martes, 27 de enero de 2015

HACIA SARRIA Y LUGO




Despertar en el albergue de Samos. La ruta del sur: Foxos, Teiguín, "Ponte Nova", "San Xulián de Teibilide", "San Estebo de Reiriz", Ayán, Frollais. La ruta del norte: Balsa, "San Xil", Montán, Zoo, Furela, Pintín, Calvor,... Entrada a Sarria. Historia de la ciudad. La ciudad antigua. El convento de la Magdalena. La ciudad moderna. En autobús a Lugo. Las murallas. Visita a Lugo.


 
En el albergue de Samos se despierta antes de salir el sol. En la penumbra de la mañana cada peregrino va preparando sus pertrechos y sale a la calle. La aurora va venciendo las sombras de la noche por el camino de Triacastela. El bar que hay frente al albergue está lleno de gente a estas tempranas horas. Un hombre, tras la barra, despacha cafés con rapidez, aunque no puede satisfacer todas las peticiones. Beatriz y Esther no tienen demasiado hambre todavía. Los demás peregrinos devoran con avidez los desayunos.



Salimos del bar con el cielo de color azul. Hay diversas tonalidades claras y oscuras, según su posición de este a oeste. Nos dirigimos hacia Sarria. El camino sigue la ribera del río Oribio, entre altos árboles. Cuando el valle se amplía se contempla un paisaje tipicamente gallego, con maizales y horreos, todavía húmedos del rocío nocturno. Los viajeros pasan por Foxos y Teiguín. En esta localidad esta la capilla de Santo Domingo de Silos.




A la derecha han dejado otro camino que enlaza con la ruta del norte, por Pascais, Garrolfe y Sivil, pequeñas "parroquias" del municipio de Samos. En Pascais hay una iglesia románica, que alberga un retablo barroco. Los caminantes que desde Triacastela siguen la ruta del norte, por la aldea de Balsa y por "San Xil", llegan a Montán, en la ladera del alto de Riocabo. Desde Samos hay una estrecha carretera hacia Montán para enlazar con la ruta del norte cerca del alto de Riocabo. Los peregrinos de todos los tiempos se han movido por estos caminos según los deseos de cada uno, sus necesidades más perentorias, o la fama de buena acogida de los diversos hospitales, albergues y monasterios de cada ruta.


La carretera de Sarria discurre cerca del río hasta "Ponte Nova" o "Ponte Bao". Un mesón invita a pararse y descansar un poco, aunque los peregrinos vencen la inicial tentación y continúan caminando. El valle se abre a la altura de Vilachá, junto al caserío del Empalme. Se pasa por el desvío a Castrocán, por el lado izquierdo de la carretera. Castrocán tuvo el emplazamiento de un antiguo castro en sus tierras. Más allá esta la "parroquía de San Xulián de Teibilide", con varios caseríos dispersos. En un recodo del camino sale una pista asfaltada a "San Estebo de Reiriz", que tiene otra iglesia románica, con un ábside pentagonal. Después aparece el poblado de Ayán, y casi seguido San Miguel de Frollais, situado este último entre los ríos Chouzas y Oribio. La iglesia de Frollais tiene un retablo barroco con imágenes de San Miguel, Santa Bárbara y San Roque.



La ruta del norte, el tradicional "Camino Francés" a Compostela, continúa por las localidades de Fontearcuda, Lousada y Zoo, antes de llegar a Furela. En este lugar nació el rey Fruela I. El pueblo tiene una ermita dedicada a San Roque. Después el camino llega a Pintín y Calvor, entre sotos de castaños centenarios. En Calvor hubo otro castro celta. El actual templo cristiano, dedicado a San Pablo y a San Esteban, fue construído en su lugar. Esta ruta estuvo protegida por los Templarios y por los Caballeros Santiaguistas de San Juan.


Cerca de Calvor está la aldea de Perros, donde nació Fray Martín Sarmiento, que fue con Feijoo uno de los más ilustres escritores gallegos del siglo XVIII. En Perros, entre castaños y robles, está todavía en pie la "Casa Grande" de la familia Sarmiento, dedicada actualmente a las labores del campo. El camino sigue por Aguiada, "San Mamede", San Pedro del Camino y San Cosme del Carballal, antes de llegar a Vigo, arrabal de Sarria. en Aguiada hay una capilla dedicada a la Asunción, y una casa que todavía recibe el nombre de "Hospital". En Carballal se celebra una romería en honor de San Cosme. Allí también había un hospital de leprosos.




Los peregrinos, desde San Miguel de Frollais, pasan por Fontao y Villasante antes de entrar en Sarria. La carretera de Samos se une con la ruta del norte en el arrabal de Vigo y entra en Sarria después del cruce de las carreteras de Becerrea y Monforte de Lemos. Desde Vigo hay una bifurcación de la ruta hacia Vilar de Sarria, la capital parroquial, que tiene una bella iglesia románica.


