domingo, 30 de noviembre de 2014

GIL Y CARRASCO

                  Casa donde nació Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo)


Enrique Gil y Carrasco, nació en Villafranca del Bierzo, en 1815. Cuando era pequeño su familia se trasladó a Ponferrada, donde estudió en el Colegio de los Padres Agustinos. Entre 1829 y 1831 estudió en el Seminario de Astorga, y después en la Universidad de Valladolid.


En 1836 se trasladó a Madrid, donde frecuentó las reuniones literarias de  Espronceda, que  le ayudó al leer públicamente la composición “Una gota de rocío”, que fue publicada poco después en “El Español”.



En 1838 inició su colaboración en “El Correo Nacional” y ese mismo año uno de sus poemas, “La niebla”, fue seleccionado para el álbum de las composiciones poéticas que “El Liceo” regalaba a doña María Cristina de Borbón, regente de España.


En 1839 su estado de salud empeoró y volvió a Ponferrada a pasar una temporada con la familia, y allí escribió su primera novela. De regreso a Madrid obtuvo un puesto en la Biblioteca Nacional y fundó la revista “El Pensamiento”.

Tras la muerte de Espronceda en 1842 escribió la novela que le dio fama: “El señor de Bembibre”, siguiendo las connotaciones literarias de Walter Scott. Está considerada la novela histórica española más importante de la época romántica. La obra trata la disolución de los templarios en España.

En 1844 se trasladó a Berlín para desempeñar su cargo de representante de España en Prusia. Falleció el 22 de febrero de 1846, a los treinta y un años de edad.


Como representante del romanticismo español, se ha equiparado su poesía con la de Bécquer, y se le considera uno de los más valiosos autores de prosa poética de su época.


                                        El Señor de Bembibre y Enrique Gil y Carrasco


EL SEÑOR DE BEMBIBRE

Enrique Gil y Carrasco recrea en esta  novela  histórica  el  enfrentamiento ideológico entre padres e hijos, las intrigas y enredos de la nobleza medieval y un trágico desenlace final.

El desarrollo de la novela, ambientada en la Castilla del siglo XIV, se articula en torno a la historia de amor entre D. Álvaro, Señor de Bembibre, y Dª Beatriz, hija única y heredera de D. Alonso Osorio.

El fin principal de los dos protagonistas es casarse. Dª Beatriz da su promesa a D. Álvaro de que se casará con él. Al mismo tiempo el Conde de Lemos ronda a Dª Beatriz para conseguir que esta se case con él.

Tras muchas apariciones y desapariciones misteriosas, a Dª Beatriz le llega la noticia de la supuesta muerte de D. Álvaro. Ante la insistencia de los padres de Dª Beatriz para que se case con el Conde de Lemos, ésta finalmente accede en el lecho de muerte de su madre.

A partir de este momento se suceden las intrigas y los sucesos. La muerte del Conde de Lemos parece abrigar la esperanza de un desenlace feliz: una bula papal deshace el vínculo de D. Álvaro con la “Orden del Templo”; pero la desgracia persigue a los protagonistas. Dª Beatriz muere, aunque consigue casarse con D. Álvaro “ in articulo mortis”.

La obra realizada por Enrique Gil y Carrasco se sitúa en una época de oscurantismo y de fervor religioso, marcada por las guerras de religión y por la necesidad de expulsar de la península Ibérica a los musulmanes. Al mismo tiempo existe la conveniencia de que prevalezca una visión única de la religión oficial.

El autor refleja los  conflictos  entre las órdenes de caballería, convirtiéndose en una de las líneas argumentales el enfrentamiento entre la Orden de los Templarios y la Orden de los Montonés. Este mismo enfrentamiento va a servir para guiar en cierto modo la historia de amor entre D. Álvaro y Dª Beatriz.

Dª Beatriz y D. Álvaro (El Señor de Bembibre)


El texto realizado por Enrique Gil y Carrasco tiene muchas semejanzas con la novela histórica realizada por Walter Scott. Se trata sin duda de un fiel reflejo del guión que hay que llevar para crear una novela de este tipo, lo que no resta méritos al autor, sino que muestra su capacidad para desarrollar un  espléndido guión.

