domingo, 31 de mayo de 2015

HASTA PONTE MACEIRA



Pasado “Sarela da Baixo” puede verse el mojón kilométrico 86,722. Giramos a la derecha y retomamos la travesía por un camino que fluye bajo los eucaliptos. Este camino lo utilizaban las lecheras de Villestro para ir a vender la leche a Santiago. Manuel Vilar, en su  “Camino al fin de la Tierra” nos lo relata así:

“Llegamos a la aldea de Sarela de Abaixo. Esta era “un lugar todo de arrieiros”, tal como nos cuenta una vecina que sobrepasa los ochenta años. Esta mujer igualmente nos informa que por donde sale el camino de la aldea se llama “Camiño Francés”,…”

El bosque de eucaliptos finaliza a la altura de unos chalets unifamiliares en “Moas de Abaixo”, lugar de la parroquia de Santa María de Figueiras, que dejamos a mano izquierda. De “Moas de Abaixo” los peregrinos salen hoy por la derecha y van hacia Carballal, siguiendo el “camiño das leiteiras de Villestro”.

La delimitación del “Camiño Xacobeo”, a raíz de 1997, está en la necesidad de separarlo de la carretera y del asfalto para una mayor comodidad y seguridad del peregrino. Pero este camino es también un camino histórico, porque las mujeres de Villestro, y otras, que andaban con los cacharros de la leche sobre sus cabezas, también hicieron historia.

Avanzamos por asfalto hasta el núcleo de Carballal, perteneciente a la parroquia de Villestro. Carballal es una pequeña aldea de 110 habitantes, según el padrón de 2013. A la salida de esta población nos   aguarda un tramo de subida entre eucaliptos.

El camino es pedregoso al principio y de tierra sin compactar después. Pueden  verse  cazadores entrenando a sus perros en busca de presas. En la bajada,  sobre una pista asfaltada, junto al mojón kilométrico 82,306, entramos en el núcleo urbano de Quintáns, que tiene casas de colores y un mirador sobre el valle.

Salimos de Quintáns cambiando varias veces de dirección y llegamos por un camino recto y asfaltado hasta el puente medieval sobre el río Roxos, que las personas mayores del lugar llaman  el “puente romano”, indicándonos su antigüedad e importancia histórica. Está hecho de piedra, con tres arcos, el central de medio punto y los dos laterales adintelados. También tiene contrafuertes.

El Puente sobre el río Roxos, afluente del Sar, ha llegado hasta nuestros días en parte por el propio interés de la vecindad de Villestro, ya que estuvo a punto de desaparecer ante su previsible demolición, parece ser que porque no disponía de ancho suficiente para acoger la actual cantidad de vehículos.

El Camino de Santiago en su recorrido hasta Fisterra pasa por la parroquia de Santa María de Villestro, cruza el Puente sobre el río Roxos y comienza la subida hasta el alto del Vento. Antes del inicio de la subida hay un rincón con varias mesas para descansar a cobijo del sol.



Sin interrupción y casi sin esfuerzo alcanzamos el “Alto do Vento”, donde hay un bar-restaurante, junto a una urbanización llamada “El Bosque Animado”. En este punto abandonamos el concello de Santiago para entrar en el de Ames.

Continuando por una carretera recta llegamos a la aldea de Ventosa,  el primer núcleo urbano de la parroquia de Covas, al que llegamos enseguida por el arcén de la carretera AC-453. Dejamos esta carretera para atravesar parte de la población de Ventosa, y regresamos a la carretera más adelante, a la altura de Lombao.

El ayuntamiento de Ames tiene una superficie de 80,9 km cuadrados. Está situado al oeste de Galicia, en el sur de la provincia de La Coruña,  al suroeste de Santiago de Compostela y al este de Negreira y “A Baña”. En este ayuntamiento se encuentra la aldea de Ventosa y el “Alto do Vento”, que tiene  376 metros de altura sobre el nivel del mar.

A pesar de su carácter de tierra interior tiene condiciones climáticas propias de la zona litoral y su clima apacible pertenece al dominio oceánico húmedo con temperaturas medias en torno a los 14 grados. Las precipitaciones disminuyen en el período que va de mayo a septiembre.