Al entrar en Sarria se da la vuelta por la "Rua do Peregrino", se cruza el río Oribio, la calle de Celso Emilio Ferreiro, y el paseo-malecón del río. Las casas de Sarria crecen entre zonas abiertas y verdes, en esta parte de la ciudad aún unida al campo. Por la calle Benigno Quiroga se llega a la "escalinata de los peregrinos", que sube directamente a la "Rua Mayor". En ella está el albergue del Camino de Santiago. Beatriz, Esther y Teresa se quedan allí para seguir el día suiguiente hasta Portomarín. El viajero tomará un autobús a Lugo, para seguir hasta Madrid, donde tiene que volver por razones de trabajo.


Las tierras de Sarria estuvieron habitadas en la época prerromana por tribus celtas. En tiempos de los suevos existió el condado de Sarria. Después de la invasión árabe fue repoblada por el obispo de Lugo Odoario, hacia el año 750. Alfonso IX murió en esta villa en el año 1230, viniendo de Triacastela. Por esos años estaba consolidada su fundación y tenía gran importancia en el Camino de Santiago, aunque no fuese citada en el "Codice Calixtinus". Hubo un señorío medieval de Lemos, en el que estuvo integrada esta localidad. En el siglo XIV se transformó en Condado de Lemos y Sarria. En el siglo XVI ya hay un Marquesado de Sarria. Durante el Siglo de Oro tuvieron relación con la ciudad Fray Luis de Granada, cuya familia era oriunda de Sarria, y el escultor Gregorio Hernández. 



                                           

Los peregrinos medievales subían por la escalinata a la "Rua Mayor". En ella está la iglesia de Santa Marina, un templo moderno, construído en el mismo lugar donde estuvo otra iglesia románica del siglo XII. Más arriba está la iglesia de San Salvador, con una sola nave rectangular y un ábside semicircular, que es una buena representación del estilo románico gallego. Aparece citada en documentos de los siglos XI y XII, aunque la iglesia actual es del siglo XIV. En esta zona antigua de la ciudad están los Juzgados y el hospital de San Antonio, fundado por los condes de Lemos.



Desde la iglesia de San Salvador se ven las tapias de la Casa de los Batallones, en la que está la torre-fortaleza, resto arquitectónico de lo que fue el Castillo de Sarria. En la revuelta de los "Irmandiños", movimientos populares contra la nobleza feudal, en el siglo XV, fue destruído, quedando únicamente esta parte de la torre del Homenaje. Junto al antiguo Castillo está el Campo de Feria, desde el que puede verse todo el valle del río Oribio, casi hasta Portomarín. En los días feriados aquí se vende de todo lo que puede precisarse en una ciudad de más de trece mil habitantes, con un entorno rural que también se abastece en ella.



Unos quinientos metros más allá, en la zona alta de la villa está el convento de la Magdalena, construído inicialmente en el siglo XIII. Fue monasterio-hospedería para atender a los peregrinos del Camino de Santiago. Estuvo regido hasta el siglo XVI por los frailes "magdalenos", como se les conocía popularmente. Eran de la Orden Agustina Autónoma, que tenía cierta dependencia de los obispos de Lugo. Desde el siglo XVI al XVIII dependieron de los Agustinos ordinarios, y posteriormeente ha sido un convento Mercedario. El edificio actual tiene una fachada plateresco-renacentista, llamada la "Puerta de los Carros", con algunos restos góticos. El interior de la iglesia tiene bóvedas de crucería y varios retablos y sepulcros. El claustro es gótico-isabelino, en su parte inferior, y renacentista en la parte superior. Destaca también la escalera principal, los escudos y la torre de la iglesia.


Por la cuesta de la Merced, desde donde puede verse toda la ciudad moderna, se baja hacia sus calles principales: Padre Sarmiento, Porvenir, "Rua Nova", Matías López o Calvo Sotelo. El viajero, después de despedirse de sus acompañantes, se dirige hacia la estación de autobuses. Toma un café y un pequeño bocadillo en uno de los bares del centro de la ciudad, y aún tiene que esperar poco más de media hora para subir a un autobús que viene de Monforte de Lemos y va a Lugo.   



El autobús sale de Sarria hacia el norte, pasando por Requeixo, Betote, Vilapadre y Vilafiz, antes de llegar a la "Pobra de San Xulián", también llamado Lancera, el pueblo más grande de la zona, junto al ferrocarril de Coruña. Por allí se encuentra el río Neira, afluente del Miño. Desde Lancera la carretera no pasa por ninguna otra localidad hasta Manán y Santa Comba. Un poco más allá se incorpora a la carretera de Madrid a Coruña por Nadela. Después de Castro y de Cuiña se llega a Lugo.