"El Señor de Bembibre" plantea una trama argumental con los tres temas siguientes:

  • El amor entre D. Álvaro y Dª Beatriz;
  • El enfrentamiento entre las órdenes militares-religiosas;
  • El final de una estirpe.
En el primer tema, el amor entre los protagonistas es el principal argumento de la obra y de él se sirve el autor para contarnos todo lo que ocurre en la novela.

El segundo tema, el enfrentamiento entre órdenes militares-religiosas tiene un trasfondo más situado en la época de los protagonistas. En este enfrentamiento se trata la desaparición de la “Orden del Templo” en Castilla.

                                                                Un caballero templario


Por último, el tercer tema hace referencia a algo mucho más personal para el autor: la falta de descendencia. Enrique Gil y Carrasco murió dos años después de escribir esta novela. Cuando la escribió ya era sabedor de que la muerte le rondaba y que no podría tener descendencia. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

LOS TEMPLARIOS

En el año 1118, el caballero francés llamado Hugo de Payens y el caballero flamenco Godofredo de Saint-Adhemar, decidieron impulsar la fundación de una orden monástica para la custodia de los peligrosos caminos que conducían a los lugares de Peregrinación. La denominaron Orden de los Pobres Soldados de Cristo, pero ha pasado a la historia comoLa Orden del Templo”.

Hugo de Payens

“En un principio, quienes tomaron esta decisión eran solamente nueve y durante nueve años sirvieron con ropas de seglar y se vistieron con lo que los fieles les dieron de limosna. El Rey y sus caballeros se compadecieron de aquellos nobles hombres que habían abandonado todo por Cristo y les concedieron algunas propiedades y beneficios para atender sus necesidades”.

La Orden del Templo fue aprobada oficialmente por la Iglesia, durante el Concilio de Troyes:

El 14 de enero de 1128, en la Catedral de Troyes, se encendieron los cirios y pronto fueron llegando los convocados:
  • El Cardenal Mateo de Albano, como presidente del Concilio.                                     
  • Los Arzobispos de Reims y Sens.                                                                                      
  • 10 Obispos.                                                                                                                               
  • Los maestros escolasticos Foucher y Auberi                                                                 
  • Esteban Harding, abad de Citaux. Esteban fue el autor de la Regla reformada de los cistercienses.                                                                                                                     
  • Bernardo de Claraval. El autentico cerebro de Concilio. Descendiente de la nobleza, se granjeó la confianza de la Iglesia.                                                                  
  • En contra de las tesis de Bernardo de Claraval, se alzó la voz del Obispo de Orleans Juan II, que gozaba del favor del Rey Luis VI.                                                   
  • En cuanto a la nobleza, participaron: Teobaldo de Champagne (sobrino de Hugo de Champagne), Andrés de Baudemant y el Conde Nevers, entre otros.                  
  • Hugo de Payens y los caballeros que le acompañaban.                                                
En el Concilio Hugo de Payens expuso las características de la Orden, que seguía la regla de San Agustin. Del Concilio salió una nueva Regla, muy influenciada por Bernardo de Claraval, de corte cisterciense, formada de 72 artículos.”

La Orden del Templo creció rápidamente en tamaño y poder. Balduino, rey de Jerusalén, se había asentado en la zona arrebatada a los musulmanes en Tierra Santa, tras la Primera Cruzada. Su palacio era una antigua Mezquita, que se había construido sobre la ruinas del Templo de Salomón y los “Pobres Soldados de Cristo” ocupaban un patio contiguo.




Balduino de Jerusalén

En 1119, Balduino, cambió su residencia a la Torre de David y los Pobres Soldados de Cristo”, pasaron a ocupar toda la mezquita que se levantaba sobre las ruinas del templo de Salomón, Por ello se denominaron posteriormente La Orden del Templo y a sus miembros los Caballeros Templarios.