En Lombao está el albergue Casa Riamonte, en el desvío a Ameixenda. Siguiendo la carretera AC-453 dejamos a ambos lados los desvíos a Bertamirans, Ameixenda y Castelo, y a continuación bajamos hasta “Augapesada”. El itinerario nos obliga a dejar la carretera para pasar junto al puente sobre el “rego dos Pasos”, un pequeño riachuelo que nace entre los montes de Tapia y Amigenda.

Resulta difícil distinguir la pequeña y dispersa localidad de “o “Augapesada”, de no ser por el pequeño puente que encontramos sobre  el “rego dos Pasos”. Éste puente está construido con grandes losas, que se levantan desde hace mucho tiempo sobre el intermitente “arroyo dos Pasos”.

Este fue el antiguo paso obligado de los peregrinos sobre el pequeño afluente del Sar, hasta que la construcción de la carretera AC-453 relegó este puente a un mero elemento decorativo. Una vez superado el pequeño arroyo, nos enfrentaremos a la subida al alto del Mar de Ovellas, al que ascendemos por un camino rehabilitado, a la sombra de un bosque autóctono.



El alto del Mar de Ovellas, de 215 metros de desnivel, es la dificultad más relevante del Camino de Santiago a Finisterre. Nada más comenzar el camino hay un banco de piedra, que permite ajustarse la mochila y beber un poco antes de iniciar la subida. Vamos rodeados por un robledal y sentimos la dureza de las primeras rampas.

El primer kilómetro y medio subimos por camino y a la altura de un depósito de agua salimos a la carretera, lo que ayuda a suavizar la dureza de la subida.  Aún hemos de recorrer ochocientos metros antes de coronar “ el alto do Mar de Ovellas”.

Desde lo alto el caminante apreciará una buena panorámica del valle de “A Maía”. Recobradas las fuerzas se inicia el descenso por la misma carretera. De forma rápida se atraviesa varios núcleos de población, como Carballo, donde se ubica una cruz en recuerdo de un hombre de Fisterra fallecido en el lugar, o Trasmonte, donde el viajero hallará un buen bar para hacer un alto.

En este punto se recomienda tomar un desvío señalizado que conduce a la iglesia de Santa María y a un cruceiro cercano. Este templo es de mediados del siglo XVIII y tiene en su fachada una torre-campanario de estilo barroco con una pequeña cúpula.

La ruta continúa rodeada en ocasiones de castaños, por los lugares de Reino, donde, desviado a 80 metros del itinerario, el caminante podrá localizar el Mesón O Pozo, y tomar una buena comida, o Burgueiros, para proseguir el descenso hasta el idílico paraje natural de Ponte Maceira, un monumental puente romano.



El camino asfaltado nos lleva hasta el río Tambre, que separa en dos el núcleo urbano de Ponte Maceira y sirve de división entre los Concellos de Ames y Negreira. A este lado del río la terraza de un bar brinda una excelente panorámica del magnífico puente de origen medieval, de finales del siglo XIV.  Se vino abajo en varias ocasiones por las embestidas del río Tambre.

Al otro lado del puente se encuentra la capilla del Carmen o de San Blas. Es del siglo XVIII y a mediados del siglo XX se le adosó el ábside semicircular. A su derecha queda el pazo de Baladrón, construido también entre 1945 y 1955.

sábado, 23 de mayo de 2015

SALIENDO DE SANTIAGO DE COMPOSTELA



Desde Compostela el peregrino prosigue su marcha hacia el Océano Atlántico con la intención de completar su viaje y encontrar nuevas tierras. La primera jornada se adentra en el ambiente rural de la Galicia profunda, donde los bosques de robles y eucaliptos alternan con campos abiertos.

El camino a Finisterre  sale desde la Plaza del Obradoiro, a los pies de la Catedral, por la calle de las Huertas, entre el Hostal de los Reyes Católicos y el palacio de Raxoi. Descendemos rectos por esta calle la cuesta que nos lleva junto a la iglesia de San Frucutoso, conocida también como iglesia de las “Angustias de Abaixo” o de la Real Angustia.