El viajero llega a la estación de autobuses, que está cerca de la antigua muralla romana. Le queda más de hora y media hasta que salga el coche hacia Madrid, y por ello decide dar una pequeña vuelta por el centro de la ciudad. Por la Ronda del General Sanjurjo rodea la muralla hasta la puerta del Obispo Aguirre. La muralla se construyó en el siglo II. Tiene un perímetro de ciento treinta metros y una altura que varía de diez a quince metros. Hay más de un centenar de "cubos", que sobresalen del "lienzo" general. La muralla tiene diez puertas, y en su interior queda la zona céntrica y monumental de la ciudad.



El viajero entra en el recinto interior por la calle del Obispo Aguirre hasta la Alameda y la plaza de España.Desde allí se dirige a la Catedral, que tiene una fachada principal de estilo neoclásico. Penetra en su interior y recorre las naves laterales, admirando el coro y el altar mayor. Sale a la plaza de Santa María por la fachada norte, que tiene un pórtico gótico. En la plaza de Santa María está el Palacio Episcopal, con el típico aspecto de los "pazos rurales". Lugo es la ciudad del Santísimo Sacramento porque en el altar mayor de la Catedral está siempre expuesto. En la fachada de la Catedral puede verse a San Froilán, patrón de la ciudad, con un lobo.



El viajero continúa por la calle de la Cruz, y por la "Rua Nova" hacia el convento de San Francisco. Junto al convento está el Museo Provincial, que guarda hermosas esculturas en sus salas. Por la calle Montevideo se llega a la plaza del Ferrol y a la Diputación Provincial. La hora del autobús está proxima y retorna por la calle de San Marcos y la plaza de Santo Domingo hasta la Plaza Mayor, donde está el Ayuntamiento. Por la puerta del Obispo Izquierdo sale de nuevo del recinto amurallado con las ganas de hacer un recorrido por encima de la muralla en la próxima ocasión.

sábado, 24 de enero de 2015

BIBLIOGRAFIA DE O´CEBREIRO Y SAMOS


O'CEBREIRO.



- La comarca del Cebrero. José Luis Serrano Lafita. Publicaciones Españolas. Madrid. 1955.

- Santuario del Cebrero: su historia. Ediciones del Santuario del Cebrero. Imprenta La Voz de la Verdad. Lugo. 1964.


- Concellos de As Nogais, Pedrafita do Cebreiro y Triacastela: un recorrido por sus parroquias. Luis López Pombo. Diputación Provincial de Lugo, Servicio de publicaciones. Lugo. 1993.

SAMOS.

- Historia del Real Monasterio de Samos. Plácido Arias. Seminario conciliar. Santiago de Compostela. 1950.

- Samos y su concello. Pedro de la Portilla y Víctor L. Villarabid. Editorial Everest. León. 1990.

- Historia del Monasterio de San Julián de Samos. Maximino Arias Cuenllas. Ediciones del Monasterio de Samos. Samos. 1992.

- Samos. Ramón Cabanillas. Xunta de Galicia. Santiago de Compostela. 1995.


jueves, 22 de enero de 2015

EL PADRE FEIJOO



Feijoo nació el 8 de octubre de 1676 en la aldea orensana de Casdemiro (parroquia de Santa María de Melias). Fue el primer hijo de Antonio Feijoo Montenegro y María de Puga Sandoval. La familia pertenecía a la nobleza media gallega y gozaba de una desahogada economía. Su padre era hombre culto, con asombrosa facilidad poética. Su madre murió joven, al poco de su último parto en 1686.


Después de cursar los estudios básicos en Allariz, y Gramática y Filosofía en el colegio benedictino de San Esteban de Ribas del Sil, próximo a su aldea natal, en 1690, ingresó en el monasterio benedictino de San Julián de Samos, al que según los estatutos de la Orden pertenecerá toda su vida. Aunque el motivo confesado para dar ese paso es la vocación religiosa: el "superior llamamiento" al que alude en su dedicatoria del tomo III del Teatro crítico, todo hace pensar que contribuyeron mucho también las expectativas intelectuales que el monacato benedictino ofrecía a quien creía no haber otro placer en el mundo como el estudio.



Tras dos años de noviciado fue enviado a estudiar los tres cursos de Artes al colegio de San Salvador de Lérez (Pontevedra), y los tres de Teología al de San Vicente de Salamanca, de donde pasó al de San Pedro de Eslonza, cerca de León. Finalizados los estudios, regresó a Galicia en 1702, donde fue profesor de Artes en el colegio de Lérez, y luego (1708), Maestro de Teología en el de San Juan del Poyo, también en el arzobispado de Santiago. 

Destinado después al colegio ovetense de San Vicente como Maestro de estudiantes, en 1709 se trasladó a Oviedo, una ciudad periférica de unos 7.000 habitantes y con escasa vida cultural a la que llegará con treinta y tres años y en la que permanecerá, salvo algunos viajes esporádicos, el resto de sus días. A pesar de que recibió diversas propuestas para residir y trabajar en Madrid, prefirió continuar viviendo lejos del bullicio cortesano en el lugar al que había sido destinado.
Oviedo añadió una nueva dimensión a su actividad docente, pues tras graduarse como licenciado y teólogo en su Universidad a instancias de sus superiores, opositó con éxito y desempeñó sucesivamente las cátedras de Santo Tomás (1710), Sagrada Escritura (1721), Vísperas de Teología (1724) y, ya oficialmente jubilado (6 de marzo de 1734) pero con permiso especial, la de Prima, la más prestigiosa en el escalafón académico, que ejerció desde 1737 hasta 1739, en que se jubiló definitivamente por motivos de salud.

