miércoles, 23 de abril de 2014

CAMINO DE SANTIAGO (SALIDA DE MADRID)

1. SALIENDO DE MADRID

Plaza de Castilla.  Puerta de Europa.  Los barrios del norte de la ciudad. Fuencarral. La iglesia de la Virgen de Valverde. M-40. El Monte del Pardo. Autovía de Colmenar: Ciudad Escolar, Colegio San Fernando, Valdela­tas, Universidad Autónoma. 


Salir de Madrid hacia Santiago de Compostela andando supone la pretensión de hacer un largo viaje de 670 kilóme­tr­os. Es una mañana soleada del mes de junio y ya hace calor en la Plaza de Castilla, desde donde se puede empezar el cami­no hacia Compostela. Al caminante  le despiden las altas torres incli­nadas, que llaman la “Puerta de Europa”.


                                               Torres inclinadas (Plaza de Castilla)

Las torres se han construido en los últimos años, en el contexto del Proyecto general de urbanización de la zona, aprobado en noviembre de 1989. El equipo técnico del arquitec­to neyorquino John Burgee y algunos ingenieros españoles asu­mieron la construcción de estos colosos de ciento quince metros de altu­ra, con veinticinco plantas. Cada una de las to­rres tiene una base cuadrada de treinta y cinco metros de lado y una inclina­ción de 14,3 grados. Las fachadas son de vidrio, alumi­nio y acero inoxidable. En las terrazas hay unos heli­puertos de cuatro­cientos metros cuadrados de superficie. Desde los últi­mos pi­sos puede verse el Paseo de la Castellana y bue­na parte de Madrid como si fuese una maqueta a los pies de un elevado ob­servador.


Es un día de diario cualquiera y entran muchos co­ches en la Plaza de Castilla. El viajero, con su mochila al hombro, no es la estampa habitual de un día laborable en esta zona de Madrid. Quizá si fuera domingo podría confundirse con un excursionista de la cercana Sierra de Guadarrama, pero no es éste el caso. Poco a poco va recorriendo el Paseo de la Castellana hacia la Ciudad SanitariaLa Paz”. La mochila se hace muy pesada en estos primeros minutos, a pesar del entre­namiento realizado anteriormente.



Al llegar a la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, algunos simpatizantes del Club, sin ocupaciones laborales in­mediatas, están sacando entradas para ver el espectáculo de­portivo de esa mañana. El equipo entrena algunos días en medio de la semana, antes de la confrontación del domingo. 

Un poco más adelante, el viajero rodea por la iz­quierda el Hospital de La Paz y avanza hacia el puente sobre la autovía de Colmenar que le conduce al Barrio de Begoña. A la izquierda queda el Barrio del Pilar, que construyó José Banús en los años sesenta, con el primer desarro­llismo de la ciudad.

El Barrio del Pilar es una de las zonas más pobla­das del norte de Madrid. En sus calles, con nombres de locali­dades gallegas, se produjeron los primeros movimientos vecina­les, en el final del franquismo, contra la construcción del centro comercial Madrid-2, llamado también "La Vaguada". Estos movimientos estaban auspi­ciados por los pequeños comer­ciantes, que temían perder sus pingües benefi­cios económicos por la competencia de las gran­des superficies.

La Vaguada (Construcción)


La Vaguada" es una estructura de hormigón, hierro y cristal, diseñada por el arquitecto canario, César Manrique, al estilo de otras construcciones de su Lanzarote natal. Simu­la un barco, con grandes velas y mástiles. En su in-terior se abrió uno de los primeros centros comerciales y de ocio, que des-pués han proliferado en Madrid y en otras ciudades.
                   

En el Barrio de Begoña se ven las primeras flechas amari­llas que nos acompañarán en todo el trayecto hasta Com­postela. Por la calle de San Mateo el caminante llega al Hos­pital Ramón y Cajal, otra de las grandes concentraciones sani­tarias del norte de la ciudad. Continúa al borde de la autovía de Colmenar hasta la avenida del Cardenal Herrera Oria, anti­gua "Carretera de la playa", una de las calles de mayor tráfi­co a estas horas de la mañana de los días labora­bles. Cruzán­dola el peregrino entra en el poblado de Fuenca­rral.

