domingo, 19 de abril de 2015

HACIA EL MONTE DEL GOZO



Salida de Arzúa. Raido. Cortobe. Calzada. Calle. Ferreiros. Von Harff y Laffi. "Boavista". Salceda. Xen. Hacia el Alto de Santa Irene. Santa Irene. Rua, "O Burgo" y Arca. Pedrouzo. El municipio de "O Pino". Hacia el aeropuerto de Lavacolla. "San Paio". El monte Pedroso. Lavacolla. San Marcos. El Monte del Gozo.       


El peregrino sale de Arzúa por la "Rua do Carmen", después de pasar por la "Casa do Peregrino" y por la "Fuente de los Franceses", que no echa agua actualmente. Desciende entre huertos y prados, hasta la pequeña localidad de "As Barrosas", que se encuentra rodeada de un robledal, y cruza un arroyo con el mismo nombre que la población. En este lugar hay una ermita dedicada a San Lázaro, donde estuvo un antiguo hospital de leprosos. Cerca de allí está la iglesia de Santa María de Arzúa y la capilla del Salvador.

El camino cruza el río Raido y se dirige en suave ascensión hasta el pueblo que lleva el mismo nombre de Raido. Se encuentra en la carretera de Compostela. Desde la zona más alta pueden verse las últimas casas de Arzúa. Un poco más adelante, en un paraje llamado "Molino de los Franceses", por donde pasa un arroyuelo llamado Marrabledo, se desvía de la carretera una pista asfaltada hacia la aldea de Cortobe, en que el camino ha sufrido, de nuevo, variaciones, debidas a las obras de la "concentración parcelaria".

Después se pasa por Pereiriña, y se atraviesa un nuevo arroyo por la localidad de Ponteladrón. La ruta sigue por una tierra en la que crecen grandes eucaliptus, hasta llegar a Tabernavella y Calzada. Junto a las casas de Calzada pueden verse los típicos hórreos para almacenar el grano y preservarlo de la humedad de estas tierras. 


 

De nuevo el cielo amenaza lluvia y el viajero tiene que colocarse el impermeable encima de la mochila y de su ropa. Continúa caminando hasta el poblado de Calle, unos dos kilómetros más adelante, muy cerca de la localidad de Preguntoño, lugar en el que se sale del término municipal de Arzúa, y se entra en el municipio de "O Pino". Por estas zonas solitarias del camino, en la época medieval, y hasta hace poco tiempo, asaltaban a los peregrinos para robarlos.

Calzada y Calle son toponímicos muy habituales en esta zona del Camino de Santiago en tierras coruñesas. Los hórreos continúan apareciendo junto a las casas. Cerca de Calle se encuentra Ferreiros, que ha sido citado en todas las guías del Camino de Santiago desde tiempos medievales. Debió existir esta localidad, ocupando las dos orillas del río Langüelo, desde el siglo XII. Los viajeros más relevantes que recorrieron esta zona, como el alemán Arnold von Harff, o el italiano Doménico Laffi, que en el siglo XVII viajó por casi todo el territorio español, citan esta localidad.

La iglesia parroquial de Ferreiros está dedicada a San Verísimo, y ha sido reconstruida recientemente, aunque aún conserva en su interior restos de gran antigüedad. En Ferreiros había muchos herreros y zapateros. Los primeros reparaban carruajes y acondicionaban las herraduras de las caballerías, y los segundos arreglaban el calzado de los peregrinos. En 1415 el Cabildo de Compostela premió con un valor de "treinta sueldos" a Pedro Calvo, zapatero de la localidad, por su esmerada atención a los caminantes a Santiago. 

El viajero sale de Ferreiros y pasa por un frondoso robledal hasta la aldea de "Boavista", que como su nombre indica, es un lugar pintoresco, por sus bellos parajes. La pista asfaltada se desvía hacia el norte y el camino continúa hacia el oeste hasta alcanzar de nuevo la carretera de Lugo a Santiago en la zona de Salceda. Esta localidad está situada en lo alto de una colina de más de cuatrocientos metros de altitud.

La carretera continúa, ahora en terreno más llano hasta Xen. El caminante se para en un mesón para comer un poco y para esperar a ver si mejora el tiempo. Llueve intermitentemente y la ropa, bajo el impermeable, empieza a estar mojada. El peregrino continúa después hasta Ras y Brea. Sigue lloviendo, y algunas veces debe guarecerse, como en días anteriores, en las paradas de los autobuses rurales, y esperar a que amaine un poco el aguacero.