Los privilegios de la orden fueron confirmados por las bulas papales de 1139, 1144 y 1145. En ellas se daba a los caballeros templarios una autonomía formal respecto de los obispos, una dependencia de la autoridad papal y se les excluía de la jurisdicción civil y eclesiástica. Estas bulas papales les daban derecho sobre las conquistas en Tierra Santa y les concedían atribuciones para construir fortalezas e iglesias propias, lo que les dio gran independencia y poder.
Cincuenta años después de su fundación, los caballeros de la Orden del Templo se extendían ya por tierras de Francia, Alemania, Inglaterra, España y Portugal. Esta expansión territorial contribuyó al enorme incremento de su riqueza, que fue mayor que la de todos los reinos de Europa.
Los templarios tuvieron una destacada participación en la Segunda Cruzada, en la que protegieron al rey Luis VII de Francia tras las derrotas que sufrió con  los turcos. Tres grandes maestres cayeron presos en combate desde 1157 a 1187. En este año, en la batalla de los Cuernos de Hattin, que tuvo lugar al oeste del mar de Galilea, el ejército cruzado, formado por contingentes templarios y hospitalarios  se enfrentó a las tropas de Saladino.


Batalla de los Cuernos de Hattin

Este les infligió una gran derrota, en la que perecieron muchos caballeros templarios. Saladino tomó posesión de Jerusalén y terminó con este reino cristiano. Sin embargo, la presión de la  Tercera Cruzada y las gestiones de Ricardo I de Inglaterra, Corazón de León, lograron un acuerdo con Saladino para convertir Jerusalén en una ciudad libre para el peregrinaje cristiano y musulmán.
En 1244  cayó definitivamente Jerusalén. Los templarios se vieron obligados a cambiar sus cuarteles generales a San Juan de Acre, junto con otras dos grandes órdenes monástico-militares: los hospitalarios y los teutónicos. En 1291 se produjo la caída de Acre, con los últimos templarios luchando junto al resto del ejército cristiano, lo que constituyó el fin de la presencia cruzada en Tierra Santa. Los Templarios pasaron a Chipre, isla de su propiedad tras comprarla a Ricardo Corazón de León.
En la Península Ibérica los Templarios comienzan su implantación en la década de 1130. En 1131, el conde de Barcelona Ramón Berenguer III pide su entrada en la orden. Ramón Berenguer IV  llegó a un acuerdo con los templarios para que colaboraran en la Reconquista en 1143, por la que recibieron los castillos de Monzón, Mongay, Chalamera, Barberá, Remolins y Corbins, favoreciéndoles con donaciones de tierras, así como con derechos sobre las conquistas.


Castillo de Monzón

En Castilla y León los templarios ayudaron a la repoblación de zonas conquistadas por los cristianos, creando asentamientos en los que edificaban ermitas bajo la advocación de mártires cristianos. Ante la invasión almohade, los templarios lucharon en el ejército cristiano, venciendoles junto a los ejércitos de Alfonso VIII de Castilla, en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212). En 1265, colaboraron en la conquista de Murcia, que se había levantado en armas, recibiendo en recompensa Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra y Caravaca de la Cruz.
Los templarios entran en Portugal en tiempos de la condesa Teresa de León, de la que reciben el castillo de Soure en 1127 a cambio de su colaboración en la Reconquista. En 1145 reciben el castillo de Longroiva  por su ayuda a Alfonso Henriques en la toma de Santarém. En 1147 reciben el castillo de Cera, cerca de Tomar, que se convertiría en su sede regional. Los templarios serían una orden bien asentada en Portugal.


Jacques de Molay

 

El último gran maestre templario Jacques de Molay
se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes militares bajo una única dirección. El 6 de junio de 1306 fue llamado a Poitiers por el papa Clemente V para un último intento, tras cuyo fracaso, el destino de la orden quedó decidido. Felipe IV de Francia, ante las deudas que había adquirido su país con los Templarios, y su deseo de un Estado fuerte, con el rey concentrando todo el poder frente a la Iglesia y las diversas órdenes religiosas, convenció al Papa Clemente V,  de que iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de sacrilegio, herejía, sodomía  y adoración a ídolos paganos.
Felipe IV de Francia despachó correos a todos los lugares de su reino con órdenes estrictas de que nadie los abriera hasta un día concreto de octubre de 1307. En esos pliegos se ordenaba la captura de todos los templarios y la requisa de sus bienes. De esta manera, en Francia, Jacques de Molay, último gran maestre de la orden, y ciento cuarenta templarios fueron encarcelados y seguidamente sometidos a torturas, método para conseguir que la mayoría de los acusados se declararan culpables de los cargos.


