martes, 29 de julio de 2014

A MANSILLA DE LAS MULAS

7. CAMINO DE MANSILLA DE LAS MULAS


Salida de Sahagún. Calzada del Coto. La Vía Trajana y el Real Camino Francés. El Páramo leonés. Bercianos del Camino. La autopista del Camino1 de Santiago. El Burgo Rane­ro. Descanso en el albergue. Camino de Villa­marco. Reliegos. Una legua castellana. Llegada a Mansilla de las Mulas.


A las cinco de la mañana se despierta el albergue del Camino de Santiago. Poco a poco se van levantando los peregrinos y salen despacio con la mochila al hombro. Hay que aprovechar las primeras horas de la mañana y evitar el intenso calor del mediodía. Este año hay tantos caminantes que los albergues se llenan demasiado pronto. Se produce una verdadera competición por llegar lo antes posible al siguiente albergue y para ello se sale cada vez más temprano.


En la oscuridad de la zona de literas no logro ver nada en mi reloj. Solamente hay luz en los aseos y cocinas. Pregun­to a mi vecino de cama la hora que es. Son las cinco y me­dia. -me dice- Decido esperar descansando un poco tiempo más, aunque es difícil seguir durmiendo por los inevitables ruidos que se hacen al colocar todos los utensilios en las mochilas. Cuando me levanto ya está casi vacío el albergue.


Salgo de la Iglesia de la Trinidad a las siete de la mañana junto a dos peregrinos franceses. Hace frío a esta hora. Vuelvo a pasar por la calle de la Herrería, la calle de San Juan y la avenida de la Constitución hasta la plaza Mayor. Entro en un bar que está abierto, en el que hay otros dos o tres peregri­nos y la patrulla de la Guardia Civil, para tomar café. La televisión da las primeras noticias y el parte meteo­rológico. Volverá a hacer calor durante todo el día de hoy.

Arco de San Benito

Desde la plaza Mayor, por las calles de Flora Flórez y de San Tirso, se vuelve a pasar por el arco de San Benito. Está empezando a clarear por la parte de atrás de la ciudad cuando el peregrino cruza el río Cea por el "Puente de Canto". Muy cerca queda el antiguo puente romano y el "Prado de las Lanzas de Carlomagno", convertido en una hermosa chopera. Más adelante se pasa por el campo de futbol y por un "camping" espe­cialmente acondicionado para ciclistas, donde ondean las banderas de la Comunidad de Castilla-León.


El Monasterio de la Peregrina es la última vista de Sahagún antes de llegar a la carretera de circunvalación de la ciudad, que hay que pasar a través de un túnel por debajo de ella. Por el arcén de la carretera se llega en una hora a Calzada del Coto, localidad que dependió desde el siglo X del Monasterio de Sahagún, y que en documentos primitivos se llamó "Villa Zacharias".











Calzada del Coto

Antes de llegar a Calzada del Coto el caminante se vuelve a encontrar a los dos peregrinos franceses que habían s­alido de Sahagún antes que él, porque no se habían parado a tomar café. Están tomando un ligero refrigerio senta­dos en un banco del "andadero arbolado". Desde Calzada del Coto se puede seguir la calzada romana (Vía Trajana), que se inicia en la calle Mayor del pueblo, pasando por Valdelocajos y Calzadilla de los Hermanos, o recorrer el Real Camino Fran­cés, a través de Bercianos y de El Burgo Ranero. El caminante prefiere ir por esta segunda ruta, más transitada actualmente. No es nece­sario entrar en Calzada del Coto y puede seguirse el "andadero arbolado", que ha habilitado la Junta de Castilla y León en 1991.



El sol está subiendo sobre el horizonte y empieza a mitigar el frío de la mañana. Estamos en el Páramo leonés, una zona inhóspita, muy fría en invierno y muy calurosa en verano. Cerca del "andadero" discurre la nueva Autopista del Camino de Santiago. Antes de llegar a Bercianos se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Perales, de gran devoción por estas tierras, y la granja de San Esteban. El caminante llega a Bercianos a las nueve de la mañana. No hay ningún indicio de vida en la localidad, más que unos coches aparcados en la calle principal, que curiosamente tienen casi todos matrícula de las provincias catalanas. Es una prueba de la masiva emi­gración a Cataluña de los habitantes del lugar y de su vuelta a la zona de origen durante los meses de verano para pasar las vacaciones. Ninguna tienda ha abierto todavía. Bercianos parece un pueblo del oeste americano con sus casas de "adobe y tapial". Solamente la iglesia parroquial del Salvador destaca de las demás construcciones en lo alto de una loma, a la salida de la localidad.


Según avanza la mañana el caminante se dirige al Burgo Ranero. En esta zona, en el paraje conocido como "pago del Cimajo", debió ocurrir el suceso de los lobos que habían atacado a un indefenso peregrino, quizá muerto de frío, citado por el viajero italiano Domenico Laffi. No es el caso en estos tiempos en que casi está extinguida la espe­cie en el territo­rio. Las torres del tendido eléctrico y del silo del Burgo Ranero sirven de indicadores del camino. Alrededor de las once de la mañana se vuelve a aproximar el "andadero" a la Autopis­ta del Camino de Santiago. Las primeras casas del Burgo Ranero aparecen después de cruzar la Autopista. Antes de llegar a ellas se adelanta a dos peregrinos que avanzan muy lentamente. Son el vecino de litera del albergue de Sahagún y su hija, que tienen los pies muy doloridos y piensan quedarse en el Burgo Ranero, a pesar de lo temprano de la hora.


