domingo, 10 de agosto de 2014

DE MANSILLA A LEÓN

18. DE MANSILLA DE LAS MULAS A LEON             

Mansilla de las Mulas. El río Esla. Una tarde en Mansilla. Paseo nocturno. Salida de Mansilla. Monasterio de San Miguel de Escalada. Mansilla Mayor. Villaverde de Sandoval. Ruinas de Lancia. Villamoros de Mansilla. Monasterio de Santa María de Gradefes. El río Porma. Puente Villarente. Arcahueja. Valdelafuente. Alto del Portillo. Puente Castro. El río Torío. Entrada en León.


El viajero busca el albergue, donde ha quedado con su amigo leonés, y pasa por la calle de Rioseco, por la plaza del Pozo y por la calle del Puente. Cuando llega al albergue encuentra que está lleno y que no puede quedarse. Su amigo le está espe­rando junto al albergue tal como habían quedado. Bus­can una fonda donde pasar la noche y ya ducha­do y cambiado de ropa dan una vuelta por la zona central de la ciudad: la ronda del río, la plaza de San Nico­lás, la calle de los meso­nes, la calle de la Con­cepción, el arco del mismo nombre, que es el mejor conser­vado de la antigua muralla, la plaza del Grano, donde está la torre de la iglesia de San Martín, la calle y la iglesia de Santa María, la ronda Sur, donde están los cubos almenados de la muralla, y la calle y el convento de San Agustín, que están en la salida oeste de la ciudad.


Mansilla de las Mulas es una villa medieval, de la que apare­ce constancia documental en el año 1181, cuando el rey de León, Fernando II, la otorga la llamada "carta puebla", que puede considerarse el documento de constitución de la ciudad. Pertene­ció después al señorío de Benavente y tuvo su mayor relevancia histórica en tiempos de Pedro el Cruel. Debió ser importante la población judía en esta época y aún quedan las callejas estre­chas donde estuvo asentada la judería. Lo más caracterís­tico de la ciudad son las murallas, de las que se conservan en mejor estado las de la parte norte, junto al curso del río Esla. Fueron construidas en el siglo XII.



Un crucero en el Camino

Mansi­lla de las Mulas está unida a la literatura del "Siglo de Oro" por la novela "La pícara Justina", que se publicó en 1605 en Medina del Campo y que se desarrolla en buena parte en una posada de Mansilla. Esta localidad tuvo tres hospitales para atender a los pere­grinos del Camino de Santiago. Una reina de Inglate­rra, Cata­lina de Aragón pasó por Mansilla en peregrina­ción a Compostela durante el reinado de Felipe II.


La tarde de verano se prolonga entre la amena char­la, después de algunos días de camino solitario, y un café en una terraza. Después el peregrino y su amigo se acercan hasta una urbanización próxima a la ciudad donde toman otro café junto a unas piscinas y unas pistas polideportivas muy concu­rridas de gente.


Cuando se marcha su amigo, el peregrino cena gene­rosamente en la posada, con las primeras sombras de la noche. Antes de dormir pasea otra vez por la ciudad. Llega hasta la plaza de la Leña, al final de la calle del Postigo, en la bajada hacia el río Esla y vuelve a la plaza porticada del Grano y a la plaza del Pozo por la calle de Pedro Aragone­ses. Las calles de Mansilla se van quedando vacías aunque todavía hay gentes en algunos bares. La distancia hasta León, que debe recorrer el próximo día no es muy grande, pero ya es hora de dormir un poco, y el viajero se dirige a la fonda poco antes de las doce de la noche.


Se levanta a las nueve de la mañana y después de desayunar realiza unas imprescindibles gestiones bancarias. Toma la antigua carretera, que atraviesa la ciudad de sur a norte. Por la plaza de San Nicolás sale de Mansilla de las Mulas y cruza el río Esla por el grandioso puente medieval de ocho arcos por encima de la pradera contigua al río. 

                                                
Río Esla

Muy cerca de Mansilla está el desvío, a la derecha, de San Miguel de Escala­da, que tiene un monasterio mozárabe, funda­do por unos monjes originarios de Córdoba, en la época de Alfonso III (siglo X). El monasterio tiene un hermo­so pórtico con columnas y arcos moriscos, junto a una sólida torre de aspecto románico.


Poco después otro desvío, esta vez a la izquierda, conduce a Mansilla Mayor, que tiene una iglesia con un magní­fico artesonado, y a Villaverde de Sandoval. En esta locali­dad, al suroeste de Mansi­lla de las Mulas, está el Monasterio de Santa María de Sandoval. Es un monaste­rio cisterciense erigido por el conde Ponce de Minerva y por su esposa en tiempos de Alfon­so VII (siglo XII).


