jueves, 30 de abril de 2015

SANTIAGO DE COMPOSTELA

Bajada del Monte del Gozo. Ermita de San Lázaro. Entrada en Santiago. "Rua de San Pedro". Monasterio de "San Pedro da Fora". Convento de Santo Domingo de Bonadal. La "Porta do Camiño". Hacia la Plaza del Obradoiro. Plaza de Cervan­tes. Calle de la Azabachería. El Monasterio de San Martín Pina­rio. La Cate­dral. Historia de San­tiago de Compostela. La Plaza del Obradoiro y sus alrede­do­res. Por las calles de San­tiago. Semana Santa en Compostela. Adios a la ciudad del Apóstol.

El peregrino baja del Monte del Gozo despacio, por la antigua carretera, que pasa por debajo de la Autopista de Coruña a Pontevedra. Entre la Autopista y la vía del ferroca­rril está la ermita de San Lázaro y el barrio del mismo nom­bre. El camino entra en la ciudad por el Polígono industrial de Fontiñas y por el barrio de los "Concheiros". Allí se ven­dían las conchas de "vieira", que eran el emblema del peregri­no. Los "concheiros" tenían un monopolio especial conce­dido por una "bula" del Papa, y eran las únicas personas autoriza­das para vender conchas a los peregrinos.

Desde el barrio de los "Concheiros", los peregrinos pasaban por la "Rua de San Pedro", una larga calle que los llevaba hasta las murallas medievales. El barrio de San Pedro era un arrabal extramuros de la ciudad con típicas casas dedicadas a actividades artesanales y comerciales. El primer tramo de la calle, hasta la plaza de San Pedro, tiene las casas junto al monte de la Almaciga. En la plaza está la iglesia de San Pedro, que fue citada por Aymeric Picaud en el "Codice Calixtinus". Aquí estuvo el Monasterio de "San Pedro da Fora", llamado así porque se encontraba fuera del recinto amurallado. Fue arrasado por Almanzor y reconstruido a finales del siglo XII. Se mantuvo en pie hasta la desamortización del siglo XIX.



Paralela a la "Rua de San Pedro" está la "Rua do Bonaval", en la que se encuentra el antiguo convento de Santo Domingo. El convento fue fundado por Santo Domingo de Guzmán en 1219, en que peregrinó a Santiago para visitar la tumba del Apóstol. Actualmente es la sede del Museo Etnográfico, llamado "Museo do Pobo Galego". En el atrio de la iglesia se encuentra el "cruceiro do Home Santo", que estuvo junto a la iglesia de Lavacolla. La iglesia de Santo Domingo, que no está abierta al culto, es el “Panteón de Hombres Ilustres de Galicia”. En este lugar hubo un antiguo cementerio y estuvo domiciliada la "Cofradía del Rosario" desde el año 1504.

El camino de los peregrinos continúa hacia el centro de la ciudad por la plaza del Carmen, donde estuvo la "Porta do Camiño", en las murallas medievales. La ruta seguía por la calle de las Casas Reales, que también se llamó "Vía Francíge­na". Allí había un antiguo palacio donde se alojaron Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, llamada "la Loca", cuando estu­vie­ron en Santiago. También estaba en esta calle el palacio barroco de Fondevila. La zona tuvo gran importancia comercial a finales del siglo XIX. La calle termina en la plazuela de las Animas, donde está el edificio de la “Caja de Ahorros de Santiago”. En esta plazue­la hay una iglesia dedicada a la advo­ca­ción de las ánimas, tan popular en toda Galicia.


Por el callejón de las Animas se llega a la plaza de Cervantes, de gran importancia en el desarrollo comercial de Santiago en el pasado siglo. En ella hay una fuente y un pedestal con la efigie del escritor. Aquí estuvo la Banca de Olimpio Pérez, un típico edificio de oficinas del siglo XIX. Otero Pedrayo lo definió como:

       "severa y aparatosa obra ecléc­tica".

Desde la plaza de Cervantes, por la Vía Sacra y la calle de la Azabachería se llega a la plaza de la Inmaculada, donde está el Monasterio de San Martín Pinario y la fachada norte de la Catedral.

