Emilia Pardo Bazán nació el 16 de septiembre de 1851 en La Coruña. Desde los ocho años fue una lectora infatigable. Su formación se completó en Madrid, donde solía pasar los inviernos la familia, debido a las actividades políticas de su padre, militante en el partido liberal progresista.
El año 1868 supone un hito en la vida de Emilia:
"Tres acontecimientos importantes en mi vida se siguieron muy de cerca: me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución de septiembre de 1868".
Emilia tenía dieciséis años, y su marido, José Quiroga, estudiante de Derecho, veinte. En 1873 la familia Pardo Bazán abandonó temporalmente España. El viaje se prolongó por varios países de Europa, lo que despertó en Emilia la inquietud por los idiomas, con el deseo de leer a los grandes autores de cada país en su lengua original.
Su inquietud intelectual fue en aumento y, al regresar a España, entró en contacto con el krausismo a través de Francisco Giner de los Ríos, con quien le unió una gran amistad. El influjo de los krausistas la empujó a la lectura de los místicos y de Kant, y éstos, a su vez, la condujeron a Descartes, Santo Tomás, Aristóteles y Platón.
En 1876, año del nacimiento de su primer hijo, se dio a conocer como escritora al ganar el concurso convocado en Orense para celebrar el centenario de Feijoo. Gracias a Giner de los Ríos se editó en 1881 un libro de poemas de doña Emilia, titulado Jaime.
El conocimiento de las obras de sus contemporáneos la animó a escribir su primera novela, “Pascual López. Autobiografía de un estudiante de medicina”, poco antes de aceptar la dirección de la Revista de Galicia, en 1880. En la línea naturalista se inscriben algunas de sus siguientes novelas: “La Tribuna” (1883), así como las posteriores “Los pazos de Ulloa” (1886), “La madre naturaleza” (1887) y “La piedra angular” (1891).
En 1891 emprendió una nueva aventura periodística con “Nuevo Teatro Crítico”, revista fundada y escrita completamente por ella, que tanto en su título como en su planteamiento misceláneo, cultural en sentido amplio, y divulgativo quiso rendir homenaje a su admirado Feijoo, y en 1892 fundó y comenzó a dirigir la Biblioteca de la Mujer.
En 1908 publicó “La sirena negra” cuyo tema central es la muerte, que escribió en el Ateneo de Madrid, donde fue nombrada Presidenta de la Sección de Literatura en 1906. Viajera infatigable, continúó además consignando sus impresiones en artículos de prensa y en libros.
Fue doña Emilia una figura reconocida en la vida literaria, cultural y social. En 1908 comienzó a utilizar el título de Condesa de Pardo Bazán, que le otorgó Alfonso XIII en reconocimiento a su importancia en el mundo literario; desde 1910 fuea consejera de Instrucción Pública y socio de número de la Sociedad Matritense de Amigos del País desde 1912.
El 12 de mayo de 1921, una complicación con la diabetes que padecía le provocó la muerte. Al día siguiente, toda la prensa habló de la escritora fallecida el día anterior, que fue enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid.
Los pazos de Ulloa
Julián es el capellán de la casa señorial de los Pazos de Ulloa. Otros personajes son: Don Pedro, el Marqués, su criado Primitivo, la cocinera Sabel con la que el Marqués mantiene una relación amorosa de la que ha nacido Perucho, un niño al que le gusta andar con los animales.
Julián intenta durante toda la novela poner orden y paz cristiana en los Pazos, logrando desposar al Marqués con Nucha, una joven de la ciudad. El caciquismo y la lucha política ponen fin a la vida de Primitivo, el mayordomo que es en realidad el auténtico amo de los Pazos en la práctica, por su implicación en los conflictos económico-políticos de la zona
Julián se enclaustra después en una parroquia de montaña lejos de los Pazos. El centro de atención de la novela se traslada ahora a Don Pedro, que toma la decisión de marchar a Santiago de Compostela, vivir allí con su mujer, su suegro y sus cuñadas, y esperar el nacimiento de su hija
Don Pedro y Nucha vuelven a los Pazos de Ulloa. La mujer del Marqués descubre que su marido y Sabel han reanudado sus relaciones y que Perucho es hijo de Don Pedro. El Marqués se implica en la campaña electoral a diputados por la provincia en la época de la Restauración borbónica, con Alfonso XII, Cánovas y Sagasta.
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