Por la recta carretera o por un camino que es utili­zado como pista agrícola, y que discurre paralelo a la carre­tera, el viajero se dirige a Villamoros de Mansilla cruzando antes de llegar varios huertos y una acequia. A la derecha del camino, en un cerro alargado se encuentran las ruinas de Lancia, que fue un castro romano, y anteriormente una plaza fuerte de los Astures. Fue el último reducto de la resistencia de este pueblo a la conquista de toda la Península Ibérica por los romanos en el año 26 de nuestra era.


Villamoros es un pueblo que crece rodeando la carre­tera a León. El viajero va por unas callejas por detrás de la carretera hasta una iglesia, que está abierta, y comenta con el cura, que viene andando desde Madrid, aunque ha hecho el camino en diversas etapas. El cura se dispone a celebrar la misa. El peregrino continúa hasta una panadería donde precisa abastecerse de pan.



Monasterio de Gradefes

A la salida de Villamoros la carretera se curva a la derecha, e inicia una pendiente hasta el restaurante Casablan­ca, que en otro tiempo fue un albergue de peregrinos. Enfrente sale una carretera, que por Villafañé lleva a Gradefes y San Miguel de Escalada. En Gradefes está el Monas­terio  de Santa María, de monjas cistercien­ses, construido a finales del siglo XII, que rivalizó con el Monasterio de Sahagún, hasta la desamortiza­ción de Mendizabal. Tiene una iglesia de tran­si­ción del romá­nico al gótico en buen estado de conserva­ción. 
 
                  
El viajero se encuentra ante la vega del río Porma y su inmensa arboleda. Un puente de veinte ojos, de forma curva e irregular, con numerosas reparaciones por los destrozos de las habituales riadas, le separan de las casas de Puente Villarente. El tráfico de coches es muy grande y el espacio para el paso de viandantes muy estrecho. Al final del puente se encuentran Puente Villarente, con abundantes servi­cios para los peregrinos. Desde Puente Villarente sale una carretera hacia Boñar, que es un pueblo importante en el cauce alto del río Porma, en la zona montañosa de la provincia.


Puente sobre el río Porma

Al salir de Puente Villarente, el peregrino abandona la carretera por un camino en buen estado, que va subiendo poco a poco hasta el Alto del Portillo, que es el punto más alto de la zona, en que se divisan unas grandes antenas, que actúan como repetidores de la señal de televisión y de otros medios de comunicación. La mañana va tomando tonalidades grises. Las nubes ocupan casi todo el horizonte y no dejan salir el sol, lo que preocupa ligeramente al peregrino porque no está muy bien equipado contra la posible lluvia.


Una hora más tarde de pasar por Puente Villarente el viajero llega a Arcahueja, que es un pequeño pueblo situado a seis kilómetros de León. Descansa un poco en la plaza y conti­núa hasta Valdelafuente, que es actualmente una zona indus­trial próxima a la capital. El viajero se desvía del camino hacia la carretera porque aquél inicia una ascensión mayor. Va subiendo al Alto del Portillo, desde donde hay una hermosa vista de la ciudad de León. En otro tiempo hubo aquí un cruce­ro ante el que rezaban los peregrinos para dar gracias a Santiago por su inminente llegada a León. El antiguo crucero se encuentra actualmente en el Hospital de San Marcos.


La bajada hacia León se hace rápidamente por el lateral de una autovía en que se ha convertido la carretera general en las proximidades de la ciudad, hasta el desvío hacia Puente Castro, por la antigua carretera. Puente Castro fue un antiguo arrabal de León, en las inmediaciones del río Torío, desde la época medieval, que tuvo especial importancia por la resistencia que las huestes cristianas hicieron al ejército de Almanzor en las proximidades de León. Hubo aquí una fortaleza posteriormente, y una abundante población judía hasta su expulsión en tiempos de los Reyes Católicos. En la Edad Moderna, Puente Castro fue la aduana de la ciudad de León. Allí se cobraban los portazgos y otros impuestos sobre el tráfico de mercancías que entraban por esta zona. En tiem­pos de Carlos III se construyó el puente sobre el río Torío, que sirvió durante muchos años para la carretera de Madrid a Coruña a su paso por Puente Castro.


El peregrino cruza el puente del Río Torío y no distingue bien si está en Puente Castro, o en el mismo León, porque hoy no se diferencian una de otra localidad. Llega a una glorieta con mucha circulación de vehículos, en que se indica el desvío a Astorga. Pregunta por el albergue municipal de pere­grinos, que está en la calle de los Campos Góticos, muy cerca de la Plaza de Toros. Le indican que vaya por la avenida de Fernández Ladreda, que es la que sale hacia la izquierda, desde la misma plaza en la que está. Muy pronto encuentra el enorme albergue que ha acondicionado el Ayuntamiento en el antiguo colegio ferroviario, muy cerca del Estadio Hispánico y del río Bernesga.  



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