Por allí está la "Rua da Troia", escena­rio de la célebre novela "La casa de la Troia", de Alejandro Pérez Lugín, sobre el ambiente univer­sitario de Santiago de Compos­tela de finales del siglo XIX. Otras novelas de Emilia Pardo Bazán también tienen este escenario urbano gallego.

La calle de la Azabachería era el paso obligado de los peregrinos que venían por el "Camino Francés" hasta la Catedral. El nombre de la calle se debe a las numerosas tien­das que vendían objetos de este típico "cristal negro". La calle se va hacien­do cada vez más estrecha hasta llegar a la "Rua da Troia" y al jardín que hay delante del Monasterio de San Martín Pinario. El antiguo convento bene­dictino de San Martín Pina­rio o­cupa más de veinte mil metros cuadrados de superficie. Actualmente es el Seminario Mayor de Santiago de Compostela. Tiene una hermo­sa fachada barroca, ini­cial­mente del siglo XVII, reforma­da en el siglo siguiente. Por el arco del pala­cio románico del arzobispo Gelmírez, que está anexionado a la Catedral, se llega a la plaza del Obradoiro, la de mayor tamaño del centro antiguo de la ciudad. Aquí termina nuestro largo viaje. El nombre de la plaza se debe a los obradores o talleres que estuvieron en ella durante la cons­trucción de la fachada barroca y de las actuales torres.
 

Los peregrinos medievales entraban en la Catedral por la plaza del Obradoiro, como se entra ahora, pero pasaban a la "catedral vieja", que ocupaba el lugar de de la actual cripta. Admiraban embelesados el Pórtico de la Gloria, del Maestro Mateo. La "catedral vieja" tuvo cuatro naves, y no era suficientemente grande para el número de peregrinos. Dos de sus naves están actualmente tapiadas. El Pórtico de la Gloria se construyó alrededor del año 1180, antes de que estuvieran levantadas las catedrales góticas de Chartres, Amiens, Reims y París. Solamente existían los antecedentes de Vézélay y Ri­poll, ligeramente anteriores. En el Pórtico de Compostela se adivinan ya formas ojivales.

En el interior de la Catedral se pueden ver las diversas capillas laterales y las tres naves, por las que se llega hasta el Altar Mayor. Debajo está la cripta con el sepulcro del Apóstol. En el Altar Mayor hay una imagen románi­ca de Santiago en hábito de peregrino y otra imagen barroca de Santiago "Matamoros". El "Botafumeiro" cuelga de lo alto del crucero en las grandes solemnidades, impulsado de un extremo al otro por los "tiraboleiros".

A la derecha del recinto interior de la Catedral está el Claustro realizado en el siglo XVI por Juan Gil de Hontañón. En un extremo del Claustro está el Archivo Capitu­lar, donde se custodia el original del "Codice Calixtinus". Entre el Tesoro y las Reliquias de la Catedral compostelana hay un busto de Santiago el Menor, que tiene el brazalete entregado por Suero de Quiñones después de finalizar el "Passo Honroso". En la Catedral está también la "lauda sepulcral" del obispo Teodomiro, que regía la diócesis compostelana cuando se descubrieron los restos mortales del Apóstol.

La historia de Compostela, el "Campo de las Estre­llas", al que alude su nombre, comienza en el año 813, año del descubrimiento del sepulcro de Santiago en el monte Libredón. Antes habían ocupado la zona los celtas, los romanos y los suevos. En el lugar de la actual Compostela debió haber un castro celta. El rey de Galicia y León, Alfonso II el Casto, construyó la primera iglesia, que amplió Alfonso III el Magno. Almanzor destruyó Compostela en el año 997. La ciudad y la iglesia, en recuerdo de Santiago, fue reconstruida por el obispo San Pedro Mesonzo, al que se atribuye además la compo­sición de la "Salve Regina".