El Papa Clemente V


El Papa reservó para su propio arbitrio la causa del gran maestre y de sus tres primeros dignatarios. Ellos habían confesado su culpabilidad y sólo quedaba reconciliarlos con la Iglesia una vez que hubiesen atestiguado su arrepentimiento con la solemnidad acostumbrada delante de la catedral Notre Dame de París. Molay no aceptó el planteamiento, recuperó su coraje y proclamó la inocencia de los templarios y la falsedad de sus propias confesiones. Fue arrestado como herético reincidente y quemado vivo atado a  una estaca frente a las puertas de Notre Dame, en l'Ille de France en marzo de 1314.
Antes de ser consumido por las llamas, Jacques de Molay convocó al Rey y al Papa ante el tribunal de Dios para antes de que transcurriera un año, con las palabras:
"Dios conoce que se nos ha traído al umbral de la muerte con gran injusticia. No tardará en venir una inmensa calamidad para aquellos que nos han condenado sin respetar la auténtica justicia. Dios se encargará de tomar represalias por nuestra muerte. Yo pereceré con esta seguridad".



Antes de un año, tal y como aseguró el maestre templario antes de morir, fallecieron tanto Felipe IV como Clemente V. El primero que murió fue el Papa, a los 37 días. Ya estaba enfermo, pero una noche fue presa de "un dolor insufrible que le mordía el vientre". Sus galenos comunicaron que había muerto "a merced de unos horribles sufrimientos". El rey francés murió el 29 de noviembre, al chocar con la rama de un árbol mientras montaba a caballo por el bosque de Fontainebleau. El golpe fue tan grave que el monarca pereció de una parálisis general, con gran padecimiento hasta su minuto final. ¿Se había cumplido la amenaza de De Molay? Lo cierto es que de esta forma, los Templarios salieron de la Historia y entraron en la Leyenda.

lunes, 24 de noviembre de 2014

PONFERRADA

25. PONFERRADA

Hacia la estación de autobuses. La zona nueva de la ciudad.­ Vuelta al albergue. El Castillo de los Templa­rios. La Orden del Temple. "El Señor de Bembibre". La plaza de la Encina. Historia de Ponferrada. Política y televi­sión. La basílica de la Virgen de la Encina. La calle del Reloj. Calles de la ciudad antigua. La plaza del Ayuntamien­to. Otras cosas de la ciudad antigua y de la ciudad moderna. El albergue de p­ere­gri­nos.


El peregrino ha entrado en Ponferrada buscando el albergue del Camino de Santiago, y ha dejado su mochila y concertado alojamiento. Está muy cansado. Ha sido la etapa más dura hasta el momento. Después se dirige a la estación de autobuses, que está en la otra zona de la ciudad. Debe cruzar el río Sil y caminar hacia la carretera de La Coruña, pasando por todo el ensanche de la ciudad.


Desde la plaza de la Encina, donde está la basílica de la Virgen del mismo nombre, el viajero rodea el Castillo de los Templarios y pasa por la calle Gil y Carrasco, el célebre escritor romántico, natural de Villafranca del Bierzo, que vivió en Ponferrada durante toda su juventud. Vuelve a pasar por la igle­sia de San Andrés, que ya viera a su entrada en la ciudad, y por la avenida del Castillo se dirige a cruzar el río Sil por el puente de Ojeda, llegando hasta la plaza de Luis del Olmo, el locutor berciano afincado en Madrid. En esta plaza hay una hermosa fuente. Pregunta a unos transeúntes por la estación de autobuses y le indican que debe continuar hasta la salida de la ciudad, por la avenida que sale de la plaza, ligeramente desviada a la derecha.