 

Van alternando los bosques de pinos y de eucaliptus con los prados y los terrenos abiertos, siempre verdes. Después de otro pequeño descenso, y de cruzar un regato, que lleva muy poca agua, se llega al caserío de Rubiña. Un prado oculta el viejo camino, y el viajero ha de seguir por la carretera, hasta el comienzo de la subida al Alto de Santa Irene, donde se encuentran las casas de la localidad de Empalme.

Después de un kilómetro de suave ascensión se llega hasta el poblado de Santa Irene, que se encuentra a unos veinte kilómetros de Santiago. En un bello lugar rodeado de árboles se conserva una capilla dedicada a Santa Irene. Tiene una pequeña nave, con una cruz y una puerta que está cerrada, aunque por ella puede verse la imagen de
la santa.                                              

La carretera desciende entre pinares hacia Rua, lugar que puede identificarse con "Dúas Casas", que se cita en los itinerarios antiguos. Antes de llegar a la zona urbana de Rua hay unas edificaciones de aspecto medieval, que des-piertan la curiosidad del viajero. Aunque todavía es media tarde el ambiente de lluvia aconseja buscar un alojamiento y esperar al día siguiente para ver si mejora el tiempo. El final de la tarde la pasa el peregrino mirando a la carretera desde las cristaleras del bar de un hostal, y leyendo un poco, mientras la fina lluvia continúa cayendo.

Cerca de Rua está "O Burgo" y Arca. Es la zona más urbanizada del municipio de "O Pino". Por la noche mejora un poco el tiempo y se puede ir a cenar a un restaurante de Arca que le sugieren en el hostal. Hay pocos clientes en el restaurante en este miércoles de la Semana Santa. La televisión retransmite un partido del Real Madrid con un equipo italiano. Los camareros por la falta de clientes parecen más "seguidores" del futbol madrileño que el propio caminante y están más pendientes del televisor.

Aunque vuelve a llover toda la noche, la mañana amanece un poco más seca. El viajero después de desayunar en el hostal reanuda la ruta de la noche anterior hasta "O Burgo" y Arca. A la entrada de esta población hay una estación de servicio de gasolina y junto a ella está el albergue del Camino de Santiago, al que pasa a sellar la credencial de peregrino. Después continúa hasta un supermercado para comprar algunas cosas de comer.


 


Al salir de Arca sigue el camino hasta Pedrouzo, donde está ubicada la capitalidad del municipio de "O Pino", por el que atraviesa la "Ruta de los Peregrinos" antes de llegar a Compostela. Allí hay un colegio que ha ocupado el lugar por donde pasaba el camino histórico. Es preciso dar un rodeo para alcanzarlo de nuevo. Pasado un frondoso bosque se llega a San Antón. En esta localidad se pasa por el valle de un pequeño riachuelo y se inicia una subida hasta Amenal, que fue citado por Doménico Laffi, el viajero italiano que recorrió el Camino de Santiago en el siglo XVII.

El peregrino se encuentra tan solo a quince kilómetros de Compostela. En la época medieval estos momentos eran de gran ansiedad, por poder alcanzar al fin el esperado objetivo de llegar a la tumba del Apóstol, y por el deseo de hacerlo lo más pronto posible. El caminante sale por una calle de Amenal que se transforma en una "corredoira" rodeada de frondosa vegetación, y que le conduce a la próxima localidad de Cimadevilla.

Es necesario dejar ahora el camino tradicional, que sube una empinada cuesta hasta la ladera del monte donde están las tapias del Aeropuerto de Lavacolla, y continuar por el arcén de la carretera que rodea el Aeropuerto. En esta zona la carretera de Lugo a Santiago de Compostela se une con otra que viene del norte de la provincia, de Gutiriz y de Betanzos. 


 


En las proximidades del río Pambre, que discurre por el norte de Santiago, en Lardeiros, dentro del municipio de "O Pino", hay un "cruceiro" de gran valor artístico, de estilos barroco y neoclásico, del siglo XVIII. Otra curiosidad de la zona es un acebo de dieciocho metros de altura, probablemente el mayor de Galicia, que se encuentra en la localidad de Bermas, en el pazo del marqués de Monterroso.