 

Este templo es de estilo churrigueresco y fue proyectado por Lucas Ferro Caaveiro en el siglo XVIII. En su construcción, de planta central, sobresale la grandiosa cúpula con forma de media naranja. La fachada está concebida para ser contemplada desde la Plaza del Obradoiro, por lo que la decoración se concentra en la cornisa superior.

Allí se sitúan las imágenes de las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, que la retranca popular las ha identificado con las cuatro sotas de la baraja española. Completa la fachada un campanario adornado con volutas y pináculos y una hornacina con la imagen de la Virgen de las Angustias.

Domenico Laffi salió de Santiago de Compostela por la antigua “Porta de Faxeira”, según cuenta en su "Viaggio in Ponente a San Giacomo di Galitia a Finistearre", para después desviarse  “hacia poniente”, por el camino de Noia y Muros.



 
La calle de las Huertas se prolonga en la “rúa Campo das Hortas”. Tras un paso de peatones continuamos de frente por la “rúa do Cruceiro do Galo”, que pasa a denominarse Poza de Bar y más adelante San Lorenzo. Ésta calle nos lleva hasta la “carballeira” del mismo nombre, una antiquísima fronda de robles donde está situado el convento franciscano de San Lorenzo de Trasouto.

El antiguo monasterio medieval del siglo XIII se inició cuando Martín Arias, obispo de Zamora fundó una ermita dedicada a San Lorenzo que después se convirtió en un modesto convento de la orden franciscana rodeado de espesos robledales.  Aquí se celebró el Capítulo de la Orden Franciscana en 1473.

Actualmente el convento se ha transformado en un “pazo” que cuenta con jardines exteriores que destacan más por su riqueza y variedad botánica que por su trazado. Merece la pena su especial e insólito claustro. Es un espacio de planta casi cuadrada rodeado por una galería abierta en el piso inferior y acristalada en el piso superior.

El paseo perimetral encierra otro jardín interior, con bojes tallados formando dibujos que, con el transcurrir de los años, se han convertido en extraños jeroglíficos cuyo significado es difícil de desentrañar.

En este paraje, pasado el robledal de San Lorenzo, encontramos el primer mojón jacobeo que nos indica las distancias hasta Fisterra y Muxía. Uno de los paseos del robledal llega a la “rua Costa do Cano” y   desciende hasta el “Ponte Sarela” sobre el río del mismo nombre.

El río Sarela discurre por los alrededores de Santiago, de norte a sur, hasta su desembocadura en el Sar, citado por Rosalía de Castro en su libro de poemas: “En las Orillas del Sar”:

 

A través del follaje perenne
Que oír deja rumores extraños,
Y entre un mar de ondulante verdura,
Amorosa mansión de los pájaros,
Desde mis ventanas veo
El templo que quise tanto.

El templo que tanto quise...
Pues no sé decir ya si le quiero,
Que en el rudo vaivén que sin tregua
Se agitan mis pensamientos,
Dudo si el rencor adusto
Vive unido al amor en mi pecho.   (Poema de Rosalia)

Estas zonas del Sarela, antes de perderse en el Sar, eran la huerta de Compostela.

Pasado el río Sarela están las antiguas fábricas de curtidos del barrio de “O Carme de Abaixo”. Aunque la mayoría de ellas están hoy en ruinas, todavía conservan, inequívocas, las huellas de su pasado como industrias artesanales, que tuvieron su esplendor durante el siglo XIX y hasta la mitad del XX.

Al lado de la antigua fábrica de “O Carme de Abaixo” estaba el convento de las Oblatas. Estas monjas también llamadas “arrepentidas”, tradicionalmente acogían a las mujeres de vida “licenciosa” de la ciudad.  Ahora es un hotel de alto nivel: AC Palacio del Carmen.


Una senda arbolada  nos aproxima hasta la pista que conduce a “Sarela da Baixo”, donde, si el día está despejado, veremos por última vez la catedral compostelana. A partir de aquí el camino se adentra en un bosque de eucaliptos.


domingo, 17 de mayo de 2015

CAMINO DE SANTIAGO A FISTERRA

Santiago de Compostela fue la meta espiritual de las peregrinaciones cristianas durante la Edad Media, pero desde época prehistórica y posteriormente celtas y romanos caminaron hasta la “Costa da Morte”, el “fin de la Tierra” antes del descubrimiento de América.


