La localidad de Portomarín se situaba en pleno Camino de Santiago sobre las orillas del río Miño. El pueblo tenía dos burgos o barrios: El de San Pedro en la orilla izquierda y San Juan en la orilla derecha, donde se hallaba la iglesia de San Juan o San Nicolás.
El pueblo viejo y su puente de origen romano, rehecho por Pedro Peregrino en 1120, permitía cruzar el río Miño y justificó la creación de la villa, la iglesia y el hospital bajo la tutela de caballeros sanjuanista. Tras la inauguración del pantano de Belesar quedaron sumergidos bajo las aguas.
La iglesia de San Juan o San Nicolás fue trasladada piedra a piedra a su nuevo emplazamiento en lo alto del monte do Cristo, y en medio del pueblo nuevo que se inauguró en el año 1966. En algunos de los sillares de la iglesia se pueden advertir todavía las cifras de color rojo con que fueron numerados para su posterior reubicación.
Además de este templo, se salvó de las aguas la portada occidental de la iglesia de San Pedro, que se recolocó en otra pequeña iglesia de nueva planta a unos 170 metros al norte de San Juan o San Nicolás.
La iglesia de San Juan o San Nicolás, es un magnífico edificio con claro aspecto de fortaleza militar, resaltada todavía más desde la lejanía por la ubicación del templo en el punto más alto del nuevo pueblo.
Tiene una nave de gran altura que se señala por medio de grandes arcos ciegos rehundidos en los cinco tramos existentes en el interior. Los sillares están muy bien labrados y muchos de ellos tienen marcas de cantería.
En lo alto de la nave pueden apreciarse unos castilletes añadidos en su traslado que reafirman la vocación militar de sus constructores. En la cabecera de la iglesia existe un profundo presbiterio. Los rosetones con sus vidrieras proveen la necesaria luminosidad al interior del templo y están señalando el inminente gótico posterior. La edificación se realizó entre el momento final del siglo XII y el primer tercio del XIII.
El templo tiene tres portadas con gran decoración escultórica. El tímpano muestra tres figuras: La escultura central es un obispo tocado con su mitra, quizá San Nicolás, y las figuras laterales tienen un bastón quebrado, el báculo del obispo y un libro abierto.
Las esculturas de los capiteles tienen el estilo del maestro Mateo, de la Catedral de Santiago, con retorcidas figuras de arpías, y seres monstruosos que muestran un lenguaje escultórico extendido por muchos otros lugares en el momento final del románico.
La portada del oeste es la de mayor envergadura. Está situada en lo alto de una escalinata que realza su porte. Cristo la preside con gran majestad sobre una mandorla mística en el centro del tímpano. Los capiteles tienen decoración con motivos vegetales.
La tercera de las portadas está situada sobre el muro norte. Su tímpano alberga una Anunciación. El Arcángel san Gabriel comunica a María su trascendental destino. Ella tiene las manos alzadas y las palmas vueltas dando su conformidad.
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