Siguió no obstante vinculado a la Universidad y desempeñó el cargo de vicerrector entre 1748 y 1750. La experiencia académica modificó su ritmo vital y le dio unas posibilidades de comunicación con sus alumnos y colegas universitarios desconocidas hasta entonces. Todos los indicios apuntan a que sobre ellos ejerció la misma profunda sugestión que sobre sus amigos y lectores, y que sus clases no desmentían los planteamientos metodológicos de su escritura. Feijoo destacó por la superior comprensión y claridad de entendimiento en todas sus empresas académicas. Por acuerdo unánime del claustro se celebraron solemnemente sus honras fúnebres.
 

sábado, 17 de enero de 2015

EL CANTO GREGORIANO EN SAMOS

El nombre de canto gregoriano proviene de la época del Papa Gregorio I, que al final del siglo VI introdujo importantes modificaciones en la música eclesiástica utilizada hasta ese momento para la liturgia del rito romano.

El Papa Gregorio I

La música en la liturgia cristiana existente hasta entonces tenía su origen en las sinagogas judías, por lo que fue, al principio, exclusivamente vocal, sin la utilización de instrumentos musicales, y para ello un cantor solista, generalmente el sacerdote, dirigía los rezos, que eran contestados por los asistentes a la celebración.

Poco a poco, en Occidente fue evolucionando, y se produjeron tres cambios importantes:
  • Apareció a finales del siglo VII un pequeño grupo de cantores elegidos que asumió el papel del solista, la "schola"
  • La utilización del latín como lengua principal obligó a traducir los salmos utilizados hasta entonces a prosa latina
  • La Iglesia Romana empezó a considerar las funciones litúrgicas un carácter improvisado de los cánticos, de forma que fuesen más la expresión libre de los sentimientos de los celebrantes.
En este marco es donde encaja el Canto Gregoriano, como fuente de inspiración para la música eclesiástica occidental, sobre todo en ciertas partes de la celebración eucarística, como el Introito, el Ofertorio y la Comunión.

Entre los primeros años del siglo VIII, con los primeros carolingios, se produjo la refundición del repertorio romano existente en lo que desde entonces se conoce como Canto Gregoriano, que tuvo muy rápida divulgación por el norte de Europa. Los ritos anteriores enfrentados al rito romano tradicional, fueron desapareciendo paulatinamente tras la aparición de la liturgia Gregoriana, aceptada definitivamente a finales del siglo X.

Desde ese momento, Roma empezó a formar a los clérigos en la reforma de la liturgia en las escuelas francesas de Rouen y Metz que se convirtieron en centros fundamentales de enseñanza del Canto Gregoriano. 

Este esquema iba a experimentar importantes modificaciones en los siglos posteriores en las modalidades de ejecución y la generalización del canto a varias voces, con la aparición de la polifonía.

La polifonía marcó un hito importante. Hasta el siglo IX, el canto tenía exclusivamente una sola melodía. Mediante la polifonía, se combinaron sonidos y melodías distintas y simultáneas para cada nota musical. Un sencillo ejemplo es el canto conjunto de hombres y mujeres, que combina voces agudas con graves. El compás permitió mantener un equilibrio entre distintas voces superpuestas.

En las abadías, los monjes se identifican con la vida monástica a través de la oración, recitada siempre según el Canto Gregoriano, siete veces al día.

Interior de la Iglesia de Samos

Cuando pasé por Samos pude oír en esta abadía el Canto Gregoriano. A las 12 horas asistimos a la Misa cantada por la totalidad de los monjes, menos los ancianos. En la inmensa iglesia, con acústica excelente y con el órgano, acompañándoles, merecía la pena quedarse un día en el Camino para oírlo.


Asistimos a Visperas a las siete y media de la tarde y se repitió el canto gregoriano, que nos impresionó con el salmo que dice:


“Oh Señor! Envía tu espíritu y renueva la faz de la tierra”.

El Prior de Samos

En los últimos años han vivido en Samos 15 monjes benedictinos. El padre José Luis era el prior, de aspecto físico  un tanto medieval,  redondo y bajito, pero su cercanía y locuacidad lo aproximan a un ser humano entrañable que evita los temas farragosos pero que te invita a su casa y pone la mejor disposición para que los huéspedes del Monasterio se sientan cómodos.


miércoles, 14 de enero de 2015

HACIA TRIACASTELA Y SAMOS



Salida de "O Poio". Fonfría del Camino. Biduedo. Los montes de Albela. Filloval. "As Pasantes". Ramil. Triacastela. Histo­ria de Triacastela. Monumentos de Triacastela. Los dos cami­nos. Hacia Samos. "San Cristobo do Real". Lusio. Ren­che."San Marti­ño do Real". El Monasterio de Samos. El alber­gue de peregri­nos. Historia del Monasterio. Visita al Monaste­rio. Por las calles de Samos.