                                                               Plaza de la Encina

El caminante sigue por la avenida Pérez Colino, pasa por la iglesia de San Pedro y llega a la plaza de Julio Lazúr­tegui, el ingeniero de la reconstrucción industrial, en el centro de la zona nueva de la ciudad. Por allí cruzan las avenidas de España y de La Puebla. Pregunta de nuevo y le indican que vaya por la avenida del General Gómez Núñez, hasta la avenida de la Libertad. Por esa zona encontrará la estación de autobuses. Desde la plaza de Lazúrtegui sale también la avenida del Camino de Santiago, que siguen los peregrinos hacia el corre­dor industrial de Cuatro Vientos, cuando no pasan por Colum­brianos y Fuentes Nuevas, localidades próximas a Ponferrada, situadas en el antiguo trazado del Camino.


Cuando entra en la estación de autobuses Teresa está ya esperándole. Ha llegado hace un buen rato. Son más de las cinco de la tarde y vuelven por las calles recorridas ante­riormente hacia el albergue. Van más despacio que antes, aunque el viajero conoce bien el camino de vuelta, porque el cansancio acumulado en los Montes de León va haciendo efecto. Al entrar en el albergue se asean y acondicionan en dos lite­ras, uno encima del otro, y salen a recorrer la ciudad. Se dirigen primero al Castillo de los Templarios para visitarlo, porque más tarde lo cierran al público.


Entran en el Castillo por la fachada sur, que es la más vistosa, con su puente levadizo y las torres de la Puerta, conservadas en perfecto estado. A cada uno de los lados de la entrada están las torres de Cabrera y Moclín, construidas en el siglo XV por Alvaro Núñez de Osorio, conde de Trastámara, después de la disolución de la Orden del Temple. Detrás de la torre de los Caracoles se pasa al recinto central, el patio de armas. En la zona norte está el Castillo Viejo, con dos torres del Homenaje, una en cada extremo de la construcción. La torre del Homenaje vieja se construyó en 1340 por Pedro Fernández de Castro y la torre del Homenaje nueva es de la época de los Reyes Católicos. En la fachada este están las antiguas zonas palacie­gas, la torre del Malvecino y la Ronda de las Almenas, sobre la calle Gil y Carrasco y la iglesia de San Andrés.

                                                          Castillo de los Templarios
                   
La Orden del Temple nació en Jerusalén en 1118, durante la Primera Cruzada, para defender a los peregrinos a Tierra Santa. El rey Balduíno II les cedió su palacio, consi­derado herencia del Templo de Salomón, de donde deriva el nombre de la Orden. Eran caballeros que seguían la regla monacal de San Bernardo de Claraval, de gran rigidez y auste­ridad. Se extendie­ron por Siria, Asia Menor, y posteriormente por los reinos cristianos de Europa. A España llegaron en 1128, instalándose en Cataluña y en Zamora. En Ponferrada estuvieron asentados durante más de cien años, desde la dona­ción de la ciudad a la Orden, en 1178, por Fernando II, hasta la disolución oficial en 1312. Fernando IV confis­có los bienes del Temple, entre los que estaba el castillo de Ponferrada, que pasó a pertenecer a la Corona de Castilla.


Enrique Gil y Carrasco escribió "El Señor de Bembi­bre", una novela medieval ambientada en Ponferrada, Cacabelos, Carracedo, y otras localidades del Bierzo. En esta novela Rodrigo Yáñez, último maestre de la Orden del Temple tiene su residencia en el castillo de Ponferrada. La novela describe la abolición de la Orden por el papa Clemente V, a instancias del rey de Francia, Felipe el Hermoso, y los últimos avatares de los caballeros templarios en Castilla y León.

                                                              Enrique Gil y Carrasco

Después de visitar el Castillo y de subir por sus empinadas escaleras el peregrino necesita descansar un poco en una terraza de la plaza de la Encina. En las mesas distingue  a algunas caras conocidas, que ha cruzado en el Camino. La tarde va poco a poco avanzando. Le vienen recuerdos históricos anteriores a los caballeros del Temple. El nombre de Ponferra­da proviene de "Pons ferrata", el Puente de Hierro, que el obispo de Astorga, Osmundo, mandó construir en el siglo XI para que pasaran los peregrinos el río Sil. Ello hizo que la mayoría de los caminantes a Santiago pasaran por Ponferrada a partir de entonces.


