de subir por sus empinadas escaleras el peregrino necesita descansar un poco en una terraza de la plaza de la Encina. En las mesas distingue  a algunas caras conocidas, que ha cruzado en el Camino. La tarde va poco a poco avanzando. Le vienen recuerdos históricos anteriores a los caballeros del Temple. El nombre de Ponferra­da proviene de "Pons ferrata", el Puente de Hierro, que el obispo de Astorga, Osmundo, mandó construir en el siglo XI para que pasaran los peregrinos el río Sil. Ello hizo que la mayoría de los caminantes a Santiago pasaran por Ponferrada a partir de entonces.


Antes de la Edad Media había sido un asentamiento de pequeña importancia de los astures y de los romanos. Es difi­cil dilucidar si "Interamnium Flavium" estuvo situada cerca de Molinaseca o de Ponferrada, pero si que estaba en una zona próxi­ma a ambas localidades. Al final de las guerras con los astu­res y los cántabros se produce la romanización de toda la comarca del Bierzo, como puede verificarse por los hallaz­gos arqueoló­gicos. La explotación de los yacimientos auríferos de "Las Médulas" fue la principal actividad de esta época. Los suevos se apoderaron de todo el Bierzo y de Gali­cia. Teodori­co, en el siglo V, destruyó el asentamiento ponferradi­no, y las tropas del Califato de Córdoba también hicieron lo mismo en el siglo IX. Ponferrada fue reconstruida por Alfonso III el Magno.

                                                                   Las Médulas
    
Las cámaras de televisión aparecieron en la plaza de la Encina en aquella tarde veraniega. Algunos hombres y muje­res con galas inhabituales se acercaron a la basílica y espe­raron en corros en la acera. De pronto llegó el Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla y León, Juan José Lucas, y todas las personas que estábamos en la plaza comprendimos la presencia de las cámaras de televisión. Los inevitables micró­fonos de los informadores se acercaron al Presidente y a sus acompañantes. Después unos y otros fueron pasando a la igle­sia. Los cámaras y las Fuerzas del Orden Público esperaron fuera mientras transcu­rría la ceremonia oficial.


Nos contaron después que había sido una misa de difuntos por la mujer del Alcalde de Ponferrada, recientemente fallecida. La importancia del municipio y las buenas relacio­nes del Alcalde con el Presidente de la Junta, ambos del Partido Popular, habían producido el acontecimiento político-religioso en aquellos días de verano, en que siempre hay menos noticias relevantes en el panorama informativo, que en otras épocas del año. Al salir se repitieron las escenas de la entrada, el despliegue policial y las tomas de las cámaras de televisión. Casi todos los asistentes al acto se acercaron al Alcalde y al Presidente de Castilla y León antes de marcharse.

                                         
La basílica de la Virgen de la Encina es una iglesia construida a finales del siglo XVI y principios del XVII. La imagen de la Virgen, aparecida en el bosque donde los templa­rios cortaban madera para la construcción de su castillo, es la patrona de Ponferrada y de todo el Bierzo. En el exterior de la iglesia destaca la torre, recientemente restaurada, que puede verse desde toda la ciudad. El interior tiene planta de cruz latina, con un retablo principal, en cuyo centro está la imagen de la Virgen, en una talla de Mateo Flórez. Otras esculturas de Gregorio Fernández completan el retablo. El presbiterio y el crucero están cubiertos por bóvedas de cruce­ría adornadas con nervios y florones circulares. Hay otros dos retablos barrocos, del siglo XVIII, uno en cada uno de los brazos laterales del crucero, con columnas de aspecto churri­gueresco. En la sacristía se guardan piezas de orfebrería y esculturas y pinturas de gran valor.

                                                               Torre del Reloj

Al salir de la basílica de la Virgen de la Encina paseamos por las calles de la ciudad antigua. La calle del Reloj es una de las mejor conservadas de la zona. En esta calle está el Casino de la Tertulia Artística, el Convento de la Purísima Con-cepción, llamado también de las Concepcionis­tas, y la Casa de la Carcel, que es donde se aloja actualmente el Museo del Bierzo. La Torre del Reloj está construida sobre una de las puertas de la muralla medieval. Puede subirse a ella desde la aneja calle Carnicerías, por detrás del Ayunta­miento.


