18. DE MANSILLA DE LAS
MULAS A LEON
Mansilla de
las Mulas. El río Esla. Una tarde en Mansilla. Paseo nocturno. Salida de
Mansilla. Monasterio de San Miguel de Escalada. Mansilla Mayor. Villaverde de
Sandoval. Ruinas de Lancia. Villamoros de Mansilla. Monasterio de Santa María
de Gradefes. El río Porma. Puente Villarente. Arcahueja. Valdelafuente. Alto del
Portillo. Puente Castro. El río Torío. Entrada en León.
El viajero busca el albergue, donde ha quedado con su amigo
leonés, y pasa por la calle de Rioseco, por la plaza del Pozo y por la calle
del Puente. Cuando llega al albergue encuentra que está lleno y que no puede
quedarse. Su amigo le está esperando junto al albergue tal como habían
quedado. Buscan una fonda donde pasar la noche y ya duchado y cambiado de
ropa dan una vuelta por la zona central de la ciudad: la ronda del río, la
plaza de San Nicolás, la calle de los mesones, la calle de la Con cepción, el arco del mismo
nombre, que es el mejor conservado de la antigua muralla, la plaza del Grano,
donde está la torre de la iglesia de San Martín, la calle y la iglesia de Santa
María, la ronda Sur, donde están los cubos almenados de la muralla, y la calle
y el convento de San Agustín, que están en la salida oeste de la ciudad.
Mansilla de las Mulas es una villa medieval, de la que aparece
constancia documental en el año 1181, cuando el rey de León, Fernando II, la
otorga la llamada "carta puebla", que puede considerarse el documento
de constitución de la ciudad. Perteneció después al señorío de Benavente y
tuvo su mayor relevancia histórica en tiempos de Pedro el Cruel. Debió ser
importante la población judía en esta época y aún quedan las callejas estrechas
donde estuvo asentada la judería. Lo más característico de la ciudad son las
murallas, de las que se conservan en mejor estado las de la parte norte, junto
al curso del río Esla. Fueron construidas en el siglo XII.
Un crucero en el Camino
Mansilla de las Mulas está unida a la literatura del
"Siglo de Oro" por la novela "La pícara Justina", que se
publicó en 1605 en Medina del Campo y que se desarrolla en buena parte en una
posada de Mansilla. Esta localidad tuvo tres hospitales para atender a los peregrinos
del Camino de Santiago. Una reina de Inglaterra, Catalina de Aragón pasó por
Mansilla en peregrinación a Compostela durante el reinado de Felipe II.
La tarde de verano se prolonga entre la amena charla,
después de algunos días de camino solitario, y un café en una terraza. Después
el peregrino y su amigo se acercan hasta una urbanización próxima a la ciudad
donde toman otro café junto a unas piscinas y unas pistas polideportivas muy
concurridas de gente.
Cuando se marcha su amigo, el peregrino cena generosamente
en la posada, con las primeras sombras de la noche. Antes de dormir pasea otra
vez por la ciudad. Llega hasta la plaza de la Leña , al final de la calle del Postigo, en la
bajada hacia el río Esla y vuelve a la plaza porticada del Grano y a la plaza
del Pozo por la calle de Pedro Aragoneses. Las calles de Mansilla se van
quedando vacías aunque todavía hay gentes en algunos bares. La distancia hasta
León, que debe recorrer el próximo día no es muy grande, pero ya es hora de
dormir un poco, y el viajero se dirige a la fonda poco antes de las doce de la
noche.
Se levanta a las nueve de la mañana y después de desayunar realiza unas imprescindibles gestiones bancarias. Toma la antigua carretera, que atraviesa la ciudad de sur a norte. Por la plaza de San Nicolás sale de Mansilla de las Mulas y cruza el río Esla por el grandioso puente medieval de ocho arcos por encima de la pradera contigua al río.
Muy cerca de Mansilla está el desvío, a la derecha, de San
Miguel de Escalada, que tiene un monasterio mozárabe, fundado por unos monjes
originarios de Córdoba, en la época de Alfonso III (siglo X). El monasterio
tiene un hermoso pórtico con columnas y arcos moriscos, junto a una sólida
torre de aspecto románico.
Poco después otro desvío, esta vez a la izquierda, conduce a
Mansilla Mayor, que tiene una iglesia con un magnífico artesonado, y a
Villaverde de Sandoval. En esta localidad, al suroeste de Mansilla de las
Mulas, está el Monasterio de Santa María de Sandoval. Es un monasterio
cisterciense erigido por el conde Ponce de Minerva y por su esposa en tiempos
de Alfonso VII (siglo XII).