Antes de la Edad Media había sido un asentamiento de pequeña importancia de los astures y de los romanos. Es difi­cil dilucidar si "Interamnium Flavium" estuvo situada cerca de Molinaseca o de Ponferrada, pero si que estaba en una zona próxi­ma a ambas localidades. Al final de las guerras con los astu­res y los cántabros se produce la romanización de toda la comarca del Bierzo, como puede verificarse por los hallaz­gos arqueoló­gicos. La explotación de los yacimientos auríferos de "Las Médulas" fue la principal actividad de esta época. Los suevos se apoderaron de todo el Bierzo y de Gali­cia. Teodori­co, en el siglo V, destruyó el asentamiento ponferradi­no, y las tropas del Califato de Córdoba también hicieron lo mismo en el siglo IX. Ponferrada fue reconstruida por Alfonso III el Magno.

                                                                   Las Médulas
    
Las cámaras de televisión aparecieron en la plaza de la Encina en aquella tarde veraniega. Algunos hombres y muje­res con galas inhabituales se acercaron a la basílica y espe­raron en corros en la acera. De pronto llegó el Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla y León, Juan José Lucas, y todas las personas que estábamos en la plaza comprendimos la presencia de las cámaras de televisión. Los inevitables micró­fonos de los informadores se acercaron al Presidente y a sus acompañantes. Después unos y otros fueron pasando a la igle­sia. Los cámaras y las Fuerzas del Orden Público esperaron fuera mientras transcu­rría la ceremonia oficial.


Nos contaron después que había sido una misa de difuntos por la mujer del Alcalde de Ponferrada, recientemente fallecida. La importancia del municipio y las buenas relacio­nes del Alcalde con el Presidente de la Junta, ambos del Partido Popular, habían producido el acontecimiento político-religioso en aquellos días de verano, en que siempre hay menos noticias relevantes en el panorama informativo, que en otras épocas del año. Al salir se repitieron las escenas de la entrada, el despliegue policial y las tomas de las cámaras de televisión. Casi todos los asistentes al acto se acercaron al Alcalde y al Presidente de Castilla y León antes de marcharse.

                                         
La basílica de la Virgen de la Encina es una iglesia construida a finales del siglo XVI y principios del XVII. La imagen de la Virgen, aparecida en el bosque donde los templa­rios cortaban madera para la construcción de su castillo, es la patrona de Ponferrada y de todo el Bierzo. En el exterior de la iglesia destaca la torre, recientemente restaurada, que puede verse desde toda la ciudad. El interior tiene planta de cruz latina, con un retablo principal, en cuyo centro está la imagen de la Virgen, en una talla de Mateo Flórez. Otras esculturas de Gregorio Fernández completan el retablo. El presbiterio y el crucero están cubiertos por bóvedas de cruce­ría adornadas con nervios y florones circulares. Hay otros dos retablos barrocos, del siglo XVIII, uno en cada uno de los brazos laterales del crucero, con columnas de aspecto churri­gueresco. En la sacristía se guardan piezas de orfebrería y esculturas y pinturas de gran valor.

                                                               Torre del Reloj

Al salir de la basílica de la Virgen de la Encina paseamos por las calles de la ciudad antigua. La calle del Reloj es una de las mejor conservadas de la zona. En esta calle está el Casino de la Tertulia Artística, el Convento de la Purísima Con-cepción, llamado también de las Concepcionis­tas, y la Casa de la Carcel, que es donde se aloja actualmente el Museo del Bierzo. La Torre del Reloj está construida sobre una de las puertas de la muralla medieval. Puede subirse a ella desde la aneja calle Carnicerías, por detrás del Ayunta­miento.