Siempre tuvo una carga de misticismo el viaje hacia el oeste, el llamado "camino de las estrellas”, que en las noches claras siguiendo la orientación de la Vía Láctea se realizaba hacia el final de la Península Ibérica.

Allí era legendario aguardar la hora del ocaso y ver esconderse el sol en la inmensidad del océano. No son pocos los relatos que a lo largo de los siglos nos han escrito los viajeros que llegaron a estas costas: el húngaro Jorge Grisaphan en 1355, el checo León de Rosmithal a mediados del siglo XV, el alemán Erich Lassota hacia 1584, y el clérigo boloñés Doménico Laffi en el XVII.

Se han encontrado vestigios y documentos históricos que aportan datos sobre los antiguos hospitales de peregrinos que jalonaban la ruta de Compostela a Finisterre: los de la propia aldea de Hospital, en Dumbría, y los de Cee, Corcubión y Finisterre.

En el libro III del Codex Calixtinus, de mediados del siglo XII, se trata la traslación del cuerpo del Apóstol desde Jerusalén a Galicia, y aparece citada la ciudad de Dugium - la actual Duio del municipio fisterrano - donde los discípulos piden permiso al prefecto para enterrar el cuerpo de Santiago.

En el renacimiento del Camino, a mediados del siglo XX, Luciano Huidobro describe en el tomo III de su consultada obra Las Peregrinaciones Jacobeas todo el viaje desde Santiago hasta Finisterre. En el año 2010, en “El Camino al Fin de la Tierra” de Manuel Vilar Álvarez, se describe el recorrido histórico  desde Santiago hasta “Fisterra” y “Muxía”.



Realizaremos este Camino de Compostela a Finisterre, tras el ya largo Camino de Madrid a Santiago, descrito y comentado desde el principio de este BLOG.

jueves, 14 de mayo de 2015

AÑOS SANTOS COMPOSTELANOS




Son años santos compostelanos los que el día de Santiago (25 de julio) es domingo. En ellos se puede conseguir la indulgencia plenaria. Con una cadencia de 6, 5, 6 y 11 años, el día 25 de julio, fiesta del apóstol,  cae en domingo. Esto sucede 14 veces cada siglo.

Los denominados “años santos compostelanos”, o “años jacobeos” son generadores de cientos de peregrinaciones que han conducido a caminantes de todos los rincones del mundo hasta la tumba del apóstol Santiago. El último fue el año 2010 y el próximo año santo será el 2021.


El año jacobeo se inaugura con la ceremonia de apertura de la “Puerta Santa” la tarde del día 31 de diciembre antes del fin de año. Se realiza un ritual en el que el arzobispo de Santiago golpea con un martillo de plata tres veces desde el exterior el muro que tapa la entrada posterior de la Catedral ubicada en la plaza de Quintana.

Este acceso permanece abierto durante los 12 meses del “año santo”, y vuelve a cerrarse el último día del año, hasta el siguiente “año jacobeo”. La “Puerta Santa” está habitualmente cerrada con una reja, y dedicada a san Paio, cuyo monasterio está justo enfrente.

Esta puerta fue una de las siete puertas menores de la catedral de Santiago. Sobre ella se puede ver la figura del apóstol Santiago junto a sus discípulos Teodoro y Atanasio. A ambos lados de la puerta están situadas 24 estatuas sedentes de apóstoles, patriarcas y profetas.

También se conoce esta puerta con el nombre de “pórtico del Perdón” o “puerta de los veintisiete sabios”. Sin embargo, la puerta que hoy en día utilizan los caminantes no es el acceso santo original, que estaba orientado hacia el este, y simbolizaba el final de la peregrinación y la entrada redentora a una vida nueva. 


Cuando se edificó la capilla del Salvador, la “Puerta Santa” perdió su función al desviarse varios grados a la derecha. A través de la puerta actual, que data del año 2004 se puede acceder a un pequeño patio. En él se encuentra la construcción original por la que se entra a la girola del ábside de la catedral, muy cerca del sepulcro del Apóstol.