Los peregrinos se levantan pronto esa mañana en el alto de "O Poio". Han dormido bien. Toman un abundante desayu­no, y con el sol empezando a levantar por las montañas de "O Cebreiro" inician el descenso a Triacastela. Tres kilómetros más adelante llegan a Fonfría, que se llamó "Fonfría do Cami­ño". El nombre de la localidad se debe a una fuente que brota junto a la iglesia, y que era el único lugar donde podían quitarse la sed los peregrinos.


El camino pasa por medio del poblado. Fonfría se encuentra todavía en la zona más alta de la sierra de Rañadoiro, a 1290 metros de altitud, poco menos de cincuenta que el monte de "O Poio". Hay algunos tractores en Fonfría, y varias instalaciones ganaderas. Más que en los pueblos anteriores.

Iglesia de Fonfría

La iglesia, de rústica mampos­tería de piedra, está dedi­cada a San Juan, y tiene una esbelta espadaña restaurada hace poco tiempo. En su interior  hay un retablo del siglo XVIII. En Fonfría hubo un hospital de pere­grinos hasta el siglo pasa­do, llamado de Santa Catalina, que depen­día del convento del "Santi Spiritus" de Melide. Aún se con­serva en esta villa un cáliz de plata con una inscripción que indica la proceden­cia del Hospital de Fonfría.


Algunos historiadores han citado Fonfría como el lugar donde pernoctó Isabel la Católi­ca, en su viaje a Santiago de Compostela, aunque otros consi­deran que fue Triacastela. Cerca de Fonfría hay un gran bosque de ro­bles, abedules y acebos, antecedente de los que van a ir apare­ciendo según vamos descendiendo hacia el va­lle.


Un poco más adelante se entra en el "concello" de Triacastela, y el desnivel se va haciendo cada vez mayor. Se sigue un camino peatonal que atraviesa el llamado "Campo del Furco". El "furco" es una medida de longitud de la zona rural gallega, equivalente a catorce centímetros o a la sexta parte de una "vara".

Poco después se pasa por Biduedo, que significa en lengua gallega "bosque de abedules". También hay fresnos, ro­bles y castaños, que forman una vegetación cada vez más exube­rante.

Ermita de Biduedo

En Biduedo hay una pequeña ermita dedicada a San Pedro, situada junto al mismo camino a Compostela. Es una construc­ción de pizarra y piedra caliza, con una planta rectangular y un sencillo retablo en el interior. Esta ermita perteneció a  la Encomienda de San Juan de Jerusalén.


Por estos caminos pasaron las legiones romanas, Almanzor y los primitivos peregrinos jacobeos. También lo hi­cieron los soldados de Napoleón y los arrieros maragatos. Es por ello un camino muy cargado de historia.


Desde aquí pueden verse los montes de Albela, y las antiguas canteras donde los peregrinos recogían una piedra caliza, que transportaban hasta los hornos de Castañeda, para contribuir con su esfuerzo personal a la construción de la basílica de Compostela. Así lo cuenta Aymeric Picaud en el "Codice Calix­tinus", en la etapa de Triacastela. Actualmente se saca cemen­to de la cantera. Frente a los montes de Albela, al otro lado de la carretera está la sierra de Oribio, donde nace el río del mismo nombre, que pasa por Samos y Sarria.


El camino cruza otra vez la carretera en Filloval. Estamos ya a menos de mil metros de altitud, y se va notando el efecto de la mayor vegetación en la suavidad del clima. Hay unas pocas casas junto a la carretera. Muy cerca está "As Pasantes", que es un poblado algo mayor que Filloval, pero sin ningún tipo de bares, ni de otros servicios de utilidad a los peregrinos. Hay una capilla dedicada a Nuestra Señora de los Dolores.

Hacia Triacastela

Más adelante el camino se convierte en una "corredoi­ra" ligeramente embarrada, que puede ser intransitable en los meses de mayor humedad. Entre castaños centenarios, por sende­ros cada vez más sombreados se llega a Ramil, en las inmedia­ciones de Triacastela. Algu-nas casas de Ramil tienen escudos nobilia­rios en sus paredes, muestra de un pasado más importan­te. Quizá fue Ramil la "villa de Ranimiro", citada como feudo del Monaste­rio de San Pedro y San Pablo de Triacastela.



En Triacastela se entra por la "Rua do Peregrinos", que cruza el pueblo casi totalmente, hasta la Plaza del Conce­jo, donde está la bifurcación del camino por Samos o por San Xil. Triacastela era la villa de los tres castros, poblados celtas del siglo I de nuestra era. Fue fundada por el conde Gatón, señor del Bierzo, en el siglo IX.