La calle Paraisain es la que más recuerdos nostálgi­cos ha producido a los poetas de la ciudad. Por ella se va a la plaza de la Torre de San Lorenzo y a la primera Sociedad de Socorros Mutuos y Cooperativa de Uniones Obreras, fundada en 1889, para la asistencia médica de los socios pertenecientes a las clases trabajadoras. La calle del Rañadero conduce al Puente de Hierro, sobre el río Sil, por donde pasaban los peregrinos de Compostela. La calle Calzada era otra ruta de los peregrinos hasta el Puente de Hierro desde la plaza del Ayuntamiento. La calle Ancha va desde el casco antiguo a las zonas nuevas del nordeste de la ciudad, donde están la iglesia de San Antonio, el monumento a Gil y Carrasco y el Parque del Plantío. En ella se encuentra el Teatro Municipal Bergidum, centro cultural y artístico de la ciudad.


La plaza del Ayuntamiento está en obras de acondi­cionamiento de un aparcamiento subterráneo. Es una plaza cuadrangular, con soportales y casas de dos y tres pisos. Se ha llamado en otras épocas Plaza de las Eras, Plaza de la Constitu­ción o Plaza del Generalísimo, según los diversos avatares políticos por los que ha pasado la ciudad. Fue cons­truida inicialmente en 1705, y diseñada al gusto barroco de su tiempo. En ella se celebraron corridas de toros. En una de sus casas vivió Enrique Gil y Carrasco y en uno de los extremos esta el Instituto de Segunda Enseñanza del mismo nombre, donde estaba el convento conocido por San Agustín, hasta la desamor­tización de Mendizábal. El edificio del Ayuntamiento se empezó a construir en 1692, en el estilo prechurrigueresco de la arquitectura civil de los últimos Austrias. Tiene una alargada balaustrada en hierro forjado, que une los tres ventanales del primer piso, y dos torres laterales, que enmarcan el hastial central sobre el que hay un gran escudo de la ciudad.

                                                               Ayuntamiento

Otros monumentos de la ciudad antigua son las igle­sias de San Andrés, la del Carmen, el Hospital de la Reina y la casa de los Escudos. La iglesia de San Andrés, junto al Castillo y la plaza del Temple, es de origen medieval, recons­truida en el siglo XVII. Tiene una bella torre prismática con tres cuerpos y una cubierta en forma de una pirámide de ocho picos. En el interior se conserva el Cristo gótico de las Maravillas. La iglesia del Carmen fue el antiguo cementerio de la ciudad. Está situada en la zona sudeste, cerca del trazado del ferrocarril. El Hospital de la Reina es el único hospital de peregrinos que se conserva. Fue mandado construir por la Reina Isabel la Católica. La Casa de los Escudos, en la calle Gil y Carrasco, junto al Castillo de los Templarios, es un edi­ficio construido en el siglo XVIII, de estilo barroco tardío. Tiene su fachada adornada con los escudos nobiliarios de los nobles ponferradinos que fueron sus propieta­rios.


En la ciudad moderna, al otro lado del río Sil, además de lo citado anteriormente, está la Plaza de Abastos, cerca de la iglesia de San Pedro y de la plaza Julio Lazúrte­gui, en donde se pueden encontrar los productos más típicos del Bierzo. Los miércoles y los sábados se celebra en los alrededores un mercado callejero. La iglesia de San Ignacio, de los jesuitas, en la avenida Compostilla, de estilo neogóti­co, tiene una elevada torre que intenta imitar a la de la basílica de la Encina. En esta zona están situados los ba­res, "pub" y discotecas de la "movida nocturna" juvenil. En la glorieta de los Juzgados está el monumento a las “Pimenteras del Bierzo”. Por la avenida de España se llega al Museo del Ferrocarril, inaugurado en la antigua estación de Villablino. Tiene una colección de máquinas de vapor, de las realizaban este trayecto. Al otro lado de las vías se encuentra el monu­mento al Templario y el parque del Temple, con grandes pina­res y jardines.


Cuando cae la noche sobre Ponferrada, después de una abundante y caliente cena, volvemos al viejo albergue de peregrinos, donde algunos de ellos conversan y se curan las heridas de los pies. El albergue está en una de las casas del casco antiguo de la ciudad. Tiene pequeñas habitaciones en diversos pisos y los necesarios servicios y duchas, además de algunas dependencias de uso común. La etapa del día siguiente se presenta más suave que la anterior. No es un motivo de preocupa­ción para los caminantes a Santiago, que se van mar­chando poco a poco a dormir.


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