La “Indulgencia plenaria”, asociada a los  “años santos compostelanos”, también puede obtenerse en la Iglesia de Santiago, en Villafranca del Bierzo, desde el siglo XVII. Villafranca del Bierzo es una de las localidades con mayor acervo jacobeo.

Los peregrinos a Santiago que estén enfermos o que hayan sufrido un accidente grave durante su travesía pueden obtener esta indulgencia en la propia iglesia berciana. Para ello, los caminantes deberán atravesar la puerta del Perdón de este templo, que tan solo se abre durante los años santos.

El romero deberá haber recorrido más de 100 kilómetros y acreditar su imposibilidad de continuar el camino hasta la capital gallega.

Actualmente existen cinco lugares en el mundo con esta capacidad jubilar, tres de ellos están en España: Santiago de Compostela, Santo Toribio de Liébana y Caravaca de la Cruz. Fuera de España:  Jerusalén y Roma, donde la indulgencia plenaria se otorga cada 25 años.

domingo, 10 de mayo de 2015

LA CATEDRAL DE SANTIAGO

INTRODUCCIÓN

El antecedente más remoto de la Catedral, según la tradición jacobea, fue un pequeño mausoleo romano del siglo I en el que se dio sepultura a los restos del Apóstol Santiago después de su decapitación en Palestina (año 44 d.C) y tras su traslado por mar hasta las costas del “finis terrae”. La cámara subterránea y la necrópolis que la rodeaba fueron atendidos por una pequeña comunidad cristiana local, que debió disminuir hacia el siglo VIII.

En el año 813 se produjo el descubrimiento de las reliquias del Apóstol bajo la maleza del Monte Libredón. Las encontró un ermitaño que vio allí signos celestiales. Avisado por el obispo de Iria Flavia, el rey astur Alfonso II mandó a levantar una primera capilla de piedra y barro junto al antiguo mausoleo. Este templo se convirtió en sede episcopal con poder sobre los territorios próximos. A su alrededor, buscando su protección, comenzaron a establecerse los primeros pobladores y grupos monacales de benedictinos encargados de la custodia de las reliquias. Eran los primeros pasos de la futura ciudad de Santiago de Compostela.




La primera iglesia se quedó pequeña para acoger a los fieles, por lo que entre el año 872 y el 899 Alfonso III El Grande hizo construir un templo mayor en estilo visigótico. Esta segunda iglesia fue destruida por el ataque de Almanzor en 997. El obispo San Pedro de Mezonzo la reconstruyó en 1003, en un estilo prerrománico. Este tercer templo estaba aún en pie cuando el auge de las peregrinaciones y las riquezas de Santiago permitieron comenzar a construir en 1075 la catedral románica que hoy se conserva, cuarto edificio sagrado sobre el antiguo sepulcro.

LA CATEDRAL ROMÁNICA

El rey leonés Alfonso VI y especialmente el primer arzobispo de la ciudad, Diego Gelmírez, impulsaron de tal manera la Catedral, la vida urbana y las peregrinaciones, que puede hablarse del siglo XII como el de mayor esplendor de la historia compostelana. Esta vez no se conformaron con un santuario que albergase las reliquias, sino que diseñaron una gran catedral de peregrinación siguiendo el estilo que se extendía por el Camino de Santiago. Por ella desfilarían los mejores constructores del Románico hasta llegar al Maestro Mateo, autor de los últimos tramos de las naves, las torres defensivas del oeste, la cripta y, sobre todo, del Pórtico de la Gloria, un conjunto escultórico sin igual en Europa que aun hoy preside la entrada oeste.


Cuando fue consagrada en el año 1211, la Catedral ya gozaba del privilegio de  absolución plenaria, otorgado en 1181 por el Papa Alejandro III a todo el que visitase el templo en un Año Santo Jubilar. También concedía a los fieles un valioso documento que acreditaba haber recorrido el Camino de Santiago y aseguraba el derecho de asilo en la ciudad. Convertida en meta de salvación de la Cristiandad, la catedral evolucionó con tal vitalidad que fue capaz de impulsar la construcción de calzadas, hospitales, albergues, mercados y burgos enteros a cientos de kilómetros de distancia, en las rutas que transitaban los peregrinos para alcanzarla.