La iglesia parro­quial, dedicada a Santiago, es el siglo XVIII. En una de sus piedras puede leerse "año 1791", que es el de su restauración. La iglesia primitiva era de estilo románico, y de ella sola­mente se conserva un ábside rectangular con cuatro cornisas. En el interior hay una imagen del Apóstol en el retablo del altar mayor, con aspecto de peregrino.

Torre de la Iglesia de Triacastela

En la Edad Media se ofrecían en Triacastela todo tipo de servicios a los caminan­tes a Santiago: buen vino y compañía femenina, alojamiento en el lugar y al llegar a Compostela, reliquias de todos los santos, y todo tipo de mediación en milagros y supercherías. Todo se vendía y todo se compraba. El comercio florecía alrede­dor del Camino de Santia­go.

Triacastela está en el centro de una comarca de gran pro­duc­ción agrícola y ganadera. Tiene una feria mensual, y en sus montes se pueden cazar perdices, codornices y conejos. Ya se citaban estos lugares en el céle­bre "Libro de la Monte­ría", desde la época de Alfonso XI, en el siglo XIV. También se pueden pescar grandes cantidades de truchas en el río Oribio.


Donde estaba uno de los hospitales está ahora Correos y una sede del BBVA, la antigua Caja Postal. A la salida del pueblo, en el camino de Sarria, está el Monumento al Peregrino. Es un gran pedestal con una pequeña estatua erigida con motivo del "Año Santo Compostelano de 1965".

En Triacastela, Beatriz y el viajero se solazan un rato con el sol del mediodía, y toman un refresco en un bar próximo a la Plaza del Concejo, mientras Esther y Teresa pasan por un ambulatorio médico y por una farmacia. Por estos pequeños pueblos de la Galicia rural no se encuentran estos servicios fácilmente.


Triacastela se cita por primera vez en un documento de la época de los visigodos, durante el reinado de Wamba. La reconstrucción después de la invasión árabe se debe a Alfon­so IX, que quiso que fuera una de las ciudades más importantes de sus dominios.

En esta villa, por la que pasó muchas veces a lo largo de su reinado, enfermó gravemente en el año 1230, y murió poco después en Sarria. En Triacastela estuvieron los Reyes Católicos en 1486, en su peregrinación a Santiago de Compostela. Carlos I pasó por la ciudad en 1520, camino de las Cortes de Coruña, y Felipe II en 1554, en visita de conoci­miento de estas tierras gallegas.


Puede verse en la "Rua do Peregrino" la "Casa Pe­dreira", antiguo Hospital de la Condesa, con una puerta con arco de medio punto y anchas dovelas. El "Mesón do Ponte", que fue una herrería, está en la salida del camino hacia San Xil.


En lo que fueron dependencias de otro hospital de peregrinos, que también fue cárcel, pueden verse todavía los "grafitti" pintados por los reos. Decidimos acercarnos a Samos, aunque el camino por este lugar es un poco más largo que por San Xil.


Al salir de Triacastela se sigue por el arcén de la carretera que va a Sarria, por el valle del río Oribio, entre altas montañas y verdes arboledas. A unos dos kilómetros se pasa por el desfiladero de "Peña Partida". Se han encontrado en esta zona restos de la antigua calzada romana.

Un poco más adelante las flechas amarillas indican el desvío del camino de la carretera de Samos y Sarria por una "corredoira" que atraviesa la aldea de "San Cristobo do Real", en la que hay una pequeña iglesia románica.

Pazo de Lusio

En "San Cristobo do Real" está el pazo de Lusio. En la "Casa Grande" del pazo nació Vicente Vázquez Queipo de Llano en 1804, el introductor en España de las "tablas de logarit­mos". Fue físico, matemático, jurista, procurador en Cuba, diputado y político relevante del siglo XIX.


El río pasa junto a las casas de "San Cristobo". El paisaje tiene un fuerte color verde, a pesar de los calores del verano, que van aumentando según avanza el mediodía.


El valle se amplía en las proximidades de Renche, con prados donde pasta un abundante ganado vacuno. Estamos entrando en la vega de Samos, que llega hasta "Ponte Nova". Los peregrinos pasan después por "San Martiño do Real", que también tiene un templo románico.

Una carretera conduce al "Parque Natural de Louzara", en las estribaciones de de la sierra del Caurel. Antes de llegar a Samos se encuentra la "Capilla del Ciprés", que ha sido citada por el poeta Ramón Cabanillas, cantor del Monasterio de Samos en un hermoso libro en verso, en lengua gallega.  

Monasterio de Samos

Desde un recodo del camino se descubre la célebre abadía de Samos, rodeada de verdes arboledas y de las viejas casas de la localidad. Antes de visitar el Monasterio, el viajero y sus acompañantes comen en un restaurante al borde de la carretera una buena sopa de pescado y mariscos y una carne de ternera bien cuidada en las praderas de la provincia.