Esta antigua población fue fundada por el rey Alfon­so VI en el siglo XI y tuvo cierta relevancia en tiempos de Juan II de Castilla y de los Reyes Católicos. Posteriormente ha tenido carácter de villa con los reyes de la Casa de Aus­tria y gran prosperidad económica con los Borbones. La reina Ana de Austria, esposa de Felipe II, después de casarse en Segovia visitó durante varios días el pueblo de Fuencarral, famoso en la Corte por las monterías que se realizaban en sus alrededores. Felipe V, mientras fue pretendiente a la corona, durante la Guerra de Sucesión, estuvo acampado en la locali­dad, antes de entrar en Madrid, donde fue bien recibido por sus habitantes.
  
Fuencarral ha visto pasar la Guerra de la Indepen­dencia y la desa­mortización de Mendizábal, que afectó a algu­nos de sus conven­tos. Pascual Madoz en 1840 escribió:



"... la villa tiene 451 casas, la mayor parte de un sólo piso,...dos  escuelas, una para niños y otra para niñas,...y una igle­sia parroquial..."



En el censo de 1910 se indicaron 3102 habi­tan­tes y 3877 en el de 1920. En 1951 se incorporó a la ciudad de Madrid como uno de sus distritos municipales. En los últi­mos años ha ido tomando el aspecto actual en que convive el centro antiguo con la zona industrial y con las nuevas urbani­zacio­nes.                                          

Por las calles de Sabadell, Badalona, Caldas de Es­trach y San Cugat del Vallés el viajero llega hasta las tapias de la Federación de Tenis Madrileña. Esta es una zona de nue­vas construcciones que contrastan con las antiguas de la Uni­dad Vecinal de Absorción (UVA) por la que hemos pasado ante­riormente.




Nuevos barrios del norte de Madrid


Por detrás de las pistas de tenis se alcanza la ave­nida en que se ha convertido la carretera de Fuencarral al Par­do en este lugar de nuevas construcciones, (Las Tablas, Monte Carmelo). El viajero cruza la autovía de Colmenar por el puente de la carretera del Pardo y sigue por un sendero que bordea la tapia del cemente­rio. Este viejo camposanto lleva construido más de cien años. Aquí descansa Agustín Rodrí­guez Sahagún, uno de los últimos alcaldes de Ma­drid.

Después de dejar atrás el cementerio se cruza el ferrocarril y la M-40 por un paso bajo ambas vías de comunica­ción. El peregrino ha entrado poco antes en la ermita de la Virgen de Valverde, que se conserva en buen estado. Ha sido restaurada varias veces desde su construcción en los primeros años del siglo XVIII. El culto de Nuestra Señora de Valverde es muy anterior a esta fecha. Félix Verdasco considera la apa­rición de la imagen en 1242, en plena Reconquista contra los moros. La última restauración se ha efectuado en 1992 para con­memorar su 750 aniversario. El peregrino ha recorrido el pe­queño santuario y ha disfrutado un poco del frescor del in­te­rior. Fuera va haciendo mucho calor en este mediodía del mes de junio.

                                                          Tapia del Monte de El Pardo




Pasada la M-40 el caminante va subiendo por un sen­dero hasta la tapia del Monte del Pardo. Va pensando que este enclave ecológico tiene una gran importancia para la vegeta­ción y la fauna a la que da cobijo. Es un ecosistema típico de bosque mediterráneo con jaras, matorrales y encina­res en que conviven aves, mamíferos, anfibios y reptiles. En otro tiempo hubo linces y lobos, aunque ya son especies extin­guidas en la zona. La cuenca alta del Manzanares y el macizo rocoso de La Pedriza, unidos a este monte, tienen una gran influencia en el clima de Madrid. Los asentamientos urbanos demasiado próximos y las vías de comunicación rápida, cada vez más agresivas para el monte, hacen precisa una mayor protección de esta reserva natural.

El caminante continúa junto a la tapia mientras se va acercando a la vía del tren y a la autovía de Colmenar. Desde aquí se divisa un paisaje con suaves lomas y tierras calizas. Al otro lado de la autovía de Colmenar una vía de servicio permite el paso a diversas instituciones escolares y hospitalarias de la zona.
  