Con el tiempo se irían añadiendo a la planta románica elementos góticos, renacentistas y especialmente barrocos, gracias al incesante flujo de dinero del arzobispado y de los mecenas, que encontraban en las capillas lugar de oración y eterno descanso. Mientras la estructura de las naves se conservó prácticamente intacta, el número y espacio de las capillas fue adecuándose a las necesidades del culto. En el convulso siglo XIV la basílica adquiriría trazas de fortaleza, con torres defensivas como la actual Torre del Reloj. Con el Renacimiento, impulsado por el arzobispo Alfonso III de Fonseca, se levantó el claustro definitivo, que sustituyó al claustro románico y modificó todo el lado sur y sureste del templo. Fue época de reformas internas y adición de retablos, púlpitos y esculturas para mayor gloria del culto al Apóstol.

EL BARROCO

La mayor revolución estética llegaría al templo en tiempos del Barroco, que comenzó en 1660 por transformar el altar mayor y la cúpula; para luego dar forma a los órganos, trazar el lienzo de la Puerta Santa, embellecer la Torre del Reloj y alcanzar su mayor esplendor con la culminación, en 1750, de la estampa más icónica de la catedral: su magnífica fachada del Obradoiro.


Fue también obra de los maestros barrocos de la Catedral –Vega y Verdugo, Domingo de Andrade, Fernando Casas y Novoa- el trazado definitivo de las plazas monumentales que rodean al templo y de muchos de los edificios colindantes. Bien puede decirse que el Barroco saltó de la catedral a las plazas, a los monasterios y a las casas nobles, para convertir a Compostela en la urbe barroca por excelencia de España.

Tras dos mil años de historia como centro espiritual, y casi mil de su actual edificio, la Catedral se muestra hoy como un conjunto heterogéneo de espacios y elementos estéticos que dejan ver en la piedra la extraordinaria historia compostelana. En su larga existencia el templo ha sido escenario de toda clase de episodios sacros y mundanos, que van desde la coronación de los reyes de Galicia en la Edad Media hasta el acuartelamiento de los soldados franceses durante la Guerra de Independencia, y sobre todo las incesantes peregrinaciones hacia la tumba del Apóstol.

miércoles, 6 de mayo de 2015

EL OBISPO GELMIREZ

  
Fue el primer Arzobispo de Santiago de Compostela. Era hijo de un caballero gallego que sirvió como notario a los condes de Galicia: Raimundo de Borgoña y doña Urraca. Por influjo de éstos fue nombrado Obispo de Santiago al quedar la sede vacante en 1100, ejerciendo el episcopado hasta su muerte en 1140.



Había sido destinado a la carrera eclesiástica, e inició su educación en la escuela catedralicia de Santiago hasta que fue enviado por un tiempo a la corte del rey Alfonso VI. Obtuvo después una canonjía en la iglesia santiaguesa y estuvo, entre 1090 y 1093, al frente de la cancillería de Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI. Fue administrador de la diócesis compostelana entre 1093 y 1094, y entre 1096 y 1100, año en el que fue nombrado obispo.

Su política de entendimiento con Roma y con el rey leonés Alfonso VI le permitió engrandecer la diócesis y elevarla al rango arzobispal en 1120. Adquirió privilegios como el de acuñar moneda, que unido a la riqueza que las peregrinaciones aportaban a la diócesis compostelana, hizo de Santiago un centro político y religioso de gran importancia en la España medieval.

Desempeñó también un papel importante en la transición del reinado de Alfonso VI al de Alfonso VII: cuando la reina viuda, doña Urraca, casó con Alfonso I de Aragón, Gelmírez apoyó la proclamación de Alfonso VII como rey de Galicia, sometiendo a los nobles reticentes (1109-1111). Muerta la reina doña Urraca en 1126, colaboró con su hijo Alfonso VII, ya rey de León, en el sometimiento de la nobleza gallega y en las luchas contra Portugal.


Gelmírez llegó a ejercer como una especie de gobernador de Galicia, con amplios poderes eclesiásticos y temporales; reprimió varios intentos de rebelión de burgueses y nobles y armó barcos para defender las costas gallegas de las incursiones normandas y musulmanas.