La calle Paraisain es la que más recuerdos nostálgi­cos ha producido a los poetas de la ciudad. Por ella se va a la plaza de la Torre de San Lorenzo y a la primera Sociedad de Socorros Mutuos y Cooperativa de Uniones Obreras, fundada en 1889, para la asistencia médica de los socios pertenecientes a las clases trabajadoras. La calle del Rañadero conduce al Puente de Hierro, sobre el río Sil, por donde pasaban los peregrinos de Compostela. La calle Calzada era otra ruta de los peregrinos hasta el Puente de Hierro desde la plaza del Ayuntamiento. La calle Ancha va desde el casco antiguo a las zonas nuevas del nordeste de la ciudad, donde están la iglesia de San Antonio, el monumento a Gil y Carrasco y el Parque del Plantío. En ella se encuentra el Teatro Municipal Bergidum, centro cultural y artístico de la ciudad.


La plaza del Ayuntamiento está en obras de acondi­cionamiento de un aparcamiento subterráneo. Es una plaza cuadrangular, con soportales y casas de dos y tres pisos. Se ha llamado en otras épocas Plaza de las Eras, Plaza de la Constitu­ción o Plaza del Generalísimo, según los diversos avatares políticos por los que ha pasado la ciudad. Fue cons­truida inicialmente en 1705, y diseñada al gusto barroco de su tiempo. En ella se celebraron corridas de toros. En una de sus casas vivió Enrique Gil y Carrasco y en uno de los extremos esta el Instituto de Segunda Enseñanza del mismo nombre, donde estaba el convento conocido por San Agustín, hasta la desamor­tización de Mendizábal. El edificio del Ayuntamiento se empezó a construir en 1692, en el estilo prechurrigueresco de la arquitectura civil de los últimos Austrias. Tiene una alargada balaustrada en hierro forjado, que une los tres ventanales del primer piso, y dos torres laterales, que enmarcan el hastial central sobre el que hay un gran escudo de la ciudad.

                                                               Ayuntamiento

Otros monumentos de la ciudad antigua son las igle­sias de San Andrés, la del Carmen, el Hospital de la Reina y la casa de los Escudos. La iglesia de San Andrés, junto al Castillo y la plaza del Temple, es de origen medieval, recons­truida en el siglo XVII. Tiene una bella torre prismática con tres cuerpos y una cubierta en forma de una pirámide de ocho picos. En el interior se conserva el Cristo gótico de las Maravillas. La iglesia del Carmen fue el antiguo cementerio de la ciudad. Está situada en la zona sudeste, cerca del trazado del ferrocarril. El Hospital de la Reina es el único hospital de peregrinos que se conserva. Fue mandado construir por la Reina Isabel la Católica. La Casa de los Escudos, en la calle Gil y Carrasco, junto al Castillo de los Templarios, es un edi­ficio construido en el siglo XVIII, de estilo barroco tardío. Tiene su fachada adornada con los escudos nobiliarios de los nobles ponferradinos que fueron sus propieta­rios.


En la ciudad moderna, al otro lado del río Sil, además de lo citado anteriormente, está la Plaza de Abastos, cerca de la iglesia de San Pedro y de la plaza Julio Lazúrte­gui, en donde se pueden encontrar los productos más típicos del Bierzo. Los miércoles y los sábados se celebra en los alrededores un mercado callejero. La iglesia de San Ignacio, de los jesuitas, en la avenida Compostilla, de estilo neogóti­co, tiene una elevada torre que intenta imitar a la de la basílica de la Encina. En esta zona están situados los ba­res, "pub" y discotecas de la "movida nocturna" juvenil. En la glorieta de los Juzgados está el monumento a las “Pimenteras del Bierzo”. Por la avenida de España se llega al Museo del Ferrocarril, inaugurado en la antigua estación de Villablino. Tiene una colección de máquinas de vapor, de las realizaban este trayecto. Al otro lado de las vías se encuentra el monu­mento al Templario y el parque del Temple, con grandes pina­res y jardines.


Cuando cae la noche sobre Ponferrada, después de una abundante y caliente cena, volvemos al viejo albergue de peregrinos, donde algunos de ellos conversan y se curan las heridas de los pies. El albergue está en una de las casas del casco antiguo de la ciudad. Tiene pequeñas habitaciones en diversos pisos y los necesarios servicios y duchas, además de algunas dependencias de uso común. La etapa del día siguiente se presenta más suave que la anterior. No es un motivo de preocupa­ción para los caminantes a Santiago, que se van mar­chando poco a poco a dormir.