La iglesia perteneció al desaparecido convento de la Orden Tercera de San Francisco fundada en el siglo XIV. Es un ejemplo de continuidad en el espacio y en el tiempo y fue reconstruida en el siglo XV.
La peregrinación a Santiago inspiró la creación de lo que sería el convento del Sancti Spiritus de Melide. Es hacia 1370 cuando un clérigo conocido como fray Alonso de Mellid, fiel a Enrique II, puso en marcha su proyecto contando con los privilegios que se le concedieron, en 1371, en las cortes de Toro, a los terciarios regulares franciscanos.
El objetivo pretendido era crear una comunidad religiosa y hospitalaria, capaz de acoger a romeros y pobres en este lugar, camino de Compostela. Como testigos del convento, en sus primeros años, se pueden valorar una serie de capiteles y otros testimonios arquitectónicos, que se guardan en el “Museo da Terra de Melide”, correspondientes al antiguo claustro y a la primitiva iglesia.
Es en 1498 cuando el primer conde de Monterrei, don Sancho Sánchez de Ulloa, mandó reconstruir la iglesia; lo hizo en recuerdo de su madre, doña Inés de Castro. De aquel periodo queda en pie el presbiterio, rectangular, con los monumentos funerarios a las que fueron mujeres de Lope Sánchez de Moscoso; la primera, en la parte de la epístola, Leonor de Mendoza, fallecida en 1436; y la segunda, la citada Inés de Castro, en el lado del evangelio, que murió en 1490.
En la segunda mitad del siglo XVIII se levantó la actual nave de la iglesia, con una capilla lateral a cada lado, a modo de crucero, y un amplio coro alto. La puerta del lado meridional, abierta a la plaza, se dispone en el último tramo. El barroco inspiró toda esta parte de la construcción, que cuenta con una torre campanario, de planta cuadrangular, adosada, también en el último tramo, hacia el lado norte.
En el año 1835, con la exclaustración, los frailes han de dejar el convento y, poco después, en 1842, la villa de Melide consiguió la cesión de todos los derechos sobre el antiguo convento del Sancti Spiritus y que toda la imaginería religiosa se trasladara a su iglesia parroquial de San Pedro.
En el interior de la Iglesia, cabe reseñar los dos sepulcros laterales góticos:
Se trata de dos cenotafios “in memoriam” de Leonor de Mendoza e Inés de Castro. Los dos sepulcros se yerguen con columnas y arcos de medio punto que se adornan con pináculos y se rematan en arcos conopiales.
También se conservan otros sepulcros medievales además de los góticos de la capilla mayor. Entre ellos destacan el de Alfonso Vázquez de Insúa, del siglo XV, situado en la antigua capilla de Santa Catarina, donde hoy se encuentra el retablo de Jesús Nazareno.
También hay seis retablos:
El retablo principal, fechado en 1690 es de estilo barroco tiene unas medidas de 6 por 8 metros. Consta de un cuerpo y tres pasillos con ático que cubren todo el frontal de la Capilla Mayor.
El retablo mayor se vincula a Francisco Castro Canseco. En la parte más alta se muestra un escudo franciscano. Más abajo aparece la escena de Pentecostés con la figura, en la parte superior, de la paloma del Espíritu Santo. La Inmaculada Concepción preside la parte baja del retablo y a los lados, están San Francisco y Santo Domingo de Guzmán.
El retablo de los Dolores es del año 1770, está realizado en estilo rococó-neoclásico. En él se encuentra la imagen de los Dolores, cuyo movimiento en las telas de la imagen, la policromía y el remate del borde del manto hacen pensar que se acerque al estilo neoclásico. Las medidas totales son de 644 por 406 centímetros.
El retablo de la Soledad, de finales del siglo XVIII, es también de estilo rococó-neoclásico. Aunque estuvo colocado en el lateral derecho de la nave, hoy se encuentra situado en la antigua capilla del Santo Cristo y tiene incorporada la imagen de la Virgen de la Soledad.
Otros retablos de la iglesia son el del Carmen, el de San José y San Sebastián, y el del Nazareno.
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