Su buena relación con la Orden de Cluny y sobre todo el contacto estrecho y constante con Roma determinó el desarrollo de las peregrinaciones por el Camino de Santiago en toda la Europa cristiana de su tiempo.

Sin embargo, la ambición del rey Alfonso VII por apoderarse de las riquezas de la diócesis le llevó a apoyar una conspiración contra el obispo, en la que éste resultó herido en el año 1135. En los últimos años de su vida, viejo y aislado, Gelmírez vio declinar su poder y tuvo que entregar cuantiosos donativos al rey de León.


Aunque Gelmírez no inició la construcción de la Catedral de Santiago de Compostela, impulsó significativamente su continuación. Era una etapa de intensa actividad constructora en el mundo cristiano, que duró hasta las últimas décadas del siglo XII. La erección de la nueva basílica en Santiago concentró los máximos esfuerzos y justificó, por sí misma la caracterización de esta etapa. La obra estuvo directamente relacionada con la peregrinación a Compostela desde el año 1075.



Durante las dos primeras décadas del siglo XII continuaron las gestiones preparatorias para la construcción, hasta la colocación de la última piedra, que, según el “Códice Calixtino” debió tener lugar en el año 1122. 

domingo, 3 de mayo de 2015

LA CASA DE LA TROYA


La Casa de la Troya, novela publicada por Alejandro Pérez Lugín en 1915, es una de las obras literarias en lengua española más leídas. Las “rúas”, las plazas, las fuentes, las gentes, los bailes, la Catedral y la Universidad Santiago son los escenarios en que se desarrolla su trama:



Gerardo Roquer, un joven madrileño es enviado por su padre a estudiar a la Universidad más alejada de la corte y villa de Madrid. El estudiante se desespera. Pero pronto encuentra la amistad desinteresada de sus compañeros de la fonda de la Casa de la Troya junto a la suave y protectora comodidad al paso por sus “rúas” y jardines, la estupenda visión de su arquitectura, los hábitos comerciales, la música y un amor que  pretende ser perdurable.


Alejandro Pérez Lugin, nació en Madrid. Su obra más elogiada fue esta historia sentimental sobre la vida estudiantil en Santiago de Compostela, que fue llevada al teatro por Manuel Linares Rivas. Pérez Lugin escribió también algunos artículos taurinos, que firmó con el seudónimo de Don Pío. Sus últimas novelas tuvieron menor trascendencia: La correidora y la rúa (1923), La Virgen del Rocío ya entró en Triana (1926) y Arminda Moscoso (1928). 


La Casa de la Troya es un libro  poético y de grandes esencias. Un libro que en sus sucesivas ediciones lo divulgaron como un clásico de la fraternidad, la juerga, la lectura divertida, la evocación y la distracción placentera. Ha ocupado el tercer lugar entre las obras que más veces se editaron en la lengua española, detrás de la Biblia y El Quijote.
La Casa de la Troya es actualmente un museo situado en la “Rúa da Troia” de Santiago de Compostela, donde estuvo la antigua pensión descrita en la novela. Este museo abre sus puertas al público en los meses de verano, permaneciendo cerrado el resto del año.


Entrando en el museo podemos ver primero la sala en que se muestran recuerdos del autor y de la novela y el comedor donde están expuestas fotografías y objetos relacionados con los personajes del libro. En el segundo piso, los dormitorios; y en el ático, la cocina y un pequeño cuarto anexo donde vivía la patrona.


La Casa de la Troia celebra en el año 2015 el centenario de la publicación de la novela con un ambicioso programa de actuaciones. Con motivo del aniversario la entidad tratará de incrementar los días de apertura del museo, que el año anterior se extendió desde el 22 de julio al 30 de septiembre. Para ayudar a financiar el coste de estas actuaciones el alcalde de Santiago y el presidente de la Asociación de Antiguos Tunos Compostelanos -entidad que gestiona el museo-, firmaron un convenio de colaboración para ello.


Dentro de la serie de actos programados para conmemorar el centenario de la primera edición de la novela La Casa de la Troya, están la proyección de la película sobre la novela que dirigió el propio Pérez-Lugín en el año 1924 o la celebración de un certamen internacional de grupos de pulso y púa.