Des­pués de comer se acercan al albergue de peregrinos, que han abierto en una de las dependencias laterales del Monaste­rio. Les recibe el "hospitalero" y dos de sus ayudantes, que les ofrecen un lavado de pies en unos baldes, con agua fresca, romero y algo de vinagre, que produce un descanso paulatino de las fatigadas extremidades.


En la enfermería del albergue se pueden curar las habituales ampollas que acompañan a los caminantes. En esta parte avanzada del Camino algunos peregrinos llegan con pro­blemas del aparato locomotor de mayor gravedad que las llagas de los pies.


Un médico suele pasar por el albergue al final de la tarde para tratar los casos de "tendinitis", y sugerir un descanso más prolongado a los impacientes caminantes. Después de aposentarnos en las literas del albergue, y de asearnos y cambiarnos de ropa, salimos a visitar el Monasterio y el pueblo.

Vista nocturna del Monasterio

El Monasterio de Samos es uno de los más antiguos de Galicia. Está dedicado a los santos Julián y Basilisa, márti­res en Antioquía. Su primera construcción se remonta al siglo VI, cuando los suevos dominaban esta tierra. Una lápida, llama­da de Ermefredo, que fue encontrada en el año 1753, corrobora esta antigüedad.


Por aquí pasaron los árabes, en la conquista musulmana de las tierras de Lugo. La reconquista cristiana fue realizada por Alfonso II el Casto, que habitó algunos años en Samos. En esta etapa medieval, época de gran fervor religioso, el pequeño cenobio inicial prosperó mucho con las donaciones particulares, alcanzando a tener propiedades en casi todo el territorio gallego.


Durante la Edad Moderna perteneció a la Congregación de Valladolid. En el año 1533 sufrió un devastador incendio. En este tiempo fue Colegio de Filosofía, y se construyó el claustro gótico. En el siglo XVII tres monjes de Samos llega­ron a ser obispos.


El siglo XVIII fue una época de auge cultu­ral y económico. El Padre Feijoo y el Padre Sarmiento fueron sus figuras más relevantes. Se construyó la iglesia actual, el claustro grande y la fuente de las Nereidas en el claustro gótico. Fue muy conocida y bien valorada la botica del Monasterio.

Estatua del Padre Feijoo

En el siglo XIX se produjo el ocaso de la vida monacal. Los ejércitos de Napoleón invadieron la zona, y Samos fue utilizado como hospital militar. La exclaustración de los monjes y la posterior desamortización de sus posesiones tuvo lugar en el año 1820. Los monjes benedictinos volvieron a Samos en 1880.

Ya en el siglo XX sufrió una inundación el año 1909, y el paso de la peste en 1918. Fue Preceptoría de Latín y Humanidades posteriormente. El abad Mauro Gómez Pereira reconstruyó el Monasterio en el año 1960, después del último incendio de 1951, dejándolo tal como se encuentra actualmente.


El edificio actual es de estilos arquitectónicos renacentista y barroco. La iglesia tiene un frontispicio neoclásico, con imágenes de San Benito, San Julián y Santa Basilisa. El interior tiene planta rectangular y bóvedas de medio punto. En el momento de entrar en la iglesia se están celebrando oficios religiosos. Varios monjes cantan en el coro. El órgano y el "canto gregoriano" resuenan en las pare­des de la iglesia. Al día siguiente por la mañana habrá una misa cantada a la que se invita a todos los asistentes que lo deseen.


Los peregrinos salen de la iglesia y visitan el resto del Monasterio. El claustro grande, llamado también de Feijoo, en honor del célebre religioso, tiene una estatua del monje en su zona central. Fue construido en el siglo XVII, en un estilo de transición del Renacimiento al Barroco.

El claus­tro gótico, o de las Nereidas, es llamado así por la fuente central, con cuatro ninfas en piedra, que fueron consideradas demasiado atrevidas para su tiempo, 1713, año de su construc­ción. Hay dificultad de acceso a la sacristía, al refectorio, y a la zona alta de la hospedería, donde hay un mural sobre la vida de San Benito.


Los peregrinos deambulan por la villa de Samos, y se toman unas tapas, algo más ligeras que la comida del mediodía, en uno de los bares de la localidad. Cuando se acercan al Monasterio no pueden dejar de pensar en el Padre Feijoo, que profesó en Samos, y vivió allí y en otros colegios de la congregación. Fue cate­drático de Filosofía en la ciudad de Oviedo. Escribió un “Teatro Crítico Universal” y unas “Cartas Eruditas”, y fue una figura relevante del neoclasicismo litera­rio de la época, y de la cultura  gallega y españo­la.



domingo, 11 de enero de 2015

ELIAS VALIÑA

Elías Valiña Sampedro nació en la localidad de Lier, en el municipio de Sarria (Lugo), el 2 de febrero de 1929. A los 12 años ingresó en el Seminario de Lugo, donde realizó los Estudios Eclesiásticos hasta 1953.