Por la recta carretera o por un camino que es utilizado
como pista agrícola, y que discurre paralelo a la carretera, el viajero se
dirige a Villamoros de Mansilla cruzando antes de llegar varios huertos y una
acequia. A la derecha del camino, en un cerro alargado se encuentran las ruinas
de Lancia, que fue un castro romano, y anteriormente una plaza fuerte de los
Astures. Fue el último reducto de la resistencia de este pueblo a la conquista
de toda la Península
Ibérica por los romanos en el año 26 de nuestra era.
Villamoros es un pueblo que crece rodeando la carretera a León. El viajero va por unas callejas por detrás de la carretera hasta una iglesia, que está abierta, y comenta con el cura, que viene andando desde Madrid, aunque ha hecho el camino en diversas etapas. El cura se dispone a celebrar la misa. El peregrino continúa hasta una panadería donde precisa abastecerse de pan.
Monasterio de Gradefes
A la salida de Villamoros la carretera se curva a la
derecha, e inicia una pendiente hasta el restaurante Casablanca, que en otro
tiempo fue un albergue de peregrinos. Enfrente sale una carretera, que por
Villafañé lleva a Gradefes y San Miguel de Escalada. En Gradefes está el Monasterio de Santa María, de monjas cistercienses,
construido a finales del siglo XII, que rivalizó con el Monasterio de Sahagún,
hasta la desamortización de Mendizabal. Tiene una iglesia de transición del
románico al gótico en buen estado de conservación.
El viajero se encuentra ante la vega del río Porma y su inmensa arboleda. Un puente de veinte ojos, de forma curva e irregular, con numerosas reparaciones por los destrozos de las habituales riadas, le separan de las casas de Puente Villarente. El tráfico de coches es muy grande y el espacio para el paso de viandantes muy estrecho. Al final del puente se encuentran Puente Villarente, con abundantes servicios para los peregrinos. Desde Puente Villarente sale una carretera hacia Boñar, que es un pueblo importante en el cauce alto del río Porma, en la zona montañosa de la provincia.
Al salir de Puente Villarente, el peregrino abandona la
carretera por un camino en buen estado, que va subiendo poco a poco hasta el
Alto del Portillo, que es el punto más alto de la zona, en que se divisan unas
grandes antenas, que actúan como repetidores de la señal de televisión y de
otros medios de comunicación. La mañana va tomando tonalidades grises. Las
nubes ocupan casi todo el horizonte y no dejan salir el sol, lo que preocupa
ligeramente al peregrino porque no está muy bien equipado contra la posible
lluvia.
Una hora más tarde de pasar por Puente Villarente el viajero
llega a Arcahueja, que es un pequeño pueblo situado a seis kilómetros de León.
Descansa un poco en la plaza y continúa hasta Valdelafuente, que es
actualmente una zona industrial próxima a la capital. El viajero se desvía del
camino hacia la carretera porque aquél inicia una ascensión mayor. Va subiendo
al Alto del Portillo, desde donde hay una hermosa vista de la ciudad de León.
En otro tiempo hubo aquí un crucero ante el que rezaban los peregrinos para
dar gracias a Santiago por su inminente llegada a León. El antiguo crucero se
encuentra actualmente en el Hospital de San Marcos.
La bajada hacia León se hace rápidamente por el lateral de
una autovía en que se ha convertido la carretera general en las proximidades de
la ciudad, hasta el desvío hacia Puente Castro, por la antigua carretera.
Puente Castro fue un antiguo arrabal de León, en las inmediaciones del río
Torío, desde la época medieval, que tuvo especial importancia por la
resistencia que las huestes cristianas hicieron al ejército de Almanzor en las
proximidades de León. Hubo aquí una fortaleza posteriormente, y una abundante
población judía hasta su expulsión en tiempos de los Reyes Católicos. En la Edad Moderna , Puente
Castro fue la aduana de la ciudad de León. Allí se cobraban los portazgos y
otros impuestos sobre el tráfico de mercancías que entraban por esta zona. En
tiempos de Carlos III se construyó el puente sobre el río Torío, que sirvió
durante muchos años para la carretera de Madrid a Coruña a su paso por Puente
Castro.
El peregrino cruza el puente del Río Torío y no distingue bien
si está en Puente Castro, o en el mismo León, porque hoy no se diferencian una
de otra localidad. Llega a una glorieta con mucha circulación de vehículos, en
que se indica el desvío a Astorga. Pregunta por el albergue municipal de peregrinos,
que está en la calle de los Campos Góticos, muy cerca de la Plaza de Toros. Le indican
que vaya por la avenida de Fernández Ladreda, que es la que sale hacia la
izquierda, desde la misma plaza en la que está. Muy pronto encuentra el enorme
albergue que ha acondicionado el Ayuntamiento en el antiguo colegio
ferroviario, muy cerca del Estadio Hispánico y del río Bernesga.
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