El municipio de "O Pino" presenta signos de despoblación demasiado rápida y de decadencia económica. Sus principales materias primas son las que producen los grandes bosques que hay en el territorio, y su mayor actividad productiva gira en torno a las industrias madereras. La proximidad de Santiago dificulta otros posibles desarrollos industriales. Unas minas que daban trabajo a más de trescientas personas se cerraron en los últimos años. La ganadería también es impor-tante en "O Pino", y un incipiente turismo rural va haciendo aparición en Pedrouzo y en Arca, que han mejorado mucho urba-nisticamente en los años pasados. En Arca se celebran ferias una vez cada mes.

Varios aviones entran y salen del Aeropuerto de Lavacolla. El peregrino rodea el Aeropuerto por el norte y se aproxima a la localidad de "San Paio", que tiene apariencia medieval. El nombre es la versión gallega de San Pelayo, y se refiere a un niño que fue martirizado por los musulmanes en la ciudad de Córdoba en el año 925. Era natural de los alrededores de Tuy y su culto está muy extendido por toda Galicia. En esta zona la iglesia de Sabugueira, que está cerca de Lavacolla, está dedicada a San Pelayo.  

En el monte Pedroso, en las proximidades del Aeropuerto, se pueden ver las torres de la Catedral de Compostela. Su relativa dificultad de acceso ha hecho, desde la Edad Media, que fuera más fácil contemplarlas desde el Monte del Gozo, un poco más adelante.

Desde "San Paio" se desciende durante un kilómetro hasta las primeras casas de Lavacolla. La localidad se extiende a lo largo de la carretera. Lavacolla es la "Lavaméntula" del "Codice Calixtinus". Según cuenta Aymeric Picaud, los peregrinos franceses que se dirigían a Santiago, al llegar al río, se quitaban las sucias ropas del camino, y en honor al Apóstol, se lavaban sus partes más ocultas, "méntulas", y todo el resto del cuerpo. 


 


Lavacolla tiene una iglesia de construcción moderna, con un amplio atrio y un bello "cruceiro", que ha sustituido al muy famoso de "O Home Santo", que fue trasladado a Santiago de Compostela. Pasado el río está la ermita de San Roque, que sirve actualmente de albergue de peregrinos.

El viajero antes de iniciar la subida a San Marcos y al Monte del Gozo se para a reponer fuerzas en un agradable restaurante junto a la carretera. Es necesario expresar aquí la magnífica atención de los hosteleros de Lavacolla con los caminantes a Santiago. Después del refrigerio se pasa por la aldea de "Villamaior" y por las sedes de la Televisión Gallega (TVG) y de la Televisión Española (TVE).

Durante la subida a San Marcos se va viendo el monte Castro, a la derecha de la ruta. Tuvo un poblado celta en su parte más alta. Desde la cima de este monte también se ven las torres de la Catedral de Compostela. Desde la aldea de San Marcos el camino se desvía hacia la derecha de la carretera, entre las casas de la localidad, para llegar un poco más adelante al Monte del Gozo.

"Montxoi" es el nombre del Monte del Gozo en lengua gallega, proviniente de la deformación y contracción de "Mont Joie", monte de la alegría, en el idioma de los peregrinos franceses. Se cuenta en las leyendas medievales que desde Lavacolla se establecían carreras para llegar al Monte del Gozo los primeros y ver la Ciudad Santa. Después de tan penoso y largo camino se daba el titulo de "Rey" a quien llegaba primero. Quedan restos de esta palabra castellana en los apellidos de muchos centroeuropeos, sin duda por esta procedencia lingüística.


 

Cerca de la cumbre del Monte del Gozo está la ermita de San Marcos. Tiene un atrio cerrado y protegido por la sombra de varios árboles. Fue construida en el siglo XII por el arzobispo Gelmírez, aunque la que se conserva actualmente ha sido reconstruida no hace muchos años. En el Monte del Gozo hay un inmenso complejo residencial para los peregrinos a Compostela, que suele estar muy lleno en los meses de verano. En estas fechas de la Semana Santa, en abril, está algo más vacío. El caminante deambula por sus calles, entre los diver-sos pabellones, por su plaza central y por la enorme cafetería. Sin duda el aspecto que se observa no debieron verlo los peregrinos medievales. Santiago se vislumbra en lontonanza. A pesar del mal clima sufrido durante toda la semana hoy no ha hecho aparición la lluvia y las torres de la Catedral se ven junto a las nubes grises del horizonte.                                 

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