BERNARDINO
DE SAHAGÚN (1499-1590)
Fray
Bernardino de Sahagún fue un misionero
franciscano, que destacó en
el Nuevo Mundo americano por su gran labor en el
campo de la historia y de la
etnografía mexicana.
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Entre los
evangelizadores de América encontramos a misioneros que se dedicaron a la tarea de estudiar a fondo y de manera
sistemática el idioma, las costumbres y todo lo que hoy llamamos la cultura de estos
pueblos.
Bernardino
de Ribera, nació en 1499 en el pueblo leonés de Sahagún, que él hizo famoso
agregándolo a su nombre. Estudió en la universidad de Salamanca y en 1524 se
ordenó sacerdote. Cinco años más tarde,
junto con otros frailes se embarcó, en un viaje sin retorno, para México, donde
murió con noventa años en 1590.
Fray Bernardino de Sahagún
Aprendió el idioma
“náhuatl”, que era el de mayor difusión entre los indígenas. Sin dejar de
ejercer su ministerio sacerdotal, atendió también a la enseñanza y la
investigación. Durante unos cuarenta años fue profesor y, por temporadas,
rector del Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco para la formación de los
indios y del clero local.
Desde 1540
se consagró con tenacidad a la gran obra de su vida: el estudio
de las materias del México anterior a Hernán Cortés, llegando a escribir, entre
1547 y 1577, la “Historia general de las cosas de Nueva España”. Con la
consulta permanente de ancianos respetables, de sus propios alumnos y de
escribanos, logró recopilar y describir todo lo que se refiere a la vida de los
antiguos mexicanos: creencias religiosas, cultos, ritos, historia, calendario,
vida familiar, fiestas, labores agrícolas, trabajos manuales, …
Portada del libro
La obra citada
consta de 12 libros y está dispuesta en tres columnas paralelas: en español, en
lengua náhuatl y otra columna con notas, fuentes y comentarios. Su importancia en el campo
antropológico, lingüístico y literario es reconocida por todos los que la
conocen. El etnólogo Miguel Acosta Saignes afirma:
«Sahagún fue un genial precursor de la etnografía...
Con irreprochable método que siglos más tarde habría de hacer suyo la
etnografía, Sahagún preparó una sinopsis de la obra que se proponía, para
recoger, conforme a ella, el material necesario. Consultó informantes, a
quienes consideró absolutamente idóneos, y sometió el material recogido y
elaborado a sucesivos mejoramientos hasta cuando, ya cernido, consideró
suficiente su empeño. Deseoso de no faltar a la verdad anotó las circunstancias
en las cuales recogió informes, los nombres y conocimientos de quienes con él
trabajaron y los repasos a los cuales hubo de someter la Historia».
Fray
Bernardino tuvo el apoyo de sus superiores eclesiásticos, aunque algunos también se
opusieron y lograron detener por algunos años el avance de la obra, pensada como un
manual para la formación de los misioneros.
En sí misma,
la “Historia general de las cosas de Nueva España” es también una respuesta a la mentalidad de esos
conquistadores y eclesiásticos que fueron partidarios del método de la “tabla
rasa” en todo lo que se refería a las creencias religiosas de los indios. Sus
opositores lograron incluso tener una real cédula de Felipe II, con fecha 22 de
abril de 1577, prohibiendo la publicación y difusión de los manuscritos de fray
Bernardino.
Este libro
quedó inédito hasta 1829-1830 en que se publicó en México el texto castellano.
Muchos otros escritos suyos, tanto en castellano como en náhuatl, siguen
inéditos o se perdieron.
Pero la sola
Historia general es suficiente para que fray Bernardino de Sahagún permanezca
como obligado punto de referencia para el conocimiento del México antiguo y
moderno. (1)
Fray Bernardino de Sahagún y su método de
investigación
Con fama de
hombre fuerte y gran trabajador, sobrio, prudente y amoroso con los
indios, dos notas parecen esenciales en su carácter: la tenacidad, demostrada
en 12 lustros de pródigo esfuerzo en favor de sus ideas y de su obra; y el
pesimismo, que ensombrece con amargas reflexiones el fondo de su escenario
histórico.