Iglesia del Burgo Ranero

El viajero recorre la calle principal del Burgo Ranero, hasta la plaza y la iglesia de San Pedro. Esta locali­dad aparece mencionada en 1126 en la documentación del Monas­terio de Sahagún. En 1386 pasó a depender del Monasterio de Gradefes. Laffi ha descrito la vida de los habitantes del Burgo Ranero, en su viaje por la zona en 1673, dedicados al pastoreo y viviendo en humildes "pallozas" con techos de paja. En honor a este clérigo italiano el albergue de la localidad lleva el nombre de "Domenico Laffi".


El peregrino llega al albergue y no encuentra a nadie en su interior. Encima de un pequeño mostrador está el sello y una indicación escrita de que pueden sellar el "carnet de ruta" los propios peregrinos. Decide descansar un poco y lavarse los pies. Pasado un pequeño rato llegan otros peregri­nos: Toni, un catalán, que viene desde Roncesvalles, y Arantxa y su padre, a los que ha pasado al entrar en el Burgo Ranero. El padre de Arantxa ha recorrido, anteriormente, en cuatro oca­siones el Camino de Santiago.


Son las doce del mediodía. El caminante toma un café en un bar próximo al albergue y se aprovisiona de comida para recorrer la distancia hasta el siguiente pueblo que está a más de doce kilómetros. Arantxa y su padre se quedan a descansar en el Burgo Ranero y el viajero, en compañía de Toni, continúa por el "andadero", a buen ritmo, camino de Villamarco. Toni es joven, deportista, y aunque va muy cargado es muy difícil seguirle. En esta ruta hay muchos lugares de descanso para los peregrinos: bancos y mesas para comer debajo de algunos árbo­les.


Jovellanos recorrió estos parajes en 1795, en sus numerosos viajes a Asturias, y describió el Páramo leonés de esta manera: "tierra fría, desolada, con cultivos de centeno, y con inmensas tongadas de guijo, obra lenta y prodi­giosa de los rios". Hace ya un fuerte calor a estas horas. En los "hitos jacobeos", que indican la distancia a Compostela, aparecen mensajes escritos de autonomía para León frente a Castilla. "León sólo" indican algunos de estos escritos.


Después de siete kilómetros hay un desvío a Villa­marco. Al pasar por allí vemos unos niños de poco más de diez años que se preparan para caminar, con unas pequeñas mochilas, acompañados de dos monjas y de algunas otras personas. Van rezando el rosario en voz alta. La vía del tren de Sahagún a León pasa por allí. De vez en cuando se ven pasar trenes de viajeros y de mercancías. El terreno después del ferrocarril se vuelve más agreste, con algunos barrancos y varias subidas y bajadas antes de llegar a Reliegos.






Ruinas en Reliegos

Reliegos es un antiguo y pequeño pueblo con una iglesia dedicada a San Cornelio y San Cipriano, santos de la Iglesia cristiana del siglo III. Por esta zona pasaba la Vía Trajana, que discurría desde Burdeos (Burdigala) hasta Astorga (Asturica Augusta). Al llegar a Reliegos buscamos el nuevo albergue, que presenta un aspecto acogedor. Muchos peregrinos deciden pasar la noche allí ante la perspectiva de que esté muy lleno el de Mansilla de las Mulas. Toni prefiere continuar hasta Mansilla, sin pararse en Reliegos, porque le espera allí su mujer.


Es la hora de la comida y el viajero se queda toman­do un café y un bocadillo en la terraza de un bar, bajo los árboles. El descanso es grato y reparador después de haber andado tantos kilómetros en el día de hoy. Queda por recorrer "una legua de Castilla, de Reliegos a Mansilla", como indica una antigua copla, que se oía por estas tierras del Páramo. Son poco más de seis kilómetros. El caminante llama por telé­fono a un amigo con el que quiere pasar la tarde en Mansilla de las Mulas, y quedan una hora y media más tarde, que es el tiempo que tardarán ambos en llegar.


Al salir de Reliegos se vuelve a encontrar a los niños y a las monjas que rezaban anteriormente el rosario. Ahora charlan amigablemente unos con otros. A pesar del calor de estas primeras horas de la tarde llega un ligero viento fresco de las montañas. El "andadero" se encuentra en buen estado y se va aproximando a la carretera que viene de Valla­dolid. Está muy concurrida de coches, cuya vista sirve de entretenimiento al viajero. Mansilla está cada vez más cerca. Se divisan las torres de las iglesias de Santa María y de San Martín.


Entrada a Mansilla de las Mulas

El peregrino cruza la carretera de circunvalación. Entra en Mansilla de las Mulas por la calle del Camino de Santiago, que sigue hasta las murallas, atravesándolas por lo que en otra época fue la puerta de Santiago y que hoy es un estrecho paso entre los muros, que perdieron el arco inicial.




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