El primer acceso es el de la Ciudad Escolar, que fue construida e inaugurada en 1968. Es un conjunto arquitectónico formado por varios pabellones independientes para albergar a las alumnas del Colegio de las Mercedes, que acogía en el cen­tro de la ciudad a más de trescientas niñas de la beneficen­cia, durante los primeros años del régimen franquista. Se pre­tendió tener mil seiscientas alumnas, algunas de ellas en re­sidencia y otras en régimen mediopensionista. Se impartieron enseñan­zas de preescolar de dos a seis años, enseñanza pri­maria, bachi­llerato, preuniversitario y formación profesional e indus­trial.

Actualmente la Ciudad Escolar continúa en funciona­miento, pertenece a la red pública de la Comunidad de Madrid, y dispone de unas buenas instalaciones deportivas en una am­plia finca con pinares. La antigua residencia alberga al Ho­tel-Escuela, una de las más prestigiosas escuelas de hostele­ría madrileñas. En el aula magna o salón de actos de esta ins­titución se celebran congresos y reuniones políticas, académi­cas y de cualquier otra índole, por la gran amplitud de sus instalaciones, el buen acceso por la carretera de Colmenar y la capacidad de aparcamiento de automóviles entre los diversos edificios. 

Un poco más adelante está el Colegio San Fernando, que es un instituto de Educación Secundaria, con varios pabe­llones y enseñanzas de Educación Secundaria Obligatoria, Ba­chillerato y Ciclos Formativos de Formación Profesional Espe­cífica. Junto a alumnos de los barrios madrileños del norte de la ciudad, de la que depende administrativamente, han compartido enseñanza chicos de las cercanas poblaciones de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes y Tres Cantos.

Después aparece el Hospital Psiquiátrico de Valdela­tas, un kilómetro más adelante de la Ciudad Escolar. Es un complejo sanitario-residencial, con más de mil quinientas ca­mas, que alterna la función de hospital de día para enfermos psíquicos integrados en el medio familiar, con la residencia fija para enfermos más graves. Fue inaugurado en 1968, a la vez que la Ciudad Escolar con la que compartió las mismas fe­chas de construcción.

Finalmente llegamos a la Universidad Autónoma, cons­truida desde 1969 a 1971, después de la Reforma de la época del ministro Villar Palasí. Las Universidades Autónomas de Madrid, Barcelona y el País Vasco se gestaron como modelos alternativos a las Universidades tradicionales, ubicadas en el entorno ciudadano, con diferencias iniciales significativas en relación a los Planes de Estudios y a la extracción del profe­sorado. El "campus" de Cantoblanco, donde quedó ubicada la Universidad Autónoma de Madrid, se inauguró en el mes de octu­bre de 1971 con las Facultades de Ciencias, Ciencias Económi­cas, Derecho y Filosofía y Letras. La Facultad de Medicina se construyó junto a la Ciudad Sanitaria La Paz, por donde pasó el viajero antes de entrar en el Barrio de Begoña.

Universidad Autónoma (Cantoblanco)



En los últimos años el "campus" de Cantoblanco se ha visto ampliado con la construcción de unas nuevas Facultades de Derecho, Psicología y Biología, una Escuela Técnica de In­for­mática y varios Institutos Universitarios especiales, de­pen­dientes del Consejo Superior de Investigaciones Científi­cas. El viajero entra en las zonas arboladas de la Universidad para descansar un poco y para comer un bocadillo antes de con­tinuar camino de Tres Cantos. Después de los primeros kilóme­tros de ruta el contacto de la hierba en los pies es una sen­sación muy refrescante. Unos cuantos estudiantes salen de un examen, co­mentan sus aciertos y errores en corrillos, y poco a poco se dirigen hacia los autobuses o hacia el tren para vol­ver a Madrid. El viajero hacía tiempo que no entraba en las dependencias universi­tarias. Antes de marcharse se acerca al "hall" de la Facultad, de la que han salido los estudiantes, y lee algunos de los an­uncios diversos que ocupan los tablones, e incluso muchas de las paredes. 








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