Elías Valiña

En 1957 se matriculó en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Comillas, donde se licenció en Derecho en 1959.

Fue párroco de “O Cebreiro” desde el 22 de septiembre de 1959. Desde entonces, el "cura do Cebreiro" dedicó toda su vida a esta comarca y a la proyección del Camino de Santiago.

En los años 1961 y 1962 realizó cursos de doctorado en la Universidad Pontificia de Salamanca, elaborando una tesis sobre "El Camino de Santiago. Estudio histórico-jurírico", que defendió en mayo de 1965.

Elías Valiña fue de uno a otro lugar, de Iglesia en Iglesia, por las Universidades europeas y los foros internacionales hablando de la comarca de O Cebreiro y de la importancia del Camino de Santiago para la Unión Europea.

En 1984 emprendió la señalización del Camino de Santiago, con flechas amarillas, desde Francia hasta Compostela. En el trayecto gallego realizó varios trabajos de limpieza, recuperación de tramos perdidos, numeración kilométrica,…

Hacia Compostela

Hoy se considera su trabajo de señalización como la delimitación más segura de la ruta jacobea. Por todo esto puede decirse que Elías Valiña fue el conservador y promotor del Camino de Santiago como ruta de peregrinación y turismo, en los últimos años.

Fue nombrado comisario del Camino de Santiago” durante el I Encuentro Jacobeo celebrado en Compostela en 1985. Inició entonces la publicación del “Boletín del Camino de Santiago”, con la finalidad de promover la creación de asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, que velaran por la conservación de sus respectivas zonas a lo largo de la ruta.

Su interés por el Camino de Santiago no descuidó su labor en la comarca de “O Cebreiro”. Fue uno de los que más luchó para favorecer el desarrollo económico y cultural de esta zona de la montaña lucense. Nada más hacerse cargo de la parroquia de "O Cebreiro" inició las gestiones para conseguir la restauración de la iglesia, la hospedería y el poblado, en peligro de extinción.

Consiguió que La Dirección General de Arquitectura se encargara de elaborar un proyecto de restauración de "O Cebreiro" en abril de 1962. En agosto de 1964 el Santuario ya estaba restaurado y se procedió a la consagración de la Iglesia.

Museo Etnográfico

Las obras continuaron en el poblado: a los vecinos se les dotó de casas nuevas y sus viviendas antiguas, las pallozas, se rehabilitaron y pasaron a depender de la Dirección General de Bellas Artes. En 1971 se inauguró un Museo Etnográfico con sede en cuatro de las pallozas.

jueves, 8 de enero de 2015

BIBLIOGRAFÍA GENERAL DEL CAMINO DE SANTIAGO (GALICIA)

    

-A vida dos peregrinos polo camiño do Santiago: pregade por nos en Compostela. Pierre Barret y J. N. Gurgant. Publica­cions Xerais de Galicia. Vigo. 1980.

-Guía del Camino de Santiago. Xosé Ramón Pousa. La voz de Galicia. La Coruña. 1982.

-Guía del peregrino: El camino de Santiago. Elías Valiña  Sampedro y otros. Ediciones Exminesa. Madrid. 1982.

-Los Caminos de Santiago en Galicia. Carlos García Bayón. Ediciones Biblioteca Gallega. La Coruña. 1991.


-Códice calixtino. Luz Pozo Garza. Edicions Xerais de Galicia. Vigo. 1991. -Códice calixtino. Luz Pozo Garza. Edicions Xerais de Galicia. Vigo. 1991.

-Ruta del viajero medieval: códice  calixtino. J. Miguel Martínez. Ediciones Sildavia. Santiago de Compostela. 1991.

-Viaje a Poniente. Domenico Laffi. Ediciones Sildavia. Santiago de Compostela. 1991.

-El Camino de Santiago en Galicia: de O'Cebreiro a Compostela. Victor L. Villarabid. Editorial Everest. Madrid. 1992.

-Por el Camino de Santiago. A. Moragón Aguado. Consellería de Relatións. Xunta de Galicia. Santiago de Compostela. 1993.

-El Camino de Santiago por Galicia. Xosé Luis Laredo Verdejo. Ediciones do Cumio. Vilaboa. Pontevedra. 1993.

-Guia medieval do peregrino: Códice Calixtino, libro V Jacobi Liber Sancti. Edicions Xerais de Galicia. Vigo. 1993.

-Ensayo histórico sobre Santiago de Compostela. Jacques Chocheyras. Ediciones Gedisa. Barcelona. 1999.

-El mundo de las peregrínaciones: Roma, Santiago, Jerusalén. Fernando Lopéz Alsina. Ediciones Lunwerg. Barcelona. 1999.

Otras peregrinaciones en Europa

-Caminaron a Santiago: relatos de peregrínaciones al fin del mundo. Klaus Herbers y Robert Plötz. Xerencia de Promoción do Camiño de Santiago. A Coruña. 1999.