Vivió en una
época de transición de dos culturas, y pudo percatarse de que la mexicana iba a
desaparecer absorbida por la europea. Se adentró con singular tesón e
inteligencia en las complejidades del mundo indígena. A sus trabajos escritos
como evangelizador, historiador y lingüista, les dio diversas formas,
corrigiéndolos, ampliándolos y redactándolos como libros distintos.
Escribió en
náhuatl, idioma que dominó a la perfección, y en castellano, agregando algunos
textos en latín. Desde 1547 empezó a investigar y recopilar datos acerca de la
cultura, creencias, artes y costumbres de los antiguos mexicanos. Para llevar a
cabo su tarea con éxito, inventó y puso en marcha un método moderno de
investigación, como:
a) Hizo
cuestionarios en náhuatl, valiéndose para elaborarlos de los estudiantes del
Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco avanzados en el conocimiento de latín y
castellano, al tiempo que eran peritos en náhuatl, su lengua materna.
b) Estos
cuestionarios los leyó a los indios que encabezaban los barrios o a quienes le
mandaron indígenas ancianos que le prestaron inapreciable ayuda y se les conoce
como los “Informantes de Sahagún”.
Éstos
informantes eran de tres lugares: Tepeapulco (1558-1560), donde elaboraron los
Primeros memoriales; Tlatelolco (1564-1565), donde hicieron los Memoriales con
escolios (a ambas versiones se les identifica con los llamados Códices
matritenses); y la Ciudad de México (1566-1571), en donde realizó Sahagún una
nueva versión, mucho más completa que las anteriores, ayudado siempre por su
equipo de estudiantes de Tlatelolco. Este tercer texto definitivo es la “Historia
general de las cosas de Nueva España”.
Los curiosos destinos de su obra
En 1570, por
razones económicas, paralizó su obra, viéndose obligado a redactar un sumario
de su Historia, que envió al Consejo de Indias. Este texto está perdido. Otra
síntesis se envió al papa Pío V, y se conserva en el Archivo Secreto Vaticano.
Se titula “Breve compendio de los soles idolátricos que los indios desta Nueva
España usaban en tiempos de su infidelidad”.
Por intrigas
de los frailes de su misma Orden, el rey Felipe II mandó recoger, en 1577,
todas las versiones y copias de la obra de Sahagún, ante el temor de que los
indígenas siguiesen apegados a sus creencias si éstas se conservaban en su
lengua. Cumpliendo esta orden terminante, Sahagún entregó a su superior, fray
Rodrigo de Sequera, una versión en lengua castellana y mexicana. Esta versión
la llevó a Europa el padre Sequera en 1580, se la conoce con el nombre de
Manuscrito o Copia de Sequera y se identifica con el Códice florentino.
Fue Sahagún
creador de un método riguroso de investigación científica, si no el primero,
puesto que fray Andrés de Olmos se le adelantó en tiempo de sus indagaciones,
sí el más científico, por lo que se le considera el padre de la investigación
etnohistórica y social americana, anticipándose dos siglos y medio al padre
Lafitan, generalmente considerado por su estudio de los iroqueses como el
primer gran etnólogo. Logró reunir un extraordinario arsenal de noticias de
boca de sus informantes, relativas a la cultura mexica.
Las tres
categorías: lo divino, lo humano y lo mundano, de honda tradición medieval
dentro de la concepción histórica, están todas en la obra de Sahagún. De ahí
que exista una estrecha relación en el modo de concebir y escribir su Historia
con la obra de Plinio el Viejo y Alberto Magno.
Su Historia,
que es una enciclopedia de tipo medieval, modificada por los conocimientos
renacentistas y los de la cultura náhuatl, presenta la labor de varias manos y
varios estilos, ya que intervino en ella su equipo de estudiantes desde 1558,
por lo menos, hasta 1585. En ella se percibe con claridad meridiana su
filiación a la llamada Escuela de México-Tenochtitlan, de mediados del siglo
XVI, con el estilo «azteca revivido».
Toda esta
abundante y magnífica información permanecía en el olvido, hasta que Francisco
del Paso y Troncoso -profundo conocedor del náhuatl y gran historiador- publicó
los originales conservados en Madrid y en Florencia con el título de “Historia
general de las cosas de Nueva España”. (2)
Actualmente
existe una ciudad industrial en el Estado de Hidalgo que lleva su nombre,
Ciudad Sahagún, en su honor.
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Estatua de Fray Bernardino de Sahagún |