lunes, 5 de enero de 2015

CAMINO DE SANTIAGO EN GALICIA

Desde  O  Cebreiro, por  el  Alto de San Roque  y el  Alto do Poio, llegamos a Triacastela, que ya figuraba como undécima etapa del Camino de Santiago en el Códice Calixtino, un pueblo pequeño que vive alrededor de la tradición jacobea. Continuamos por la variante sur hacia Samos, siguiendo el entorno del río Sarria. Pasamos por San Cristovo, entre frondosos castaños, y pasamos varias aldeas antes de llegar a Samos, donde se pueden comer buenas truchas y anguilas de río. El famoso Monasterio de San Xulián, declarado Bien de Interés Cultural, nos recibe entre los cantos gregorianos de sus monjes.

Monasterio de Samos

En el camino de Samos a Sarria, dejamos atrás el bello y fértil valle junto al monasterio y llegamos a una de las localidades más importantes del Camino, Sarria. Por la “Rúa Maior” de esta villa, veremos un hervidero de peregrinos que se van acercando al albergue.

Desde Sarria el peregrino ya gana la “Compostela”, documento medieval que acredita la realización del Camino y que se obtiene alegando motivos religiosos. Con otras motivaciones nos conceden una Certificación del Peregrino.

Pasado el pueblo se atraviesa el puente de A Áspera y  continuamos por un antiguo robledal hasta llegar a  Barbadelo, donde está la iglesia románica de Santiago, que es Monumento Nacional.

Tras  pasar por distintos lugares antes de llegar a Ferreiros, primer pueblo de la Ribeira Sacra lucense, el paisaje alterna aldeas típicas de techos de pizarra con prados con vacas pastando. Más adelante vemos por primera vez el río Miño en el embalse de Belesar, que atravesamos por un puente hasta llegar a Portomarín.

 



Puente sobre el río Miño (Portomarín)

El antiguo pueblo de Portomarín fue inundado al construirse el embalse, aunque antes se trasladaron piedra a piedra varios edificios, entre ellos la iglesia de San Nicolás (antes de San Xoán), que tiene estructura de fortaleza y una rica decoración exterior. Es posible ver las ruinas del pueblo y el antiguo puente aflorar de las aguas del embalse cuando el nivel de éstas es bajo.

De Portomarín a Palas de Rei pasamos por las aldeas de  Castromaior, Ventas de Narón, A Previsa y Os Lameiros, donde está la capilla de San Marcos, entre robles centenarios. Después llegamos a Ligonde. Allí pernoctaron los peregrinos más ilustres que el Camino tuvo en el siglo XVI, Carlos V y su hijo Felipe II.
Cerca de Palas de Rei se puede visitar el castillo de Pambre, la única fortaleza que resistió los ataques de los Irmandiños en la revuelta de la Edad Media. Apartándonos ligeramente del Camino encontramos el monasterio de Vilar de Donas, muy cerca de Palas de Rei.


Castillo de Pambre

Palas de Rei tiene múltiples y valiosos templos románicos, pazos y castillos medievales. Desde Palas de Rei pasamos por los pueblos de Aldea de Riba y San Xulián, surcados de arroyos y a la sombra de antiguos robles. Estamos en las tierras que inmortalizó Emilia Pardo Bazán en su novela “Los pazos de Ulloa.


Más adelante está la aldea de Leboreiro. Allí hay un típico “cabazo”, hórreo circular semejante a un canasto con techo de paja, y la  iglesia medieval de Santa María. Enseguida llegamos a Melide, atravesando el puente medieval de Furelos, una de las joyas de la arquitectura civil del Camino. La villa es famosa por su tradicional pulpo “á feira”, cuya preparación tiene justa fama.


Salimos de Melide descendiendo por medio de un eucaliptol y llegamos a Castañeda, donde se ubicaban los hornos de cal para realizar las obras de construcción de la Catedral de Santiago, que los peregrinos abastecían con piedras calizas traídas en sus morrales desde las montañas de O Cebreiro y Triacastela.

Pasamos Ribadiso, una aldea donde se halla uno de los albergues de peregrinos más bonitos del Camino, con casitas rehabilitadas y un jardín con escaleras directas al río Iso. Al llegar a Arzúa encontramos todo tipo de servicios al peregrino.

De Arzúa al Monte do Gozo, nos despedimos de la iglesia de la Magdalena y de una alameda con plataneros y un monumento al famoso “queso de tetilla”. Cruzamos otras frondosas arboledas y pasamos por Salceda y Arca, en el municipio de O Pino.


Por los alrededores del Aeropuerto llegamos a Lavacolla, donde antaño los peregrinos se lavaban en el río antes de entrar en Compostela. Por  San Marcos accedemos al Monte do Gozo, un lugar de indescriptibles emociones, ya que desde esta colina se contempla por primera vez el perfil de las torres de la Catedral de Santiago. 

 
Monte do Gozo

El Monte do Gozo, desde el “Xacobeo 93” se ha acondicionado con áreas de recreo y múltiples servicios dirigidos a los peregrinos: albergues, restaurantes, hoteles, bares, capilla y fuentes. Es el lugar perfecto para compartir todas las anécdotas y vivencias del Camino con otros peregrinos.


Al llegar a Santiago entraremos en la grandiosa  “Praza do Obradoiro”, rodeados de piedra hecha arte en la magnífica fachada barroca de la Catedral. En la Oficina del Peregrino, en la Rúa do Vilar, cercana a la Plaza del Obradoiro, obtendremos el sello final en las credenciales de peregrino y la certificación tradicional de la peregrinación, la conocida “Compostela.


Los peregrinos aprovechan para recorrer las fachadas catedralicias antes de la Misa del Peregrino, celebrada a las doce del mediodía. En su interior dan el tradicional abrazo al Apóstol, en el altar mayor; visitan sus reliquias, guardadas en una urna de plata en la cripta; y observan la obra cumbre del Románico, el Pórtico da Gloria.

Si la llegada se produce en fechas litúrgicas específicas se puede asistir al espectáculo inolvidable del “botafumeiro”, un incensario gigante que recorre el transepto de la Catedral en un vuelo pendular, casi rozando la bóveda, gracias a la fuerza y habilidad de ocho “tiraboleiros”.






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