En el siglo XII todos los reyes de Galicia y León se coronaban en Compostela. En la Catedral se guardan los restos mortales de Alfonso VII, Fernando II y Alfonso IX. El obispo que potenció definitivamente a Compostela fue Diego Gelmí­rez alrededor del año 1100. A partir de esta fecha se multiplica­ron las peregrinaciones y la ciudad fue teniendo cada vez más importancia durante casi toda la Edad Media.
               
Las revueltas de los campesinos contra la nobleza en el siglo XIV y la represión de las capas populares y de la misma nobleza por los Reyes Católicos produjo una decadencia de la ciudad de Santiago de Compostela, que no participó de los descubrimientos y las riquezas del Nuevo Mundo. Únicamente la época del arzobispo Fonseca y la creación de la Universi­dad, en el siglo XVI, pudieron suponer un cierto resurgimiento religioso político y cultural. Durante la etapa barroca se realizó un relanzamiento artístico de la urbe, que se plasmó en la construcción de la fachada de la Catedral, sobre la plaza del Obradoiro, y de varios edificios religiosos y civi­les en la ciudad.



La plaza del Obradoiro reúne el mayor conjunto monumental de Compostela. Además de la fachada barroca de la Catedral, está el Hostal de los Reyes Católicos, que fue hospital de peregrinos, el Palacio de Raxoi, frente a la Catedral, que alberga al Ayuntamiento y diversas dependencias de la “Xunta” de Galicia, y el Colegio de San Jerónimo.

La fachada de la Catedral a la plaza del Obradoiro, situada en el lado oeste de la plaza, es el símbolo actual de la ciudad de Santiago. Fue realiza­da por el arquitecto gallego Fernando de Casas e inaugurada el año 1750. El cuerpo central de estilo barroco rodea y protege el románico Pórtico de la Gloria. Completan la fachada las dos torres de setenta y cuatro metros de altura, sobrecargadas de ornamentación, obra de Domingo de Andrade, y la doble escali­nata que mandó cons­truir el arzobispo Maximiliano de Austria el año 1606.

El Hostal de los Reyes Católicos es uno de los edificios más relevantes del plateresco español. Está situado en el lado norte de la plaza. Fue fundado por Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón después de la conquista de Granada, en el año 1492. Su construcción fue encargada a Enrique Egas, arquitecto real, y a Diego de Muros. Fue hospe­dería y hospital hasta el año 1954, en que se convirtió en el hotel más elegante de la ciudad.

El Palacio construido por el arzobispo Bartolomé Raxoi, entre los años 1751 y 1772, ocupa el lado este de la plaza del Obradoiro. Tiene una fachada neoclásica de noventa metros de largo, frente a la Catedral, en la que hay un bello frontón de mármol blanco sobre columnas jónicas. En lo más alto del edificio tiene una estatua ecuestre de Santiago. Fue diseñado por el arquitecto francés Charles Lemaur.

El Colegio de San Jerónimo está situado en el sur de la plaza, frente al Hostal de los Reyes Católicos. Fue fundado por el arzobispo Alonso de Fonseca entre los años 1507 y 1523. Es una construcción renacentista con una fachada de finales del siglo XV, que estuvo anteriormente colocada en el Hospital de la Azabachería. Actualmente es la sede del Rectorado de la Universidad de Santiago.

Cerca de la plaza del Obradoiro está el Colegio de Fonseca y la Casa del Cabildo. El Colegio de Fonseca está situado en la plaza del mismo nombre, en la esquina de la "Rua do Franco". Tiene una fachada plateresca y un claustro de aspecto salmantino. El edificio ha albergado distintas insti­tuciones académicas en los últimos años. “La Casa del Cabildo” reunía a este organismo de la Catedral de Santiago. Se encuen­tra en la plaza de Platerías y tiene una hermosa fachada barroca sobre esta plaza. Actualmente se gestionan en ella las "compostelanas", documento acreditativo que se entrega a los peregrinos que han recorrido más de cien kilómetros hasta llegar a Santiago.




Junto a la Catedral está la plaza de Platerías, que  tiene una de las fachadas románicas que se conservan de la Cate­dral. El resto de la plaza es de ornamen­tación barro­ca. Aquí se reunían los plateros de la ciudad, por ello el nombre, en torno al edifi­cio del Tesoro de la Cate­dral, que contenía las principales alhajas de la basí­lica. En el centro de la plaza está la Fuente de los Caballos, de estilo italia­no.

