Fue el primer Arzobispo de Santiago de Compostela. Era hijo
de un caballero gallego que sirvió como notario a los condes de Galicia:
Raimundo de Borgoña y doña Urraca. Por influjo de éstos fue nombrado Obispo de
Santiago al quedar la sede vacante en 1100, ejerciendo el episcopado hasta su
muerte en 1140.
Había sido destinado a la carrera
eclesiástica, e inició su educación en la escuela catedralicia de Santiago
hasta que fue enviado por un tiempo a la corte del rey Alfonso VI. Obtuvo después
una canonjía en la iglesia santiaguesa y estuvo, entre 1090 y 1093, al frente
de la cancillería de Raimundo de Borgoña, yerno de Alfonso VI. Fue
administrador de la diócesis compostelana entre 1093 y 1094, y entre 1096 y
1100, año en el que fue nombrado obispo.
Su política de entendimiento con Roma y con el rey leonés
Alfonso VI le permitió engrandecer la diócesis y elevarla al rango arzobispal
en 1120. Adquirió privilegios como el de acuñar moneda, que unido a la riqueza
que las peregrinaciones aportaban a la diócesis compostelana, hizo de Santiago
un centro político y religioso de gran importancia en la España medieval.
Desempeñó también un papel importante en la transición del
reinado de Alfonso VI al de Alfonso VII: cuando la reina viuda, doña Urraca,
casó con Alfonso I de Aragón, Gelmírez apoyó la proclamación de Alfonso VII
como rey de Galicia, sometiendo a los nobles reticentes (1109-1111). Muerta la reina
doña Urraca en 1126, colaboró con su hijo Alfonso VII, ya rey de León, en el
sometimiento de la nobleza gallega y en las luchas contra Portugal.
Gelmírez llegó a ejercer como una especie de gobernador de
Galicia, con amplios poderes eclesiásticos y temporales; reprimió varios
intentos de rebelión de burgueses y nobles y armó barcos para defender las
costas gallegas de las incursiones normandas y musulmanas.
Su buena relación con la Orden de Cluny y
sobre todo el contacto estrecho y constante con Roma determinó el desarrollo de
las peregrinaciones por el Camino de Santiago en toda la Europa cristiana de su
tiempo.
Sin embargo, la ambición del rey Alfonso VII por apoderarse
de las riquezas de la diócesis le llevó a apoyar una conspiración contra el
obispo, en la que éste resultó herido en el año 1135. En los últimos años de su
vida, viejo y aislado, Gelmírez vio declinar su poder y tuvo que entregar
cuantiosos donativos al rey de León.
Aunque Gelmírez no inició la construcción de la Catedral de Santiago de
Compostela, impulsó significativamente su continuación. Era una etapa de intensa actividad constructora en el mundo
cristiano, que duró hasta las últimas décadas del siglo XII. La erección de la
nueva basílica en Santiago concentró los máximos esfuerzos y justificó, por sí
misma la caracterización de esta etapa. La obra estuvo directamente relacionada
con la peregrinación a Compostela desde el año 1075.
Durante las dos primeras décadas del siglo
XII continuaron las gestiones preparatorias para la construcción, hasta la
colocación de la última piedra, que, según el “Códice Calixtino” debió tener
lugar en el año 1122.
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