La plaza de Quintana, contigua a la plaza de Plate­rías, ocupa la parte trasera de la Catedral. A esta plaza dan las puertas Real y Santa. La puerta Santa solamente se abre durante los años santos jubilares, uno de cada siete años. En la plaza de Quintana, bajo sus losas, hubo en otro tiempo un cementerio. Una larga escalinata es el lugar improvisado de encuentro de turistas y de habitantes de Compostela. En uno de los extremos se levanta la Torre del Reloj, de setenta y dos metros de altura, llamada también Torre Berenguela.

En la plaza de Quintana, frente a la Catedral, está el Monasterio de San Pelayo Antealtares, del siglo XVII, que fue construido sobre otro prerrománico, de la época de Alfonso II el Casto. Su fachada principal da a la plaza de Feixóo. Está habitado por monjas benedictinas que preparan excelentes tartas de Santiago y almendrados de elaboración artesana.

El viajero recorre las calles de Santiago, en los alrededores de la Catedral: la "Rua da Conga", la "Rua Nova", la "Rua do Vilar", la "Rua do Franco", y la "Rua das Orfas", hasta la plaza de Toral, en el corazón de la ciudad de Compos­tela. En la "Rua da Conga", en la esquina del Monasterio de San Pelayo, dice Otero Pedrayo, que luce por la noche el farol más romántico de la ciudad. En esta calle estuvo hospe­dada la emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, cuando vino a Santiago a mediados del siglo XIX.
  
La "Rua Nova" fue desde el siglo XII la morada de la aristocracia y de la burguesía de la ciudad. En ella se encuentra la "Casa de las Pomas" y la iglesia de Santa María Salomé, construida por el arzobispo Gelmírez en el siglo XII, además de algunos antiguos palacios. La "Rua do Vilar" es una de las más peculiares del centro de Compostela. En ella está el palacio del marqués de Monroy y diversas casas con soporta­les de conocidas familias de la burguesía compostelana.
 

La "Rua do Franco" es calle de buenos vinos y de gastronomía gallega típica. Es una de las más transitadas de la ciudad. Es camino de paso desde la "Porta de Faxeiras", en el límite de la ciudad medieval, hasta la Cate­dral. En ella se encuentra el Colegio de Fonseca. La "Rua das Orfas" fue el centro comercial a finales del siglo XIX, con las calles de Calderería y Preguntoiro. Eran el camino del Mercado, de la Universidad, o de cualquier otra zona del casco histórico. En esta calle hay edificios del siglo XIX integrados con casas de la antigua ciudad medieval.

La plaza del Toral, donde confluyen la "Rua Nova" y la "Rua do Vilar", está presidida por el palacio de Bendaña, que se ha considerado la más bella mansión de Compostela. Es obra del arquitecto Fernández Sarela. Tiene una estatua que figura a un "atlante" sosteniendo una "bola del mundo". En la plaza hay una fuente con una estatua de Marte guerrero, cons­truida en 1820, en honor del general Quiroga, protagonista con Riego de la revuelta liberal contra Fernando VII.

La lluvia hace acto de presencia al principio de la noche, cuando el viajero busca un buen restaurante para su "úl­tima cena" en tierras gallegas, aunque no tenga reminiscen­cias sacras, propias de la Semana Santa. Un sencillo local, que aparece en las guías gastronómicas de la ciudad, cumple a la perfección los deseos del viajero para satisfacer su estó­mago, aunque estaba demasiado concurrido, y fue preciso espe­rar demasiado tiempo.


Al salir del restaurante las procesiones recorren las calles del centro de la ciudad, con sus estandartes, pasos con sufrientes imágenes y nazarenos. Desde u-nos soportales que disminuyen un poco la humedad de la noche, el peregrino vive el final de la Semana Santa gallega, que se ha difuminado en su andadura por el Camino hasta Compostela. Al día siguien­te se despide de la ciudad del Apóstol hasta una nueva oca­sión.

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